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Los poderes de la imagen: Ensayos sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual
Los poderes de la imagen: Ensayos sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual
Los poderes de la imagen: Ensayos sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual
Libro electrónico156 páginas2 horas

Los poderes de la imagen: Ensayos sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual

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Este libro comenzó como una película. Una película, a su vez, en preparación para otra película. Una suerte de protopelícula que inquiría sobre su propio poder comunicativo —una película sobre la posibilidad de hacer otra película—. Pensaba que, si quería explorar a profundidad la identidad mexicana desde el ensayo cinematográfico, antes tenía que
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 may 2024
ISBN9786074175400
Los poderes de la imagen: Ensayos sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual

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    Los poderes de la imagen - Pablo Martínez Zárate

    Los poderes de la imagen

    Pablo Martínez Zárate

    LOS PODERES DE LA IMAGEN

    Ensayo sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual

    A partir de conversaciones con Harun Farocki, Narciso Contreras, Cao Guimarães, Irene Azuela, José Luis Barrios, Bernardo Esquinca, Amanda de la Garza, Iván Ruiz, Andrea Tejeda, Cuauhtémoc Medina, Omar Soto Martínez, Gabriela Reyes Fuchs, entre otros.

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

    UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.

    BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

    [LC] N 7625.5 M378.2018                                              [Dewey] 704.942 M378.2018

    Martínez Zárate, Pablo

    Los poderes de la imagen: ensayo sobre cuerpo y muerte en la cultura audiovisual / Pablo Martínez Zárate. – México: Universidad Iberoamericana Ciudad de México, 2018 – publicación electrónica – ISBN: 978-607-417-540-0

    Nota: A partir de las conversaciones con Harun Farocki, Narciso Contreras, Cao Guimaräes, Irene Azuela, José Luis Barrios, Bernardo Esquinca, Amanda de la Garza, Iván Ruiz, Andrea Tejeda, Cuauhtémoc Medina, Omar Soto Martínez, Gabriela Reyes Fuchs, entre otros.

    1. Imagen corporal. 2. Muerte. 3. Muerte en el arte. 4. Muerte en la literatura. 5 Muerte en la filosofía. I. UNESCO. II. Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Departamento de Comunicación. .

    D.R.© 2018 Universidad Iberoamericana, A. C.

    Prol. Paseo de la Reforma 880

    Col. Lomas de Santa Fe

    Ciudad de México

    01219

    publica@ibero.mx

    Primera edición: 2018

    Versión impresa

    ISBN UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA: 978-607-417-519-6

    ISBN IMDOSOC: 978-607-8234-57-8

    Versión electrónica

    ISBN: 978-607-417-540-0

    Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Hecho en México.

    Digitalización: Proyecto451

    Dedicatoria multitudinaria:

    A los entrevistados

    A los que me ayudaron en las entrevistas

    A mis colegas

    A quienes me inspiran

    A mi esposa

    A mi familia

    A nuestros muertos

    La imagen quema: arde en llamas y nos consume.

    GEORGES DIDI-HUBERMAN

    Lo que es del dominio de la imagen es irreductible por la razón, y debe permanecer en la imagen, so pena de aniquilarse.

    ANTONIN ARTAUD

    Dios es luz, sólo el hombre es fotografía, pues sólo el que pasa, y lo sabe, quiere perdurar.

    REGIS DEBRAY

    La Muerte, la horrorosa, la incomprensible, la no verdadera.

    CHRIS MARKER

    Introducción

    Este libro comenzó como una película. Una película, a su vez, en preparación para otra película. Una suerte de protopelícula que inquiría sobre su propio poder comunicativo —una película sobre la posibilidad de hacer otra película—. Pensaba que si quería explorar a profundidad la identidad mexicana desde el ensayo cinematográfico, antes tenía que indagar en la naturaleza misma del aparato imaginario contemporáneo y sus modos de actualidad.

