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Odisea en el Mar el Caribe: Segunda Edición: Trilogía Náutica, #2
Odisea en el Mar el Caribe: Segunda Edición: Trilogía Náutica, #2
Odisea en el Mar el Caribe: Segunda Edición: Trilogía Náutica, #2
Libro electrónico189 páginas2 horas

Odisea en el Mar el Caribe: Segunda Edición: Trilogía Náutica, #2

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Las presiones, desilusiones y desesperanza llevan a multitudes a emprender en busca de un nuevo norte, desafiando fronteras, climas y hasta peligros ocultos y visibles; que se deben enfretar para llegar alguna tierra de abundancia o puerto seguro, el coste que debe pagarse para alcanzar los sueños en la mayoría de los casos es muy alto, tan alto que a veces se paga con la vida misma. Es por ello que muchos que hoy en dia pueden levantar un estandarte de victoria conquistada , e invitando a otros a seguir sus pasos, parece facil y placentero pero, no muchos lograron llegar..., encontrando su tumba en el camino hacia la tan anhela tierra de abundancia. Al adentrarte en esta "Fantastica Novela", vivirá página tras página los tiunfo y vicisitudes de los protagonistas, que buscan ineludiblemente una mejor vida.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento21 ago 2023
ISBN9798223290209
Odisea en el Mar el Caribe: Segunda Edición: Trilogía Náutica, #2
Autor

Fernando Castillo

Pasó parte de su juventud trabajando como vendedor para varias empresas, entre las cuales se puede destacar: Difusora Cultural, donde se desempeñó como asesor cultural por varios años, fue allí donde nació su gran pasión por la lectura y escritura. Vivió hasta los 45 años en la Rep.Dom, mayormente en las ciudades de: Barahona, Santiago y Santo Domingo, luego con mucho pesar dejó la República, para pasar a vivir en la ciudad de Miami, EE. UU, después de varios años de residir en la ciudad floridiana, pasó a residir en la ciudad de Houston Texas, donde sigue actualmente. Investigador: diplomado en criminalística: Universidad Nacional Pedro Enríquez Ureña, (UNPHU). Trabajó para Diligence International Group LLC, como analista de riesgos, para todo el caribe, llevando a cabo importantes misiones en: República Dominicana, Haití, Cuba, Venezuela etc. de igual forma, se desempeñó como director de operaciones de Delta Detectives, llevando esta responsabilidad por mas de 15 años, actualmente se encuentra en retiro del mundillo de las investigaciones y se dedica más de lleno a la escritura.

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    Odisea en el Mar el Caribe - Fernando Castillo

    Odisea en el mar Caribe

    Fernando Castillo

    © Copyright 2023 – Todos los derechos reservados

    © Fernando Castillo

    Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del Copyright.

    Índice

    Índice

    Introducción

    Capítulo 1

    Capítulo 2

    Capítulo 3

    Capítulo 4

    Capitulo 5

    Capítulo 6

    Capítulo 7

    Capítulo 8

    Capítulo 9

    Capítulo 10

    Capítulo 11

    Capítulo 12

    Capítulo 13

    Capítulo 14

    Capítulo 15

    Capítulo 16

    Capítulo 17

    Epílogo

    Introducción

    ––––––––

    L

    as presiones, desilusiones y desesperanza llevan a multitudes a emprender en busca de un nuevo norte, desafiando fronteras, climas y hasta los peligros ocultos y  visibles; que se deben enfrentar para llegar alguna tierra de abundancia o puerto seguro, el coste que  debe de pagarse para alcanzar  los sueños en las mayorías de los casos es muy alto, tan alto que a veces se paga con la vida misma, es por ello que muchos que hoy en día pueden levantar un estandarte de la victoria conquistada, e invitando a otros a seguir sus pasos, parece fácil y placentero pero, no muchos lograron llegar[...], encontrando su tumba en el camino hacia la tan anhelada tierra de abundancia. Al adentrarte en esta fantástica novela vivirá página tras página los triunfo y vicisitudes de los protagonistas, que buscan ineludiblemente una mejor vida.

