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Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado: Torbellino de voluntades
Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado: Torbellino de voluntades
Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado: Torbellino de voluntades
Libro electrónico494 páginas7 horas

Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado: Torbellino de voluntades

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InSurrectAs Diez escritoras mexicanas que combatieron la misoginia, la autocracia y la injusticia social. Diez mujeres empoderadas en contra de la invisibilización y la violencia machista. Diez insurrectas cuyo legado nos alumbra en pleno siglo XXI. Esta serie celebra su beligerancia a través de un compendio de su obra y otros materiales.Antonieta
IdiomaEspañol
EditorialGedisa
Fecha de lanzamiento15 jul 2022
ISBN9786078866052
Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado: Torbellino de voluntades
Autor

Patrcia Rosas Lopátegui

Patricia Rosas Lopátegui Nació en Tuxpan, Ver. (1954). Profesora en la Universidad de Nuevo México, Estados Unidos. Es biógrafa de Elena Garro y ha escrito varios libros sobre la autora poblana. El más reciente consta de dos volúmenes, Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos (Gedisa, 2020). Asimismo, ha estudiado y compilado el legado de Carmen Mondragón en Nahui Olin: sin principio ni fin. Vida, obra y varia invención (UANL, 2011), y el de Guadalupe Dueñas en sus Obras completas (FCE, 2017). Su interés por reconocer las innovaciones de diez féminas mexicanas del siglo XX, la llevó a conformar la serie Insurrectas.

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    Insurrectas 2 Antonieta Rivas Mercado - Patrcia Rosas Lopátegui

    cover.jpg

    Antonieta Rivas Mercado. Torbellino de voluntades

    © Patricia Rosas Lopátegui

    Edición, prólogo y notas

    Primera edición julio de 2022, Ciudad de México, México

    Derechos reservados para todas las ediciones de esta obra

    © Editorial Gedisa Mexicana, S.A.

    Tepeji No. 86, Col. Roma Sur

    06760 Ciudad de México

    Tel.: +52 55 5564 5607

    gedisa@gedisa-mexico.com

    www.gedisa.com

    ISBN 978-607-8866-00-7

    ISBN Obra completa 978-607-8231-82-9

    IBIC: BGL

    Impreso en México / Printed in Mexico

    Conversión gestionada por:

    Sextil Online, S.A. de C.V./ Ink it® 2022.

    +52 (55) 52 54 38 52

    contacto@ink-it.ink

    www.ink-it.ink

    Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o cualquier otro idioma.

    Índice

    Prólogo

    El ritornello de las escritoras

    Patricia Rosas Lopátegui

    Antonieta Rivas Mercado

    Obra de Antonieta Rivas Mercado (Selección)

    En torno a nosotras

    La mujer mexicana [1929]

    Páginas arrancadas [1929]

    El niño de Oaxaca (La primera infancia de un maestro de América)

    [Diario de Antonieta Rivas Mercado. París, martes 10 de febrero de 1931]

    Correspondencia

    Cartas de Antonieta Rivas Mercado a diferentes personajes y de algunos familiares y amigos (Selección)

    Entrevistas

    El Teatro de Ulises visto por dentro y por fuera

    Juan Francisco Vereo Guzmán

    El Teatro de Ulises en el Fábregas

    Sin autor

    ¿Qué opinan los fomentadores del Teatro de Ulises de la crítica que se les ha hecho?

    Sin autor

    Huida de Antonieta Rivas Mercado y su hijo, gracias a V. Quintana

    Guadalupe Appendini

    ¿Te gustaría ser el hijo del Presidente de México?, preguntó Antonieta Rivas Mercado a su hijo Donald

    Guadalupe Appendini

    Antonieta luchó porque la mujer mexicana se educara Entrevistas con Kathryn S. Blair

    Patricia Rosas Lopátegui

    Diálogo con Miguel Capistrán: Antonieta Rivas Mercado fue mucho más que una mera mecenas

    Patricia Rosas Lopátegui

    Habla Vivian Blair, nieta de Albert y Antonieta (Inédita)

    Patricia Rosas Lopátegui

    En busca de Antonieta Rivas Mercado (Inédita). Entrevista con Tayde Acosta Gamas

    Patricia Rosas Lopátegui

    Ante la opinión pública

    Crónicas amables del abate Coignard El Teatro de Ulises

    Kardex del Director

    El Teatro de Ulises

    Jacobo Dalevuelta

    Ligados de Eugene O’Neill en el Teatro de Ulises

    Por el joven Telémaco

    El peregrino y Orfeo en el Teatro de Ulises

    Por el joven Telémaco

    Cómo se fundó y qué significa el Teatro de Ulises. Una conferencia preliminar

    Salvador Novo

    Punto final

    Salvador Novo

    Variedad (ca. principios de 1929) (Segmento)

