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La Respuesta: Exitología #2
La Respuesta: Exitología #2
La Respuesta: Exitología #2
Libro electrónico361 páginas4 horas

La Respuesta: Exitología #2

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La narrativa es otra. Pero el énfasis mantiene su tono de total positivismo. El compromiso con el lector continúa, porque su misión no es de un solo día ni de un solo libro. Si en ‘La Escalera' deslumbró con su potente testimonio de vida y sus propuestas, ahora con ‘La Respuesta' sigue sin quitar el dedo del renglón formulándose interrogantes con que se identifican muchas personas, las cuales él contesta en un estilo de dinámica solvencia didáctica.

En un lenguaje que por momentos evoca el rancho en que nació, llamando a las cosas por su nombre, cada capítulo representa un tú a tú donde Abel Quiñónez resuelve la instancia pregunta/respuesta con sorprendente eficacia.

En esa perspectiva ‘La Respuesta' es también una invitación a dialogar y motivarse, actuar y tomar decisiones, cambiar de actitud y de estrategia, renunciar a ciertos hábitos, recapacitar y superarse comenzando ahora mismo.

Ese es el supremo objetivo de Abel Quiñónez, su causa, su apostolado, su forma de sentir, alzar y mostrar explícitamente en público su Declaración de Principios. Así entra de plano y más a fondo al siguiente nivel de su Exitología, la serie con que se ha comprometido hasta las últimas consecuencias. Con ‘La Respuesta' refuerza su convicción de que el éxito sí es posible. Conviene hacerle caso.

La Estrella de Abel Quiñónez sobre la acera junto al hotel París de Las Vegas tiene el número 72. Al emotivo acto de develación realizado el 28 de mayo de 2015 concurrió toda su familia. También lo acompañaron muchos de sus amigos.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 may 2021
ISBN9781662490088
La Respuesta: Exitología #2

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    La Respuesta - Abel Quiñónez

    La comunicación desde

    el corazón

    Clave: saber decir lo que

    quieres y decirlo bien

    Hay grandes personajes que por su legado se ganan un espacio en el tiempo e influyen en su entorno tan solo por la calidad de su comunicación y su mesurado hablar. Transmiten una especie de clase magistral cada vez que abordan cuestiones a veces bastante complicadas y aún así mucha gente puede entenderles sin dificultad.

    Imaginándonos una situación tan delicada como la paz mundial, el ejemplo más relevante sería el del general Colin Powell, primer Secretario de Estado de origen afroamericano en la historia de Estados Unidos, quien tenía que viajar a través de todo el mundo hablando acerca de temas de enorme repercusión internacional.

    Recorriendo países, estrechando las manos de presidentes, primeros ministros, reyes y reinas, y refiriéndose prioritariamente a la paz debía medir muy bien el alcance de lo que dijera recurriendo para ello a palabras precisas y exactas que pudieran evitar una guerra o un conflicto.

    Aprendiendo hasta del fracaso

    ¡Wow! ¿Qué era lo que decía y cómo lo decía? Lo justifico con el resultado: paz en el mundo después de un viaje en que volvía a salir victorioso.

    La frase con que él definió su fórmula en esos momentos de satisfacción es muy interesante: No hay secretos para el éxito. Éste se alcanza preparándose, trabajando arduamente y aprendiendo del fracaso.

    Palabras motivadoras y exactas las suyas. Practicar el arte de dialogar es fundamental en la búsqueda de nuestro éxito. Eso es lo que me propongo al presentar este nuevo libro: hablar con el lector, motivarlo y moverlo, lograr que se analice, que se ponga frente al espejo de su propio yo y se haga un retrato íntimo que, a lo mejor, estaba pendiente.

    Quizás tú te preguntes ¿cómo es que saber conversar me ayudará a triunfar? Contesto con otra pregunta: ¿Quién te garantiza el éxito si fallas en comunicar lo que quieres o no sabes cómo decirlo?

    Lo que esperas depende de ti. Lo que puedes dar en términos de comunicación, también. De ti depende el 99% de tu éxito. Conversar no significa solo hablar. Conversar es decir lo correcto y de manera apropiada en el momento indicado considerando que a la mayoría de los propósitos en el mundo se ha llegado a través de la práctica de este arte en apariencia tan sencillo pero en los hechos a veces tan complejo.

    Así como lo hacía Colin Powell en la discusión de los tratados de paz, lo mismo sucede en las pequeñas y grandes empresas en las conversaciones internas entre sus socios.

    Lo demuestran a diario también esos matrimonios que son un ejemplo para tanta gente al llegar a su vejez de común acuerdo en sus decisiones e incluso aprendiendo algo positivo de sus fracasos.

