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Diez Relatos Oscuros de Misterio y Suspenso: DIEZ RELATOS OSCUROS DE MISTERIO Y SUSPENSO
Diez Relatos Oscuros de Misterio y Suspenso: DIEZ RELATOS OSCUROS DE MISTERIO Y SUSPENSO
Diez Relatos Oscuros de Misterio y Suspenso: DIEZ RELATOS OSCUROS DE MISTERIO Y SUSPENSO
Libro electrónico275 páginas3 horas

Diez Relatos Oscuros de Misterio y Suspenso: DIEZ RELATOS OSCUROS DE MISTERIO Y SUSPENSO

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Inspirado por y en tradición de los autores clásicos cómo Arthur Conan Doyle y Edgar Alan Poe, Diez Relatos Oscuros es una deslumbrate colección de cuentos cortos. Diez fascinantes relatos de misterio y suspenso. Empezando con cuatro increíbles misterios llenos de giros y asesinato, noir y aventura, los tres siguientes relatos llevan al lector más allá, a los reinos de la imaginación, y los tres últimos agregan una tensión pronunciada y palpable, con un toque de mitos y magia- Diez Relatos Oscuros seguramente abrirá los ojos del lector y ampliará su imaginación. Uno a uno, indudablemente los tornillos se aprietan...y con cada giro llegan sorpresas inquietantes...Abundan las tramas complejas y la ambientacion vívida, que obedecen a estos grandes autores, mientras mezclan el estilo clásico y contemporaneo. Altamente atractivas, las historias cubren un rango de temas sorprendente: piezas de joyería invaluables robadas; un allanamiento en una habitación sellada y de alta teconologia de un museo; una pareja que navega a través de una tormenta caribeña en busca de un tesoro perdido; un romance de San Valentín como ningún otro; una tarde de musica clásica con un inquietante solo de violín; dos editores descubriendo un antiguo manuscrito; una noche en la ciudad y un hombre confrontado por un viejo pianista camino al teatro; un corredor de bienes y raices y su encuentro con una misteriosa joven en el bosque; dos cazadores del siglo dieciocho que encuentran un valle oculto en la naturaleza salvaje; y un paquete...Entrega Especial, justo hasta tu puerta. Diez Relatos Oscuros es el punto de partida hacia no solamente uno, sino varios mundos asombrosos. Una notable colección; no cabe duda que será leído y comentado ampliamente por los amantes del género y lectores nuevos, quienes lo disfrutarán en los años venideros.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento2 feb 2023
ISBN9781071589649
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    Diez Relatos Oscuros de Misterio y Suspenso - Craig Enger

    DIEZ RELATOS OSCUROS

    De misterio y suspenso

    ––––––––

    Por

    CRAIG ENGER

    MEADOW PRESS

    ––––––––

    Copyright © 2018 por Craig Enger

    DIEZ RELATOS OSCUROS

    ––––––––

    Introducción:

    I. VUELCOS, GIROS...Y ASESINATO

    El ladrón de joyas  7

    El Secreto de la cala  36

    Asesinato de San Valentín  65

    El Diamante Negro  103

    II. ENCUENTROS MISTERIOSOS   

    El Solo de Violín  154

    El Vodevil  183

    El Manuscrito  203

    III. REINOS FANTÁSTICOS

    La Dríade  242

    Los Montañeses  269

    Entrega Especial  291

    INTRODUCCIÓN

    Está colección de diez relatos es mi homenaje para los escritores de los clásicos del misterio: Arthur Conan Doyle, H.G. Wells, Edgar Allan Poe y Robert Louis Stevenson. El primer conjunto de cuatro historias presenta misterios sólidos llenos de vuelcos y asesinato, noir y aventura. El segundo conjunto de historias transporta al lector a los reinos más profundos de la imaginación. El tercer y último conjunto, ofrece tensión aguda y palpable.

