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Una aventura espacial:: El vuelo de Mariposa
Una aventura espacial:: El vuelo de Mariposa
Una aventura espacial:: El vuelo de Mariposa
Libro electrónico133 páginas1 hora

Una aventura espacial:: El vuelo de Mariposa

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SUMMARY IN SPANISH:
Una fantÁstica novela espacial en espaÑol para niÑos de 9 a 12 aÑos, escrita con un rigor increÍble, que permite conocer el sistema solar de una forma envidiable. La basura contamina mares y rÍos. El humo de las fÁbricas y los coches vuelve el aire irrespirable. Los residuos nucleares ocupan mÁs y mÁs espacio y ponen en peligro la existencia de todos los seres vivos... Hasta que llega la hora de decir basta y encontrar una soluciÓn al problema. Se decide reunir al grupo de los Treinta Mil, formado por las treinta mil personas mÁs sabias de la Tierra. Llegan a la conclusiÓn de que hay que buscar otro planeta donde la humanidad pueda empezar de nuevo. Con esta esta misiÓn, el sabio profesor Mollete, la capitana Irina, Fula, Karkin, Nari-Nari y el pequeÑo Ainu despegan hacia el espacio en la nave Mariposa, en un viaje que les permitirÁ conocer los planetas que componen el sistema solar. DespuÉs de muchas peligrosas aventuras, logran volver a la Tierra con un mensaje muy claro para la humanidad. En esta novela, encontrarÁs una serie de notas al pie de pÁgina que te dirigirÁn al final del libro y podrÁs descubrir distintas e interesantes curiosidades: el porquÉ de los nombres de los planetas, de los dÍas de la semana, los signos del zodÍaco, los asteroides y cometas, las distancias en el sistema solar y los nombres de los elementos quÍmicos. El libro ideal para divertirse mientras se aprende sobre el sistema solar.

LIBRO ESCRITO ORIGINALMENTE EN ESPAÑOL.

SUMMARY IN ENGLISH:
A fantastic space novel in Spanish for children from 9 to 12 years old, rigorously written, which allows us to discover the solar system in an amazing way. Garbage pollutes seas and rivers. Smoke from factories and cars makes the air unbreathable. Nuclear waste occupies more and more space and endangers the existence of all living beings... Until it's time to say enough is enough and find a solution to the problem. It is decided to gather the group of the Thirty Thousand, made up of the thirty thousand wisest people on Earth. They come to the conclusion that we must look for another planet where humanity can start anew. With this mission, the wise Professor Mollete, Captain Irina, Fula, Karkin, Nari-Nari and the little Ainu take off into space on the starship Mariposa, on a journey that will allow them to discover the planets that make up the solar system. After many dangerous adventures, they manage to return to Earth with a very clear message for humanity. In this novel, you will find a series of footnotes that will direct you to the end of the book, where you will find different and interesting fun facts: the reason for the names of the planets, the days of the week, the signs of the zodiac, the asteroids and comets, the distances in the solar system and the names of the chemical elements. The ideal book to have fun while learning about the solar system.

ORIGINALLY WRITTEN IN SPANISH.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 oct 2023
ISBN9788418664694
Una aventura espacial:: El vuelo de Mariposa

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    Una aventura espacial: - Jordi Ortiz

    LA TRIPULACIÓN

    El Sol se levantaba despacio desde el horizonte. Hacía una temperatura muy agradable. Había cuatro nubes blancas en el cielo empujadas por un viento suave. Todo hacía suponer que aquel día sería como cualquier otro, pero estaba a punto de empezar la aventura más grande de toda la historia.

    La Tierra estaba en peligro. Eso se sabía desde hacía mucho tiempo. La basura contaminaba mares y ríos. El humo de las fábricas y los coches hacía el aire irrespirable. Los residuos nucleares ocupaban más y más espacio y ponían en peligro la vida a su alrededor. Los bosques y las selvas desaparecían. Los medicamentos eran cada vez menos eficaces. El clima se estaba descontrolando y las catástrofes naturales aumentaban.

    Hasta que llegó el momento de decir basta y buscar una solución al problema. Treinta mil personas de todo el mundo fueron elegidas para decir a los gobernantes qué había que hacer. Eran los mejores, cada uno en su especialidad. Durante dos años, hablaron entre ellos, se reunieron muchas veces, discutieron y, finalmente, dieron un consejo. Ante la Asamblea de las Naciones Unidas, la portavoz del Grupo de los Treinta Mil dijo:

    –Hemos llegado a la conclusión de que hay que buscar otro planeta donde la humanidad pueda comenzar de nuevo.

    Los gobernantes de todos los países se miraron los unos a los otros con cara de sorpresa y se formó un buen jaleo. Cuando volvió el silencio, la portavoz continuó explicando:

    –Creemos que tendríamos que destinar todos los recursos que hagan falta para poner a punto una nave espacial para iniciar, tan pronto como sea posible, una exploración del espacio.

    El día había llegado. La nave esperaba fuera, en la plataforma. Era alargada y plana, con un par de alas cortas detrás. La habían colocado de pie en la torre de lanzamiento, con un cohete auxiliar pegado a cada lado. Dentro de la base, los seis tripulantes la miraban por un ventanal.

    Estaba el profesor Mollete, un sabio muy despistado, casi calvo, que no podía ir a ninguna parte sin unas gafas pequeñas que le resbalaban siempre hasta la punta de la nariz. Era bajito y regordete. No parecía para nada un astronauta, pero decían que nadie sabía tanto como él sobre estrellas, planetas y cualquier otra cosa que pudieran encontrar allí afuera.