    Capítulo 1

    ––––––––

    -25 de septiembre del 1963

    E

    l Primer Mandatario Juan Bosh había sido derrocado como presidente constitucional de la República Dominicana. Y Un triunvirato fue elegido para gobernar transitoriamente.

    A mediados de abril, hombres y mujeres se desplazaban de todas partes del país, para unirse a una revolución que se estaba fraguando desde hacía varios días. La flama de la revolución ardía en su máxima expresión, el pueblo humilde luchaba a favor de la Constitución, la había sido vulnerada con el reciente golpe de Estado en la República. Pedían a viva voz la restitución del presidente Juan Bosh, eran constitucionalistas, pero a la vez eran guerrilleros, denominados Hombres Ranas

    Estaban tomando la ciudad de Santo Domingo a fuerza de armas. Por estas fechas, un grupo de militares y políticos, consideraban necesario que se realizara una intervención por parte de los Estados Unidos. Era un as que tenían bajo la manga. Planeaban contactar a Washington y pedir una intervención militar para restablecer el orden institucional en la República. La excusa que utilizaron, que estos guerrilleros eran un bastión comunista y que se trataba de instaurar un gobierno dictatorial en la República.

    En el este de la República, se levanta una región, bañada por las aguas del mar Caribe. Allí no muy lejos, a escasos pasos del mar viven Jaimito Santos y Brunilda Rosario, una pareja de campesinos que se desenvuelven en la cotidianidad de la vida isleña. Jaimito es pescador, este oficio le permite encontrar paz y a la vez, consigue el sustento para su familia. Es un hombre alto, delgado, mirada profunda, tez blanca que ha sido quemada por los rayos del sol, misma suerte tiene su cabello que sufre los embates del salitre del mar, tiene ojos negros, , por su parte, Brunilda es una mujer de estatura media, de tez blanca, cabello negro, ojos grandes, figura espigada y con un temperamento apacible.

    Viven distantes de   de la Capital, muchas veces se enteran de la información por un pequeño radio de baterías. En él pueden escuchar informes meteorológicos, y ciertas informaciones que llegan a través de las ondas hertzianas. Viven en una pequeña casita, la cual está construida en un terreno de unos 500 metros cuadrados, pero la casa no tiene más que unos 100 metros de construcción. Tiene dos habitaciones, una cocina modesta, una pequeña sala, y un patio enorme donde crecen algunos tubérculos o viandas, para su sustento. También hay un frondoso árbol de Framboyán que se levanta donde muere el patio,

    En la parte frontal de la casa, hay un pequeño jardín, donde crecen rosas, bromelias, tulipanes, y algunos coralillos que adornan el espacio, dándole un aire de belleza a aquel remoto lugar. En medio de la cotidianidad de la vida de la pareja, se desenvuelven en medio de precariedades y desafíos, Brunilda trabaja de costurera para las escasas personas , aunque una casa dista de la otra, todos se conocen en la comunidad, en su actividad, agota largas horas cosiendo y tejiendo para sus apreciados clientes, allí sueña con seguir viviendo una existencia, sin riquezas, pero feliz.

    Su más fiel compañero cuando Jaimito no está es su perro guancho, un perro amigable de color marrón y delgado como una sabandija, pero aguerrido a la hora de enfrentar y cuidar la propiedad de sus amos. Al caer la tarde Jaimito, ha abandonado la barca y comienza a regresar hacia su casa donde Brunilda le espera con un suculento almuerzo, a base de plátanos, yucas, y unos que otros pescados, se desplaza por un empinado sendero. Allí con un par de paquetes de pescado en las manos, se detiene en una pequeña pescadería que le queda a mitad del sendero y que ha improvisado un señor llamado Marcial Feliz, quien compra los capturados peces a los pescadores del lugar, y luego de reunir cierta cantidad, los envía a la capital para comercializarlos.

    Jaimito se detiene allí.

    —Hola Marcial ¿Qué tal tu día hoy?

    —Bueno no ha estado muy indulgente por lo menos conmigo, pero al menos alguien se asoma con una buena pesca. —Responde Marcial abriendo una vieja nevera que yace tumbada en el suelo rústico y que sirve de frigorífico.

