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Cuentos de verdades
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Cuentos de verdades

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Cuentos de verdades es escrita acorde a unas vivencias y «hechos» que

corresponden al trabajo en medio del fuego de la guerra en Colombia que se vivió y se

vive con la guerrilla, paramilitares y los afectados campesinos y ciudadanos de los

pueblos, así como la infiltración en los estamentos políticos, militares y demás por

parte de estos actores del conflicto; basado en pasajes relacionados de la verdadera

situación en los sectores de alto grado de violencia y vulnerabilidad por este factor

determinante de los grupos guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y delincuencia

organizada. Es una novela elaborada con «realismo fantástico», que sintetiza las

tomas guerrilleras y el incursionar de otros grupos armados, reclutando forzosamente

a muchos niños, jóvenes y adultos. Una pareja que muestra lealtad y amor logra al

final encontrarse, pero el sistema los utiliza dejando la duda de su final, como suele

suceder con cientos de desaparecidos en Colombia.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento17 oct 2022
ISBN9788419137944
Cuentos de verdades
Autor

Herwing Villabona Rueda

Nacido 1957, periodista investigativo. Escritor desde los 18 años, interesado por la lectura y el periodismo desde los trece años, a los veinte años gerenciaba un periódico de circulación nacional denominado CAMBIO 90, ejerció como director de revistas periodísticas de circulación local de su región Oriente Liberal, Ventana Turística (Colombo, Venezolana), escribió columnas para Vanguardia Liberal (principal medio de comunicación escrito en el oriente Colombiano), Diario de Bucaramanga y otros periódicos nacionales, Columnista del periódico El Frente de Bucaramanga, del órgano virtual colombiano durante ocho años, denominado Revista Gobierno, participó aportando material en noticiero RCN de Colombia (una de las dos emisoras más grandes del país), Emisora Cultural de la Universidad Industrial de Santander UIS Estéreo, emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento. Ha creado, editado y dirigido programas como Voces de Nuestras Raíces (con la emisora de la Policía Nacional en Leticia Amazonas, espacio para las etnias indígenas), programa de Radio Cupido de Plata (espacio para adultos mayores), durante tres años en la Emisora Cultural de Bucaramanga Luis Carlos Galán Sarmiento. Dirigió un programa de investigación social en televisión en TV.COM y Televisión Regional del Oriente TRO, denominado Dura Verdad. Director de los programas de radio Detención y Prevención de la Violencia Intrafamiliar Maltrato y Abuso Sexual Infantil, en la Emisora de la Policía Nacional y en Colombia Estéreo del Ejército Nacional, director del programa radial para los campesinos de Bucaramanga, denominado Bucaramanga Rural, en la Emisora cultural Luis Carlos Galán Sarmiento. Ha aportado opiniones esporádicamente para Radio Francia Internacional, por su trabajo durante diez años al servicio de los indígenas de Colombia, en programas Tejido Social Productivo. Ha diseñado proyectos de prevención y detección de la violencia intrafamiliar y abuso sexual infantil, creando libros y folletos con material de su autoría. Ha diseñado proyectos en pro de la dignificación del adulto mayor, como la creación de los Centros Día y ha desarrollado investigaciones empíricas y científicas que han conducido a un proceso evolutivo en el comportamiento de la sociedad con el adulto mayor, llevándolo hasta las Naciones Unidas, siendo reconocido por esta entidad. Miembro activo de Unión Mundial Latinoamericana (UMAL), medio de investigación virtual e informativo de las Naciones Unidas, lo mismo que Red Solidaria, Inverglobal, Iniciativa de la Comunicación y Son Tambora, y de la Fundación Nuevo Periodismo Latinoamericano FNPI y del Taller de Escritores de Gabriel García Márquez. Como presidente de la fundación sin ánimo de lucro CETAAM, dirigió proyectos sociales y productivos en varias zonas de Colombia, como Amazonas, Guajira, Antioquia, Magdalena y Santander, y uno de ellos de gran envergadura, realizando dos años para la alcaldía de Bucaramanga denominado Detección y Prevención de la Violencia Intrafamiliar, Maltrato y Abuso Sexual Infantil y Tejido Social Productivo, dirigido a familias de estrato 1, 2, y 3 y todo el sector rural de la misma ciudad. Con el acompañamiento de la Coordinación General del Programa Contra las Violencias de Género, del Fondo para el Logro de la ODM, de las Naciones Unidas. Se desempeñó como coordinador de investigación social (proyectos de grado) en la Universidad Cooperativa de Colombia y catedrático de «Semilleros de Investigación» en varias universidades. Fue seleccionado por el Gobierno nacional de Colombia como participante en las mesas de negociaciones de Paz, del conflicto armado colombiano en el año 2001, en representación de la academia. Ha sido director de varios proyectos de Tejido Social Productivo en territorios indígenas, a su vez, ha dirigido proyectos en pro del desarrollo de comunidades afectadas por la violencia y el desplazamiento forzoso.

