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¿Nuevos humanismos, nuevas humanidades, nuevos humanos?
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Libro electrónico143 páginas2 horas

¿Nuevos humanismos, nuevas humanidades, nuevos humanos?

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La Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey presenta las aproximaciones y reflexiones sobre el asunto de lo humano de siete personas estudiosas y de diversas formaciones. Algunas posturas descomponen ese haz de relaciones en sus diversos colores, otros nos advierten las ventajas del truco óptico, otras más advierten que no usamos tecnolog
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento16 dic 2022
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    ¿Nuevos humanismos, nuevas humanidades, nuevos humanos? - Beatriz Pastor

    Presentación

    La Cátedra Alfonso Reyes del Tecnológico de Monterrey ha invitado a siete personas estudiosas y de diversas formaciones a desarrollar alternativas de aproximación sobre el asunto de lo humano. El simple hecho de escribir hoy esa palabra nos pide aclaraciones: ¿en masculino génerico? Se antoja un término estrecho para nombrar todo lo que como sociedad hemos atravesado en estos años dominados por el giro pandémico. Sería mejor decir que las personas cuyas ideas se presentan en las siguientes páginas reflejan inquietudes y preguntas sobre la novedad en las versiones de algunos estudios, conceptos y problemas para preguntarse por la humanidad, pero si en vez de lo humano hablamos de humanidad, ¿dónde dejamos todas las demás formas sintientes y no sintientes? ¿Dónde se alude ahí lo inanimado? ¿Desde dónde se puede ubicar el discurso que quiera abordar la cuestión que alude el término tal general y genérico? ¿Les humanes? No, todavía no estamos ahí. Hemos llegado a la orilla del inicio del recorrido que se propone el ciclo ¿Nuevos humanismos, nuevas humanidades, nuevos humanos?.

    Lo que aquí se presenta fue dicho en sesiones que promovieron el diálogo donde cada invitada e invitado propuso su ángulo para reflejar ese raro prisma que es lo humano.

    Algunas posturas descomponen ese haz de relaciones en sus diversos colores, otros nos advierten las ventajas del truco óptico, otras más advierten que no usamos tecnología sino somos con ella, alguien más incluye la simbiótica cercanía de la máquina y el cuerpo como una añeja realidad.

    Pensar humano, como bien exponen las páginas que aquí intento presentar, más que desde un país o una cultura debe hacerse teniendo en cuenta el cuerpo y la tecnología, teniendo en cuenta cómo hemos sido afectados por lo que no vemos, por lo que no considerábamos próximo, o bien, desde una reflexión que no puede ser ya ni objetiva ni abstracta. Ninguna de las personas convocadas estuvo en el mismo espacio físico, ni acudieron a un estudio de grabación: en todas las ocasiones, la interacción se hizo desde los espacios privados —la sala de casa, el despacho, la oficina— y con los recursos de tecnología personal desde un ordenador.

    Cada participante se dispuso, se grabó, se produjo, se emitió con una naturalidad que argumenta a favor de las ideas que se exponen en las conversaciones: no (solo) usamos tecnología, (ya) somos con ella, como dice Francesca Ferrando.

    En la mesa de diálogo ¿Humanismo o humanismos? participaron Beatriz Pastor, Amelia Valcárcel y Liliana Weinberg, moderadas por Paloma Vargas; en ella se plantearon los horizontes de la cuestión: desde la deuda con al ilustración griega hasta la necesaria crítica a las exclusiones de otras ilustraciones subsecuentes.