    Comunicación es vínculo

    Por lo tanto, si el éxito es la consecuencia de una buena comunicación entre naciones, en la familia, al interior de la parentela y las amistades, y por supuesto en los negocios debería ser igual o, por lo menos, muy parecido.

    Lo mismo vale en nuestra aproximación a la felicidad.

    En ella hay un vínculo y ese vínculo es la comunicación.

    Para establecer una buena comunicación, debes ponerte en el lugar de la otra persona y en sus intereses, observando su reacción frente a lo que tú le estás diciendo.

    Solo con el poder convincente de tus palabras vas a llegar al punto ideal de un acuerdo.

    Técnicamente a eso se le llama vínculo de acuerdo, porque proviene del intercambio de sabiduría. En sentido opuesto, discutir sin lograr un acuerdo es un intercambio de ignorancia.

    Respetar y argumentar

    Pero si en algún momento te ves en la obligación de entrar a discutir un asunto, recomiendo el uso de palabras suaves, dichas sin levantar la voz y sin faltar el respeto a nadie. Tampoco eches en cara los defectos o las debilidades de la otra parte.

    Es preferible que des argumentos y jamás caigas en la tentación de intentar descalificar, humillar o ningunear como persona a nadie.

    No hagas guerra donde reina paz. No dispares a lo necio. Hay palabras soeces y altisonantes que suelen quedarse para siempre. Más temprano que tarde te las tendrías que tragar.

    Las palabras suaves, bien dichas y simpáticas, son más fáciles de digerir y más propias de la verdadera diplomacia.

    Nuestra actitud debe encauzarse siempre en la buena comunicación. Gracias a eso tendemos el mejor vínculo para aproximarnos a lo que realmente nos importa: el triunfo.

    Logrado el éxito y de todo corazón estaremos como el cielo cercano al infinito.

    Recordemos

    No es tan fácil, pero vale la pena. Colin Powell lo comparó con un propósito convertido en realidad cuando dijo que "un sueño no se hace realidad a través de la magia; se necesita sudor, determinación y trabajo duro".

    Eso es lo que nos inspira al escribir cada uno de estos capítulos. No son regaños y ni siquiera reproches. De hecho, debes considerarlos como los mensajes de un amigo que tiene real interés en ayudar a un amigo, o amiga, para que tú también alcances el éxito que te mereces y, al mismo tiempo, la felicidad y el bienestar que depara una buena situación, aquella que muchos definen con una palabra fascinante: riqueza, sobre todo la que llevas en tu corazón y es la base de tu integridad.

    Saber, acción y reflexión

    No solo de personajes icónicos como Powell te escribo en este libro, sino también de otros exponentes del saber, de la acción y de la reflexión como Albert Einstein, Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr, Nelson Mandela, Confucio, Jimmy Carter, Bill Gates, Robin Williams.

    Sin embargo, eso no es todo, porque en mi historia también participa la mal llamada gente común y corriente, que suele estar bastante fuera de lo común y muy lejos de lo corriente por la seriedad y profundidad de su conocimiento.

    Me consta que hay campesinos tan sabios como un agrónomo y albañiles que podrían competir con un ingeniero o un constructor.

    Aunque no hayan estudiado en universidades ni dispongan de diplomas ni títulos profesionales colgados en las salas de sus casas, tienen mucho que decirnos sobre esta apasionante y cambiante realidad que es el milagro de la vida humana sobre nuestro planeta.

    El poder de tu cerebro y tu edad

    La estación central de tu propio tren-bala

    Hola, de nuevo. Creo necesario reiterarte que cada capítulo en este libro es un recado hecho especialmente para ti. Por eso notarás que insisto y vuelvo a insistir en uno que otro tema pero analizándolo desde una óptica distinta.

    Como singular ejemplo, ese es el caso del cerebro, la repleta estación central que nos gobierna y de donde salen y entran los muchos trenes rápidos que regulan nuestra vida.

    Cerebro y cuerpo, como tú lo sabes muy bien, nacen al mismo tiempo. Pero ¿por qué a veces uno abandona al otro?

    Porque te dejas influenciar por lo que dicen los demás y empiezas a pensar igual que ellos, contaminándote con su atosigante mediocridad.

    El retiro y otras patrañas

    No me digas que no. Hay gente que llega a los 40 o 50 años y empieza a hablar de su retiro, quejándose de dolencias físicas y ficticias con frasecitas como estas joyas orales:

    —Ya me estoy haciendo viejo. Se me vino un ‘viejazo’.

