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El valor de los cuidados. La supervisión: Contextos profesionales en los que se trabaja con personas
El valor de los cuidados. La supervisión: Contextos profesionales en los que se trabaja con personas
El valor de los cuidados. La supervisión: Contextos profesionales en los que se trabaja con personas
Libro electrónico433 páginas5 horas

El valor de los cuidados. La supervisión: Contextos profesionales en los que se trabaja con personas

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Frecuentemente nos preguntan, y nos preguntamos nosotros mismos, en qué consiste la supervisión de equipos profesionales. ¿Qué idea subyace en la práctica profesional que desarrollamos? ¿Cuáles son los pilares epistemológicos que sostienen la conceptualización y la pragmática?

Las reflexiones que encontrarás en este libro nos direccionan hacia una búsqueda de la calidad en el qué, en el cómo y en el cuándo de la supervisión de equipos profesionales. Partiendo del análisis de los diferentes tipos de supervisión y su evolución, se presenta el modelo de supervisión desarrollado en los más de diez años de experiencia de Barcelona Espai de Supervisió en los ámbitos social, de la salud mental y de la educación; así como las técnicas y recursos que lo concretan.

El contenido de esta obra pretende facilitar la confección y revisión de proyectos y prácticas de supervisión en diversas instituciones y marcos profesionales. Encontrarás orientaciones e ideas clave para iniciarte en este campo profesional y también para la reflexión en profundidad sobre la propia intervención.

La supervisión de equipos profesionales se erige como recurso básico esencial para el cuidado, para la provención y la prevención de riesgos laborales en los contextos profesionales en los que se trabaja con personas. Los beneficios y sus evidencias se detallan para fundamentar y argumentar el valor de la supervisión como dispositivo de cuidado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2023
ISBN9788419312723
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    El valor de los cuidados. La supervisión - Arnau Careta Plans

    1

    La supervisión de profesionales

    ARNAU CARETA PLANS

    Barcelona Espai de Supervisió

    PERE PERIS MORANCHO

    Barcelona Espai de Supervisió

    La supervisión ha de utilizarse para integrar diferentes conocimientos teóricos para la orientación de las tareas prácticas.

    MONTSERRAT COLOMER Y ROSA DOMÈNECH

    Resumen

    En este capítulo se presentan algunos elementos que aportan una visión sobre el desarrollo del concepto de la supervisión, surgido según necesidades concretas en los ámbitos social y de la formación, que va evolucionando hacia el ámbito de la salud laboral y del cuidado. Además, se plantean algunas formas de proceder que pueden ayudar a avanzar en la reflexión conjunta sobre hacia dónde puede evolucionar la supervisión profesional.

    A continuación, se introducen algunos elementos conceptuales básicos sobre la supervisión en grupo del equipo de trabajo, considerando la importancia de pensar y repensar la actuación y reconociendo la necesidad del cuidado como una condición para el trabajo bien hecho y para la salud de los profesionales.

    También se describen diferentes tipos de supervisión, que se concretan en los ámbitos de la salud, los servicios sociales y la educación, entendiendo que cada forma de proceder se centra en elementos relevantes para favorecer una mejora de la actividad laboral. A su vez se plantean algunas de las funciones de la supervisión según las distintas posibilidades de enfoque de la misma.

    Finalmente, se apuntan objetivos con una mirada amplia para el enfoque de la supervisión grupal de equipos de profesionales que trabajan con personas. La propuesta se centra básicamente en la disponibilidad de espacio físico y temporal para poder reflexionar en equipo y revisar aspectos éticos, valores y actitudes del propio equipo y en referencia a las personas atendidas.

    1.1.Antecedentes y evolución

    En este apartado se destacan algunos aspectos a nivel general que nos proporcionan una idea de cómo se ha ido configurando la supervisión de profesionales que trabajan con personas. No se pretende hacer un detallado recorrido histórico, pues otras personas ya han investigado y desarrollado ampliamente este tema. Solo aportar una mirada de cómo y en qué ámbitos surge la necesidad y la idea de la supervisión para ofrecer algunas orientaciones sobre cuál puede ser su utilidad en la actualidad y en un futuro próximo.

