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Condenado A Morir En Libertad
Condenado A Morir En Libertad
Condenado A Morir En Libertad
Libro electrónico176 páginas2 horas

Condenado A Morir En Libertad

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Marcial es condenado a la pena de muerte por un asesinato múltiple, agravado por canibalismo, al comerse parte del rostro y del pecho de una de sus víctimas. Su estado de inconsciencia producido por la ingesta de una droga, es el detonante que evidencia la diferencia entre la inconsciencia normal en que vive la mayoría de la humanidad, respecto a la inconsciencia por el efecto de drogas que potencializan a la bestia en que se convierte la persona, cuando su alma se olvida definitivamente de lo que es, para caer en los engaños del ego, como ocurre en casi toda la vida de las personas, que le les lleva a buscar la felicidad en lo que se obtiene o en lo que se hace.El hombre es un ser espiritual, dotado de alma y cuerpo. Cuando el alma permanece inmóvil, se deteriora; como el agua que siendo un símbolo de pureza y una fuente de vida, estancada se pudre y se convierte en una fuente de contagio y muerte; el alma que no escoge al espíritu en el interior de cada uno en que vive, va directo a la muerte, arrastrando a todo lo que encuentra a su paso, incluyendo a los seres que dice amar. Sin embargo, siempre hay esperanza, y esto es lo que ocurre con Marcial, que camina a la muerte, pero que al final logra enrumbarse por el Camino a la Verdad.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 abr 2021
ISBN9781662488719
Condenado A Morir En Libertad

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    Condenado A Morir En Libertad - Marcial

    I

    Más que cuerpo

    Cada paso que da, limitado por el tamaño de las cadenas que abrazan sus tobillos, le conduce al pasado; su mente salta como ese ser lleno de muchos brazos, en uno de los cuales empuña un garrote que le golpea sin parar, mientras salta de un pensamiento a otro; cada recuerdo provoca un dolor que no cesa.

    Este día, que le parece el más largo de su vida, recién empieza; son las ocho y treinta de la mañana, han transcurrido casi cuatro horas desde que comenzó su macabro viaje, de una celda que mide 4 m x 2.5 m, hasta el túnel que le conduce al subsuelo del edificio en el que será sentenciado, que se asemeja a la ballena que se tragó a Jonás¹; no sabe si realmente está vivo o solo es una especie de fantasma que ha sido predestinado a la muerte desde antes de nacer; y al fin y al cabo, piensa Marcial, qué es la vida sino el inicio de la muerte.

    Mientras camina como autómata, encadenado de pies y manos, con su mirada fija en el suelo, de pronto viene a su mente como una película, imágenes, escenas, eventos de su vida miserable, llena de dolor, sufrimiento y miedo; a la vez que piensa que así se deben sentir los padres de esos niños que padecen enfermedades terminales, que saben que sus hijos van a morir, pero que deben demostrar y compartir fortaleza y esperanza, tanto a su pequeño moribundo como a aquellos que su muerte va a provocar lesiones que quizá nunca más podrán sanar; así mismo, piensa Marcial: «Tengo que caminar erguido hasta encontrarme con la muerte, de pie hasta la tumba».

    De pronto, por el peso del dolor, la presión del sufrimiento que le invade; de una forma extraña, sus pensamientos se posan en su compañero de celda Johny, quien ya camina por su aniversario veintidós, de una sentencia de noventa y nueve años que le impusieron por una carrera delictiva que empezó apenas a sus 17 años de edad.

    Marcial recuerda con lujo de detalles, la conversación de la tarde del día anterior, en la que Johny transmitió palabras que parecía que nacían de un Ser que habita en su interior, que no es él, pero si es él. No transcurre sino unos minutos, mientras en su mente siente como si hubieran pasado horas, en las que le decía:

    —En esta celda de 4 m x 2.5 m, con esta estructura de hierro super reforzado, puerta de seguridad con apenas esa pequeña compuerta que se inclina hacia afuera, es imposible que salga de aquí por la fuerza. Ni siquiera con la ayuda de alguien. A menos que, ejerciendo su voluntad con libertad, tome las llaves que tiene en ese bolsillo a la altura de su pecho y abra la puerta; solo usted puede ver la llave, tomarla, abrir y decidir vivir en libertad —dijo Johny.

    —¿Y por qué no hacerlo? —preguntó Marcial.

    —Usted inconscientemente decide no ver, y en consecuencia, elige permanecer prisionero; mientras pierde su vida en esta decisión, es como aquel hombre que está metido en un pozo de estiércol que le llega hasta el cuello, y que no quiere salir porque se adaptó a ese mundo que es el único que conoce, en el que más que estar a gusto, tiene miedo de perder lo conocido, y de exponerse a la vergüenza de que los demás vean el estiércol que se extiende como parte de sí mismo; no quiere salir de ese pozo de estiércol, solo quiere que no le hagan olas.

