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Ortega y Gasset. La razón vital y la realidad radical: El desvelamiento del ser
Ortega y Gasset. La razón vital y la realidad radical: El desvelamiento del ser
Ortega y Gasset. La razón vital y la realidad radical: El desvelamiento del ser
Libro electrónico117 páginas1 hora

Ortega y Gasset. La razón vital y la realidad radical: El desvelamiento del ser

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Ensayo escrito en 1993. Es un estudio sobre la obra de José Ortega y Gasset: “Unas lecciones de metafísica”, acerca de la “Razón vital” y la realidad radical`, donde la vida es presencia que se posee, es el fin último hacia el que se mueve el pensamiento metafísico teleológico de Ortega . La “vida” es el ámbito en el que se produce la interacción funcional, dramática del yo y sus circinstancias.
Manuel Diéguez Muñoz, ha escrito varios ensayos sobre Metafisica.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento12 jun 2013
ISBN9781463347819
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    Ortega y Gasset. La razón vital y la realidad radical - Manuel Diéguez Muñoz

    Copyright © 2013 por Manuel Diéguez Muñoz.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2013908624

    ISBN:   Tapa Dura               978-1-4633-4780-2

                 Tapa Blanda           978-1-4633-4779-6

                 Libro Electrónico   978-1-4633-4781-9

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las opiniones del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Fecha de revisión: 02/07/2013

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    469501

    ÍNDICE

    INTRODUCCIÓN

    I.- El ser, principio fundamental y fin absoluto en el filosofar metafísico de Ortega.

    I.- La vida como proyecto vital, teleológico, determinado hacia el ser en el contexto de la cogitación orteguiana.

    ÍNDICE DE CITAS Y DE NOTAS

    ÍNDICE DE NOMBRES,

    CONCEPTOS Y ESCUELAS

    I.- OBRAS DE JOSE ORTEGA Y GASSET

    II.- EDICIÓN DE OBRAS COMPLETAS.-

    III.- OBRAS CITADAS EN EL TEXTO Y EN EL ÍNDICE DE CITAS Y NOTAS.-

    INTRODUCCIÓN

    Don José Ortega y Gasset (1883-1955), nació en Madrid. Fue profesor de Metafísica en la Universidad Central, a partir de 1911. Aunque fue jubilado sólo en 1952, sus enseñanzas activas en la Universidad Central cesaron en 1936. Discípulo de Hermann Cohen en Marburgo y educado, por tanto, en la tradición del neokantismo. Sin embargo, sus ideas filosóficas no responden al sentido de la tradición marburgiana. En una primera etapa del desarrollo de su pensamiento -aproximadamente desde 1902 hasta 1910- defendió una tendencia objetivista que llegaba hasta la afirmación del primado de las cosas y de las ideas. Ya desde 1910 y, especialmente, desde 1914, su pensamiento se orientó en una doble vía que reseñamos a continuación y que, la hermeneútica metafísica destacó dos períodos en su desenvolvimiento. Dentro de la continuidad manifestada en tal desarrollo, destacan dos períodos. El primero que abarca hasta 1923 ha sido denominado perspectivismo. El segundo desde 1923 hasta la fecha de su muerte (1955), se le denominó racio-vitalismo.

    Características del período iniciado en 1910 hasta 1923, denominado como el perspectivismo, fue llevado hasta tales consecuencias que el mismo Ortega escribe:

    Que la sustancia última del mundo es perspectiva. El perspectivismo no es, sin embargo, una doctrina accidental, hasta tal punto que se convierte en la piedra angular de su teoría del conocimiento. En esta última, Ortega se opone por igual al idealismo y realismo. Contra el idealismo, afirma que el sujeto no es el eje en torno al cual gira la realidad.

    Contra el realismo Ortega afirma que no es un simple trozo de la realidad. El sujeto sería así como una pantalla que selecciona las impresiones a lo dado. Sin embargo, éste no es un ser abstracto, sino una realidad concreta que vive aquí y ahora. Es por lo tanto, una vida. Pero tal vida no es sólo biológica. La defensa de lo vital, en la que Ortega afirma taxativamente, no equivale a la defensa de lo primitivo. Si bien la cultura es producida por la vida y para la vida –y, por consiguiente, la vida es anterior a la cultura– ello no significa que los valores culturales sean secreciones de actividades vitales y menos aún sean meramente biológicas. Significa que los valores culturales son funciones vitales que obedecen a leyes objetivas y que, consecuentemente, hay una continuidad completa entre lo vital y lo transvital o cultural. Como consecuencia de ello puede afirmarse que la razón no está fuera de la vida ni tampoco es la vida, sino una función de la vida.

