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Controla Tu Enojo: Actitudes Que Debemos Dejar Para Gestionar El Enojo, Cómo Sanar Las Heridas No Resueltas Que Lo Causan, Cómo Manejar Situaciones Difíciles Y Vivir Gobernados Por La Paz De Dios
Controla Tu Enojo: Actitudes Que Debemos Dejar Para Gestionar El Enojo, Cómo Sanar Las Heridas No Resueltas Que Lo Causan, Cómo Manejar Situaciones Difíciles Y Vivir Gobernados Por La Paz De Dios
Controla Tu Enojo: Actitudes Que Debemos Dejar Para Gestionar El Enojo, Cómo Sanar Las Heridas No Resueltas Que Lo Causan, Cómo Manejar Situaciones Difíciles Y Vivir Gobernados Por La Paz De Dios
Libro electrónico73 páginas1 hora

Controla Tu Enojo: Actitudes Que Debemos Dejar Para Gestionar El Enojo, Cómo Sanar Las Heridas No Resueltas Que Lo Causan, Cómo Manejar Situaciones Difíciles Y Vivir Gobernados Por La Paz De Dios

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El enojo forma parte de nuestra cotidianidad. Vivimos en una época en que las personas viven muy sensibles y que estallan ante la menor provocación.

No somos ajenos a esto, también debemos tratar con este sentimiento en nuestras propias vidas. Ya sea que nos enojemos rápido, lento o creamos que no nos enojamos. Para ser efectivos en nuestro trato con el enojo, debemos preguntarnos la causa de este. Así, al intentar llegar a la raíz podremos conocer si nuestra gestión de esta emoción es adecuada. A muchos les sorprenderá saber que el enojo es muy útil para resolver nuestros conflictos diarios.

 

Encontrarás en este libro:

  • Que el enojo y la ira forman parte del equipaje emocional con el que fuimos diseñados.
  • Que un mal manejo de estas emociones, puede dañar nuestras relaciones personales y nuestra carrera profesional.
  • Cómo evitar almacenar la ira.
  • Cómo enojarse para hacer el bien.
  • Cuáles son las características del «buen enojo».
  • Cómo sanar las heridas no resueltas causantes del enojo.
  • Cuáles son las actitudes que debemos dejar para lograr una buena gestión del enojo.
  • Cómo manejar situaciones difíciles para apaciguarlas.
  • Cómo vivir gobernados por la paz de Dios y transmitirla a otros.
  • Descubrir la potencia para utilizar el enojo a nuestro favor.
  • Aspectos del carácter de Dios que transforman nuestra manera de relacionarnos con los demás.
  • Textos bíblicos de emergencia para contrarrestar el enojo.

Conocer y gestionar nuestras emociones nos ayudará a ser efectivos sobre las tensiones personales y sociales que hacen que las relaciones fracasen. Evitará que estas se estropeen, nos correrá del lugar del ataque y evitará que toda situación se convierta en una batalla.

Si deseas comenzar a controlar tu enojo, cultivar un estado sereno y dominar tus impulsos, esta lectura es para ti.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 abr 2022
ISBN9798201682002

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    Controla Tu Enojo - Javi Martínez

    CAPÍTULO 1:

    EL ENOJO Y LA IRA SON SENTIMIENTOS LEGÍTIMOS

    Envió sobre ellos el ardor de su ira; enojo, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores.

    (Salmos 78:49)

    A menudo, solemos pensar que el enojo siempre es contrario a la voluntad de Dios, que Él no desea que nos enojemos o que el enojo es pecado. Respecto a esto, el autor Gary Chapman hace una afirmación que puede resultar enigmática: El enojo es evidencia de que estamos hechos a la imagen de Dios. Intentemos entender esta realidad sobre el enojo, Dios y nosotros.

    Sabemos que Dios es amor. Esto es cierto, pero también lo es que Dios es justo. ¿Qué siente Él ante la injusticia? Esta faceta nos ayuda a comprender que ¡Dios experimenta el sentimiento de la ira! Y que el Cielo se indigna ante la injusticia. En la Biblia, Pablo nos revela más sobre el enojo divino: la gente ha negado, injustamente, la verdad acerca de cómo es Dios. Y el Dios altísimo está muy [airado] por toda esa maldad e injusticia (Romanos 1:18, TLA).

    Fuimos creados a su imagen, nuestro mundo interior tuvo la intención de ser una reproducción de su carácter. En otras palabras, Dios se enoja y ha insertado esa misma capacidad en nosotros.

    Aunque en el versículo que encabeza este capítulo se utiliza enojo e ira de manera indistinta, no es así en todos los pasajes, los estudiosos de la Biblia señalan algunas sutilezas sobre las palabras en el griego. La palabra enojo es orge y la palabra ira es thumos. La primera, enojo, se encuentra en un nivel de menor intensidad a la segunda, ira. Nos enojamos cuando un disgusto muy fuerte produce una molestia en nosotros. Entonces, podemos expresarlo o acumularlo. En cambio, la ira se relaciona más con un arrebato, impulso, o una explosión en la que alguien pierde los estribos. Si el enojo no se detiene, la ira toma el control y se convierte en violencia.

    El psicoanalista Rollo May afirma:

    La persona madura se vuelve capaz de diferenciar sentimientos en muchos matices: algunas experiencias son fuertes y apasionadas, mientras que otras son delicadas y sensibles, tal como los diferentes fragmentos de una sinfonía.

    Por eso, es útil realizar estas distinciones y diagramar una escala para estos sentimientos. De esta manera, podremos reconocer qué es exactamente lo que estamos sintiendo y, al hacerlo, ser más precisos en el manejo de nuestras emociones. En orden ascendente, la escala es: disgustado, molesto, incómodo, irritado, agitado, enojado, muy enojado, furioso, en ira —y explotando—. Conocer estos matices nos permitirá gestionar la ira, porque al identificar que la intensidad del enojo aumenta, podemos intervenir para regularla.

    Dios no tiene que aprender a controlarse porque Su espíritu es de dominio propio (2 Timoteo 1:7), pero nosotros sí lo necesitamos. La buena noticia es que contamos con ese mismo Espíritu.

    Las emociones fueron dadas por Dios y no debemos resistirlas, pero sí reconocer de qué emoción se trata y buscar manejar su intensidad. Por ejemplo, estar tristes está bien, pero si nos pasamos de intensidad, podemos caer en la depresión. Enojarse está bien, pero pasar a una ira desmedida no, porque un arrebato puede hacer mucho daño.

    Dios nos creó como personas racionales pero también emocionales. Cuando se introdujo el pecado en el mundo, nuestro diseño emocional persistió, pero nuestras emociones sufrieron un

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