    Es decir, no quiere salir de su prisión mental por miedo a tomar una decisión que le libere, como todos los cobardes que, durante la mayor parte de nuestras vidas, pasamos oprimidos y sometidos voluntariamente al malestar, a la miseria, al dolor y el sufrimiento, por el solo hecho de elegir permanecer en esta persistente indecisión de enfrentar el miedo, de no buscar de verdad el camino a la libertad.

    Marcial recuerda que sintió como una descarga eléctrica que estremeció todo su cuerpo, a la vez que su piel se puso como de gallina. Su mente se posa en el carcelero que ingresó a la celda con una actitud abusiva, que proviene de un complejo de autoridad que no la tiene; rompió unas cuerdas y tiró la ropa colgada y recién lavada que intentaba secar con el frío de la celda; «Ese guardia que vive preso conjuntamente con nosotros», piensa Marcial. Un custodio que se niega a salir de su prisión mental, en la que juega a hacer el papel de malo entre los malos, agrediendo a los presos con evidente racismo en sus acciones que buscan incautar almohadas, manzanas, leche, líneas tendidas que sirven como secadores de ropa; ese mismo guardia que cuando se encierra en su pequeña oficina a fingir dormir o a internarse en la computadora como un adicto, frente a sus narices en la yarda contigua a su ventana, trafican, fuman, pelean, comercian droga y mercancías, o información con los presos del otro piso, por ese espacio de la parte baja de una puerta o a través de los pescadores, que son líneas que cruzan por el exterior del edificio frente a las mallas de seguridad, desde el piso superior hacia abajo, en cuyo extremo amarran tubos de pasta dental vacíos, que sirven como contenedores de la droga que comercian.

    Carceleros más cautivos que los delincuentes, permanecen también presos la mayor parte de sus vidas, piensa Marcial; no quieren salir de los límites que impone su propia mente, deciden no oír ni ver, viven en completa oscuridad golpeando el alma de los cautivos, creyendo que son lo que no tienen la menor idea que no son.

    Mientras su mente vuelve a la paz, el recuerdo de su diálogo con Johny continúa...

    —¿Qué hacer para tomar una decisión y alcanzar la libertad? —preguntó Marcial.

    —Si usted cree que más allá de los conceptos, del significado de las palabras, hay una realidad y en medio de ella su vida, la que si evalúa brevemente, no es ni de cerca como usted hubiera querido que sea, entonces es posible que esta celda o ese pozo de estiércol, que al final representan lo mismo, sea una radiografía de su vida, que identifica las estructuras sólidas que se han mantenido en cautiverio; pero que también hay partes blandas que esa radiografía no puede identificar, aquellas que siendo parte de su alma, también permanecen prisioneras, en cárceles mentales que se van construyendo desde la niñez —respondió Johny.

    —¿Está insinuando que así vive la mayoría de la gente?

    —Ahora mismo, en todas partes, en cualquier lugar en que se encuentra la gente común, en donde hay una silla, una mesa, tal vez una cama, un escritorio, una alfombra, una lámpara, un refresco, unos espejuelos, una pijama, en fin, cualquier cosa; en ese lugar hay un espacio que contiene todo eso, sin el cual, no podrían ocupar su lugar todo lo que se ve o se toca, e inclusive, lo que oye o se huele, ya que hasta la música y los demás sonidos se mueven en un espacio que debe previamente existir; sin embargo, nadie se percata, nadie es consciente de ese espacio.

    Marcial piensa que el espacio es de todos y de nadie a la vez; tal como se evidencia con el preso de la celda contigua al gimnasio, que mientras se encontraba cenando en su interior, faltando diez minutos para el encierro de la noche, su compañero le pidió que saliera para usar el baño; ante lo que respondió que no, que debía respetar su espacio; nadie sabe quién tiene la razón, se puede discutir, debatir, pelear como sucedió en esta ocasión; el que tenía la necesidad del baño le tiró al piso el plato de comida, de quien como respuesta le propinó un tremendo silletazo, mientras el otro huía; se puede incluso matar por pretender tener la razón respecto a quién pertenece el espacio que en realidad no es de nadie y es de todos a la vez.

    —Pero el espacio no se ve —dijo Marcial.

    Johny le respondió:

    —El espacio está ocupado por personas, por cosas, por materia y energía en sus diferentes estados o niveles de vibración, de consistencia, de forma, de volumen. Todo está relacionado, todo está contenido en un contenedor; no puede haber contenido sin un contenedor. Sus estructuras sólidas como los huesos, las partes blandas como los órganos; todo su cuerpo, cuya mayor parte es agua, que a la vez la mayor parte es oxígeno, que se encuentra también en el aire que respira, que aun cuando usted no lo ve, y que no importa que usted crea o no que hay, si usted no respira se muere; así, lo interno y externo formando una unidad, y todo contenido en el Gran Contenedor, en Dios, de quien si usted no se alimenta muere.