    —Todo esto es lo que he conseguido —Dijo Jaimito—, un par de pequeños dorados (mahi mahi), un par de peces loro, y otros pescadillos que aquí traigo.

    —Bueno —contestó Marcial—, algo es algo, peor es nada, hermano. Adelante...

    Jaimito gentilmente le pasa los pescados y en su presencia anota la cantidad que ha depositado, para ser cobrada el fin de semana. Se despide, llevándose tres pescados para comer en casa.

    Sigue su camino. Y no muy lejos de ahí se encuentra con dos campesinos que van apresurados, y con los cuales escasas veces se ha cruzado antes. Jaimito les pregunta:

    —¿A qué se debe vuestra prisa, amigos? ¿Hay algún campesino enfermo, herido o se ha suscitado algún problema?

    —No hombre —responden ellos—, estamos en plena revolución.

    Jaimito se exalta.

    —¿Plena revolución?

    —¡Sí! Están llamando a los hombres y mujeres del campo —dice uno de los hombres limpiándose el sudor con un pedazo de tela  y reanuda su relato—. Están llamando a los ciudadanos constitucionalistas, para ir a defender el gobierno del profesor Juan Boch.

    Jaimito les contesta:

    —¡Suerte! Mucha suerte, hombre. Mi revolución está en el mar, y mi única guerra es con los peces.

    Después de desearles suerte, Jaimito prosigue su camino en aquel tranquilo y angosto sendero. Mientras mira hacia el cielo, puede ver en el firmamento unas cuantas nubes grises y murmura para sí:

    —Al parecer las cosas no andan bien ¿hablar de revolución? Estos campesinos que debieran estar trabajando en sus tierras, atendiendo sus hogares ¿van saliendo hacia una revolución? ¡Vale!, si ellos poseen ese espíritu, pues que les vaya muy bien. Yo aquí tengo bastantes revoluciones cada día, con tantos problemas que la vida me presenta ¡Yo tengo mi propia revolución! No me embarcaría en otras —así piensa él sin remordimientos egoístas.

    Prosigue su camino hasta llegar a su casa, acaricia a su perro Juancho y saluda a su esposa con un beso en la frente. Ella le devuelve el beso mientras recibe los pescados. y le comenta:

    —Jaimito ¿Qué tal tú día hoy?

    —La cosa no estuvo buena, pero por lo dicho por Marcial, que no había pasado nadie por allá, entonces, yo he sido el más afortunado el día de hoy porque por lo menos deposité, y traje algunos pescados para la casa.

    —Siéntate Jaimito, pero primero lávate las manos primero mejor date un baño y comemos.

    Son las cinco de la tarde. Regularmente en los campos, los hombres de trabajo, el obrero, se zampan un desayuno fuerte para soportar un largo día de trabajo, digamos, un desayuno completo, bastantes víveres, como lo hacen los hombres del campo. Cosa que le sostengan para poder aguantar la faena de todo el día hasta volver a casa. Ya cuando regresan, almuerzan, así como ahora lo va a hacer Jaimito.

    Jaimito le contesta a Brunilda:

    —¿Cuál es el menú?

    —Unas buenas viandas, plátano, yuca, y aquí tiene este pescado.

    —Con esta dieta de pescado cada día —dijo Jaimito—, creo que me voy a desaparecer.

    —Esto es lo que hay, Jaimito, es lo que tenemos y es lo que Dios nos ha provisto. —Dice ella con su mirada segura.

    Se sientan en el comedor, cierran los ojos y sobre la mesa modesta agradecen al Señor por haber puesto en casa estos ricos manjares, saludables, y que vienen de la tierra y del mar..

    Durante el tiempo del almuerzo, no es propicio poner conversaciones desagradables o que vayan a generar algún tipo de malestar estomacal, por medio del impacto que pudiera causar esta, pero Jaimito luego de cruzarse con estos dos campesinos, quienes iban fervientemente y con un espíritu furtivo hacia la capital de la República no dejaba de pensar en aquella revolución.