    Sueños, imaginación, juventud: cada uno constituye uno de los aspectos maravillosos de nuestras mentes humanas sin límites. Como lo dijo Shakespeare Dormir, tal vez soñar... La esperanza de soñar. Y podemos soñar. Podemos imaginar. Podemos viajar a otros mundos con nuestras mentes, sin límites. Y en algunos de esos mundos, yace lo inesperado.

    Bajo la Luna Más Blanca

    En la penumbra más oscura, bajo la luna más blanca,

    entre las sombras y la penumbra.

    Un débil sonido en la niebla viajera, una campana distante que repica;

    provoca un escalofrío en la columna.

    Por encima del hombro no te atrevas a mimar.

    Pero atrévete a encontrar los placeres terroríficos de un libro.

    Siéntate en silencio, fija la mirada sobre la hoja mientras

    la luz tenue de la lampara brilla y se desvanece hacia

    los mundos conjurados en la mente...

    ahora siente el toque de las escamas de la serpiente;

    encuentra salones antiguos de reinos perdidos.

    Busca el rostro oculto tras el velo,

    pon tu mirada sobre mares negros, sobre los cuales navega el barco oscuro.

    Entra al reino de Diez Relatos Oscuros.  

    I.

    VUELCOS, GIROS

    ...Y ASESINATO

    EL LADRÓN DE JOYAS

    Esta noche era la noche

    Levantando los binoculares hacia mis ojos, observé a través de los lentes y escudriñé la escena al otro lado de la calle, escaneando el lugar por última vez, solo para estar seguro. La calle estaba desierta, sin transeúntes. Me mantuve en mi posición, agachado y bien oculto, esperando la llegada de mi blanco.

    Era el ocaso; pronto oscurecería. Los minutos pasaban. Pude escuchar el ruido de automóviles a unas cuadras de distancia, pero no había tráfico; aquí todo estaba en silencio. Viendo a través de los binoculares, fijé la vista en una casa que se encontraba al otro lado de la calle. La propiedad no era nueva, era una vieja casa adosada con una puerta grande y roja. Había un camino angosto de piedra que conducía a la casa, bordeado por arbustos podados y cuatro escalones de piedra. Mejor aún, estaba ubicada a unas cuadras de la calle principal. No había alumbrado.

    La oscuridad caía, el viento soplaba fuerte. Una ráfaga fría me recorrió. Encogí los hombros a la vez que alzaba el cuello de mi chamarra de piel. Me puse los guantes negros, no solamente para mantener el calor en mis manos mientras esperaba, pero también porque debía ser cauteloso. No quería dejar huellas.

    Parecerá extraño, pero solamente me han atrapado una vez, hace algunos años por robo menor, y tuve que cumplir una condena. La cuestión es: Aprendí varios trucos del oficio, de otros reclusos mientras estuve encerrado. Por lo tanto, ahora, no es por presumir, pero, tengo habilidades de ladrón.

    Robé algunas tiendas, pero en general evito los lugares que tienen circuitos cerrados, lo cual es bastante difícil porque hay cámaras en todos lados hoy en día. Todo el maldito mundo está en alguna grabación o digitalizado.

    Encontrar lugares para robar sin ser grabado hoy en día es complicado. Así que me he inclinado más por allanar casas; es sorprendente cuantas aún no cuentan con sistemas de seguridad. Ocasionalmente he tenido que recurrir a los asaltos, amagar a las personas y quitarles sus carteras y chequeras o cosas por el estilo. No es difícil de hacer, ya que llevo una pistola; una GLOCK de 9mm, un arma poderosa. Nunca la he tenido que usar. Simplemente la sostengo y les apunto con ella. Los blancos solamente levantan las manos atemorizados. Los blancos siempre ceden, pero si en algún momento tuviera que disparar el arma, eso haría el truco, volarle los sesos a alguien.

    La mayoría de los trabajos que hice fueron dinero fácil pero poca ganancia.