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    Cuentos de verdades - Herwing Villabona Rueda

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    Cuentos de verdades

    Herwing Villabona Rueda

    El contenido de esta obra es absolutamente ficticio cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia

    Cuentos de verdades

    Herwing Villabona Rueda

    Taller De Escritores Gabriel García Márquez

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Herwing Villabona Rueda, 2022

    Miembro activo del taller de escritores de Gabriel García Márquez

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com

    Imágenes históricas colombianas, cedidas por el Centro Nacional de Memoria Histórica

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2022

    ISBN: 9788419389077

    ISBN eBook: 9788419137944

    A Dios todopoderoso

    y a la Virgen milagrosa,

    fuente de mi vida,

    mi luz y mi destino.

    «Cómo pudiera rendirle homenaje a Gabriel García Márquez, porque a través de sus maravillosas obras, soñé y aprendí a leer más, a escribir, a amar a mi país y a llegar a conocer y platicar con él, con el maestro»

    Fue como nacer de nuevo: pertenecer al Taller de Escritores Gabriel García Márquez, del sueño a la realidad. Gracias a todos mis compañeros, por su apoyo y acompañamiento.

    Mi gratitud para: mi esposa y amor de mi vida, Gloria Cecilia González Reyes. Mis hijos Silvia Lucía, María Catalina y Juan Sebastián. Mis nietos Lourdes y Adrián. Mis yernos Mario Quijano, Emanuel Pietri y mi nuera Paula Alzate. Por su apoyo incondicional

    Si no hubiera soñado,

    no hubiera vivido

    Los mediocres son

    el peor desastre de la humanidad

    Umbral

    El autor de esta obra intitulada Cuentos de verdades, Herwing Villabona, llegó y se vinculó al Taller de Escritores Gabriel García Márquez- TEGGM hace un año, atendiendo la invitación publica que hicimos a la audiencia de noveles escritores o interesados en escribir a través de una de las cadenas de radio en un programa cultural.

    En esta su opera prima, el escritor me ha invitado a que haga el prólogo de su libro, en mi calidad de director del TEGGM lo cual me enaltece, a lo que no me puedo negar, pero si desde luego, precisar que mis opiniones y apreciaciones para nada comprometen el nombre del Taller, lo que en estas líneas haré con mi cometido al atender la solicitud del escritor.

    Cuentos de verdades, nos pone de presente la historia de tres jóvenes adolescentes, dos chicos y una niña, quienes al regresar a su pueblo, son detenidos por los insurgentes que vienen de asaltar el pueblo de San Uriel, los hacen bajar del bus donde regresaban para tomarlos como rehenes, Rosendo y Gonzalo, escapan amparados de la noche a costa de su vida lanzándose hacia un precipicio en medio de disparos, mientras María Adelaida, quien en ese día comprometiera su amor con Rosendo es llevada como rehén por el grupo armado. Los protagonistas de la novela, ingresaran a las filas del ejército para enfrentar esos grupos armados y tratar de encontrar a María Adelaida. En esta epopeya, Rosendo cuenta con la solidaridad de su amigo Gonzalo y de un Coronel del ejército que al paso de poco tiempo recibirá el grado de General, conocedor de la historia ayudará a Rosendo en su empeño. En el nudo del argumento aparecerán todas las vertientes del conflicto, guerrilla, paramilitares y los infiltrados de los bandos en contienda a instancia del ejército que ha tendido el entramado, hasta que las circunstancias deparen el trágico final en el que los protagonistas ofrendan sus vidas.

