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Disparates MetaLiterarios: Siete textos sobre el impacto del rock
Disparates MetaLiterarios: Siete textos sobre el impacto del rock
Disparates MetaLiterarios: Siete textos sobre el impacto del rock
Libro electrónico76 páginas1 hora

Disparates MetaLiterarios: Siete textos sobre el impacto del rock

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Este volumen contiene los siguientes textos:

"Elogio y prejuicio", narración breve acerca de un muchacho que atraviesa una crisis de identidad provocada por su entorno.

"¿El rock y el heavy metal son antifeministas?", artículo que analiza letras de canciones para estimar la postura de estos géneros musicales en torno a las mujeres.

"Starbreaker: Una explosión de clásicos", parodia-aventura en la que muchos personajes ficticios irrumpen en el universo de STARGAZER.

"La riffolución", relato de ciencia ficción en el que dos fans del rock inventan una guitarra que convierte la música en la energía del futuro y salvan el mundo.

"El legado de Wilde", semblanza de la vida y obra de Oscar Wilde con canciones alusivas.

"Las huellas de Sherlock", reseña de la novela El perro de los Baskerville y otras referencias.

"Nuevas notas de William Shakespeare", recuento de discos basados en La tragedia de Macbeth.
IdiomaEspañol
EditorialXinXii
Fecha de lanzamiento18 jun 2023
ISBN9783989112940
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    Disparates MetaLiterarios - Ricardo Jasso Moedano

    Disparates MetaLiterarios 

    Siete textos sobre el impacto del rock 

    Ricardo Jasso Moedano 

    Disparates MetaLiterarios 

    Elogio y prejuicio 

    Copyright © 2004 Ricardo Jasso Moedano. 

    ¿El rock y el heavy metal son antifeministas? 

    Copyright © 2017 Ricardo Jasso Moedano. 

    Starbreaker: Una explosión de clásicos 

    Copyright © 2014 Ricardo Jasso Moedano. 

    La riffolución 

    Copyright © 2016 Ricardo Jasso Moedano. 

    El legado de Wilde 

    Copyright © 2018 Ricardo Jasso Moedano. 

    Las huellas de Sherlock 

    Copyright © 2019 Ricardo Jasso Moedano. 

    Nuevas notas de William Shakespeare 

    Copyright © 2008 Ricardo Jasso Moedano. 

    [ricardojm80@gmail.com] 

    Diseño de portada. Wendy E. Castillo. 

    Casbah Editorial, 2022.  

    ISBN: 978-3-98911-294-0

    Verlag GD Publishing Ltd. & Co KG, Berlin

    E-Book Distribution: XinXii

    www.xinxii.com

    logo_xinxii

    Elogio y prejuicio

    ¿El rock y el heavy metal son antifeministas?

    Starbreaker: Una explosión de clásicos

    1. Jailbreak

    2. Hard luck champion

    3. Action

    4. Live undead

    [soundtrack]

    La riffolución

    [soundtrack]

    El legado de Wilde

    Las huellas de Sherlock

    Nuevas notas de William Shakespeare

    Elogio y prejuicio 

    Me sentí raro al salir de casa esta mañana. Algo era diferente. Los vecinos, quienes no se distinguen precisamente por su cordialidad hacia mí, me saludaron efusivos, con sus pulgares arriba en señal de triunfo, como si un medallista olímpico desfilase ante ellos. Extraño. 

    El tipo que entrega el correo también se fijó en mí. Se quitó la gorra e hizo una reverencia. ¿Acaso mi estilo le recordó al héroe de una película de acción? Fuera en mofa o franco su tributo, lo cierto es que se acercó y me tendió un sobre grueso. ¿Había llegado tan rápido la colección de comics que compré en eBay? Ah, no, el paquete contenía informes del mercado bursátil, así que se lo devolví. Se quedó perplejo y seguí mi camino hacia la farmacia.  

    Cuando entré, el boticario dio un salto y se quedó mirando con una estúpida sonrisa. Quizá le desconcertó que le pidiera un desodorante, puesto que a menudo iba por aspirinas. Tuve que repetirlo, más fuerte: ‘Necesito un desodorante’. Coloca un bote de Axe sobre el mostrador y responde: ‘¡Felicidades! ¿Cómo se siente?’ 

    Este bobo estaba convencido—y logró que otras personas también lo creyeran—que la migraña de mi hermana era un embuste, pese a que ella misma en varias ocasiones aseveró su condición, y que las aspirinas eran, en efecto, para mis frecuentes resacas. A juzgar por el modo y palabras del boticario, esta visita sin duda le sugirió que al fin había yo renunciado a mis juergas—las cuales ocurrían en su mente nada más. Pagué y me retiré. 

    A unos metros me topé con la mamá de Carol, aquella bruja que mancilló mi nombre en la escuela. Al aproximarse, su ceño habitual se convirtió en un gesto afable. ‘¡Qué grata sorpresa encontrarte!’ exclamó. ¡Patrañas! No era mutuo, por supuesto. ‘¿Por qué no vas a comer con nosotros el sábado? ¡Sería un honor que te sumaras a nuestra mesa!’ 

    Después de los cuentos que divulgó sobre mí, me imaginé que pretendía sermonear a sus sobrinos pequeños, aludiendo a mí como el ejemplo que debían evitar a toda costa. 

    Sí, hoy fue un día peculiar. A ningún escuincle tarado se le ocurrió que yo vendía hierba. Aunque jamás la he fumado, respeto sus propiedades tanto como detesto que me acosen para conseguir un churro. 

    ¿Ladridos?  ¡Es Rommi! Adora revolcarse en la tierra. Es un perro listo, no como su dueña, la señora Troy. Una tarde, mientras Rommi rascaba un hoyo en el suelo, alcé mi bota para impedir que una pelota le golpease la cabeza, pero la señora Troy, cuyas facultades visuales han menguado, interpretó mi reflejo por proteger a Rommi como una amenaza de lastimarlo. Desde entonces me había eludido en el parque. Sin embargo, como ya lo había notado, el mundo era diferente ahora. ¡El día de hoy Rommi y yo jugamos una hora entera sin que nos molestaran! 

    ‘¡Es difícil creer que seas tú!’ admitió la señora Troy ‘¡Era cierto lo que oí!’ 

    Así que un rumor sobre mí está corriendo rápido, ¿eh? ¡Me vuelvo famoso! Mas, ¿por qué? ¿Apareció mi rostro en la portada de alguna revista?  ¡Eso qué importa! Soy alguien popular, punto. Todo cobra sentido. ¡Tal vez me gané la lotería y soy el último en enterarme! Tengo que reclamar mi fortuna y disfrutar mi nueva vida. Lo merezco.  

    ¿A dónde iré a revisar los resultados de la gaceta semanal? Recuerdo un lugar en aquella esquina con taburetes muy cómodos. Y con este calor, se me antoja una cerveza.  

    El mesero toma mi orden y, al cabo de dos minutos, regresa con una taza de café. Alego con él que se equivocó, que yo no había pedido eso. Para evitar confusiones como esta, el mesero siempre anota en una libreta las palabras exactas de los clientes. Me muestra una hoja con el número de mi taburete y las palabras Una obscura. Sí, eso fue lo que dije; una obscura. Quizá el error fue mío por ser tan escueto. De acuerdo, lo admito. Debí haber ordenado una jarra de cerveza obscura; pero insisto en que también el mesero tuvo la culpa por asumir que yo quería una taza de café negro. Un compañero salta en su defensa y sostiene que los oficinistas del rumbo son sus clientes regulares y que siempre ordenan justo eso, café negro. Cansado de discutir, resuelvo

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