    Después renté un departamento en el quinto piso, en el edificio que está a mis espaldas, con una buena vista de esta calle. Lo renté después de haber hecho un ‘trabajo’, conseguí algo de dinero y debía mantener un perfil bajo durante una temporada. La mayor parte del tiempo me mantenía fuera de vista, haciendo algunos viajes a la tienda de abarrotes a comprar un 12 pack de cerveza. Algunas veces si me sentía algo alocado, daba una vuelta por el vecindario. Tal vez era simple suerte, pero me parece que tengo instintos naturales de ladrón, o quizás es el tiempo que llevo haciendo esto, porque observé a una de mis vecinas, y supe que había encontrado a mi siguiente blanco.

    De inmediato, dejé el departamento y alquilé un lugar al otro lado de la ciudad. No podía vivir en las proximidades de mi siguiente blanco; no se me debía asociar con ella por ningún motivo. Requería distancia. Encontré otro lugar a una hora de ahí.

    Únicamente volvía para mantener una vigilancia discreta del blanco. Es útil conocer sus rutinas y hábitos. Esperé. Planee. Hasta el momento en que estuve seguro de poder llevar a cabo el trabajo. Hasta esta noche.

    Todos los trabajos anteriores, esos habían dejado pocas ganancias, Esto...esto era importante.

    Eché un vistazo a mi reloj. Siete en punto. El sol se había desvanecido, la noche había caído. La calle estaba oscura; las sombras se hacían más profundas.

    Ahí estaba, justo a tiempo.

    Blanco asegurado.

    De hecho, había escuchado los pasos; se aproximaban a una cuadra, luego la vi dar la vuelta en la esquina. Dio la vuelta y caminó hacia mí por la banqueta, dirigiéndose a su casa. Se movía lento, con pasos cortos y pesados. Sus zapatos eran de piel, marrones y con tacones cortos, sus pies tenían los dedos torcidos hacia adentro.

    Pero esperé pacientemente. Dale tiempo. Era una mujer anciana, su cabello era color plata. Llevaba puesto un vestido con patrones que habían pasado de moda hacía décadas. Iba envuelta en un chal negro para mantener sus hombros cubiertos. Su rostro estaba cubierto de arrugas, era angosto y retraído, con grandes surcos oscuros alrededor de los ojos hundidos. Para caminar, precisaba la ayuda de un bastón metálico, se sostenía encorvada, sus huesos frágiles. Probablemente era artrítica.

    Por supuesto, era una anciana, aunque podría ser la persona más acaudalada que hubiese visto. No presumía sus riquezas, por lo tanto, nadie lo notaba, pero yo sí, y ella aún no se percataba de que conocía su secreto.

    Dio los últimos pasos hacia su casa y empezó a caminar sobre el angosto camino que llevaba a la puerta de la entrada.

    Una vez más, voltee a los dos extremos de la calle. En cuanto la dama se dispuso a meter la llave en la cerradura y abrir la puerta, la pillé. Me acerqué a ella por la espalda y rápidamente la empujé para que entrara a la casa. Inmediatamente después volví a cerrar con llave.

    Soltó un leve chillido ¡Oh, por dios! al tiempo que caía al piso y su chal, se deslizaba por sus hombros.

    Ya que soy un tipo amable, ayudé a la anciana a ponerse de pie. Se mantuvo en silencio, no dijo una sola palabra más porque le apunté con la GLOCK.

    ¡Demasiado Fácil!

    Ahora, solo faltaba encontrar las piedras preciosas.

    *

    Sujeté a la anciana del hombro y la llevé de la entrada a su sala de estar. Para una dama anciana y acaudalada, vivía en condiciones bastante humildes. Una chimenea de piedra se encontraba de frente a los muebles que parecían ser tan viejos como ella. Una alfombra vieja se extendía a lo largo del piso de madera, dejando al descubierto un sofá raído y tres sillas de madera desvencijadas.  Un viejo escritorio se erguía a lo largo de una pared, y de las otras; colgaban algunas pinturas y fotografías descoloridas. Hasta el aire tenía un aroma a rancio.