    Ha estado aguardando esta conversación para el atardecer, para ese momento que cada tarde tiene con Brunilda, fuera de casa, mientras contemplan cómo el sol se oculta para dar paso a un cielo completamente estrellado. Allí conversan y se ponen al día en muchos temas. Ese día, Jaimito drena lo que trae atorado desde la tarde:

    —Brunilda, ¿tú has oído de una famosa revolución?

    —¡No! —Responde ella— ¿Qué es eso? Lo que sí he visto es mucha actividad en el camino a lo lejos, logré ver campesinos que suben y bajan.

    —Esa es la famosa revolución. Dicen algunos campesinos que van subiendo hacia la capital a defender el gobierno de Juan Bosch que fue derrocado hace unos años. Y están subiendo como ratones detrás del flautista de Hamelin.

    —Oh, esa es la actividad tan fuerte que ronda por estas tierras.

    —Así es, Brunilda.

    —Bueno —dice ella— esto es lo último que nos faltaba Jaimito, si precisamente iba a comentarte que la situación se está poniendo un poco precaria, ya he visitado a la mujer de Rubén, Cristina, que como sabes es mi más fiel cliente, también a Aura, y así sucesivamente a otras y ya no están pasándome trabajo. La situación económica está empeorando, los pocos centavos que conseguimos es para nosotros poder comprar las cosas que nos hacen falta, suministro y los productos de higiene,

    Jaimito responde:

    —Así está la pesca. Parece que también los peces están en huelga o han entrado en una dieta rigurosa, recuerda que Marcial me dijo que ningún pescador se había acercado a su tienda, solo yo había ido a depositar pescados.

    —Bueno, Jaimito, no sé qué salida hay, ahora con esta revolución suponemos que la situación se va a poner bastante complicada, habrá mucha más precariedad.

    —No, tranquila mujer —responde Jaimito pasándose la mano por la cabeza—, esto va a mejorar, tengamos paciencia y a ver si viene un huracán o no sé qué y se lleva esa famosa revolución. Siempre lo voy a sostener Brunilda, mi revolución está con los peces, tengo una revolución cada día con el sol, que me castiga fuertemente la piel y ese resplandor siento que lastima mis ojos, no obstante, a veces quisiera que el Señor me bendijera permanentemente con esa paz en tierra y mar, esas horas de inmensa soledad, de inmenso silencio, que la añoro cuando no estoy en mi bote, porque es donde me encuentro conmigo mismo y me siento el rey en mi espacio rodeado solo del silencio, un silencio intenso, no sé sus orígenes, tampoco su final. Pero es la más grata de todas las bendiciones que puedo recibir. Pero con esta revolución, se pretende destruir mi paz y tranquilidad, yo espero que eso no llegue hasta aquí —concluye levantándose.

    Capítulo 2

    ––––––––

    M

    ientras tanto, en Santo Domingo los guerrilleros continúan luchando arduamente con las Fuerzas Armadas, y no están en desventajas, pero los militares, políticos y empresarios con su as bajo la manga, están haciendo su diligencia, contactando a Washington para solicitar la posible intervención del país del norte experto en hacer visitas inesperadas.

    Ha amanecido otro día en el este de la República, donde sus tierras son bañadas por un mar azul turquesa de una belleza incomparable, sus moradores, en su mayoría campesinos que viven en esta región, sustentada por las bendiciones de Dios y en parte castigada por la miseria y por la pobreza que abunda en la República.

    Jaimito sale a las 8 de la mañana, rumbo al mar, en busca de su barca para comenzar su trabajo. Su lucha revolucionaria contra los peces, quienes se niegan a ser capturados y sacados de su hábitat por las estrategias revolucionarias de Jaimito.

    Al llegar a la barca toma sus remos, y se adentra hacia el mar en su pequeña embarcación, que no posee más que veinticinco pies de largo por once de ancho. Mientras otro día avanza, él piensa una vez más en la revolución. Su mente de pescador solo piensa en las aguas y en cómo sacar mejores peces, no ha sido formado en ninguna universidad, no alcanzó más que un octavo grado de

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