La Pax Romana: Una guía fascinante de la antigua Roma durante el periodo de paz romana
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¿Sabía que la mayor expansión territorial de la antigua Roma tuvo lugar durante el reinado de su primer emperador, quien además fue el mandatario que más tiempo gobernó de todos los anteriores a la caída del Imperio romano de Occidente?
El Imperio romano alcanzó su apogeo en los dos primeros siglos tras la caída de la República romana, expandiendo su territorio y ampliando su influencia mucho más allá de las fronteras de Europa. Durante esa época se alcanzó una especie de paz global, que los historiadores denominan la Pax Romana. Pero, ¿qué es exactamente la Pax Romana y cómo se profundiza en este enorme tema en constante expansión?
Como muchos otros segmentos de la historia romana, la Pax Romana está plagada de periodos un poco confusos, información contradictoria procedente de fuentes contemporáneas y fascinantes hallazgos arqueológicos. En este libro descubrirá lo que hizo funcionar a Roma durante esos doscientos años de relativa paz.
A lo largo de las páginas de este tomo, usted obtendrá pequeñas pinceladas de los reinados de muchos emperadores que hicieron de la Pax Romana lo que fue. Descubra los efectos a largo plazo de la Pax Romana y cómo consiguió consolidar el Imperio romano como el imperio al que muchas civilizaciones posteriores intentaron emular.
Entre otras cosas, adquirirá nuevos conocimientos sobre los siguientes hechos:
- Cómo evolucionó el imperio a partir de la antigua república y quiénes fueron los hombres que propiciaron los cambios.
- Qué hizo único el reinado de cada emperador.
- Cuáles fueron algunas de las épocas más turbulentas durante este período general de paz.
- Quiénes fueron los mejores emperadores durante la Pax Romana y cuáles fueron considerados los peores.
- Qué papel desempeñaron las provincias y la expansión territorial en el crecimiento y desarrollo del imperio.
- Cómo se estratificaba la Roma imperial.
- Qué cambios sociales se produjeron con la abolición de la república y la vuelta a un modelo monárquico.
- Cómo vivían los romanos durante la Pax Romana .
- El papel del ejército romano en el mantenimiento de la paz.
- Qué importancia tenía el Senado y si su papel se vio disminuido o reforzado durante ciertos periodos de la Pax Romana.
- ¡Y mucho más!
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La Pax Romana - Captivating History
Introducción
La paz mundial es prácticamente imposible de alcanzar. En un mundo de ocho mil millones de habitantes (en 2022), no es raro que surjan cientos de conflictos en miles de lugares distintos. Pueden ocurrir en cualquier parte, desde la costa oriental africana hasta los barrios marginales de Centroamérica, desde la montañosa Europa del Este hasta algunas de las zonas más remotas de Asia Central. Pero de vez en cuando, el mundo entra en un periodo de relativa paz, en el que los conflictos se reducen a asuntos locales y no hay grandes convulsiones que sacudan el sistema. Se puede decir que vivimos en un periodo así, la llamada Pax Americana, con el dominio militar y cultural de Estados Unidos. Hace unos siglos, el papel de «pacificador» mundial correspondía al Reino Unido, con la Pax Britannica manteniendo en jaque a la mayor parte del globo. Por supuesto, un lector avispado vería este par de términos de dos palabras y notaría su origen latino. Esto se debe a que ambos términos tienen su origen en un término similar que describe un periodo de relativa paz en la antigüedad. Ese periodo fue la Pax Romana o paz romana.
Si solo tomamos el Imperio romano de Occidente como representante de este enorme superestado antiguo, y si estamos de acuerdo con los antiguos romanos en que su ciudad se fundó en el 753 a. C. y que su parte occidental «cayó» en el 476 d. C., entonces podemos afirmar que Roma Occidental duró unos 1.229 años. El periodo de la Pax Romana ocupó menos del 20% del tiempo total de existencia de Roma occidental, con una duración aproximada de 210 años, dependiendo del experto que consultemos. Y aunque ese periodo fue relativamente corto, proporcionó a Roma mucho poder y gloria.
En esos doscientos años, los romanos se convirtieron en los soberanos indiscutibles del Mediterráneo, dominaron el comercio en Europa y Asia occidental, participaron en importantes acontecimientos políticos y extendieron su influencia cultural más allá de las fronteras del imperio. Todo, desde la arquitectura romana hasta las obras literarias y la artesanía, floreció hasta el punto de que pocos imperios podían igualar a la antigua ciudad-estado. Ser ciudadano romano era una marca de prestigio, y algunas de las mayores acumulaciones de riqueza se veían dentro de las fronteras en constante expansión del imperio. Si usted hubiera vivido durante esos doscientos años, seguramente pensaría que un imperio así nunca podría caer, que viviría para siempre y que acabaría por abarcar todo el mundo. Pero, como todos sabemos, la historia nunca es estática. Ahora conocemos Roma por las inscripciones y los datos arqueológicos, y los días de la Pax Romana han quedado muy atrás.
