SIN OCULTAR
EL AGUA SE SIENTE FRESCA EN MI PIEL
y el silencio es absoluto. Mientras floto sobre las ruinas, me siento pacífica, agradecida y con la sensación de volver a casa.
Sumérgete conmigo –no a demasiada profundidad, quizá apenas a cinco metros– y verás otros 30 buzos en parejas. Flotan con tranquilidad en su sitio a pesar de las fuertes corrientes de la costa de Cayo Largo, en Florida; dibujan imágenes de artefactos incrustados en el coral o toman medidas. Por primera vez ayudo a carto– grafiar los restos de un naufragio.
La mayoría de los buceadores son afroamericanos. Nos entrenamos como defensores de la arqueología subacuática y adquirimos los conocimientos necesarios para unirnos a las expediciones y ayudar a documentar los naufragios de los barcos esclavistas alrededor del mundo: navíos como el São José Paquete d’Africa en Sudáfrica, el Fredericus Quartus y el Christianus Quintus en Costa Rica, y el Clotilda en Estados Unidos. Se calcula que 12.5 millones de africanos fueron obligados a subir a barcos como estos durante la trata transatlántica de esclavos que ocurrió entre los siglos xvi y xix, según Nafees Khan, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Clemson y asesor de la Base de Datos de la Trata Transatlántica de Esclavos.
“Se necesitaron, al menos, 36 000 viajes”, comenta. Tal vez se hundieron unos 1 000 barcos.
Aquí entra en escena Diving With a Purpose (DWP), un grupo que forma buceadores para hallar y conservar artefactos históricos y culturales enterrados en las profundidades. Desde su fundación, en 2003, DWP ha instruido unos 500 buzos para que ayuden a los arqueólogos e historiadores a buscar y documentar esos barcos. El objetivo del grupo es ayudar a las personas negras en particular a encontrar sus historias y contar sus propias narrativas.
“Cuando eres afroamericano y buceas en un barco de esclavos es completamente diferente a que lo haga otra persona -comparte el legendario buzo Albert José Jones, cofundador de la Asociación Nacional de Buceadores Negros e integrante de la junta directiva de DWP-. Cada vez que te zambulles te das cuenta básicamente de dos cosas: una es que tal vez tus antepasados estuvieron en el barco. La otra es que tienes una historia, y esta no empezó en las costas del continente americano. No surgió con la esclavitud. Tu historia empezó [en] África, en el principio de los tiempos, al inicio de la civilización”.
El Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana, en Washington, D. C., expone el trabajo de DWP como parte del proyecto Slave Wrecks (Naufragios de Esclavos), una red de grupos que descubren y documentan los restos de barcos esclavistas y trabajan para contar una historia más inclusiva de la trata.
Los integrantes de Diving With a Purpose “usan sus habilidades de buceo para ayudar a encontrar las historias que están hundidas bajo el agua -comenta Lonnie Bunch III, director fundador del museo y secretario del Instituto Smithsoniano-.
En cierto modo, es mucho lo que sabemos
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