No solo de sombras vivo
Por Miguel Barnet
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Miguel Barnet
Miguel Barnet (La Habana, 1940) es un poeta, narrador, ensayista y etnólogo cubano, discípulo de Fernando Ortiz y colaborador de Alejo Carpentier. Sus novelas-testimonio, en las que examina diversos momentos de la historia de la isla a través de la narración oral de sus protagonistas, son un hito inexcusable dentro del panorama de la literatura en español del siglo XX.
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No solo de sombras vivo - Miguel Barnet
edición auspiciada por
el festival internacional de poesía de la habana
y el movimiento poético mundial
Diseño de cubierta: Elisa Vera Grillo
Diseño interior y diagramación: Onelia Silva Martínez
Coordinación editorial: Yanixa Díaz / Katy D’Alfonso / Marlene Alfonso
© Miguel Barnet, 2021
© Colección Sureditores, 2021
ISBN: 9789593022996
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Logo%20a%20l%c3%adnea%20CubaPoesia.jpgCentro Cultural CubaPoesía
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El Vedado, 10400 La Habana, Cuba
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http//www.palabradelmundo.cult.cu
http//www.festivaldepoesiadelahabana.com
cubapoesia@cubarte.cult.cu
LA PIEDRAFINA Y EL PAVORREAL
Poema I
Ahora dejo el ómnibus
con el último rostro
Es tarde pero hay tanto que hacer
El calor invade la ciudad
conmigo las gentes
el grito despierto
y los niños con sus pañuelos al cuello
en deliciosa faena
De La Habana hay mucho que contar
cuando abre puertas al mercado
y se ven los vendedores
en los portales
con un gran cuchillo al cinto
De La Habana las iglesias barrocas
En sus escalones goyejos de naranja
y kilos prietos de sudor, sin brillo
Al mediodía se hunden sus calles en la tierra
Sube por las rejas encrespadas una melodía vieja
El anciano de la filarmónica tiende su sombrero
gastado a las señoras
Se adivina la llegada del otoño
Tan triste puede ser esto
Tal vez tan alegre
La gran población sueña
y se precipita
En este estrépito
cuando aún no ha llegado el día
podemos contemplar el cielo
tranquilamente
Las luces son blancas en La Habana de noche
el malecón es propicio al amor
y junto a Yemayá
un barco se hunde lentamente ante mis ojos
Imposible dormir en el paseo
es demasiado hermoso
y esta nostalgia mía
y los fantasmas en mi traje
y las mujeres con las frutas en las manos
y las caderas anchas con olor a musgo
Y todo
Más que nunca el calor abrasa
¿Verdad, Juvenal, que es bueno recordar
cómo se pudo capturar
un lagarto rojo, alguna vez, dichosamente
Y recordar que en esta misma ciudad pocos años atrás
éramos un pedazo de vidrio que se quebraba en el verano
o una semilla seca
Tal vez la pluma de un ave muerta?
A mis amigos los legítimos,
los que visten mi camisa
y al ama de casa que recibe sonriente
al vendedor de esencias
quiero más que nunca
Hay calor
y recuerdo el 8 de enero
o quizás el 6
cuando vi llorar
al soldado aquel de los bigotes grises
Tan triste puede ser esto
Tal vez tan alegre
Amigo ausente
Me ha escrito Alberto:
"El almacén es grande todo de aluminio
es frío trabajar en él
pero vamos tirando
Aquí hay un negro parecido a Napoleón, el fregador
de autos, ¿te acuerdas?
él me embulló a que te escribiera
Yo le dije que te estimaba pero que eras de Castro
Me parece que lo tratan mal
pero yo entiendo eso
Todo aquí se habla en inglés
tú sabes que en el idioma yo estoy débil
pero, qué se va a hacer …
Si me contestas prometo mandarte una
foto de mi hijo menor
Bueno, Miguel …"
Ya no podremos recoger juntos las semillas del huerto
Ni podremos levantarnos mucho antes que los gallos
para ver brillar las hojas del café
No podremos asistir a las tertulias de Pancho Sócrates
y salir diciendo:
¡Qué bueno es este Sócrates
que no se imagina lo que
nos divertimos con él!