    Amelia Varcárcel recurre a hermosas metáforas como el río de Heráclico, el fuego eterno, la humanoria, entre otras, para recordarnos que la única constante es el cambio cuando nos referimos a lo humano y que los humanismos son saberes que recurren al pasado pero nunca se quedan ahí, que siempre se asocian con lo global y lo ilustrado. Propone indagar el humanismo como fenómeno debatible desde sus las posibilidades de la multiculturalidad, las condiciones materiales de la vida. Varcárcel nos recuerda que Protágoras o Heráclito, el más asombroso de los sofoi, tenían ya claro que lo humano es inestable, cambiante y siempre ha supuesto una necesidad explicarse. Nos recuerda que el humanismo supone hablar de globalizaciones e ilustraciones, momentos de grandes descubrimientos, resultado de haber atravesado un impasse epistemológico. Estamos en el inicio de un tercer momento, dice. Lo humano se construye, no es, va siendo. Desde los griegos hasta las polémicas actuales, Varcárcel desarrolla un argumento denso, ágil y compacto, como un colibrí.

    Liliana Weinberg suma un horizonte a la conversación. El humanismo supone el paso una cosmovisión teocéntrica y cerrada a otra abierta, en movimiento, curiosa, que promueve el cambio, la transformación y concibe al ser humano en y como el centro. Gozosa, encuentra en Alfonso Reyes nuevas claves que nos ayudan a comprender el valor del humanismo desde América Latina. La ensayista analiza el humanismo en sentido amplio y en sentido estricto, aporta consideraciones fundamentales para adentrarnos con más confianza en un debate contemporáneo sobre este. Propone que más allá de lo nacional, a la mirada con herencia universal, la relectura de los clásicos como fuente de formación, el énfasis en la educación, la lectura y la crítica como modelos de apertura al conocimiento. El humanismo como una propuesta para enfrentar los (nuevos) desafíos del mundo, que le funcionó a Reyes, a Enríquez Ureña o a Rodó, en la transición entre regímenes políticos y culturales, nos sirve también hoy. ¿Es posible abrir el humanismo tradicional (excluyente y europeo) en una suerte de espiral más amplia e incluyente? ¿Es posible un humanismo que aborde los nuevos desafíos de la ciencia, la técnica, que dé cuenta de otros grupos y sectores? ¿Podemos abrir el humanismo o lo tendremos que desecharlo? La serenidad teórica, la cálida erudición y la elocuencia de Weinberg nos llevan por buen camino para acercarnos a una argumentación desde las aportaciones de nuestra tradición americana. Hoy ni el mundo ni los desafíos son los mismos, pero el humanismo —otro, con otros adjetivos— sigue funcionando como variable en la ecuación que debemos despejar.

    Beatriz Pastor entra al desafío de abordar el humanismo revisando dos visiones: la catastrófica que tanto gusta a los teóricos del Antropoceno y otra utópica con la que ella se identifica. Amenazas de catástrofes biológicas, climáticas que pueden destruir el potencial humano, mientras que la perspectiva utópica advierte que es posible navegar esas catástrofes y proponer alternativas de conservación. Una versión critica lo sucedido, las consecuencias de una economía de devastación, la otra apuesta por una reconversión de los propósitos del uso de los recursos, que más que estar a nuestra disposición, deben ser conservados para que nos cunda la vida a más personas en el planeta.

    Pastor revisa los escenarios actuales y propone darle la pelea a la carrera acelerada de la tecnología. Nos insta a construir conocimiento y pensamiento críticos y pregunta cuál debe ser la agenda de las humanidades ante el desafío que plantea la catástrofe o la utopía. La tarea de las humanidades ha sido ayudarnos a incorporar nuevas realidades y ayudarnos a pensar cómo cambian nuestro propio sentido de ser, de ver el mundo. Para navegar nuevas realidades, las humanidades deben ser capaces de proponer un diálogo en el que participen con igual intensidad la tecnología, la ciencia, la filosofía y las artes. Propone desmantelar una forma de humanismo aludido antes en el debate con Valcárcel y Weinberg, para contribuir a un entendimiento dialógico del asunto: el mito central del humanismo hoy es un sujeto que no es natural. Hay que darle la vuelta al asunto sin perder de vista que estamos hablando de un lado, que toda pregunta es válida pero no puede haber una respuesta tranquilizadora. Todo humanismo es una codificación que canoniza o descalifica relaciones entre los sujetos. Su recorrido va desmontando el concepto para ampliarlo y hacer que más preguntas quepan en él.