    En fin, la senté en una de esas sillas de madera. Metí la mano en el bolsillo de mi chamarra y con la cuerda que había traído conmigo, até sus pies y muñecas. Ni que pudiera echarse a correr (dada su avanzada edad), de cualquier modo: Amarre sus pies a la silla. Hice los nudos bien apretados, aunque no tanto como lo hubiera hecho con alguien de la mitad de su edad. Solamente lo suficiente para que no escapara.

    *

    Ni bien había terminado de apretar el último nudo cuando un sonido agudo vino de afuera: 5 pitidos cortos, alcé la cabeza en cuanto escuché el ruido. Sabía que era la sirena de una patrulla, pero se apagó casi al instante, pareciera que algún policía accidentalmente oprimió el botón de sirena y lo apagó. Me asustó cuando lo escuché debido a que acaba de irrumpir en el lugar. Estaba seguro de que nadie me había visto cuando entré. ¿Cómo podría saber la policía? ¿Cómo llegaron tan rápido?

    A menos que esto fuera una trampa. Silencio. Escuché atentamente, pude oír que se acercaba un auto. Gire hacía la anciana. Guarde silencio, susurre, alzando un dedo hacía mi boca y levantando mi arma para cerciorarme de que siguiera mis indicaciones y mantuviera la boca cerrada.

    Caminando de puntillas, avancé rápidamente a través del piso, hacía la ventana junto a la puerta. Me mantuve agachado para asegurarme de no ser visto, después me erguí con la espalda hacía la pared, justo a un costado de la ventana.

    Mi mano se mantuvo firme, lista para disparar la GLOCK en cualquier momento.

    Me incliné lentamente, cauteloso, para no ser visto, y eché un vistazo por la ventana.

    Desde esta posición, podía ver al otro lado de la calle, donde una patrulla se había estacionado en la curva. Parado sobre la banqueta, un policía hablaba con uno de los vecinos del otro lado de la calle. No alcancé a comprender lo que hablaban, pero de inmediato supe que no se trataba de mí, ya que estrecharon las manos y el oficial se dispuso a regresar a la patrulla. A medio camino, aceleró el paso –debió recibir otra llamada-. Un momento después, estaba dentro del coche, con la sirena encendida (a propósito, esta vez).

    El policía encendió el motor, y la patrulla pasó de largo, las luces rojas y azules perdiéndose en la noche.

    Ver al policía, me había aterrorizado. Pude sentir la adrenalina bombeando por mis venas, pero ahora sabía que todo estaba despejado. Para cerciorarme de que nadie me pudiera ver por la ventana, cerré las cortinas.

    Regresé al trabajo pendiente.

    Hora de terminar con esto.

    *

    La anciana seguía sentada en la silla de madera, justo donde la dejé. En cuanto regresé, levantó su rostro. Era obvio que estaba aterrorizada. Se quedó ahí viéndome con sus ojos azul grisáceo. Me detuve y la miré fijamente. Supuse que entre más severo pareciera, más rápido me diría. Muy bien. Sé que están aquí en algún lado. ¿Dónde los tiene escondidos? ¿En una caja fuerte? No sé a qué te refieres, respondió débilmente, sacudiendo la cabeza.  No se haga la tonta señora, Dije con énfasis y levante la mano, haciéndola pensar que le daría una bofetada con el dorso. Y casi la golpeo, por no decirme dónde los tenía escondidos de inmediato. Casi la golpeo, y es un pecado cardinal golpear a alguien de, no sé, más de sesenta años. ¿Lo puedes creer? Casi tan malo como asesinar a alguien. Pero imaginé que, para dejar las cosas claras, debía demostrarle que no estaba jugando. Entonces demandé: Sabe exactamente a qué me refiero. Dígame. ¿Dónde están las piedras?

    Silencio. Se reclino en la silla y no me miró directamente. Podía ver sus manos temblando de miedo.

    Está bien, le volveré a preguntar, continué Contaré hasta tres.

    Tengo frío, se quejó.

    ¿Qué?

    Dije que tengo frío. ¿Te importaría? Preguntó. Con la barbilla indicó el lugar donde se había caído su chal cuando irrumpí en su casa. Crucé la habitación y lo levanté, volví y lo puse alrededor de sus frágiles hombros.