    Las primeras preguntas que surgen ante una obra del tema al que apunta nuestro autor es para qué y por qué se escribe; en esto, reconocidos escritores han dejado plasmadas las razones de escribir y me remito a varias de ellas antes de entrar en materia para acometer el oficio como forma de entender a quién asume el reto de escribir, estas son múltiples, e insólitas, extravagantes o irreverentes, contestatarias o tiernas. Allen Ginsberg decía que: escribía porque le gustaba cantar cuando estaba solo y porque no tenía ninguna razón, porque no tenía un por qué, y porque era la mejor manera de expresar todo lo que le viene a la mente en el espacio de un cuarto de hora o de toda una vida. Umberto Eco dijo que: sus hijos habían crecido y ya no sabía a quién contarle sus historias. Juan Marse escribió que, escribía novelas por puro placer estético, esto es, para sentirse vivo, para crear criaturas imaginarias, y con la vida que no pudo vivir, conjurar así la nada y el olvido, como una forma de la felicidad, y que escribía para sobrevivir a su infancia y salvar de la nada algunas imágenes, algunos sentimientos y emociones de la infancia. Miguel Otero Silva señaló que: escribía porque no pudo ser ni concertista, ni pintor, ni abogado, ni ingeniero, ni deportista, ni guerrillero, ni militante del partido comunista, ni orador parlamentario, ni senador. La naturaleza no lo había dotado para el ejercicio de las anteriores profesiones y como político sus brillantes discursos solo se le ocurrían cuando ya se había clausurado el debate.

    Cioran ha escrito que: para mí escribir es vengarme. Vengarme contra el mundo, contra mí mismo. Casi todo lo que he escrito fue el producto de una venganza. Gesualdo Bufalino escribió que: ¿se escribe para vencer dentro de uno mismo la amnesia, pero no se escribe también para ser feliz? se pregunta. ¿Se escribe para jugar, por qué no? La palabra es un juguete, el más serio, el más fatuo, el más caritativo de los juguetes de adulto. Escribo porque siento que cumplo una función que es necesaria para mí, si no escribo siento desventura y remordimiento, dijo Jorge Luis Borges.

    Tomás Borge dijo que: escribir es como hacer el amor, y escribir un primer libro es como hacer el amor por primera vez. Nadie soportaría la tentación de seguir haciéndolo hasta la consumación de los siglos. Germán Espinosa ha elegido responder que: escribe para justificarse o bien que si llegase a descubrir por qué escribe, dejaría de escribir pero que en honor a la verdad escribe porque en él la fantasía priva sobre la razón. Gabriel García Márquez dijo que escribía: para que sus amigos lo quisieran más.

    Escribir no es un oficio para decir cosas bonitas ni enamorar doncellas ni un esnobismo del escritor para acrecentar sus recursos, auque ya sabemos que una sociedad que no respeta la condición de escritor o poeta es lo que menos logrará, solo si pretende hacer de la palabra una mercancía más para adular o congraciarse con el poder o las academias o el establecimiento. El deber de un escritor es escribir bien, dijo alguna vez García Márquez y en ese deber está incluido su ética y su estética literaria. No es tampoco un ejercicio de individuos privilegiados, pero si de una sensibilidad distinta al común de todos los hombres, porque no todos los hombres tienen la sensibilidad del lenguaje y su enamoramiento para escribir. Acaso se escribe porque se ama el lenguaje como a una mujer o la vida, y nos alucina y maravilla como la creación más fervorosa del ser humano. El día que el hombre sienta alucinarse por el poder del lenguaje o las palabras será poeta y estará condenado a vivirlo en todos los instantes de su vida y aprenderá a amar y a vivir la vida con poesía.

    En el caso de Herwing Villabona, me atrevo a pensar que escribe para plasmar su dolor y el dolor de sus mas inmediatos como víctimas en una sociedad caótica y compleja como la nuestra en la que los factores de violencia se han multiplicado cada uno aduciendo sus propias razones. Llevamos en ello, casi dos siglos sin que nuestra sociedad entienda y emprenda una salida racional al conflicto colombiano. Acaso entonces medien procesos de paz en los que unos y otros durante la cruenta guerra han ofrendado los mejor de su pueblo y sus dirigentes, y sigamos sin entender, menos aprender de esa violencia que nos condena y nos hace sufrir en carne propia día a día.

    En Cuentos de verdades, los grupos sociales que ha sufrido esa violencia, tiene en la voz de este autor que se propone abordar la complejidad del conflicto reflexiona queriendo entender a unos y a otros, su propia visión, como víctima con derecho a dejar la huella de ese sentir vivido y padecido.

    Durante la trama y el desarrollo de la obra, el autor se inmiscuirá y tratará de explicar a su manera las razones del conflicto a través de todos sus personajes y escenarios, es posible que se quede corto y a veces no alcance a convencer, pero pienso que lo valido de su escrito es dejar a sus lectores una visión desde una de las aristas de la violencia y esa es la razón de ser de esta como otra de las tantas obras que sobre nuestra violencia se han escrito y que deben de servir para estudios que desde la sociología con las voces de las víctimas y las confesiones de los victimarios nos puedan dar luces en el futuro para interpretar nuestra realidad y algún día encontrar caminos sosegados que conduzcan a una paz que aunque esquiva, esperada por todos.