    El coloquio revisa las nociones del universalismo, el dualismo de las humanidades frente a la ciencia y confluye hacia el papel (urgente) que debe asumir en la agenda contemporánea.

    Antonio Diéguez en El desafio transhumanista a la filosofía aprovecha el marco abierto en el debate anterior para proponer las obligaciones contemporáneas de los filósofos. La trayectoria, los intereses temáticos de la investigación que ha llevado a cabo, la capacidad de alusión y síntesis hacen del texto de Diéguez un mapa de ruta para ubicar en dónde queda lo trans en el panorama de las humanidades. El centro del mapa es el cuerpo, todo lo demás son prótesis áureas, intelectuales o metálicas, conceptuales o mecánicas, la pregunta por lo trascendente en lo humano es suponer la posibilidad de extender la vida humana. Repasa críticamente autores bestseller del tema, revisa sus aportaciones al asunto en una crónica de ideas sobre el biomejoramiento humano.

    ¿Qué es mejorar? ¿Qué es lo humano? La noción trashumanismo recibe aquí tratamiento sujeto de estudio: el cyborg o el humano son los personajes de su intervención sobre le poshumanismo tecnocientífico que se aborda como una película de acción. Los protagonistas de Silicon Valley, los antagonistas socialdemócratas, los incidentales inversores privados, mercaderes y científicos comparten el panorama donde la máquina está en el cuerpo. Aborda problemas como la democracia del acceso a todos estos avances, a la legislación, a la pregunta quién debe o puede decidir sobre mejorar (o no) un rasgo en el cuerpo. El asunto de la salud, la política, la economía o la democratización de la investigación científica son los temas que se desarrollan como un score musical en este texto que parece guion de ciencia ficción. Presenta argumentos a favor y en contra del transhumanismo, que esgrime para ampliar el asunto. Con bases bien arraigadas en la crítica filosófica, nos deja pensado que es posible mejorar, pero nos pregunta: ¿qué estamos dispuestos a comprometer en el intento?

    Alex Gil, el autor de Humanidades digitales a inicios de la gran reparación: planeta, archivos y justicia social, responde algunas cuestiones planteadas por Diéguez, aprovecha el marco dado en el debate inicial y extiende el alcance de la conversación hacia el terreno de lo digital. Mapas, visualizaciones, documentos, archivos, datos, metadatos revisados desde la noción del papel de las humanidades en la construcción de ese conocimiento y pensamiento ético y crítico del que habla Beatriz Pastor en su intervención. Gil nos da algunos buenos ejemplos. Inicia ubicando las enormes diferencias económicas, de acceso, de conectividad entre las sociedades del norte y las sociedades del sur.

    Esta conciencia de geolocalización permea en todo su discurso: América, el Atlántico, Asia, África, el sur, la lejanía y el acceso al dato son sus constantes. En Gil hay una propuesta de entender las relaciones espaciales en la distancia entre los objetos, su rastro digital y la vida de estas configuraciones que denominamos documentos entendidas desde su rastro como datos. Los datos son presencia material, no son etéreos como la eufemística metáfora de la nube digital. La conectividad implica el trabajo, a veces esclavista, de cuerpos en condiciones de precarización indignante. ¿Dónde está la memoria de los pueblos esclavizados, de los conquistados, de los expoliados? Quinientos años de silencios y mentiras. Para él, las humanidades digitales (HD) ofrecen una oportunidad de ayudar a que esto no siga siendo así.

    Gil hace una microhistoria del término y ofrece un esquema: documento y cita, archivo y bibliografías automáticas. El browser como ventana al mundo, pero en el sentido tanto de desvelamiento como de ocultamiento. El buscador oculta lo buscado: el hallazgo es en realidad un ocultamiento de otras posibilidades de respuesta a lo preguntado. Propone que las

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