    Xavier Villaurrutia

    Notre-Dame profanada; se suicidó allí una dama mexicana

    Sin autor

    Cómo fue la dramática muerte de la Sra. Rivas en la ciudad de París

    Hilo Directo

    Premeditaba su muerte la Sra. Rivas Mercado

    Hilo Directo

    Suicidio de una dama mexicana en un templo católico de París

    Carlos Serrano

    El suicidio delante del altar

    Jehan D´lvray

    Las últimas disposiciones de la Sra. Rivas Mercado, que se suicidó en París

    Carlos Serrano

    El teatro es así

    Xavier Villaurrutia

    La vida en México en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Miguel Alemán

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines t. I

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines t. II

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines t. III

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Adolfo Ruiz Cortines t. IV

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Gustavo Díaz Ordaz t. I

    La metamorfosis de Ulises

    Salvador Novo

    La vida en México en el periodo presidencial de Luis Echeverría

    Salvador Novo

    Violencia de género en el aula

    Salvador Novo

    Patricia

    Lilly Wolfensberger Scherz

    Se dice Antonieta Rivas Mercado y se dice Ulises

    Miguel Capistrán

    De Antonieta Rivas Mercado a Rosario Castellanos: Teoría feminista, literatura y política

    Alfonso Varona

    La audacia de Antonieta

    Vivian Blair

    Antonieta Rivas Mercado: Juana de Arco y Sor Juana Inés en el siglo XX mexicano

    Patricia Rosas Lopátegui

    Apuntes sobre dos textos de Antonieta Rivas Mercado

    Patricia Rosas Lopátegui

    Epílogo

    Hablo de ti

    Patricia Rosas Lopátegui

    Biblio-hemerografía selectas

    Imágenes

    Sobre el autor

    Prólogo

    El ritornello de las escritoras

    Por insólito que parezca —ya lo dijo Elena Garro: todo lo increíble es verdadero¹— aun en la segunda década del siglo XXI, la brecha entre los escritores varones y las féminas persiste de manera evidente y también velada. Los preceptos machistas y misóginos de la sociedad patriarcal siguen vigentes en la vida mexicana. Por eso las creadoras que nos abrieron camino y combatieron el orden y las costumbres arcaicas vuelven a mí como un ritornello.

    No niego que ha habido avances y que hoy en día un sinfín de polígrafas ocupan un sitio destacado dentro de la literatura nacional y fuera del país, de manera más igualitaria y respetuosa. Sin embargo, todavía existen la inequidad de género en las editoriales, en las oportunidades de trabajo, en los salarios, en los premios o reconocimientos, así como el descrédito y el acoso sexual, por mencionar algunos rubros.

    Retornar a las escritoras que enfrentaron con su beligerancia todo un sistema, nos lleva a enaltecer su labor, pues son piedra de toque para poder examinar nuestro presente y seguir desmantelando las leyes opresivas en contra de la mujer. Los feminicidios, las violaciones, la pedofilia y el hostigamiento manifiestos en todos los estratos sociales, forman parte del mismo aparato que han padecido y aún padecen las hacedoras de cultura.

    Si bien es cierto que en 2010 reuní a un grupo de autoras para rescatar su vida y su legado en Transgresión femenina. Estudios sobre quince escritoras mexicanas (1900-1946) y en Óyeme con los ojos. De Sor Juana al siglo XXI. 21 escritoras mexicanas revolucionarias, no hemos saldado del todo las deudas con ellas. Por eso, en el verano de 2021, nueve creadoras llegaron a mi memoria, una vez más, por varias razones. Ninguna obtuvo el Premio Nacional de Literatura (instituido por el gobierno mexicano en 1945), o el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (fundado en 1993 para mujeres novelistas) que se otorga en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el encuentro editorial más importante en lengua española. (Este último, por ejemplo, se lo merecía María Luisa Mendoza por De amor y lujo en 2003). Es verdad que algunas fueron reconocidas con el Premio Xavier Villaurrutia (creado en 1955), entre otros galardones, y que se han reeditado sus obras, pero aún falta mayor difusión y, sobre todo, que formen parte del canon, que sean lectura obligatoria en las instituciones de enseñanza media y superior y, por ende, sus textos se traduzcan a otros idiomas.

    Todavía me indigna no haberlas descubierto en mis cursos de licenciatura en Letras Españolas. Sólo leímos Balún-Canán (1957) de Rosario Castellanos, Los recuerdos del porvenir (1963) de Elena Garro, y Con Él, conmigo, con nosotros tres (1971) de María Luisa Mendoza, en el Seminario de Literatura Mexicana, durante la primavera de 1977. Esto se lo debo a la directora de la carrera, Rosaura Barahona, y a la profesora Nora Guzmán, cuando cursaba mis estudios en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), quienes abrieron brecha y nos mostraron la veta feminista. Las otras novelas pertenecían a la pluma de los varones. Luego, en el periodo de la maestría y el doctorado sucedió más o menos lo mismo en distintas universidades. A las demás escritoras las fui encontrando a partir de 1980, mediante mis investigaciones y como docente, pues estaba harta del canon dominado por los hombres.