    Gracias, dijo susurrando. Es muy amable de tu parte, añadió. Encogió los hombros, para cubrirse mejor con el chal, y mitigar el frío, y después volteó a verme.

    Sus ojos estaban llenos de decepción y un poco de repulsión. Como si se percatara de que yo hacía algo malo. Lo cual era cierto. Continúa, ¿Qué estabas diciendo?

    Es simple, le expliqué. Voy a contar hasta tres. Y usted me va a decir dónde están las joyas.

    Sacudiendo la cabeza una vez más, agachó la mirada, decepcionada de mí. Sin inmutarme, comencé el conteo. Uno...

    No habló, me sorprendió que se resistiera a decirme, su determinación. Pero pude darme cuenta de que temblaba, nerviosa y temerosa. No tardaría mucho.

    Dos...

    Levantó el rostro y me miro con sus ojos azul grisáceo, ¿Y qué planeas hacer? ¿Matarme? Robar es una cosa, pero piensa por un momento. ¿Realmente estás dispuesto a asesinar?

    Cállese.

    Por favor, piensa en lo que haces. Vamos a hablar, tú y yo. Lo que te haya vuelto de esta manera, dímelo. Te escucharé, en verdad lo haré.

    Había algo maternal en su tono.

    Escúchame jovencito. Por favor, escucha. No voy a fingir que no estoy asustada; lo estoy. Has allanado mi casa. Pero no tienes que hacer esto. Puedes elegir, puedes cambiar tu vida...

    Dejó de hablar cuando le apunte con la GLOCK a la cabeza.

    Señora, cállese. Usted escuche. No me venga a sermonear respecto a mis decisiones equivocadas. Guarde su aliento.

    Eso la asustó. Ahora estaba temblando en su silla.

    ¡Por favor...! Insistió, y comenzó a llorar suavemente.

    Ahórreme sus comentarios, Le dije con sarcasmo y desdén. Empecé a sentir un poco de remordimiento por haberla elegido de mi blanco, pensando que tal vez no estaría Del todo lúcida, dada su avanzada edad. Como si su mente pudiese haber empezado a divagar, si sabes a qué me refiero. O peor, tal vez era una vieja loca y yo había tropezado con su vieja y espeluznante casa, el tipo de cosas que suceden en las películas de terror Serie B, que solía ver de niño.

    Respiró hondo y pareció recuperar su postura. Jovencito, si dispararas esa pistola, ¿No crees que alguien escucharía el disparo?

    La manera en que lo dijo me perturbó, y continuó: No quieres lastimarme. En realidad, no, a menos que sea necesario. Como puedes ver, sí tienes una opción. Si te das la media vuelta y te vas ahora, en silencio, te dejaré ir. Juró que no le diré a una sola alma. No le diré a nadie lo que sucedió, que intentaste robarme. Pero –Por dios, no quiero morir.

    Se esforzaba por parecer fuerte a su manera, pero pude notar que era agotador, y parecía que se soltaría a llorar otra vez.

    Mire, le dije, Soy un ladrón. Dígame donde están las joyas, entonces me iré.

    Dices que eres un ladrón. Si lo que querías era robar, ¿Por qué no esperaste a que no estuviera en casa? ¿Por qué no esperaste a que la casa estuviera vacía?

    "Porque estamos hablando de joyas. Del tipo de joyas que sé que no se dejan botadas por ahí. No, se guardan en una caja fuerte. Eso es lo que se hace. Yo no conozco la combinación de la caja fuerte, usted sí."

    De hecho, jovencito, no tengo una caja fuerte. Aún si la tuviera, eres un ladrón. ¿No puedes simplemente –cuál es el termino- ‘descifrar el código’?

    Claro, señora. Hace que parezca simple. Déjeme decirle. No lo es. Además, aún si lograra descifrar la combinación, las cajas fuertes hoy en día son de alta tecnología. Tienen alarmas silenciosas. Así que aún si la descifrara, la policía llegaría en un instante.