    —Ya no soy la persona que antes fui. Me duele todo.

    —Ya no me queda mucho tiempo. No aguanto más.

    —Ya no tengo la fuerza de antes, de cuando era joven,

    El gran problema con esto es que también lo escucha un tipo muy poderoso que se llama cerebro, un individuo que tiene una tendencia bastante peligrosa debido a que hace todo lo posible por complacerte.

    Su placer es hacerte caso

    Como te lo he dicho antes, tu cerebro es como un genio, un tipo que espera tus órdenes y actúa tan rápido como un tren-bala y te complace de muchas maneras.

    Para él, tus pensamientos son tus deseos y en eso coincide hasta con la Biblia cuando dice: Como lo piensas en tu corazón, así será.

    La consecuencia es inevitable: si tú crees que ya eres viejo, con todo ese terrible poder que tiene, tu cerebro te lo va a corroborar.

    Importancia de las contraórdenes

    Reconoce que esto es la puritita verdad y pregúntate cuáles son las contraórdenes que deberíamos darle a nuestro cerebro.

    Que no nos queda poco tiempo y que no nos estamos haciendo viejos. Personalmente prefiero pensar que tengo 26 a pesar de que hace más de 55 años que aterricé aquí en la tierra.

    Lo interesante es que mi presión sanguínea y mi colesterol es la de un joven de 26 años. Monto mi bicicleta diariamente y nunca me canso. Escucho a mis amigos hablar de retirarse y pienso entre mí: Pobrecitos, yo apenas estoy comenzando.

    Convéncete: aún tienes 20

    El poder del cerebro humano funciona de esa forma. Si tú lo crees, así es.

    Si estás convencido que tienes 20 años, 30 años o cien años, de esa forma va a responder tu cuerpo.

    Lo dijo Jesús de Nazaret: Como lo piensas en tu corazón, así será.

    Si te puedes convencer de que andas por los titantos años de edad sin mirar demasiado el calendario, no importando cuánto tiempo has acumulado sobre este planeta, tu poderoso cerebro va a hacer todo lo posible para que tengas la energía, la fuerza y la salud de una persona de 20.

    En síntesis, no permitas que tu tren-bala de la edad se te descarrile. La fuente de la juventud la tienes encima de tus hombros, está en tu cerebro.

    Te lo recuerdo una vez más: ¡eres lo que piensas que eres!

    En vez de pensar tanto en tu edad, mejor piensa en tus nuevas metas. —Abel Quiñónez.

    Siembra buena semilla

    Cosecharás buenos frutos

    Por más consejos que te den, hay lecciones que solo aprenderás a base de caídas y golpes. —Richard Gere.

    Lo que siembres es lo que vas a cosechar. Es una ley universal. Ineludible en todos los idiomas y totalitaria en su jurisdicción. No es tan difícil comprenderla, pero conviene tomarle atención, porque si no la obedecemos tal vez vamos a salir mal librados de ella.

    Dato sabido: la naturaleza tiene un ciclo que consiste en que primero siembras y luego, después de algún trabajo a veces fatigoso, cosechas.

    Nunca se nos ocurriría dejar pasar la primavera, dejar pasar el verano y cuando llega el otoño tener preparada la tierra y echar las semillas con la esperanza de que rápidamente la cosecha esté lista de la noche a la mañana.

    Así es la ley natural. En la sociedad, como en el campo, lo que sembramos es lo que vamos a cosechar. En ocasiones ni nos damos cuenta que esto ocurre también en nuestras vidas. Todos hemos tenido experiencias en que hemos tratado de obtener resultados instantáneos, de un momento para otro.

    No me digas que no

    ¿Cuántos de nosotros, cuando estábamos en la escuela, esperábamos hasta la última noche para ponernos a estudiar para el examen del día siguiente?

    ¿Cuántos de nosotros hemos llevado toda una vida alimentándonos de la peor manera y sin hacer ejercicio aumentamos nuestro peso y pretendemos que, con la ensalada que comimos ayer, vamos a regresar hoy al peso que teníamos a los 20 años de edad?

    Esto también se puede aplicar al matrimonio. Somos muchos los que no tomamos el tiempo necesario para cuidar de sus semillas y cultivarlas. No las regamos a tiempo ni con el amor suficiente, ni con tiempo, ni con la consideración, ni con la compasión que le permitan fructificar. Y enseguida, cuando llega el divorcio, nos negamos a entender su porqué.

    Eso también tiene su tiempo

    Somos muchos los que pretendemos que ciertas cosas nos lleguen en un instante. Por arte (o truco) de magia, como si fuésemos el mismísimo David Copperfield.