    Una nueva voz

    En este rescate aparece por primera vez la obra de Devaki Garro, hermana de la autora de Un hogar sólido y otras piezas en un acto (1958). Tenía noticias de su activismo a través de los artículos periodísticos de Elena Garro y las entrevistas con ella,² y mediante las conversaciones que sostuve con uno de sus hijos, el periodista Francisco (Paco) Guerrero Garro.³

    No obstante, ignoraba que Devaki, mejor conocida como Deva, hubiera compartido con Elena —su alma gemela— la pasión por la escritura. Por fin llegó el momento de hacer público lo que guardó en silencio. Gracias a Flora Guerrero Garro, en representación de su familia, salen del olvido los poemas, los cuentos y otros materiales de la tenaz defensora de los infortunados.

    Legión notable

    Nahui Olin-Carmen Mondragón, Antonieta Rivas Mercado, Nellie y Gloria Campobello, Guadalupe Dueñas, Josefina Vicens, Devaki Garro, Amparo Dávila, María Luisa la China Mendoza e Inés Arredondo desafiaron los lastres de la misoginia y la autocracia. Nacidas entre 1893 y 1928, sus vidas se entrecruzaron mientras realizaban su trabajo a lo largo del siglo XX, y algunas hasta el presente milenio. A todas ellas las vinculó su iconoclasia, su rebeldía y la pasión por la palabra, ya fuera desde la poesía, la narrativa, la dramaturgia, el periodismo, el activismo político y social, o a partir de la escritura de guiones cinematográficos y para la televisión.

    Elena Garro (1916-1998) y Rosario Castellanos (1925-1974) representan a dos de las pioneras más relevantes del sufragismo en México, por eso formaron parte de Transgresión femenina y de Óyeme con los ojos, entre otras autoras progresistas. Pero una serie o antología siempre requiere de la forzosa selección.

    Aunque Elena Garro permaneció en el ostracismo durante varias décadas —por un lado debido a su desobediencia en contra de la opresión patriarcal (como lo refleja su periodismo feminista desde 1941), y por otro, ante su incursión en la política y la justicia social—, desde 1977 comencé a estudiar su obra y posteriormente a escribir sobre ella y a rescatar gran parte de su producción. Así, en los últimos años, existen cada vez más investigadores abocados a la revisión de sus innovaciones. En la actualidad los lectores proliferan alrededor de su legado y el reconocimiento a nivel mundial sigue consolidándose. Por ello no forma parte de esta serie, ya que era necesario revisitar a otras de sus correligionarias. Además, como su biógrafa, siempre tengo otros planes en el tintero.

    El caso de Rosario Castellanos es distinto. La autora de Trayectoria del polvo (1948) se ganó casi inmediatamente un sitio en las letras mexicanas con su pluma y como vocera del feminismo. Basta recordar que el 25 de junio de 1950 defendió su examen profesional con la tesis Sobre cultura femenina, para obtener el título de Maestra en la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Su análisis deconstructor inició una revolución. La brillante alumna declaró entre grandes carcajadas del público, la inexistencia de la cultura femenina o los móviles espurios por los cuales una mujer se dedica a actividades tan contrarias a su fisiología.⁴ Desde ese momento, Castellanos empezó una campaña en defensa de los derechos de la mujer, en todos los aspectos de su desarrollo humano. En los años 60 ocupó puestos importan-

    tes en el campo de la docencia y recibió invitaciones para dar cursos

    en diferentes universidades del extranjero. Pasó a formar parte del canon literario y era la embajadora de México en Israel cuando falleció el 7 de agosto de 1974. Su nombre brilla en librerías, centros culturales, en avenidas, calles, escuelas y bibliotecas. Algunas editoriales del Estado y las privadas han reeditado su obra completa y se ha traducido a infinidad de idiomas; es decir, Rosario Castellanos siempre fue y continúa siendo la emisaria de las letras nacionales ante el mundo. Por lo anterior, a diferencia de las diez rebeldes reu-

    nidas, consideré que no precisaba restituirle un sitio que ocupó y sigue desempeñando en nuestra vida cultural.

    Sin embargo, la presencia de Garro y de Castellanos, y de otras escritoras tampoco incluidas en esta ocasión, surge en este periplo literario porque siempre estuvieron —hombro con hombro— en la misma lucha con sus coterráneas.

    Serie Insurrectas

    Este proyecto nació en 2008, en el mismo periodo de Transgresión femenina y Óyeme con los ojos. Por diversas circunstancias, en aquel entonces no pude concluirlo. Empero esas creadoras me han acompañado a lo largo de los años y por eso, a mediados de 2021, me despertó su ritornello. Era tiempo de retomarlas y volver a analizar sus aportaciones.