    La piloto de la nave sería la capitana Irina. Antes había pilotado toda clase de aviones. Además, era médica. La capitana era una mujer alta y delgada. Llevaba el pelo rubio, recogido en un moño en la nuca. Estaba acostumbrada a obedecer órdenes, pero también a mandar. Tenía fama de no sonreír nunca. Por lo que respecta a los otros cuatro tripulantes… Bueno, todo el mundo se había extrañado mucho cuando la portavoz del Grupo de los Treinta Mil había anunciado:

    –Es muy evidente que esta gran aventura de la humanidad no podrá llevarse a cabo en cuatro días. Los que se marcharán a colonizar otros planetas serán nuestros hijos, o quizá los hijos de nuestros hijos. Por eso creemos conveniente que cuatro de los astronautas sean niños.

    En las Naciones Unidas se había formado otro alboroto. La portavoz gritó más fuerte para hacerse oír:

    –Es justo que puedan dar su opinión, ya que serán ellos quienes tendrán que ocuparse de este asunto en los próximos años.

    Y fue de esta manera como se buscaron jóvenes astronautas por todo el mundo. Los cuatro elegidos se habían conocido en la base unos pocos días atrás, y ahora ya estaban preparados para salir al espacio.

    Fula tenía catorce años. Era la mayor del grupo y, por eso mismo, la tercera en el mando, tras el profesor Mollete y la capitana Irina. Fula era una chica alta, de piel negra y cabellos rizados que peinaba con trenzas larguísimas decoradas con lazos de colorines. Era muy alegre, pero le dieron un disgusto terrible cuando le dijeron que tenía que cortarse los cabellos porque no cabían dentro del casco. Continuó con las trenzas, pero cortas, hasta la nuca.

    Karkin tenía doce años en el momento de comenzar el viaje. Era alto para su edad, más o menos como Fula. No podría decirse que fuera antipático, pero no le gustaba mucho hablar. Parecía casi tan serio como la capitana Irina. Se rumoreaba que había pieles rojas entre sus antepasados.

    Nari-Nari acababa de cumplir diez años. Era una niña traviesa y no había manera de que se estuviera quieta. Enseguida se pusieron todos de acuerdo en llamarla solo Nari. Venía de una isla perdida en medio del océano Pacífico donde solo vivían cuatro gatos en casas hechas de cañas y ramas de árboles. Le encantaban los colgantes, los collares, los pendientes, las pulseras y los adornos en general. Pero no le permitieron llevar ninguno dentro de la nave.

    Y el más pequeño era Ainu, un niño muy educado de ojos almendrados, que era siempre el más aplicado a la hora de aprender. Nari lo llamaba Hormiga. Él no protestaba, sino que sonreía. Ainu no se enfadaba nunca.

    Faltaban poco más de cuatro horas para el lanzamiento. Los seis tripulantes continuaban en la sala de embarque, de grandes ventanales. Les habían llevado comida. Nari había terminado la primera y había pedido permiso para levantarse de la mesa y pasear. La capitana Irina, que también haría de maestra durante el viaje, se lo había dado.

    La niña contemplaba la enorme nave mientras daba saltitos con las manos enlazadas en la espalda. De pronto, se volvió hacia los otros y preguntó:

    –¿Cómo se llama la nave?

    El profesor Mollete detuvo la cuchara a medio camino de la boca y la miró por encima de las gafas.

    –Uy… No se llama de ninguna manera.

    –¿Cómo que no? –preguntó Nari.

    Fula paró de comer y dijo:

    –Me parece que debería tener un nombre. ¿Qué opinas, Karkin?

    El muchacho se encogió de hombros mientras daba un mordisco a un pedazo de carne y murmuró:

    –A lo mejor sí.

    –¿Y tú, Ainu?

    El pequeño se limpió rápidamente los labios con la servilleta y estuvo de acuerdo con los demás.

    –No podemos marcharnos con una nave que no tenga nombre.

    Nari sonrió satisfecha. Tenía que estar en todo. Parecía mentira la cantidad de cosas importantes en las que los adultos no caían.

    El profesor Mollete retiró la silla de la mesa y se quedó pensativo. Miró a la capitana Irina esperando su ayuda. Ella no dijo nada. El profesor pensó que, a ella, el problema le importaba un comino.

    Fue otra vez Nari quien rompió el silencio.

    –Más vale que solucionemos esto rápido, porque yo no voy a ninguna parte si no tenemos una nave en condiciones. Y si no tiene nombre, no está en condiciones.

    –¿Quién tiene alguna idea? –preguntó Fula.

    Nari saltó:

    –¡Mariposa!

    –¿Mariposa? –dudó Karkin–. Qué nombre más absurdo. No parece una mariposa ni por casualidad.

    –Pero es bonita y vuela –replicó Nari.

    Fula miró a Ainu, que no se atrevía a hablar si no lo invitaban a hacerlo.

    –¿Qué te parece?

    –Me gusta –dijo el pequeño.

    –¡Muy bien! –exclamó Nari–. El Hormiga y yo votamos por Mariposa. Karkin vota por llevar la contraria. ¿Y tú, Fula?

    –Mariposa está bien. ¿Qué le parece, capitana?

    –A mí me da igual. Se llame como se llame, mi misión es pilotarla. Pero ya que la mayoría de la tripulación hace esta propuesta… Usted tiene la última palabra, profesor Mollete.

    El sabio reflexionó un rato. Se rascó el cogote, donde le crecían unos cuantos cabellos grises, largos y mal peinados. Al final, tomó una decisión. Salió de la sala de embarque para dar instrucciones y volvió a entrar. Al cabo de pocos

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