Cuerpo: Meditaciones

Por Luis López González

Un nuevo libro de la colección Adentro, orientada a alimentar nuestra interioridad. Cuerpo es un guion para el diálogo con uno mismo. Con cadencia propia del que no tiene prisa por alcanzar la meta, sino disfrutar y aprovechar el viaje, el autor propone un itinerario para comprender nuestro mundo, el mundo del yo. Con un lenguaje claro y pedagógico, Luis López nos pone en la ruta con una condición: que sea el propio lector el que marque el ritmo de la lectura, de la reflexión y de la exploración de nuestro universo personal.

• Idioma: Español
• Editorial: Editorial San Pablo
• Fecha de lanzamiento: 6 sept 2019
• ISBN: 9788428561129

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Índice

Portada

Portadilla

Créditos

Una alfombra de entrada

Espacio interior

Cabeza-cuerpo

Cuerpo, corporeidad y corporalidad

Cuerpos y anatomías

Corporalizar

Conocer vs. saber

De los cuerpos que venimos

In-corporar

Mi cuerpo es el universo

De la tierra al cielo

Cuerpo-hogar

Cuerpo-monasterio

Cuerpo-templo

Cuerpo imagen de Dios

Cuerpo que da

Cuerpo que recibe

«Aquiahorear/ Aquiorar»

Cuerpo, conciencia y energía

Cuerpo y soledad

Cuerpo hablado

Anexo 1

Biografía del autor

Notas

portadilla

Colección dirigida por Luis López González

© SAN PABLO 2019 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid)

Tel. [phone] - Fax [phone]

E-mail: [e-mail] - www.sanpablo.es

© Luis López González 2019

Distribución: SAN PABLO. División Comercial

Resina, 1. 28021 Madrid

Tel. [phone] - Fax [phone]

E-mail: [e-mail]

ISBN: 9788428561129

Depósito legal: M. 29.134-2019

Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. 28970 Humanes (Madrid)

Printed in Spain. Impreso en España

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A mis hermanas, Virtudes y Pilar.

UNA ALFOMBRA

DE ENTRADA

Querido lector o querida lectora, interrumpe tu lectura después de leer lo siguiente: pregúntale a tu cuerpo si está en la mejor de las maneras para seguir leyendo y entrar en contacto conmigo. Me refiero a tu predisposición, el lugar, la postura, el ambiente, tu receptividad... Detrás de estas letras, detrás de este papel, detrás de todos estos días, meses de escritura, hay una personita, un rostro humano como tú .

Te invito a enlentecer tu «estar con el libro» y a imaginarme a mí, mientras escribo en mi despacho o, si lo prefieres, imagina que estoy ahí, a tu lado, diciéndote todo esto y lo que sigue. Intentaré ser lo más amable y amigable posible por lo que, por favor, no hagas caso de todo aquello que leas que no te siente bien y permítete parafrasear todo lo que yo digo que te resulte interesante –entrañable, conmovedor...–. ¿Estás preparado/a para seguir? ¿Y si cierras los ojos unos instantes y enfatizas las expectativas que tienes al leer este libro?

Te propongo que te permitas sentir aquí-ahora que más que leer un libro –sin más– vas a entablar una relación humana. Del tipo que tú y yo decidamos, pero una relación humana, al fin y al cabo.

Este no es un libro de datos. Es un acontecer de vida expresado mediante un libro. Aunque parezca que yo no te pueda mirar a cada parada que hagas, o contestar a tus posibles preguntas, o responder a tus demandas, o escucharte en cada reflexión tuya y empatizar con tus objeciones, eso no es del todo verdad: yo estoy de alguna forma ahí. Ya se encarga la vida de que mis palabras no estén solas y de que la profundidad de la que creo que han surgido se ponga en contacto de inmediato con tu interior, es decir, con tu mundo implícito. ¿No es este el primer regalo que nos llevamos tú y yo de este encuentro que va a acontecer?

Este libro no va de expresión corporal sino de cómo el cuerpo, desde sus múltiples diales, permite y contribuye en el acto de pensar, de razonar, inventar, crear y, sobre todo, de ser y estar. Es un libro de interioridad. No es un libro para leer de un tirón. De hecho, aconsejo no leer –y paladear bien– más que una o dos reflexiones seguidas, con sus respectivas meditaciones prácticas.

ESPACIO INTERIOR

«El reino de Dios está dentro de vosotros».

LC 17, 20-21

Te hablo desde mi espacio interior al tuyo. Mi ser y tu ser, que son espacio-tiempo en tanto que infinitos y eternos, nos lo permiten. «Busca en tu interior», dicen miles de versos espirituales.

Detrás de toda sensación, pensamiento o sentimiento hay un espacio frondoso esperando ser habitado: espacio-volumen, espacio-distancia, espacio-textura, espacio-profundidad, espacio-presión, espacio-densidad, espacio-apertura... Si uno mira hacia su propio cuerpo con una mirada sensible y táctil, se da cuenta de que no somos una vasija, de que los límites de nuestro cuerpo no están tan definidos como pensamos. Tu cuerpo y mi cuerpo son densidades de vida, no de masa y volumen. Pero, además, somos el único «objeto» del universo que conocemos por dentro y por fuera¹.

Si uno inicia una introspección hacia su interior, tendrá una tendencia connatural a perderse dentro de sí: no somos concretos ni estáticos por dentro. Si por el contrario, uno se exterioriza, tiene la tendencia a espaciarse, a proyectarse, a difuminarse hacia afuera. Tampoco aquí están delimitados nuestros cuerpos. Nuestra intuición es una puerta de entrada y salida... del cuerpo.

Por lo que respecta a lo que se suele llamar alma –que no se contrapone ni es una dualidad respecto del cuerpo– es la condensación de un espacio creado, vivido y trascendido. Ese espacio vivido es el lienzo donde se dibujan nuestras vidas. Somos como un gran lienzo en blanco. Yo me siento un lienzo coloreado –incluidas mis tempestades– por la mano de Dios o el Absoluto.

El hondón del alma es siempre hondón del cuerpo. Ese espacio interior goza de una densidad especial y espacial diferente del espacio cartesiano. Su coordenada es esféricamente holística: la conciencia amorosa. No es metáfora, es sensación. La vida está dentro de nosotros; los proyectos, el movimiento está fuera, en la cabeza. Cuanto más busco lo de dentro, menos me importa lo de fuera, así todo parece y aparece más bello.

El humo de las sensaciones y los sentimientos lleva al fuego del alma. El barco del amor echa su ancla en el aquí-ahora del cuerpo, que siente y nota. Si te detienes un instante a sentir, te das cuenta de que puedes sentir y puedes sentir que sientes. ¡Qué maravilla de la conciencia!

Pero las sensaciones orgánicas (interocepción) y las músculo-esqueléticas (propiocepción) no agotan nuestra percepción. Existe toda una gama de registros que no se enmarcan en estas sensaciones, a los que yo llamo intracepción, en relación con el intracuerpo², en el sentido interior y no en un plano fisiológico o anatómico. Por poco