    Así como Antonieta Rivas Mercado se convirtió en el ritornello de Salvador Novo y de Xavier Villaurrutia —quienes nunca olvidaron la trascendencia del grupo Ulises (1926-1928), fundado y patrocinado por ella— nosotros tampoco debemos olvidar el eje motor de ese movimiento transgresor que modernizó el ámbito cultural mexicano. Aunado a lo anterior, Rivas Mercado enriqueció a las polígrafas que la sucedieron y, de hecho, todavía nos beneficiamos de su irreverencia. O como Nellie Campobello, la que luchó a manera de un ritornello por rehabilitar la figura de Francisco Villa en contra de los oportunistas, también exige que examinemos sus contribuciones, no sólo para reeditar su obra y ampliar un catálogo, sino para estudiarla con mayor disciplina y divulgación, como sucede con Mariano Azuela y Martín Luis Guzmán, entre otros autores de la Revolución.

    El propósito de esta serie consiste en esparcir su obra y contextualizar su trayectoria a través de diversos materiales. Para ello organicé un libro dedicado a cada escritora:

    1. Nahui Olin-Carmen Mondragón (1893-1978)

    2. Antonieta Rivas Mercado (1900-1931)

    3. Nellie (1900-1986) y Gloria (1911-1968) Campobello

    4. Nellie (1900-1986) y Gloria (1911-1968) Campobello

    5. Guadalupe Dueñas (1910-2002)

    6. Josefina Vicens (1911-1988)

    7. Devaki Garro (1915-1993)

    8. Amparo Dávila (1923-2020)

    9. María Luisa Mendoza (1927-2018)

    10. Inés Arredondo (1928-1989)

    Hablar de Nellie Campobello implica mencionar a su hermana Gloria. Ante su inmenso legado literario y artístico, incluyendo sus actitudes anticonvencionales, fue preciso unirlas en dos libros consecutivos. A pesar de que Gloria no se dedicó a la escritura per se, su participación representa un parteaguas como la primera prima ballerina de México, brillante coreógrafa, docente admirable y pionera de las danzas originarias, del ballet clásico y vanguardista en el país. Sin olvidar que es coautora con Nellie del libro Ritmos indígenas de México (1940).

    A 100 años

    Por azares de la buena fortuna, a la gradual salida de esta serie tres obras de Nahui Olin cumplirán un siglo: Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922-2022), Câlinement je suis dedans (1923-2023) y À dix ans Sur mon Pupitre (1924-2024). Desde estas páginas les rendimos tributo a su poesía y prosa incendiarias.

    A su vez, el 21 de febrero de 2023, estaremos de manteles largos para celebrar el centenario de Amparo Dávila.

    Organización

    Cada libro abre con el nombre de la autora, seguido por las fechas de su nacimiento y deceso. Después aparecen unas frases suyas —tomadas de alguno de sus textos o entrevistas— que las definen como Insurrectas por su visión deconstructora. Luego estos apartados:

    Selección de obra. Consiste en acercar a los lectores a varios géneros breves en los que se desempeñaron.

    Correspondencia. Debido a la fortuna de contar con una gama de misivas, algunas publicadas y otras inéditas, se incluyen en los libros correspondientes. Dichos comunicados, ya sean de su autoría o dirigidos a ellas, forman parte de su cosmovisión, pues varias creadoras sobresalieron en el género epistolar.

    Entrevistas. A contracorriente de las normas patriarcales, todas ofrecieron un sinfín de conversaciones con sus admiradores. Esas charlas permiten complementar su percepción del mundo, su proceso creativo, el acoso padecido, así como los logros alcanzados a marcha forzada, en un periodo donde no se tomaba en serio la escritura de las mujeres.

    En ese sentido viene a colación la entrevista ¿Se casaría usted con un literato de Óscar Leblanc con Nahui Olin (1923). Sin medias tintas ésta respondió: Nunca me casaré con algún hombre... literato o zapatero, ya que todos, con distintas personalidades, son, en el fondo, los mismos. (...) Nunca me casaría (...) con ningún hombre; y menos con un pintor extravagante o con un literato mediocre, porque están ya casados con la obsesión de una gloria que la mayor parte de las veces no merecen y son esposos de la Vanidad.

    Treinta y cinco años después el reportaje de Elena Poniatowska Pieles, chaquira, piromanía, intelectuales y un ministro en la librería de Zaplana (1958),⁶ confirmó que la situación no había cambiado. La periodista describe la pedantería y soberbia de los autores en contraste a la paciencia y sencillez de las mujeres. En la firma de libros de las polígrafas brilla por su ausencia el público y sucede lo opuesto en la de los varones. En un momento dado del evento femenino, la poeta y prosista Guadalupe Amor exclamó: ¡Hay que quemar esta librería! Pero, señor Zaplana, ¿es posible que todavía crea usted en la cultura? Por supuesto, me pregunto yo en pleno siglo XXI: ¿Es posible creer en el arte, en la literatura o en la ciencia, sin la participación de las mujeres? Pita Amor tenía razón, había que incendiar el statu quo, el sexismo primitivo, las leyes establecidas y construir un nuevo orden.