Mi amigo se alejó llevando la muerte
La doctrina del amor en un saco lleno de agujeros
carcomido, como un pedazo de tabaco viejo
A mi hermano le he dicho que abra la ventana al temporal
Que recuerde que todas las generaciones anteriores
fueron engañadas
Que sea terco y elemental
como un maestro de escuela
Que hunda sus pies en el río hasta desangrarse
Después de todo
Alberto es un lamento viejo y tímido
¡Qué débil puño que no pudo clavar su camino!
Anteayer, óiganlo todos,
me dijo un anciano que la tierra
se había recostado a un árbol
para oír a un obrero leer en voz baja
el diario de CAMILO
Ebbó para los esclavos
¡A leyo!
Kiní bá wó
Tres plumas de tu ala izquierda
para preparar una piedra
que camine por el monte, aura tiñosa,
y busque, cerca de las raíces,
entre la jocuma y el palo bobo,
la sangre caliente y recogida
de los negros
Tres palomas sobre mil hojas
pobladas de rocío
para ofrendar la libertad
¡A leyo!
Kiní bá wó
Elegguá cuida la puerta
en camisa de zarza blanca
para que el diablo no se meta
La misa ha terminado… los cuervos ya no tienen derecho a las estrellas
Todos hemos sido testigos
Está bueno de esperar sobre las noches
frías de tantos siglos… En la palabra y en el músculo, somos
Madre de Agua mueve con sus faldas las olas de todos los océanos
Mis ojos tiemblan en el frescor de la aurora
Al otro lado de la bahía romper el coco en cuatro pedazos
es anunciar al mundo el ascua del hombre
Así, la muerte
Muere El Gordo que inflaba con sus pulmones
las llantas de bicicleta
el que se emborrachaba frente al Castillo de la Punta
huyéndole al día
Muere Patricio con sus manitos secas
y el último billete de lotería en el pecho
Muere en su camastro de paja Tente el de Palmira,
pobre santero tan viejo…
Murió a las 12 de la noche, cuando derramaba aguardiente
para su santo protector, Oggún Arere
Yo no sé por qué me da tanta pena con Tente
Muere Israel, que vendía velas al por mayor
y me decía con nostalgia ¡Quiero que vaya a Polonia para que coma higos!
Muere Susanita, la vieja del Hotel, cansada de llorar
en el sillón del patio
sus llaves al cinto y su nariz gorda… Susanita
Muere, no recuerdo sus ojos, el muchacho aquel que se recostaba horas
al poste cubierto de serpentinas
del Paseo del Prado
Muere, pero más lento, Oscar el banquero
impregnado de violetas hasta las sienes
y con toda la carga de un hombre hueco
Ha muerto el gitano de la filarmónica
que con su mono en la cintura giraba tierno en la ciudad
Ha muerto también Lucía o Lucrecia
la costurera de mi madre
empeñando su máquina de coser para saciar a Humberto
su marido hasta siempre
Los ojos de ella le corren por el cuerpo
Ha muerto, yo quisiera terminar, Jesús
—el mulato de la Biblioteca
Me han dicho que de tanto leer. ¡No sé!
Ha muerto Picasso colgado
de una barra de chocolate
¡Ay! ¡Este Picasso hacía maravillas
en el circo!
Ha muerto ¡Qué serio es esto!
Dios
Una vez más no sé por qué lo digo
Quisiera seguir la corriente de los ríos
Las yaguas
A toda esta gente detrás de los tablones agujereados
Al cansancio de las nubes
sobre los techos de zinc
A los ojos grises de La Tuerta
entre perros y vidrios