    Los autores Hernández Aristu (1990), Fernández Barrera (1997) y Miranda (2004) coinciden en considerar que el desarrollo de la supervisión profesional ha ido en paralelo al del trabajo social.

    Fueron las acciones humanitarias y benéficas de finales del siglo XIX las que, con la necesidad de organizar la tarea de sus personas voluntarias, empezaron a desarrollar un sistema de apoyo en el que su personal con más formación y experiencia (y a menudo remunerado) ofrecía asesoramiento, organización y apoyo al personal voluntario. Este es el caso de la Charity Organization Society (institución fundada en 1869 y extendida en Reino Unido y Estados Unidos), que buscaba solucionar los problemas derivados de la legislación. Podríamos considerar que fue la pionera de la supervisión profesional posterior.

    Mary Ellen Richmond y Octavia Hill, precursoras del trabajo social profesionalizado, son dos personas de referencia que desarrollaron funciones de supervisoras (Fernández Barrera, 1997), realizando tareas de seguimiento, formación, estudio e investigación con las personas voluntarias que ofrecían servicios de atención a población con necesidades sociales en Estados Unidos e Inglaterra.

    Con la aparición de las primeras escuelas del trabajo social surgen y confluyen en ese contexto tres elementos que catalizan la aparición de lo que entendemos por práctica de supervisión: la necesidad de clarificar y delimitar las funciones de los diferentes agentes sociales, la necesidad de revisar la práctica y la necesidad de formación y profesionalización de los trabajadores sociales (Puig, 2016).

    En sus inicios, la supervisión era entendida solamente como administrativa, pues buscaba la eficacia en el trabajo, y formativa, como recurso en la formación. No fue hasta más tarde cuando se empezó a comprender la importancia de considerar los sentimientos y las emociones que se producen en toda relación asistencial (De Vicente, 2009). Estas prácticas iniciales de supervisión se vieron mediadas notablemente por el psicoanálisis, que sirvió al trabajo social de modelo de referencia en la función de comprender los fenómenos relacionales e intrapsíquicos que se dan en la relación entre el profesional y el usuario.

    Grupos de profesionales del ámbito social se plantean y asumen funciones de supervisión profesional, una tarea que tomó forma y fuerza con las aportaciones de la práctica psicoanalítica, con la práctica de supervisión grupal y con el planteamiento de la supervisión de casos. En los casos con los que se encuentra el profesional y que le preocupan, el grupo puede ofrecer una revisión de ellos y aportar posibles estrategias de actuación.

    En otros ámbitos, como el educativo, la supervisión se posiciona como un instrumento de asesoramiento y orientación al profesional por parte de personas expertas que aportan apoyo y conocimiento de los contextos pedagógicos sociales y normativos para el desarrollo de sus funciones de la forma más satisfactoria, también para mejorar el resultado del proceso de enseñanza-aprendizaje (Tomàs y Espinós, 2001).

    Se ha sospechado que la supervisión sea un instrumento de control de las actividades de los profesionales, como plantea Fernández Barrera (1997, citando a Patrick Harris). En realidad, podría serlo si las personas supervisoras se ponen al servicio de la institución con esa pretensión. Seguramente, esta no es la función de la supervisión ni de los profesionales que la llevan a cabo, aunque no se descarta que en algún momento o en algún caso haya sido entendida en este sentido.

    En el ámbito social se ha considerado la supervisión como un elemento de formación: tanto desde la perspectiva del estudio de casos como desde la de la adquisición de conocimientos y destrezas, así como desde la que entiende la supervisión como un instrumento de reflexión sobre los aspectos emocionales y éticos que surgen en la evolución del aprendizaje. La utilización de la supervisión es de gran utilidad para el estudiante en formación y también para la evolución profesional de las personas que atienden a personas. «Cuando se iniciaron los planes de formación académica para los trabajadores sociales, siempre se programaron conjuntamente con una formación práctica. La supervisión de este trabajo práctico se planteó como un recurso importante de educación complementaria» (Fernández-Barrera, 1997).