    El desarrollo de los temas que le habían conducido al perspectivismo lleva, pues, a Ortega a las posiciones que hemos calificado con el nombre de racio-vitalismo. Algunas de estas posiciones aparecen claramente en una de las primeras tesis filosóficas de Ortega: la tesis formulada en 1914, según la cual yo soy: yo y mi circunstancia. Esta tesis había conducido a Ortega a una elaboración del concepto como cultivo de la espontaneidad en que la vida consiste, es decir, a una doctrina del concepto como auténtico órgano de conocimiento. En el desarrollo posterior la tesis en cuestión adquiere un papel todavía más fundamental: permite entender la noción de razón vital sobre la cual va a girar su filosofía. Contra la abstracción del racionalismo y contra las interpretaciones pragmáticas, biologistas y exclusivamente intuitivistas del vitalismo, Ortega mantiene que si se quiere llamar vitalista, habrá que entender por tal adjetivo, la posición del que afirma que el conocimiento, aunque sigue siendo racional, está arraigado en la vida. Por lo tanto, la doctrina de la razón vital, la razón viviente, el raciovitalismo, desconfía solamente de ciertas interpretaciones dadas a la razón. En particular, desconfía de la reducción de la razón a razón física y abstracta y mantiene que toda razón es razón vital. Razón es, pues, un término que designa todos los actos que dan razón de fe y, especialmente, quedan razón de los hechos vitales. Por eso, la filosofía no es un pensamiento a cerca de la vida, sino que a partir del hecho de que toda razón es viviente. En suma: razón vital puede traducirse por vida como razón. De aquí que el hombre no sea para Ortega un ente dotado de razón, sino una realidad que tiene que usar de la razón para vivir. Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo completo y pleno. De ello se deriva el saber con un saber a qué atenerse: el hombre ha tenido que inventar la razón, porque sin ella se sentiría perdido en el universo. Ahora bien, la razón vital no es solamente método, sino también una realidad: es una guía en el sistema de la realidad y la propia realidad que se guía a si misma dentro del universo.

    El hecho de que la vida tenga que tener a qué atenerse explica la diferencia entre las ideas y las diferencias. Vivir en la creencia –lo mismo que vivir en la duda- constituye un segmento fundamental –si no el más fundamental- de nuestra existencia. La doctrina orteguiana del hombre tiene este aserto constantemente en cuenta. Pero, esta doctrina necesita una fundamentación todavía más radical. Ésta está dada en la tesis de que la vida es la realidad radical, dentro de la cual se hallan las demás realidades. La vida no es, según Ortega, una cosa, pero tampoco es un espíritu. En rigor, no es propiamente hablando, nada: Es un hacerse a si misma continuamente, un autofabricarse. La vida de cada cual es la existencia particular y concreta que reside entre circunstancias haciéndose a si misma y, sobre todo, orientándose hacia su propia mismidad, autenticidad o destino. El hombre puede, ciertamente, alejarse de su propia autenticidad, pero entonces será menos real. A diferencia de las cosas, la vida humana admite grados de realidad según su mayor o menor acercamiento a su propio destino. Por eso, la vida puede ser caracterizada por medio de la siguiente serie de notas: la vida es problema, quehacer, preocupación consigo misma, programa vital y, en último término, naufragio -un naufragio de que el hombre aspira a salvarse agarrándose a una tabla de salvación: La cultura. Por eso la vida es también drama y por eso no puede ser una realidad biológica, sino biográfica. El método para acercarse a ella no es el análisis, sino la narración. Sólo así puede entender el hombre que la propia vida es un fin y que, por consiguiente, no hay que buscar ninguna trascendencia: lo transcendente para cada uno es la propia existencia humana, la cual se descubre así, como una realidad desilusionada.

    El descubrimiento de la vida como la realidad radical –no, pues, como realidad única, sino como

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