    Guadalupe Dueñas, con su sentido del humor negro y desacralizador, describe el trabajo de circo que deben de emprender las féminas para vender sus obras; esto es, para ser escuchadas. En tanto que Sara García Iglesias, química fármaco-bióloga egresada de la UNAM, autora de tres novelas y primera presidenta municipal de Ozuluama, Veracruz, le respondió a Poniatowska: "Los escritores hombres atraen más gente porque aquí no acaba de convencer que ‘las mujeres escriban’. La escritora es todavía un bicho raro. Es la primera vez —como le dije antes— que yo veo a mis

    ‘compañeras’".

    En cada entrevista ingresamos a la época en la que las creadoras soportaron los prejuicios, el machismo, el descrédito, y somos testigos de su pugna gracias al lente de quienes conversaron con ellas.

    Ante la opinión pública. Este apartado reúne ensayos, artículos, prólogos, notas, entre otros materiales, realizados por diversas voces, incluso por las mismas insurrectas en torno a sus colegas. Se trata de revivir lo que se comentó cuando se dieron a conocer como escritoras, y lo que se dice hoy acerca de su quehacer intelectual y de su lucha en contra del patriarcalismo, ese sistema que aún seguimos padeciendo.

    Epílogo. A manera de conclusión aparece un poema que intenta describir el impacto que suscitaron en mí su ruptura con la desigualdad de género y con las normas literarias y artísticas, al igual que su contienda a favor de la justicia social y la democracia.

    Ante la abundancia de las fuentes recabadas, éstas las indiqué a priori de los textos incluidos, y en la Biblio-hemerografía selectas sólo compilé los títulos que abarcan la producción de las autoras, acompañados por algunos materiales acerca de sus hazañas.

    Por último, se incluye una sección de Imágenes para que las fotografías y reproducciones hemerográficas ilustren la vida y los aportes de las literatas y artistas. De esa manera palabra e imagen se complementan.

    Una lectura caleidoscópica

    El acercamiento a las diez insurrectas está diseñado como un caleidoscopio y no impone el orden habitual. Los lectores van a construir su propia versión de cada una de ellas conforme se acerquen a los textos; esta lectura la pueden realizar en la secuencia de su predilección. Poseen el libre albedrío de comenzar por las entrevistas, si así lo desean, o por un poema cuyo título haya despertado su curiosidad, etcétera.

    Quienes inicien este viaje, tienen la oportunidad de observar las interconexiones existentes entre estas féminas. Por ejemplo, en 1927 Carmen Mondragón dio a conocer Nahui-Olin, su cuarta publicación, y dos años más tarde Nellie Campobello su poemario Yo! Versos (1929). La primera utilizando el nombre con el que la bautizó Gerardo Murillo, mejor conocido como el Dr. Atl, y la segunda aparentemente bajo el seudónimo de Francisca, aunque en realidad ése era su nombre legal. Nahui había publicado

    Óptica cerebral. Poemas dinámicos (1922), Câlinement je suis dedans (1923) y À dix ans Sur mon Pupitre (1924) con el patrocinio del Dr. Atl. Lo mismo hizo el escritor y artista con Yo! Versos de Nellie. De tal manera que ambas recibieron su apoyo editorial, además de que Murillo realizó la portada y el prólogo de su primer

    poemario.

    Antonieta Rivas Mercado decidió partir de este mundo en Notre-Dame, el 11 de febrero de 1931, y ese año Campobello dio a la luz pública Cartucho. Relatos de la lucha en el Norte de México, convirtiéndose en la primera mujer novelista de su época en torno a la Revolución. De hecho, hasta el momento, no se tiene noticia de que alguna otra haya publicado una novela sobre el tema.

    Más tarde, en 1958, Josefina Vicens sorprendió al medio cultural con El libro vacío; recibió el Premio Xavier Villaurrutia y venció a Carlos Fuentes y a La región más transparente. Por su parte, Guadalupe Dueñas despuntó con Tiene la noche un árbol (1958) en el prestigioso Fondo de Cultura Económica (FCE), la empresa editorial casi reservada para los escritores de las maffias; en esa ocasión su talento se impuso a las conductas sexistas.

    Al año siguiente, Amparo Dávila irrumpió con paso fuerte y tajante, para colocarse como una de las voces más originales y atractivas de la cuentística en lengua española con Tiempo destrozado (1959), en el mismo FCE. Sin olvidar que desde 1957 Inés Arredondo había empezado a publicar sus narraciones en periódicos y revistas, con gran aceptación de un público deseoso de una literatura exquisita y profunda en el tratamiento del lado oscuro de la condición humana. Finalmente, gracias a sus méritos, Ediciones Era compiló sus primeros cuentos en La señal (1965). Sin lugar a dudas, Dueñas, Vicens, Dávila y Arredondo comparten esa mirada incisiva que desmonta la realidad convencional, para analizarla desde otros lentes más agudos y precisos.