    La evolución de la supervisión ha ido derivando hacia propuestas de reflexión y análisis de situaciones más que de casos, entendiendo que la situación incluye aspectos amplios donde encontramos también al propio profesional.

    Desde esta mirada se pone en valor la importancia de la reflexión sobre aquello que nos está pasando como personas y como profesionales, y, junto a las aportaciones del grupoanálisis, se nos ofrece una oportunidad de avanzar en el conocimiento de la intervención profesional.

    Las aportaciones desde las perspectivas de la salud laboral y de la prevención de riesgos laborales (Gay et al., 2004), y de la importancia del cuidado y de cuidar al cuidador consideran la relevancia de la supervisión de profesionales como medida de cuidado de profesionales y de las personas a las que estos acompañan. En este sentido, se entiende la supervisión también como una estrategia de prevención de riesgos laborales. Si la persona cuidadora puede asumir sus funciones de cuidado sin que estas le produzcan síndromes como el del quemado, se está cuidando al cuidador previniendo su salud.

    La supervisión tiende a orientarse hacia la inclusión de los elementos que confluyen en ella y se debe poder llevar a cabo desde una reflexión que contemple miradas amplias y también concretas. Para ello sería necesario tener presente a la persona, el equipo, la institución y el contexto desde una visión holística que ponga luz a los aspectos relacionales y vinculares en el desempeño de las profesiones que implican el cuidado de personas.

    A continuación, se apuntan algunas perspectivas que pueden ayudar a plantear la actuación en este sentido inclusivo y reflexivo.

    La del supervisor es una mirada externa que se integra en el grupo en la medida en que puede expresar y aportar vivencias sobre qué le está generando el grupo y qué genera él en el grupo, entendiendo que el supervisor también forma parte del grupo y que este no es el mismo cuando está el supervisor que cuando no está. En palabras de Sunyer (2018, p. 185), «el conductor no es quien necesariamente interpreta, sino quien guía y favorece la búsqueda de los significados que aparecen a partir de las relaciones y las circunstancias que se dan en la vida del grupo».

    La persona supervisora, que acompaña y favorece la reflexión, no lo hace necesariamente sola, sino que puede ir acompañada de otras personas en su función; se plantean los recursos de la coconducción y de la observación como estrategias que aportan elementos interesantes a la supervisión. Tomando como referencia a Roller y Nelson (1998), se entiende que, en el contexto del grupo de supervisión, los conductores deben compartir igualmente sus tareas, poder y responsabilidad en el grupo, aunque eso no quiere decir que realicen las mismas tareas, sino que se decide cuáles realiza cada uno para desarrollar de la mejor manera la sesión.

    La contratransferencia es el fenómeno por el cual el conductor siente y se emociona como reacción a la transferencia primaria que los participantes –la psique grupal– proyectan hacia él, lo cual le permite «leer» e hipotetizar sobre lo que puede estar pasando a ese nivel. Ambos procesos inconscientes pueden hacerse algo conscientes con el trabajo en el grupo, y mediante el entrenamiento profesional y la supervisión del propio conductor. El trabajo en ese nivel, de hecho, depende en gran medida de la capacidad del conductor o conductores para acceder a su inconsciente en la relación con el grupo, y, aunque en la supervisión se puede trabajar sin acceder a ese material, los conductores de grupos «deben tener conciencia de sus afectos» (Grotjahn, 1979). Es importante saber qué nos mueve a actuar de una forma o de otra en la conducción; observar qué nos recuerda la situación relacional que se está dando entre los componentes del grupo, entre el grupo y los conductores, y entre los propios conductores si son más de uno; reconocer la necesidad de ser protagonista o de no serlo; poder ver si la conducción se muestra maternal o si busca el propio beneficio o el no ser herido; entender cómo se muestran las personas conductoras respecto a las preferencias hacia alguno de los componentes del grupo; ver qué pasa con las decepciones, con la hostilidad, con las tensiones y con las emociones. En este sentido, se apunta la reflexión que aporta Grotjahn: «Puedo manejar mi vivencia de sentirme herido, pero no me siento autorizado a exponer al grupo a posibles daños» (Grotjahn, 1979, p. 182).