Pero, ¿qué hizo de la Pax Romana un periodo tan importante? ¿Cómo fue que Roma pasó de sus días de república, con elecciones e intrigas políticas típicamente democráticas, a su manto imperial de color púrpura que cimentó este superestado italiano en los anales de la historia? En este libro, le proporcionaremos los fascinantes detalles de la Pax Romana, cubriendo algunos de los aspectos más destacados y tocando algunas interesantes notas adicionales durante el recorrido.
Capítulo 1 - El reinado de Augusto: Ascenso al trono, conquistas, política y sucesión
Últimos días de la República
Antes de adentrarnos en el nacimiento del Imperio romano, debemos echar un vistazo a la República romana en su momento más bajo. En el año 134 a. C., había indicios de que la República se estaba deteriorando lentamente, con las fracasadas reformas de los hermanos Graco, así como la ascensión del populista Cayo Mario y de su antiguo subordinado Lucio Cornelio Sula como dictadores. En muchos sentidos, estos dos hombres prepararon el terreno para el gobierno autocrático en Roma, ya que sus propias acciones influirían en César y en su sucesor, Cayo Octavio.
Los romanos estaban orgullosos de su forma republicana de gobierno. Según la tradición, el último rey romano fue derrocado en 509 a. C. por Lucio Junio Bruto, que supuestamente fue también el primer cónsul de la recién formada República romana. En lugar de tener una figura central que gobernara la ciudad (Roma apenas era más grande que una ciudad moderna en aquel momento de la historia), los súbditos eran gobernados por el Senado y el pueblo romano, o Senatus Populusque Romanus, con su famoso acrónimo SPQR. A grandes rasgos, el Senado elegía a dos representantes, conocidos como cónsules, para gobernar durante un periodo de un año, tras el cual se celebraba una votación y se elegían dos nuevos cónsules. La idea original era que ningún hombre pudiera ejercer el cargo de cónsul más de una vez, pero a lo largo de la larga historia de la República romana, algunos hombres ostentaron el título varias veces. De hecho, un hombre lo ostentó un total de siete veces, el ya mencionado Cayo Mario.
En tiempos de paz y prosperidad, Roma continuó con esta práctica de rotación de cónsules. Pero si había una crisis, ya fuera guerra, hambruna, trastornos económicos o cualquier otra cosa igual de terrible, el Senado podía nombrar a un hombre para que ostentara el poder absoluto mientras durara la crisis. Ese hombre ostentaba el título de dictador, aunque el significado difiere enormemente del término que utilizamos hoy en día. Los dictadores, como los cónsules, tenían un mandato limitado, y normalmente expiraba en el momento en que ayudaban a evitar la crisis. El título cayó en desuso tras el final de la segunda guerra Púnica (218-201 a. C.), aunque dos hombres lo recuperaron y modificaron para adaptarlo a sus fines. El primero de ellos fue Sula, que se autoproclamó dictador en el 82 a. C. y renunció al cargo tres años después. El segundo, más famoso, fue Cayo Julio César. Con el título de dictador perpetuo, gobernó Roma de facto entre el 49 y el 44 a. C., cuando fue asesinado en los idus de marzo.
Por supuesto, por muy prominente que fuera César, antes de su ascensión al poder no era más que uno de los tres hombres que gobernaron eficazmente la república durante su época más turbulenta de la historia. Sus otros dos cómplices eran tan carismáticos y peligrosos como él. El también famoso general Cneo Pompeyo Magno, conocido como Pompeyo el Grande, era un guerrero consumado que no ocultaba su deseo de emular los éxitos de Alejandro Magno. El tercer miembro de esta alianza (conocida como el Primer Triunvirato), Marco Licinio Craso, fue un antiguo subordinado de Sula y aplastó la rebelión de los esclavos liderada por Espartaco (entre 73 y 71 a. C.). También fue uno de los hombres más ricos de la historia romana. Inicialmente, César era el menos notable de los tres miembros del Triunvirato. Pero con la muerte de Craso en el campo de batalla en el 53 a. C., aumentaron las tensiones entre los dos miembros restantes de la alianza, lo que condujo inevitablemente a una guerra civil.