    Al correr la década de los 60, María Luisa Mendoza vivía en Tlatelolco, por eso el 2 de octubre de 1968 contempló la masacre perpetrada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz y su gabinete, en la Plaza de las Tres Culturas. Ese trágico evento se convirtió en el protagonista de Con Él, conmigo, con nosotros tres (1971), al parecer la única novela escrita por una mujer al calor de la matanza (posteriormente aparecieron otras), mientras que a Elena Garro la transformó en el chivo expiatorio de los oligarcas por su activismo político y social en contra de la autocracia priista. Mendoza fue amiga de la Garro —como solía referirse a ella—, la entrevistó en varias ocasiones y su presencia permaneció en su caudal periodístico. Elena Garro, por su parte, construyó su visión del 68 en Sócrates y los gatos, un texto en tres actos que concluyó en julio de 1973, pero que por temor a las represalias se publicó póstumamente en 2003. Ellas representan a dos de las pocas autoras que escribieron, con un compromiso artístico y ético, alrededor de la inmolación del pueblo.

    Por lo tanto, al concluir esta jornada, los lectores habrán enriquecido su percepción sobre las distintas épocas en que transcurrió el devenir de nuestras mujeres iconoclastas.

    En este aspecto cumplen una función relevante los segmentos elegidos de La vida en México... de Salvador Novo, quien como cronista de varias décadas, narró eventos en los que intervinieron las polígrafas. Sus memorias ofrecen un registro fresco e íntimo para comprender cabalmente el contexto histórico, cultural y machista en el que se abrieron camino las féminas intelectuales en el siglo XX.

    Fuentes originales

    Tanto los textos de las creadoras, como los que versan sobre ellas, se reproducen desde las fuentes primarias, con el interés de acreditar los orígenes y enmarcarlos en su tiempo, al menos que se indique un motivo de excepción.

    Actualizaciones

    Nellie Campobello, Guadalupe Dueñas, Amparo Dávila y María Luisa Mendoza se quitaban los años, esa tradición con resabios patriarcales que las autoras adoptaron por inercia. La cosificación femenina a través de la idea de su belleza y juventud eternas, ha sido una carga para la mujer. No obstante, su combate progresista sobrepasa ese desliz. Actualicé los datos con las fechas correctas de su año de nacimiento.

    Notas

    Las notas al pie de página de mi autoría aparecen entre paréntesis con las iniciales PRL. En el caso de los textos bajo mi nombre carecen de mi abreviatura, por razones obvias.

    Precisión

    En la mayoría de los casos, las siguientes instituciones se identifican por sus siglas: Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, BUAP; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Conaculta; El Colegio de México, Colmex; Fondo de Cultura Económica, FCE; Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Fonca; Instituto Nacional de Bellas Artes, INBA; Instituto Nacional de Antropología e Historia, INAH; Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ITESM; Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, UACJ; Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM; Universidad Autónoma del Estado de México, UAEM; Universidad Autónoma Metropolitana, UAM; Universidad Autónoma de Nuevo León, UANL; University of New Mexico, UNM; Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM; Universidad Veracruzana, UV; Secretaría de Educación Pública, SEP.

    Un futuro por venir

    Es indudable que los movimientos feministas de los últimos años han surtido efecto, y las nuevas generaciones están colocando a las pioneras del feminismo en México en el sitio que se ganaron con su puño y letra. No obstante, la contienda en pro de la igualdad de género, la justicia social y la democracia —sus campos de batalla— no ha terminado.

    La serie Insurrectas festeja la sublevación de diez polígrafas a través de su obra y un rescate de otros materiales, ya que el patrimonio se encuentra tanto en la producción creativa, como en otros acervos para conocer plenamente su universo. Al acercarnos a su lucha, imaginamos un futuro diferente y nos unimos a su lid sin dar tregua alguna.

    Disfruten las palabras aquí capturadas; las grescas de quienes nos dieron libertad en más de un sentido.

    Patricia Rosas Lopátegui

    30 de enero de 2022


    ¹ Garro, Elena. La culpa es de los tlaxcaltecas, La semana de colores. Xalapa: UV, 1964, p. 12.

    ² Véanse en Rosas Lopátegui, Patricia. El asesinato de Elena Garro. Periodismo a través de una perspectiva biográfica. 2a edición aumentada. Monterrey: UANL, 2014.

    ³ Véanse en Rosas Lopátegui, Patricia. Diálogos con Elena Garro. Entrevistas y otros textos. México: Gedisa, 2020, 2 vols.

    ⁴ Conferencia de Rosario Castellanos leída el 22 de julio de 1965, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. (Confrontaciones. Los narradores ante el público. México: INBA-Joaquín Mortiz, 1966, p. 95).

    ⁵ Véase en el libro dedicado a Nahui Olin-Carmen Mondragón.

    ⁶ Véase en el libro dedicado a Guadalupe Dueñas.

    Antonieta Rivas Mercado

    María de la Luz Antonieta Rivas y Castellanos

    (Ciudad de México, 28 de abril de 1900 - París, 11 de febrero de 1931)

    Insurrecta

    "Es preciso, sobre todo para las mujeres mexicanas, ampliar

    su horizonte, que se la eduque e instruya, que cultive su mente

    y aprenda a pensar: Antonieta Rivas Mercado (La mujer mexicana", 1929).