    Busqué contacto con algunos profesionales de la imagen para preguntarles sobre nuestra relación con la imagen hoy, en particular desde sus tensiones con el cuerpo y la muerte. ¿Cómo nuestra inmersión en la cultura audiovisual informa la relación que mantenemos con nuestro propio cuerpo y nuestra propia imagen? ¿En qué medida esta relación corporal con la imagen condiciona nuestras disposiciones frente a la muerte? Estas dos preguntas contienen a todas las otras, en muchos casos desordenadas, que los entrevistados de manera tan gentil contestaron. Más que entrevistas a profundidad o perfiles sobre trabajo, los encuentros tuvieron el formato de conversaciones en torno a un marco temático regido por las dos preguntas mencionadas.

    Catorce conversaciones en total. Filósofos, artistas, escritores, fotógrafos, curadores, cineastas, publicistas y una actriz. La elección de cada uno de ellos respondió a las posibilidades de acceso, ya fuera por conexión directa o por algún tercero, principalmente por el hecho de que estos encuentros se procuraron sin recursos económicos. Diez las realicé bajo la idea de filmar una película, con registros en audio y video. Las últimas cuatro sólo en audio, una vez que la transformación de aquella protopelícula en este libro fue inminente. Los entrevistados, según el año de entrevista, fueron los siguientes:

    Harun Farocki, cineasta y artista (2014)

    Cuauhtémoc Medina, curador (2014)

    Narciso Contreras, fotógrafo (2014)

    Cao Guimaraes, cineasta (2014)

    José Luis Barrios, curador e investigador (2014)

    Irene Azuela, actriz (2014)

    Sara Baz, historiadora del arte (2014)

    Bernardo Esquinca, escritor (2014)

    Omar Soto Martínez, artista plástico y escritor (2014)

    Jan Erhardt y Manuel Vega, publicistas (2014)

    Andrea Tejeda, fotógrafa (2015)

    Gabriela Reyes Fuchs, artista visual y fotógrafa (2015)

    Amanda de la Garza, curadora (2015)

    Iván Ruiz, curador e investigador (2015)

    La decisión de dejar atrás la protopelícula y concentrarme en el formato escrito respondió a dos razones. Primero, al tiempo que implicaba sentarme a montar no sólo las entrevistas sino todo el material (por localizar y filmar) que completara la idea de película que tenía en mente. La escritura resultó ser la mejor opción, sobre todo si tomamos en cuenta que casi todas las entrevistas, salvo dos, las realicé sin asistencia, y así habría de seguir durante el proceso de postproducción. Segundo, a finales de 2016 comencé a escribir y filmar la película para la que me preparaba y opté por dedicar toda mi energía cinematográfica a ese proceso. Este libro se escribió, en gran medida, de forma paralela a la escritura y filmación de aquel ensayo sobre la identidad mexicana que se terminara a finales de 2018. Cabe agregar que además hubo otros procesos de filmación e investigación que corrieron a la par del término de este texto y la película: un par de documentales y piezas de arte, una investigación doctoral, un laboratorio de arte documental en el contexto universitario, entre otros. Todo este cuerpo de actividades creativas y académicas informan este libro, de manera directa o indirecta.

    La estructura de esta obra está dividida en tres partes. La primera y la tercera deben leerse como reflexiones introductorias y reflexiones finales, mientras que el segundo bloque comprende las conversaciones. En su totalidad, este libro se mantiene como un esfuerzo compacto para expandir preguntas por medio de un discurso hasta cierto punto colectivo. Es un libro compuesto primordialmente por notas teóricas de una investigación todavía (siempre) inacabada, un libro que se acerca más a una bitácora de investigación que a un ensayo; un libro que es radiografía de un proceso de pensamiento, más que un tratado concluyente. Un texto que espero sea capaz de inspirar preguntas en el lector, antes que conclusiones.

    PARTE I

    Los cuerpos de la imagen

    Una mujer camina por una banqueta de la Ciudad de México. (1) Cabello rubio, complexión delgada, su vestido cae hasta medio muslo. Vemos la escena a través de una cámara de seguridad. La calidad es terrible, peor todavía en su ya enésima réplica viviente —una misma imagen hoy tiene la potencia de multiplicarse casi ad infinitum, casi—.