    El grupo de supervisión hay que contemplarlo desde una mirada comprensiva donde se incluyen las personas y sus sistemas relacionales, empezando con el «sí mismo» que plantea Esquirol (2015) y continuando con la familia, con los colegas, con la institución y con el contexto. Difícilmente podemos ver a las personas que componen el grupo de supervisión solo como profesionales; aunque este sea el encargo y nos ciñamos a él, la mirada se pondrá también en los sistemas relacionales de las personas para poder comprender y comprendernos en las relaciones en el desempeño de la actividad laboral.

    Se plantea la intervisión como una forma de reflexión sobre la práctica utilizando el asesoramiento entre los propios profesionales, y no un supervisor externo, y se ponen en común situaciones para obtener una mirada más amplia. Aunque actualmente no es fácil encontrar estudios y referencias sobre la intervisión en nuestro contexto, esta forma de proceder facilita la apertura de las personas del equipo compartiendo dificultades y conocimiento a la vez que asumiendo la responsabilidad de ser asesor y asesorado desde una mirada interna, ya que las personas que participan son del propio grupo. Desde la perspectiva de la supervisión se entiende que en la intervisión no se cuenta con la mirada externa de una persona supervisora, que podría aportar elementos esclarecedores de lo que está pasando al no estar fusionada e imbuida en la situación a revisar.

    Surge la posibilidad de los grupos de supervisión online, que se comunican a través de los diferentes medios que ofrecen las tecnologías. Se suelen utilizar para supervisar casos obteniendo diferentes miradas sobre el mismo. Permite que personas que están lejos físicamente puedan estar en contacto de forma virtual y reflexionar juntas. Las ventajas que ofrece este sistema son, por una parte, la posibilidad de estar conectados con personas expertas de diferentes partes del mundo para poder contrastar y reflexionar juntas y, así, avanzar en el conocimiento; por otra parte, en casos de profesionales que se encuentren en poblaciones alejadas de núcleos más grandes de población facilita la posibilidad de reflexionar con otros profesionales afines. Entre los inconvenientes que podríamos atribuir a este sistema están la limitación en la información corporal y contextual de los componentes del grupo y las dificultades técnicas, que a veces pueden limitar el trabajo.

    Con toda seguridad, las modalidades y nomenclaturas para plantear la reflexión sobre el desarrollo del trabajo en los equipos de profesionales que atienden a personas irán evolucionando hacia modelos donde los profesionales tengan mucho que aportar en la reflexión, entendiendo que el nivel de conocimiento de sí mismo y de la profesión va a ser cada vez más amplio y a la vez ajustado a las necesidades de las personas usuarias.

    1.2.Cómo entendemos la supervisión

    Cualquier libro puede describir una técnica, pero una actitud debe ser transmitida por una persona.

    CLAUDIO NARANJO

    En el apartado anterior se han apuntado algunos elementos sobre la evolución de la supervisión. Ahora se aportarán algunas concepciones sobre cómo entendemos la supervisión. En primer lugar, se destacan aspectos conceptuales sobre qué es la supervisión y, en segundo lugar, se introducen algunos aspectos que quieren ofrecer una mirada que pueda ser útil para la reflexión, así como para el desempeño de las personas supervisoras.

    La palabra supervisión procede del latín super y videre, que significa «ver por encima», «mirar desde arriba», «mirar desde lo alto». En los diccionarios se entiende la supervisión como la «acción y resultado de supervisar el trabajo de otros», como «la dirección del desarrollo de una actividad por parte de una persona autorizada» y como «la actividad de vigilancia e inspección superior de una actividad».