    Obra de Antonieta Rivas Mercado (Selección)


    Ulises. Revista de Curiosidad y Crítica, núm. 5,

    México, D.F., diciembre de 1927, pp. 22-23.

    En torno a nosotras

    Antonieta Rivas

    Las mujeres se han puesto a escribir. Siempre hubo algunas que lo hicieron, las excepcionales. Hoy es distinto; sin esperar a sentir el llamado, dejan correr la pluma o los dedos sobre las teclas, y dicen cosas. Margarita Nelken es española; escribe en los periódicos; ha hecho un trabajo sobre la condición de la mujer en su país; ha escrito una novela y acaba de publicar un libro, En torno a nosotras [Madrid: Editorial Páez, 1927].⁸ Es ya mucho, quizá demasiado.

    El título pretende ser sugestivo. El índice recuerda un baúl repleto a reventar, son tantos los problemas que abarca. El contenido, lamentable. Usa del diálogo que no domina. Sus interlocutoras son exponentes mediocres; la una del sufragismo igualitario, agresivo y limitado de Norteamérica. Con estas palabras la define: Es mujer seria, quiere serlo y es muy raro que una carcajada, una franca carcajada sirva de expansión a su juventud, reprimida por tantos libros y tantas ideas fundamentales. Es decir, un prototipo de pedantería. La otra defiende a la mujer tradicional, pasiva, sumisa, impersonal, la que sólo alcanza su plenitud vital gracias al hombre. De ella dice que sonríe luminosamente; que mentalmente es como los juncos. Sin embargo, ella formula la única idea interesante de todo el libro. Que la mujer es distinta del varón y debe afirmar su diferencia, en vez de aspirar a igualarse. Desgraciadamente esto queda como un esbozo.

    No es creíble que la señora Nelken calle por avaricia. Justamente ignora lo único que valía la pena que hubiera dicho. Cuando una mujer escribe sobre problemas femeninos, esperamos encontrar trazas de un estudio autocrítico. La mujer analizada por sí misma proyectaría luz sobre un oscuro capítulo de la psicología. La esencia de la mujer yace en sus rasgos diferenciales y ella es la única que puede definirlos. ¿Cuándo veremos iniciarse esa labor?•

    Schneider, Luis Mario. Obras completas de Antonieta Rivas Mercado. México: Editorial Oasis-SEP, Lecturas Mexicanas, 1987, pp. 315-320.

    La mujer mexicana [1929]¹⁰

    El hombre hace la historia;

    la mujer hace al hombre

    G. Marañón

    Quienquiera que intente encontrar en nuestro pintoresco medio social un tipo representativo de mujer mexicana, fracasará. La mujer mexicana no existe. Esto se explica fácilmente. Como nación hemos sufrido influencias varias. Desde la española, a la cual debemos el ser, hasta la norteamericana, habiendo pasado por la francesa. El sedimento de estas culturas, depositado sobre un fondo indígena, no se ha fundido aún. Mujeres hay que por su traje y costumbres parecen arrancadas de medios europeos, ya español, ya francés. Otras sufren el contagio norteamericano, adoptando desde el corte de pelo hasta la manera de divertirse. Y la mujer indígena vive tal como cuando los conquistadores establecieron el reino de la Nueva España. En México todo se está haciendo. No hay que buscar en él todavía un tipo general de mujer. Éste corresponderá al momento histórico en que todas las manifestaciones nacionales sean fisionómicamente nuestras.

    Sin embargo, en México hay mujeres. Las encontramos agrupadas en torno a totems representativos de potencia económica. Propiamente no se puede hablar de castas, porque los acontecimientos políticos se suceden con rapidez tal que no permiten cristalizaciones duraderas. Antes de seguir adelante, diremos que un factor social, que lógicamente debiera servir de amalgama a las mujeres mexicanas, de hecho se ha modificado adaptándose a las circunstancias de cada una. Me refiero a la religión. En México, todas las mujeres son católicas, ya que no vale la pena tomar en consideración a las que pertenecen a otros credos. Pero el catolicismo mexicano es como una fábrica de trajes a la medida, y en nada suaviza las aristas sociales.

    La mujer de la aristocracia vive en casa de planta europea, viste en casa de Paquín, come a la francesa y cree en todos los artículos de la fe. La india vive en el jacal, de lodo o pasto, viste de manta, come tortillas y frijoles y cree igualmente en los artículos de la fe. Aquélla, cuyo alimento espiritual son las películas americanas, cuyos héroes son los de la pantalla y que baila al son del jazz, tampoco tiene inconveniente en aceptar los dogmas católicos. Pero ¡qué lejos se encuentran esas mujeres unas de otras!