    Por el contrario, tenemos que entender que la obtención de las cosas de valor toma su tiempo. Primero hay que plantar; después, cultivar, desmalezar; y a continuación, cosechar. Son etapas que demandan conocimiento, trabajo y dedicación.

    Tal para cual

    Simplificando nuestro enfoque por favor recuerda que:

    Si siembras egoísmo, desprecio y violencia, eso es lo que vas a cosechar.

    Si siembras justicia, amor y respeto vas a llenarte de buena cosecha.

    Será una cosecha abundante aparte de satisfactoria, porque el universo estará contactándose contigo para implementar un orden repleto de armonía para el equilibrio empezando contigo y luego con los que te rodean.

    ¿No es fantástico? ¿Verdad que sí? ¡Venga pues!.

    Por eso te reitero la validez universal de esta ley.

    Vayamos nosotros mismos al frente de esta manifestación de progreso personal y hagamos un cambio para el mundo. No dejemos en manos ajenas lo que nos corresponde hacer a nosotros.

    Hazlo primero por ti y muéstrale el ejemplo al mundo.

    La maldad y las malas costumbres tienen un feo final.

    La bondad y las buenas costumbres triunfan así como perduran las grandes historias de amor incluyendo las que vemos en las grandes películas de Hollywood. Esas que culminan con un Happy End (un final feliz).

    Todo lo que se desarrolla empieza su gestación en la mente del hombre, ya sea para bien o para mal. —Abel Quiñónez.

    Esto es sumamente importante en la vida. Tenlo siempre presente. Lo que siembres es lo que vas a cosechar. Siembra semillas buenas, tu cosecha será buena y generosa.

    La importancia de

    tomar acción

    No te quedes en tus sueños

    sin tratar de alcanzarlos

    Luz, cámara, acción: Hollywood se mueve en función de esta trilogía verbal. Es una especie de pirámide. ¿De qué servirían la luz, la cámara y el set sin la acción? Éste es en el cine el ingrediente mágico que cambia los sueños en realidad fílmica y en un gran negocio.

    Si llevamos esta trilogía a la vida de todos los días, nos damos cuenta que la luz, esa luz gratuita que nos alumbra de la mañana a la noche, y la cámara, la de nuestros ojos extasiados ante los tantos escenarios que nos depara el hecho de vivir, están ahí invitándonos, haciéndonos un guiño para entrar en acción.

    En esto no es necesario que seas un actor o una actriz profesional. Tratándose de cualquier ser humano todos desempeñamos diversos papeles desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir.

    La acción a que me refiero es aquella que nace en un sueño: el sueño de avanzar, el sueño de ser más, el sueño de ser feliz, el sueño de ganar más, esas profundas motivaciones que nos mueven hacia adelante.

    ¿Sueños? Todos los tenemos

    Lo inaudito es que somos muy pocos los que tomamos acción para llevar esos sueños a la realidad. En muchísimos casos terminamos yéndonos a la tumba mientras seguíamos soñando con una idea.

    En este punto, permíteme preguntarte: ¿Por qué es que has logrado tan poquito en tu vida? ¿Miedo escénico? ¿Qué?

    Te respondo: Lo más probable es porque no has tomado acción.

    ¿Gente de acción? Sí

    Si te fijas en la gente que tú admiras, vas a notar que son personas de acción, entre ellos los cantantes, hombres y mujeres de negocio, atletas superdotados, uno que otro político, algún estadista y hasta bomberos, que son triunfadores porque toman acción.

    Tomar acción es la solución a muchos de tus problemas, la clave para realizar tus anhelos. Nada sucede hasta que tomas acción.

    Las benditas locuras

    ¿Cuántas veces has tenido una idea, por ejemplo de fabricar cierto producto, o abrir un negocio, pero no has tomado la correspondiente acción?

    Puede ser que frente a esa idea tú mismo te convenciste de que es, o era, una locura y que no iba a funcionar.

    Pero, de repente, te diste cuenta que otra persona lanzó idéntica idea y le está produciendo millones.

    Tú te quedas de brazos cruzados y te reprochas el no haberla registrado ni implementado. Fue una bendita locura para otro, no para ti.

    ¿Por qué? Por lo mismo. Porque ¡no tomaste acción!

    Te lo repito: no tomaste acción. Pero ¿por qué?

    ¿Porque tenías miedo? ¿Miedo a fracasar? ¿Pensaste que no iba a funcionar? ¿Miedo a que alguno de tus amigos o familiares se burlaran de ti?

    Tus dudas te llevaron a quedarte en nada. Tiraste tus sueños a la basura.