    «Y ¿qué es Dios?», se pregunta en su mente Marcial; «Si, según escuché alguna vez, ni sus propios apóstoles creían en Él; así un tal Tomás, que después de vivir con Jesús, escuchar sus enseñanzas directamente de la Fuente de todo conocimiento, y hasta ver sus milagros, no creyó; quiso ver para creer ² ; ver las heridas de Jesús para creer, después de vivir tantas maravillas junto a su Maestro; ¿no es mejor creer para ver? ¿Cómo quieren que creamos en un Padre que no vemos, cuando fuimos abandonados y olvidados por un padre que alguna vez vimos?; como el mío propio que prefirió otros hijos que a mí, lo cual nunca entendí».

    —¿Cómo nos relacionamos con lo que no vemos? —inquirió Marcial.

    Johny respondió:

    —Su cuerpo físico es el medio de comunicación para relacionarse con lo que usted ve; y su alma, es el medio de comunicación para relacionarse con lo que no se ve, con Dios.

    Usted no puede decidir sobre la realidad que escapa de su control, solo puede hacerlo en aquello que tiene posibilidad de controlar; su libre albedrío es la libertad para decidir en aquello que puede hacerlo; la realidad es la verdad, es Dios, usted no puede controlar a su antojo la realidad, usted es controlado por la realidad. Por ejemplo, si usted dice que está cansado del aire, o que simplemente no cree en el aire, y por tanto decide vivir sin aire, no solo que es tonto, sino que, si pudiera concretar su decisión, muere; el libre albedrío es la libertad para que usted se decida por la libertad, por la consciencia de la verdad.

    «La libertad», piensa Marcial; «¿Qué es eso?; que sabemos nosotros los condenados a noventa y nueve años, a cadena perpetua o a morir sin ver nunca más la libertad; ¿qué sabemos de una libertad que la negociamos como Judas³, o que renunciamos a ella por vivir presos del dinero, del alcohol, de la droga, del juego, de las redes sociales o del sexo? ¿Acaso la libertad se sabe mentalmente o se vive realmente? No se puede hablar de libertad cuando lo que quiera que hagas, no te puede liberar de la muerte; o cuando ves que a tu alrededor todos viven presos en cárceles físicas y mentales; o acaso no es verdad que la mayoría de las familias de este país, tienen como miembro a un preso de cárceles físicas, y casi toda la población permanece en prisiones mentales».

    —Entonces, ¿no somos solo un cuerpo? —preguntó Marcial.

    —Si se observa a usted mismo con atención, va a comprobar que está provisto de un cuerpo, pero que no es solo un cuerpo; este es un vehículo o un medio de comunicación, que tiene piernas, que pueden ser cortas o largas, gordas o flacas; además, tiene brazos, abdomen, pecho, cuello, cabeza y cara. La pérdida de sus brazos y sus piernas no cambian la realidad de que sigue siendo usted; se le puede quitar un riñón, o recibir a través de un trasplante un pulmón; puede poner en su cuerpo el corazón de otra persona, y, sin embargo, sigue siendo usted; esto lo puede comprobar cuando sufre un infarto, y recibe por la vía de un trasplante, el corazón de otra persona, pero no por eso, usted ahora va a sentir que ama a las personas que amaba el anterior dueño del corazón; es decir, con el corazón de otro, usted sigue amando a los suyos; y la ciencia no está lejos de demostrar, que con la cabeza de otra persona, usted seguirá teniendo las mismas tendencias mentales, los mismos ideales y creencias, que no cambian aun cuando usted se someta a trasplantes, porque usted es más que un simple cuerpo —le respondió Johny.

    «Ahora parece tener sentido», piensa Marcial; «Que todo el mundo odia porque todos han extraviado su corazón; ese que no se dedica a bombear la sangre sino a producir sentimientos y emociones; porque desde que tengo uso de razón, mi memoria solo recuerda dolor, sufrimiento, odio, miedo; y eso no puede nacer de un corazón normal, de uno que este sano; pareciera que todos los corazones se volvieron locos; o acaso no se ve el efecto del odio en todas partes, en que niños son agredidos, padres son abandonados, escuelas son el escenario de tiroteos, grupos humanos son el objeto de agresiones discriminatorias, y hogares que se destruyen cada día por la violencia».

    —¿Y qué pasa si no creemos en esto? —preguntó Marcial.

    Johny le respondió:

    —Para muchos, esto no es nada nuevo; es una realidad, que creamos o no, no cambia nada en absoluto; como el aire, existe independientemente de que usted no lo ve, y de que crea o no en el aire.

    —Toda la vida creí que era solo un cuerpo independiente, dotado de inteligencia; porque eso de que el corazón ama, nunca lo creí realmente, a menos que todos andemos descorazonados, porque todos odian a todos —dijo Marcial.

    —Usted decide si quiere creer que es solo un cuerpo; sin embargo, hay quienes comprenden que al hacer esto, se están asemejando a los animales; y usted seguramente conoce algunas mascotas como su perrito, que de paso hace cosas que evidencian que es muy inteligente, obediente, leal y hasta cariñoso; así que, creer que es solo un cuerpo, es degradarse, subvalorarse —agregó Johny.

    Marcial le dijo:

    —Que extraño sentimiento de curiosidad ha invadido mi ser; hasta solo unos minutos atrás, mi mente estaba centrada únicamente

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