    Bogotá, 17 de junioz de 2022.

    Hugo Correa Londoño

    Pacto

    Durante todo 1998 e inicios de 1999, el aire estaba cargado de tensión y miedo en San Uriel. En los rostros cansados de los pueblerinos se podía leer el presentimiento de que en cualquier momento llegaría la guerrilla y se tomaría el pueblo. El alcalde le había mandado varias notas al Gobierno nacional y a las fuerzas militares, se había reunido con la policía y con varias personalidades prestantes de la región, algunos de ellos se fueron porque estaban seguros de que esto era muy cierto, otros, como en cualquier circunstancia, decían que no se dejarían llevar por estos facinerosos, que «primero muertos que secuestrados». El caso fue que, en Colombia, durante el Gobierno de Polanías, con la propuesta que le sirvió de catapulta para que los colombianos creyeran en él y lo eligieran presidente por haber logrado un gran acuerdo de paz con la guerrilla, especialmente con las Fuerzas Revolucionarias de Colombia (FRAC).

    Entre tanto, por una parte, los negociadores de todo tipo fueron y vinieron del Caguán a Bogotá y viceversa con mensajes, voces y propuestas a la postre todas vanas, por otra, las FRAC se tomaban cada mes dos, tres y hasta cuatro poblaciones, llevándose dinero, arrasando viviendas, asesinando hombres, mujeres y niños, secuestrando militares, oficiales, suboficiales, policías y soldados, a sangre fría a muchos de ellos y, desde luego, llevándose población civil, empezando por niños y niñas que reclutaban a la fuerza.

    Un joven campesino de la vereda La Virgen, Rosendo Tapias Rueda, apenas bordeaba los dieciséis años y cursaba noveno grado de bachillerato; su inteligencia afloraba en una redacción impecable e innata y en una oratoria que opacaba cualquier político veintejuliero de la región. En contraste, su timidez apenas le permitía intercambiar opiniones o relacionarse con las niñas de su edad.

    Su amigo Gonzalo Ríos Vesga era un excelente dicharachero, hablador del carajo y con un afán de conquistar a cuanta polla se le atravesara, como él decía refiriéndose a las jovencitas que conocía; peleador y por demás muy osado, sus amigos lo respetaban y seguían por su fuerza y su carisma, sobre todo, por el éxito con las niñas. Rosendo y Gonzalo eran vecinos y su amistad era más una hermandad, habían jugado a las canicas, al trompo, las escondidas, policías y ladrones. La construcción conjunta de carritos de madera fue el mejor sello de esa fraternidad, a pesar de que Gonzalo era un experto para todo lo que fuese de hacer con las manos, mientras Rosendo, el polo opuesto, era torpe en lo motriz y, de hecho, lo reconocía ante los demás.

    En su niñez habían pasado muchas horas jugando, además, ambos, desde los cinco años quizás, ordeñaban las vacas y las cabras desde las cinco de la mañana y jornaleaban con sus padres como personas grandes. Sus manos eran como piedras por los callos que les producía el uso del azadón, las picas y las palas, y su piel morena y tostada por el sol que caía sobre su cuerpo todos los días, por la mañana cuando estaban en vacaciones o por las tardes cuando estaban estudiando, porque de cualquier forma jornaleaban, arando, sembrando o recogiendo los frutos de la naturaleza que producían en esta región, como el café, el cacao, el aguacate, la piña y otras especies. Sus padres llevaban las cosechas a los pueblos los domingos después de los meses de la siembra, las vendían a precios muy bajos y volvían con unos cuantos pesos para los gastos necesarios, que desde luego eran absolutamente medidos.

    Rosendo y Gonzalo estudiaron la primaria en la escuela Virgen de la Piedad, a tres kilómetros de sus casas, contigua una de la otra, se iban y venían a pie encontrándose por el camino a sus demás compañeros y compañeras que vivían cerca de la misma vía, haciendo una fiesta cada día mientras llegaban a la escuela. Algunas veces, el bus que venía desde la ciudad los recogía y los aventaba, otras, una volqueta o una camioneta. Esto era muy esporádico, la verdad era que para ellos era más satisfactorio caminar, reírse, cantar y jugar de ida y de vuelta que llegar rápido a la casa a estudiar y a trabajar.

    Casi a un kilómetro de la casa de Rosendo vivía María Adelaida, que cursaba el mismo año de Rosendo y Gonzalo y tenía dos hermanos más que estaban en cursos inferiores. Rosendo ponderaba la belleza de los ojos de la niña al verlos brillar desde la distancia y electrizarse con esa mirada rígida y segura que resaltaba la belleza

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