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La cabaña interior: ¿Tienes respuesta a tus grandes preguntas?
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La cabaña interior: ¿Tienes respuesta a tus grandes preguntas?
Libro electrónico107 páginas

La cabaña interior: ¿Tienes respuesta a tus grandes preguntas?

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¿Necesitas más paz interior y encontrarte a ti mismo? ¿Eres capaz de superar tus crisis personales? ¿Te gustaría cultivar la soledad y estar en silencio? ¿Quieres aprender a sosegar tu mente y a meditar? ¿Te has hecho preguntas sobre Dios?
La cabaña interior es tu espacio personal de intimidad en el que solo entras tú: un lugar al que acudir para soportar el exceso de prisa y el ruido de la sociedad. En ella encontrarás meditaciones, reflexiones y propuestas para desarrollar tu persona. Luis López González te enseña cómo llegar a ella y habitarla.
IdiomaEspañol
EditorialPlataforma
Fecha de lanzamiento24 may 2023
ISBN9788419655295
La cabaña interior: ¿Tienes respuesta a tus grandes preguntas?

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    La cabaña interior - Luis López González

    1.

    Tu cabaña interior

    ¿Estás contento con la vida que llevas?

    ¿Echas de menos dedicarte más tiempo a ti mismo?

    ¿Cuántas veces has pensado en enlentecer tu vida y aprender a desestresarte?

    ¿Tienes miedo a conocerte mejor?

    ¿Tienes ya las respuestas a tus grandes preguntas?

    La cabaña interior es una metáfora con la que te invito a leer estas páginas. Una metáfora sencilla, pero adecuada para todo aquel que busca su paz interior, que suele ser la mayoría de nosotros.

    Tu interioridad reside en tu cabaña interior, un lugar accesible que se sitúa en tu conciencia. La conciencia es el terreno en el cual se construye tu cabaña, y esta cabaña será más espaciosa cuanto mayor sea tu conciencia. Pero tu interioridad no es algo ajeno ni a tus genes ni a lo que está fuera, la exterioridad. La interioridad es, por un lado, un lugar accesible, es una concavidad a la cual puedes acceder desde tu voluntad y perseverancia o también desde el dolor no deseado. Por otra parte, es un hábitat en el que estás a salvo. Nada, ni nadie, puede perturbar lo más hondo de tu corazón. La cabaña interior está en la senda espiritual, que va por otro recorrido que la senda de la superficialidad:

    Existe la senda de la sabiduría, y la senda de la ignorancia. Las dos están muy separadas y conducen a distintos finales. [...] Morando en la ignorancia, creyéndose sabios y eruditos, los necios vagan de un lado a otro sin rumbo, como ciegos conducidos por otros ciegos. Lo que yace más allá de la vida no resplandece para quiénes son infantiles, descuidados o engañados por la riqueza.1

    La accesibilidad a tu cabaña está llena de caminos y rutas. Entre ellas está el arte, la palabra, el silencio, el cuerpo o la psicología. No obstante, las tres grandes puertas de la cabaña son la razón, la estética y la psicocorporalidad. A través de ellas tocamos el fondo de las cosas y descubrimos nuestra identidad verdadera. Pero todos estos accesos no están exentos de maleza, trampas y espejismos. La maleza está constituida por tus miedos e inseguridades, la esquiva dicha que viene y se va, que es tan efímera como, a veces, inalcanzable. Las trampas de la mente, esa operatividad limitadora y justiciera que hay en tu cabeza, no cesa de amenazar y torturar tus idas y venidas por los campos de la interioridad. También resultan trampas las falsas indicaciones que te das a ti mismo, quimeras en un archipiélago de certezas que nunca han existido. No me cabe duda, sin embargo, de que son el ego, la prepotencia y la vanidad los que constituyen el espejismo mortal por excelencia. La falta de humildad, de sentido común, de contraste, de compartir, de fluir... suelen constituir tus delirios en el desierto de la verdad y en la oscuridad de la aceptación. Suelen traicionar a menudo los vástagos de la bondad que anida en tu corazón.