Aunque la historia de cómo César derrotó a Pompeyo y se convirtió en el romano más prominente que jamás haya existido es fascinante, vamos a centrarnos más en lo que la idea de este Triunvirato en particular significó para la República romana como entidad política. No es ningún secreto que los cargos electos del Senado procedían casi en su totalidad de las familias aristocráticas establecidas conocidas como los genses (tanto César como Craso procedían de tan estimada estirpe). La corrupción y el nepotismo eran habituales, incluso durante los días más productivos de la república, ya que los miembros de cada gens rivalizaban por el poder. Sin embargo, el sistema electoral mantenía las cosas bajo control. Al fin y al cabo, si el cónsul en el poder no trabajaba en interés del pueblo romano (más concretamente, de la élite romana), simplemente podía ser sustituido. Por otro lado, un gobernante autocrático similar a un rey no prestaría mucha atención al Senado. Y si la persona al mando era querida por el pueblo romano o había acumulado apoyo entre el numeroso ejército romano, podía hacerse fácilmente con las riendas del poder.
Cada miembro del Primer Triunvirato era un candidato potencial para convertirse en el «nuevo rey de Roma». Como ya se ha dicho, César y Craso procedían de familias nobles, por lo que ya contaban con los medios y las conexiones necesarias para mantener su posición en los asuntos públicos. Además, Craso era un individuo increíblemente rico, por lo que supondría una amenaza incluso sin influencia política directa. Pompeyo, por su parte, era un guerrero experimentado con muchas victorias en su haber. Si alguna vez se producía un levantamiento sangriento contra el Senado, Pompeyo no tendría inconveniente en utilizar su destreza militar para aplastar a sus enemigos.
Puede que César fuera el más joven y el menos destacado de los tres hombres en un principio, pero quizá fuera el más peligroso. Su ascenso político fue increíblemente rápido, habiendo alcanzado los títulos de curule aedile (persona encargada de mantener los edificios públicos y organizar las fiestas estatales y religiosas) en el 69 a. C., pontifex maximus (sumo sacerdote de la religión romana) en el 63 a. C., pretor (comandante del ejército), propraetor en el 62 a. C. y cónsul en el 59 a. C. Solo tenía 41 años cuando ocupó el cargo más alto de Roma, pero se ganó muchos enemigos en su trayectoria.
Posiblemente, la mayor ventaja que César tenía sobre el Senado romano era que contaba con un ejército leal que lo declaró imperator ya en el 60 a. C. y una vez más después, en el 45 a. C., en parte debido a sus éxitos en la Galia. El actual término español «emperador» deriva de esta palabra, pero en la antigua Roma, el título no denotaba un gobernante, ni los futuros emperadores se declaraban como tales. En realidad, el término imperator designaba a un comandante del ejército especialmente talentoso que había demostrado su valía en la batalla. Probablemente había logrado una victoria increíblemente difícil y había llevado la gloria a Roma como resultado. Normalmente, las tropas declaraban a los imperatores, y aunque el título no tenía necesariamente el peso legal del cónsul, era suficiente para que un comandante regresara a Roma y solicitara un triumphus, o triunfo. En términos generales, un triunfo era una ceremonia civil y religiosa durante la cual el comandante era aclamado como casi divino. Se organizaba una procesión en su honor, seguida de fiestas, sacrificios a Júpiter y otros actos. No solo suponía un gran honor para el comandante que regresaba a Roma, sino que también era una gran herramienta propagandística que encariñaba a las masas con el individuo al que se celebraba ese día.
Una de las muchas razones por las que las tropas declararon a César imperator fue el hecho de que, a diferencia de otros generales, no era reacio a luchar junto a ellos. César comenzó su carrera militar como oficial subalterno, lo que significaba que habría tenido que participar en batallas. La mayoría de las veces, las personas en posiciones de poder que gobernaban un determinado territorio recibían automáticamente una guarnición a su mando, pero César tuvo que empezar básicamente de cero, ya que antes había sido un miembro de alto rango del clero sin experiencia en combate. No obstante, sus habilidades debieron de ser exquisitas, ya que obtuvo uno de los más altos honores militares, la llamada Corona Cívica, reservada únicamente a los soldados que habían matado personalmente a un enemigo y salvado la vida de conciudadanos romanos. César obtuvo la corona ya en el año 81 a. C., antes de cumplir los veinte años.
Como ya se ha dicho, César estaba a menudo en medio de la batalla junto a sus tropas, compartiendo su sufrimiento y dolor, así como disfrutando con ellas del botín de la victoria. Un gran número de comandantes militares romanos optaron por no estar en primera línea, distanciándose de sus tropas. Lo que