    En México carecemos de esas fábricas de educación que tan eficaz resultado han dado en Norteamérica. Entre nosotros, la educación también está íntimamente relacionada con el poder económico. El gobierno no ha tenido el vigor suficiente para centralizar y dar un tipo superior de escuela al que asistieran democráticamente los hijos de todos. Si esto es sensible hasta en los hombres, ¡cuánto más entre las mujeres! Pero hay un rasgo común en la educación que todas reciben. Su ineficacia, su nulidad.¹¹Por regla general, la mexicana es ignorante. Sigue en boga la noción de que así como es obligatorio preparar al hombre para la vida, es innecesario y hasta nocivo preparar paralelamente a la mujer. Ésta sigue siendo, casi siempre, una mujer colonial, en la que se exaltan las virtudes pasivas, si es posible que la pasividad sea virtud.

    No sabemos hasta qué punto atribuir a la identidad de religión una actitud uniforme de docilidad en las mujeres. La mexicana es un parangón de docilidad. Claro está que con mujeres cuya bondad misma se define negativamente, es inútil buscar su manifestación positiva en la sociedad en que viven. Las mexicanas no actúan, y ni siquiera en el campo de la filantropía demuestran una actividad digna de mención. Bien es cierto que el fermento revolucionario de 1910 hizo brotar mujeres que apasionadamente se dieron a aquella causa; pero su labor no fue constructiva, sino sentimental. Sirvieron de propagandistas, fueron agitadoras, muchas veces admirables por su entereza, pero desempeñando siempre un papel secundario. La derrota de esas mujeres, quienes formaron núcleos llamados feministas, está escrita en la Constitución que ahora nos rige, pues ni siquiera se hicieron oír cuando se estaban elaborando las leyes nuevas que habían de afectar a la mujer y al niño. El criterio de la legislación de 1917 es puramente masculino. En México se ha dado el mismo fenómeno que en los demás países latinos; no hay feminismo. Ese injerto sajón no prendió en nuestro medio.

    En general se conceptúa a la mujer en México buena. De los hombres se dice, con una sonrisa benigna, que son una calamidad. Pero de la mujer, que es buena, muy buena. Extraño concepto de la virtud femenina que consiste en un no hacer. Podría indicarse que para no hacer es preciso ser de alguna manera. Cabe la duda de que dicha virtud sea un fruto del temor, más que un producto espontáneo. Porque salta a la vista que la pasividad femenina sirve de socio a la licencia masculina. Las mujeres mexicanas en su relación con los hombres son esclavas. Casi siempre consideradas como cosa y, lo que es peor, aceptando ellas serlo. Sin vida propia, dependiendo del hombre, le siguen en la vida, no como compañeras, sino sujetas a su voluntad y vendidas a su capricho. Incapaces de erigirse en entidades conscientes, toleran cuanto del hombre venga. El resultado es que éste no estima ni respeta a la mujer y que ella se conforma, refugiándose en lo que han llamado su bondad. Pero ya es tiempo de decirles que se trata de un poco de éter o cloroformo sentimental que el hombre les ha estado dando. Si la bondad de la mujer no hubiera sido una ilusión piadosa, se reflejaría en sus hijos, en sus maridos, en todos aquellos hombres accesibles a su influencia.

    No vamos a juzgar a la mujer con el criterio masculino de que debe hacer obras que trasciendan de su persona. No; nos concretaremos a buscar a la mujer dentro de la esfera que le es propia, la de su feminidad y, con Marañón, diremos que su obra es el hombre. ¡Qué requisitorio merecen entonces las mujeres de México! Como esposas, toleran y sufren. Como madres, sufren y toleran. Incapaces de elevarse a la altura que su misión requiere, han dejado que el hombre vaya a la deriva, sin un criterio moral que norme sus actos. Basta echar una ojeada a las páginas de nuestra historia para sentir inmediatamente que nos han faltado mujeres fuertes, mujeres conscientes de sí mismas y del papel que debían desempeñar.

    Alguien dijo que la mujer es la mantenedora de la raza. Por naturaleza lo es; pero basta ya de creer que por sabiduría infusa la mujer acierte a ser esposa y ser madre. No sólo es insuficiente dar nada más la vida física, sino muchas veces criminal. Es menester que la mujer se ponga en condiciones de dar vida moral. ¡Que la mujer se haga capaz de dar vida moral al hombre! ¿Podría darse algo más difícil, pero al mismo tiempo más apremiante? En verdad, y aunque el hombre voluntariamente no se lo confiese, por instinto espera de ella ese don inapreciable, como si ella estuviera en contacto íntimo con fuerzas vitales a las cuales él no tiene acceso. Pero esa realidad espiritual que el hombre presiente no debe bastar ya a la mujer. Creemos que está obligada a desarrollar el esfuerzo indispensable para hacer efectivo en ella lo que hasta hoy ha sido posibilidad. Diríase que la mujer es un teorema sin demostración. Su contacto íntimo con la vida, su intuición de ella exigen medios para que pueda utilizar esa influencia, hasta ahora virtual. Es preciso, sobre todo para las mujeres mexicanas, ampliar su horizonte, que se la eduque e instruya, que cultive su mente y

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