    Tu cabaña interior es tu parcela en el gran huerto de la vida, merece ser sembrada, regada y cultivada para que dé sus mejores frutos. Una tierra que no se siega ni se labra, no da su fruto. Si no aceptas los ritmos de la tierra, no sabrás cuándo sembrar ni cuándo recoger. Conocerte a ti mismo será la mejor guía para una cosecha fecunda.

    La interioridad es consubstancial a nosotros mismos, no podemos nacer sin una interioridad en potencia. La recibes al nacer y se te otorga una responsabilidad de mimarla, sobre todo, de nutrirla y de hacerla iluminar junto a otras cabañas en el universo de los humanos.

    He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. El que tiene oídos para oír, oiga.2

    En tu cabaña interior está tu yo más profundo. Un yo que no puede ser tocado ni modificado por ninguna circunstancia vital. Un yo que se apoya en el Gran Maestro de la Vida, el nunca nacido ni muerto, el ser que solo existe antes y después de tu paso por aquí. Ese ser es compartido por todos los seres humanos y resulta ser algo así como la matriz de la humanidad. Todos somos uno y en el uno somos todos. Tu mente se mueve y pasará, tus emociones también y tu cuerpo se transformará a través de la muerte, pero tu ser auténtico nunca pasará.

    Tu cabaña tiene unas dimensiones en relación con tu corazón. Tu intimidad —no confundir con privacidad— será mayor cuanto más hayas bajado a las bodegas de tu interior. El vino bien guardado a la temperatura y luz adecuadas será un buen vino. Cuando el vino se mezcla con los avatares de la vida, no sabe a vino y a gloria, sino a agua estancada.

    La cabaña interior es atemporal e infinita; es algo más que la suma de todos los elementos estructurales y atmosféricos que la componen. En la cabaña se dan las coordenadas de la no superficialidad y de la expansión de tu conciencia. La atmósfera que se forma en tu cabaña es una atmósfera cálida, acogedora y llena de amabilidad. De ella nos nutrimos para seguir ahondando en nuestra participación del misterio de vivir. Tu cabaña, si está bien cuidada, será el hogar de tu espiritualidad pues alberga toda experiencia de trascendencia, de contacto con lo Absoluto. Trascender es siempre ir más allá, no conformarse con el evidente y engañoso mundo al que pertenecemos y que falsamente creemos conocer. Trascender es salir de la zona de confort y de la propia tierra para obedecer el soplo del Espíritu. Dejarse ir de la mano de Dios hacia una tierra en la que plantar tu cabaña. Entonces tu cabaña será como una pustinia. El pustinik es aquel que, bajo la inspiración de Dios, abandona todo y marcha en peregrinación, buscando un lugar de encuentro en la oración y el ayuno. Pero esta peregrinación exterior tiene un camino de peregrinación interior hasta Dios, porque la pustinia no es solo un lugar, es un estado. Ponte en camino en busca de tu cabaña.

    Solo Dios sabía por qué este hombre —pustinik— se lanzaba a caminar. Caminaba y caminaba nuestro hombre hasta llegar, como dicen los rusos, «allá donde el cielo se junta con la tierra». Partía sin ningún equipaje ni bien personal y casi siempre vestido con el tradicional atuendo de peregrino.3

    El camino de tu vida es más sagrado en tanto en cuanto más profunda sea tu cabaña. Así, de la mano del Maestro Interior tienes que ser dócil a su llamada y construirla en lugar luminoso en tierra firme y libre de zarzas.

    Caminad mientras tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas, pues el que camina en las tinieblas no sabe adónde va. Mientras tenéis luz, creed en la Luz para que seáis hijos de la luz.4

    Busca la paz interior a través del recogimiento en tu cabaña. Recogerse es volver a casa, llevar allí la mente que estaba distraída, es decir, traer la mente a la cabaña interior. Esto es una cosa insustituible para la gente que medita, reza o contempla. No saben vivir sin ese recogimiento, al menos, una vez al día. Aunque ya veremos que se puede vivir centrado y estar en el trajín del mundo sin perder el recogimiento.

    Pero tu cabaña interior no es una suerte de lugar angelical, etéreo y sin raíces en la tierra. Tu cabaña interior tiene una estructura, una estructura corporal que resguarda la interioridad

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