    Se quedó ahí por un momento, pensando en lo que había dicho y respondió: Supongo que tienes razón, no lo sé. Supongamos que tuviera una caja fuerte, pero decidiera no darte la combinación. ¿Qué pasaría entonces? ¿Me dispararías con esa...con esa pistola tuya? Si así fuera, ¿no conseguirías lo que quieres, o sí? Eso no tiene sentido.

    Claro que sí, por qué o abre la caja fuerte usted misma, o me da la combinación.

    ¿Y si no lo hago?

    Levantando la mano, sacudí la GCLOCK para recordarle, y cargué la recamara. Cuando ponga esta pistola en su sien, creo que lo hará.

    *

    Supongo que, si estamos en este predicamento juntos, lo más correcto es que nos presentemos. ¿Cómo te llamas? ¿Tienes un nombre?

    Sacudí la cabeza con incredulidad. Realmente debió pensar que era un imbécil. Pude ver sus intenciones de inmediato; por supuesto, no respondí nada.

    Después de un momento asintió, Ya veo. No puedes decirme, tienes miedo de que, si sé tu nombre, te entregue a la policía. Como sea, yo soy Ethel. Ethel Conway.

    Voltee a ver a la anciana, ¿Ethel? Vamos, casi me suelto a reír. Hasta su nombre era viejo.

    Ahora, parecía que le habían dado cuerda, porque continuó hablando. Solamente he visto crímenes en la televisión, aunque no la veo mucho. ¿Cómo funciona en la vida real? Supongo que tienes a alguien vigilando, en caso de que te hubieran visto entrar, llamaran al novecientos once y llegara la policía. ¿Un cómplice?

    No.

    Pensé que la mayoría de los criminales trabajaban en pandillas.

    Depende del trabajo, ahora cállese.

    ¿Quieres decir que planeaste todo este asalto por tu cuenta?

    Esa pregunta me afectó...algo en la forma en que preguntó; así que le respondí a la defensiva, Tiene razón. Escuché vieja bruja. Deje de tratar de parecer condescendiente. Sí, lo planee yo solo.

    Mi tono era severo, tuve que apuntarle a la cabeza con la pistola para que se sosegara, hasta yo me sentí rebasado.

    Mire, planee este trabajo y lo hice muy bien. Y sí, trabajo solo. Más dinero -todo el dinero- para mí esta vez, ¿está bien? Escaneé el lugar; la vigilé cuidadosamente, al blanco. Ahora lo único que falta es que me diga dónde están las cosas. Si coopera, tal vez, la deje vivir. Nadie me vio entrar. Me aseguré de eso. Nadie me vio llegar, y cuando me escabulla de aquí, nadie me verá irme. Fácil. Así de fácil." Le dije, chasqueando los dedos.

    Sus ojos se abrieron con incredulidad, ¿Qué quisiste decir, justo ahora: ¿me vigilaste cuidadosamente? ¿Me has estado espiando?

    Así es.

    ¿Por cuánto tiempo?

    Varias semanas. Casi dos meses.

    Ay, dios mío. Dios mío. Volteó con repugnancia, y se quejó ¿Qué no hay privacidad en este mundo?

    La respuesta era no, pero no se lo dije. Solo la miré, y estaba a punto de estallar en llanto. Patético.

    Luego volteó a verme de nuevo con esos ojos azul grisáceo, No tienes que hacer esto. Todavía eres bastante joven. Puedes cambiar, darle la vuelta a las cosas. Puedes conseguir un trabajo honesto, llevar una vida decente.

    Cree que soy un ladrón de poca monta. Cree que soy estúpido, ¿No es así? ¿Es lo que cree? ¡Ja! Pues, déjeme decirle algo. Está equivocada. Ella lo pidió, así que para probar mi punto le expliqué, "La estuve vigilando. Me aprendí sus horarios, al principio no pude ver un patrón. Pero observé de cerca, y me di cuenta de que llevaba una pequeña rutina. Fue difícil percatarme al principio, pero finalmente la

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