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Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)
Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)
Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)
Libro electrónico100 páginas43 minutos

Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)

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Obra de la colección clásicos de la literatura editados por el Instituto Politécnico Nacional con motivo del 75 aniversario de la institución.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 nov 2023
Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)

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    Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905) - Ruben Dario

    COLECCIÓN CLÁSICOS DE LA LITERATURA

    Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otros poemas (1905)

    Rubén Darío

    INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

    Cantos de vida y esperanza,

    Los cisnes y otros poemas

    Rubén Darío

    Primera edición, 2011

    Primera reimpresión, 2012

    D. R. © 2011

    Instituto Politécnico Nacional

    Luis Enrique Erro s/n

    Unidad Profesional Adolfo López Mateos

    Zacatenco, 07739, México, DF

    Dirección de Publicaciones

    Tresguerras 27, Centro Histórico

    06040, México, DF

    ISBN 978-607-414-271-6

    ISBN Coleccón 978-607-414-260-0

    Impreso en México / Printed in Mexico

    http://www.publicaciones.ipn.mx

    Cantos de vida y esperanza

    I

    II. Salutación del optimista

    III Al rey Óscar

    IV Los Tres Reyes Magos

    V Cyrano en España

    VI Salutación a Leonardo

    VII Pegaso

    VIII A Roosevelt

    IX

    X Canto de esperanza

    XI

    XII Helios

    XIII SPES

    XIV Marcha triunfal

    Los cisnes

    I

    II En la muerte de Rafael Núñez

    III

    IV

    Otros poemas

    I Retratos

    II Por el influjo de la primavera

    III La dulzura del Ángelus

    IV Tarde del trópico

    V Nocturno

    VI Canción de otoño en primavera

    VII Trébol

    VIII Charitas

    IX No obstante...

    X

    XI Filosofía

    XII Leda

    XIII Divina psiquis

    XIV El soneto de trece versos

    XV

    XVI A Phocás el campesino

    XVII

    XVIII Un soneto a Cervantes

    XIX Madrigal exaltado

    XX Marina

    XXI Cleopompo y Heliodemo

    XXII ¡Ay, triste del que un día...!

    XXIII

    XXIV Augurios

    XXV Melancolía

    XXVI ¡Aleluya!

    XXVII De otoño

    XXVIII A Goya

    XXIX Caracol

    XXX Amo, amas...

    XXXI Soneto autumnal. Al Marqués de Bradomín

    XXXII Nocturno

    XXXIII Urna votiva

    XXXIV Programa matinal

    XXXV Ibis

    XXXVI Thanatos

    XXXVII Ofrenda

    XXXVIII Propósito primaveral

    XXXIX Letanías de Nuestro Señor Quijote

    XL Allá lejos

    XLI Lo fatal

    Cantos de vida y esperanza

    I

    A. J. Enrique Rodó

    Yo soy aquel que ayer no más decía

    el verso azul y la canción profana,

    en cuya noche un ruiseñor había

    que era alondra de luz por la mañana.

    El dueño fui de mi jardín de sueño,

    lleno de rosas y de cisnes vagos;

    el dueño de las tórtolas, el dueño

    de góndolas y liras en los lagos;

    y muy siglo diez y ocho, y muy antiguo

    y muy moderno; audaz, cosmopolita;

    con Hugo fuerte y con Yerlaine ambiguo,

    y una sed de ilusiones infinita.

    Yo supe de dolor desde mi infancia;

    mi juventud…, ¿fue juventud la mía?,

    sus rosas aún me dejan su fragancia,

    una fragancia de melancolía…

    Potro sin freno se lanzó mi instinto,

    mi juventud montó potro sin freno;

    iba embriagada y con puñal al cinto;

    si no cayó, fue porque Dios es bueno.

    En mi jardín se vio una estatua bella;

    se juzgó mármol y era carne viva;

    una alma joven habitaba en ella,

    sentimental, sensible, sensitiva.

    Y tímida ante el mundo, de manera

    que, encerrada, en silencio, no salía

    sino cuando en la dulce primavera

    era la hora de la melodía…

    Hora de ocaso y de discreto beso;

    hora crepuscular y de retiro;

    hora de madrigal y de embeleso,

    de te adoro, de ijay!, y de suspiro.

    Y entonces era en la dulzaina un juego

    de misteriosas gamas cristalinas,

    un renovar de notas del Pan griego

    y un desgranar de músicas latinas,

    con aire tal y con ardor tan vivo,

    que a la estatua nacían de repente

    en el muslo viril patas de chivo

    y dos cuernos de sátiro en la frente.

    Como la Galatea gongorina

    me encantó la marquesa verleniana,

    y así juntaba a la pasión divina

    una sensual hiperestesia humana;

    todo ansia, todo ardor, sensación pura

    y vigor natural; y sin falsía,

    y sin comedia y sin literatura…:

    si hay un alma sincera, esa

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