    Tomando el sentido que se le ha dado desde el ámbito de la educación, el psicoanálisis y el trabajo social, tenemos que «la supervisión ofrece un setting donde facilitar una reflexión sobre las actuaciones profesionales y donde favorecer el mantenimiento de la curiosidad intelectual para ir estimulando el afán de aprender y de mejorar las propias actuaciones» (Fernández, 1997, p. 17), o se entiende como «un proceso de reflexión crítica sobre la práctica profesional y una práctica en sí, en tanto que utiliza un conjunto de estrategias y tácticas de intervención para lograr unos determinados objetivos en una situación de aprendizaje» (Kisnerman, 1999, p. 25). Otros autores, como Schön, abundan en la importancia de la reflexión: «supervisor y supervisado están en una conversación reflexiva» (Schön, 1992, p. 124).

    La supervisión se puede entender desde dos planteamientos diferenciales: la supervisión técnico-institucional y la relacional (Puig, 2016, pp. 86-87), y a su vez, en cada planteamiento vemos tres áreas prioritarias: el análisis de la organización, las relaciones internas del equipo y las relaciones con los usuarios a los que atiende el equipo.

    Si se destaca de forma más detallada la supervisión que se centra en el planteamiento relacional y en las tres áreas citadas, vemos que, en la supervisión, la reflexión, el lenguaje, la interacción y la redefinición son, entre otros, instrumentos que se utilizan con finalidades como la mejora de la profesionalidad, la creación de referentes comunes, el intercambio de experiencias y de emociones, la prevención de riesgos, el refuerzo de la confianza en el equipo y la satisfacción de la persona, del profesional, del grupo de trabajo y de los grupos y las personas atendidas en los servicios e instituciones.

    Saber quién soy yo, cómo me siento, cómo me veo y poderlo contrastar reflexivamente con el equipo me ayuda a posicionarme de forma más consciente a la hora de actuar.

    Presentamos algunas reflexiones de profesionales hablando de la supervisión del equipo, en una residencia de personas mayores y en centros que atienden a infancia y familia:

    Se entiende que la supervisión que se pretende poner de relieve no es tanto la que se puede entender como control del equipo, sino la relación de ayuda que propicia la emergencia de preocupaciones, emociones y ansiedades generadas en el marco del desarrollo de la profesión y que puede favorecer un mejor desempeño de la misma.

    En el proceso de supervisión de equipos se pueden presentar situaciones que se quieren analizar desde la perspectiva que ofrece el estudio de casos. Aquí se apuesta por la propuesta de contemplar situaciones a la hora de supervisar, y no tanto por la supervisión que se centra en reflexionar con varias miradas sobre un caso. Las situaciones describen de forma más completa el tema que preocupa, y no solo incluyen la mirada, sino también el estado de la persona supervisora y del grupo.

    Interesa destacar especialmente la supervisión de equipos de profesionales como un dispositivo grupal que facilita la reflexión sobre las actuaciones profesionales. Esta reflexión incluye la relación del profesional con las personas atendidas, con los compañeros de trabajo, con la propia institución y también con el propio profesional de la supervisión. La finalidad será que los profesionales mejoren el desempeño del trabajo, ya que la supervisión implica un proceso reflexivo que comporta la evolución de las personas implicadas en la misma. Puig (2011, p. 128) dice que «la supervisión es el análisis de la práctica profesional que realizan los trabajadores de ámbitos psicosociales. Es un trabajo sobre el trabajo, un metatrabajo que se sitúa en la interfaz entre el aprendizaje, la formación, la educación y el apoyo en una organización o institución».

    Es importante poner de relieve que la supervisión grupal se puede entender como supervisión en grupo o supervisión del grupo (Fernández Barrera, 1997, p. 29, citando a Margaret Williamson). Las dos propuestas son interesantes, aunque el enfoque es muy diferente: la primera puede implicar a usuarios y casos, y la segunda implica al grupo de profesionales y sus relaciones en el ejercicio de la profesión.

    Lo interesante es «que el equipo de trabajo sea capaz de trabajar en equipo» (Sunyer, 2018, p. 222). El equipo de trabajo viene determinado por las condiciones estructurales, laborales, administrativas y técnicas, mientras que el trabajo en equipo tiene que ver con la forma de hacer, la forma en que las personas se organizan en el desarrollo del trabajo, e incluye la voluntad de trabajar de forma conjunta, coordinada y

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