Tiempos en Homestead

Por Ernesto Miqueo

Cuentos cortos, minimalistas, escritos con pasión y desenfreno. Estilos directos, sencillos, sin artificios y floreos, para no fatigar al lector.Escritura reflexiva, con buena dosis de humor que harán que usted, querido lector, empiece el primer cuento y no ceje hasta que no haya terminado la última página de este contundente volumen de cuentos que reflejan, con espíritu critico, un tramo de la vida humana en esta violenta etapa de amor y desamor donde nos ha tocado ser protagonistas.Los invito a pasar Tiempos en Homestead.

• Idioma: Español
• Editorial: Page Publishing, Inc.
• Fecha de lanzamiento: 11 nov 2022
• ISBN: 9781662494550

Vista previa del libro

Tiempos en Homestead

Ernesto Miqueo

Derechos de autor © 2022 Ernesto Miqueo

Todos los derechos reservados

Primera Edición

PAGE PUBLISHING

Conneaut Lake, PA

Primera publicación original de Page Publishing 2022

ISBN 978-1-6624-9446-8 (Versión Impresa)

ISBN 978-1-6624-9455-0 (Versión electrónica)

Libro impreso en Los Estados Unidos de América

Dedicatoria:

Quién le diría a Paco que su memoria trascendería más allá del ámbito familiar, para convertirse en un referente universal de aquellos hombres surgidos de la pobreza extrema y a fuerza de voluntad de acero escalar niveles de crecimiento personal y prosperidad.

A Luis, su carácter y su carisma, prototipo de hombre popular, recreado con gracia, fantasía e imaginación creadora, la magia de la palabra escrita.

A mi abuelo paterno.

CONTENTS

Cuento 1: De cabeza

Cuento 2: El gato negro

Cuento 3: El jugador

Cuento 4: Gallo fino

Cuento 5: Rosalinda

Cuento 6: El electricista

Cuento 7: El Orisha

Cuento 8: Terapia

Cuento 9: Llegaron los chinos

Cuento 10: El ángel de la suerte

Cuento 11: Tenemos visita

Cuento 12: Platero y yo

Cuento 13: Encuentros

Cuento 14: Lucha tu yuca taíno

Cuento 15: Huevos salvajes

CUENTO 1

De cabeza

El hombre primario nació de la naturaleza. Después de una evolución de miles de años, el Homo sapiens, una especie de primate muy avanzada, se transformó en la criatura humana de hoy. ¿Y el mono?, ¿quién lo hizo? Poderes divinos han de estar presentes en el misterio de la creación.

Félix tiene un pedazo de naturaleza en Homestead. Una plantación de aguacates, mameyes, mangos y otros árboles frutales. Siembra plátanos, calabazas y yuca. Cría cerdos y pollos. Todo una pequeña granja.

Me levanto temprano y voy al portón del frente. Recojo el periódico. Una inmensa foto de Hugo Chávez, presidente de Venezuela, aparece en la primera página del Nuevo Herald. Está en Cuba, después de una segunda operación. Luce hinchado y mofletudo. Primero, quimioterapia, ahora radioterapia: ¡Tenemos que curarlo!, proclaman los líderes cubanos. No se extirpó el tumor que le diagnosticaron para no quedar convaleciente durante meses. Quisiera presentarse en las próximas elecciones.

Una brisa húmeda y suave permea el ambiente con los primeros claros del amanecer. El rocío, aun fresco sobre la hierba, jirones de luz titubeantes y una sinfonía de gallos finos del vecino cercano, me hacen recordar los versos del gaucho Martín Fierro.

Y cuando empezaba a clarear

allá en el cielo santo,

las gallinas a apearse

y los pájaros a cantar

era cosa de largarse

cada cual a trabajar.

La naturaleza es un ejercicio de observación, me dice Félix.

Para que un huerto frutal sea productivo hay que hacerlo como monocultivo. Es decir, si siembras, solo mameyes, mangos, mangos. Existe un fenómeno conocido como polinización, abejas e insectos trasladan el polen de una flor macho a una flor hembra para la fecundación. Las plantas, como los animales, tienen sexo.

La mañana se adelanta. Crece en un zumbido arrullante. Camino debajo de los árboles. Aplasto la hojarasca. Rayos de luz se filtran entre el follaje, perpendiculares, simulando un espectro de colores divinos que penetran en el alma telúrica de la paz y la armonía, los silencios fecundados y el corazón mágico de la naturaleza.

Advierto, no muy lejos, un ronroneo crujiente. El sonido se hace cada vez más cercano. Anoche parió la puerca. Seis marranitos, seis tetas parecen haber estado allí desde siempre. No crecen mucho más. Son puerquitos mascotas. Le dicen taza de té. Puerquitos en las interioridades del hogar para golpear la soledad y el desamor. Chupan y chupan. La madre, tendida a lo largo, en el dulce