    Arriésgate y triunfarás más

    No me gusta llamar a nadie un fracasado o una fracasada. Porque a veces parece un insulto. Todos somos triunfadores en algo, aunque sea en una mínima dimensión.

    Sin embargo, lo cierto es que hay gente de mayor éxito que otra. Nadie lo puede negar o ignorar. La enorme diferencia entre unos y otros consiste en que algunos toman acción; y los otros, la gran mayoría, no.

    Quizás el de más éxito también sintió miedo, pero se sobrepuso a esa sensación y entró en acción. Así fue como se convenció él, o ella, primero; y gracias a eso pudo convencer a otra gente de que su idea valía la pena.

    Acción y riesgo

    Por eso la próxima vez que tengas una idea o que se presente una oportunidad, recuerda algo fundamental: tienes que arriesgarte y entrar en acción.

    Si no decides tomar acción y arriesgar… olvídate de la luz, de la cámara y del éxito.

    Mientras tú dudas de ti mismo, muchos se asustan de tu potencial. ¡Cree más en ti! —Abel Quiñónez.

    Tomar o no tomar control

    No hacer nada también es una decisión

    Lo dice mucha gente. Me consta. Creen que ser adulto es tomar el control de sus acciones al cien por ciento. Pero, no. Están en un error, ya que siempre existe algún factor que nos limita.

    Lo que dicen es muy simple y algo fuerte: A mí nadie me manda, ya soy grande, yo me mando solo.

    Breve como mensaje, sencillo, súper afirmativo y tajante, lo consideran su mayor concepto vital, combinando a su manera fantasías y realidades.

    Sin embargo, y no te frustres por favor, es solo una media intención, ya que eso de mandarte solo está sujeto a tu entorno, a quienes te rodean e incluso a la propia ley.

    No puedes conducir a 200 kilómetros, o millas, por hora debido a que en velocidades existe un límite legal, ¿verdad? Tampoco puedes tocar música estruendosamente en tu departamento después de cierta hora, porque tus vecinos van a llamar a la policía, ¿verdad?

    Controlando tu vida

    De todas maneras, dentro de las limitaciones que te imponen el sentido común y las leyes, sí debes tomar el control de tu vida e ir en pos de tus fantasías, esas metas próximas o más o menos distantes que bullen en tu imaginación.

    En ese contexto tienes que aceptar —y te aplaudo si lo entiendes bien—, que todo lo que logres es tu culpa. Tú eres responsable por todo lo que te sucede.

    No culpes al gobierno, ni a tu jefe, ni a tus compañeros de trabajo; y tampoco a tus padres o a tu pareja.

    Acepta estar donde estás

    … por culpa de tus decisiones y de tus propias acciones.

    Estás donde estás porque pudiste tomar, o perder, el control de tu vida. Admirable tu bravura

    Pero si yo no hago nada

    Con total control o sin él, hay gente que me ha dicho: Pero, Abel, si yo no hice nada, no tengo culpa de nada.

    Permíteme rectificar y no te escandalices por la respuesta que les doy: Sí. Eres culpable. Estás en un soberano error. Porque hiciste la decisión de no hacer nada. Decidiste no tomar el control de tu vida. Y eso es aún peor.

    Remediar la situación

    Cuando corresponde es muy importante que aceptes tu culpa, porque significa que has perdido el control.

    Solo si asumes tu culpa seriamente, puedes tomar acción para remediar la situación y así todo empezará a cambiar.

    Te doy un ejemplo. ¿Tienes problemas con tu pareja? Si tú dices vieja loca, ella no tiene remedio es porque la situación está fuera de tus manos.

    Si dices, aunque sea a regañadientes, es mi culpa y le preguntas qué puedes hacer para mejorar la relación y te sientas a hablar con ella y reconoces tus posibles errores, vas a terminar dándole más cariño y recibiendo más cariño.

    Si actúas de esa manera

    … es porque has recuperado el control de tu vida.

    Ahhh. Y si pudiste entender bien este mensaje ¡aguas! ahora estás viviendo en un nivel más alto.

    En apenas unos minutos, lo que has tardado en leer y releer este capítulo, te has convertido en una persona mucho más poderosa. Ya te mandas solo.

    Nuestro éxito se basa en nuestras decisiones acertadas. En parte es también consecuencia de nuestras derrotas superadas. —Abel Quiñónez.

    El deseo al éxito

    Marca tu ruta

    ¿Crees que vas a poder conseguir lo que tú quieres en esta vida? ¿Tus emociones, acciones y creencias respaldan tus deseos?

    ¿Has tenido temporadas en que todo te ha salido bien

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