    La mujer va de la casa al trabajo, o del trabajo al trabajo, o del trabajo a la casa, o de ningún lado al trabajo, o a la casa, o al revés. No importa. Lo que importa es que está siendo grabada, que es un día normal, que no interfiere con nadie en su trayecto. Aun así, detrás de ella aparece una figura amenazante; un hombre, en apariencia joven, corre hacia ella. Se prepara para algo, no sabemos qué, pero lo intuimos en su forma de correr, en la manera como sin detener su trote, se agazapa al acercarse a la protagonista del video. A pesar de la pésima resolución de la imagen, es fácil notar que el hombre ríe en tono de burla. Al llegar a la mujer, el hombre le baja los calzones y sale desbocado. La mujer, notablemente desconcertada por lo que acaba de suceder, cae al suelo. No tarda en levantarse y seguir su camino.

    No se queda callada: arma revuelo en redes sociales, consigue el susodicho video y denuncia al agresor con las autoridades correspondientes. Al llegar al ministerio se encuentra con una historia común y corriente: la total indiferencia, incluso, el reproche por parte de funcionarios. Que por qué el vestido, que por qué sola, que por qué venía distraída. El acoso, como remolino, crece cuando el video alcanza las redes sociales. El caso se transforma en escándalo de masas.

    Recibe cientos de mensajes en sus cuentas de redes sociales, llamadas de teléfono insistentes. Al caminar percibe las miradas inquisidoras de hombres y mujeres por igual; la siguen hasta la intimidad de su casa. Que eso le pasa por puta, que se ande con cuidado si no quiere ganarse una violación completa, que no ande de llorona con las autoridades. La tragicomedia termina en una acusación errónea, hasta disiparse en el pantano de la comunicación contemporánea.

    La reproducción del acto contra el cuerpo de la caminante representa un documento de la violencia que, por sí mismo, es capaz de engendrar más violencia. En otras palabras, el registro visual, índice del caso de acoso en cuestión que la víctima utiliza como evidencia, rebasa la impartición de justicia a partir del uso del material registrado (y reproducible en distintos soportes) como una maquinaria violenta por naturaleza.

    En su aspecto tecnológico, la reproductibilidad del cuerpo y, en consecuencia, la violencia ejercida sobre ese cuerpo, suponen cierta potencia de reproducción que está asociada a una plataforma de comunicación. Cada medio de comunicación cuenta con su propia potencia imaginaria, su poder de producir y reproducir imaginarios (por medio de imágenes, sí, pero entendamos la imagen más allá de lo visible). La violencia sobre la figura de la acosada proviene por la reproductibilidad de su cuerpo. La muerte se manifiesta como el extremo de dicha amenaza. Muerte social, pero también biológica. La imagen, entonces, surge del cuerpo mismo. La condición de la imagen es la mirada (propia y ajena) sobre el cuerpo. El cuerpo, al ser visto, se convierte también en imagen.

    En el caso de nuestra transeúnte queda clara la relación entre las jurisdicciones del cuerpo y la procuración de la vida (cuya condición, en gran medida, es la integridad física y mental del viviente). La circulación de la imagen en tiempos como los nuestros vulnera, de manera inevitable, el tránsito corporal e intelectual por el mundo. Para la víctima, con seguridad, en más de una ocasión la muerte se anunció como una posibilidad. Más en un país como México, donde los índices de feminicidios han crecido sin parar en las últimas décadas, algo que se relaciona con la violencia en apariencia inofensiva del acoso aquí comentado. En esta línea de pensamiento, el dilema de la circulación de la imagen es un dilema de resonancia. Resonancia de una imagen (de un cuerpo), pero también resonancia de un acto, en este caso violento, que además permanece impune e incluso trasciende por medio de una ridiculización de la víctima en la esfera social (concreta y virtual, nunca separadas). La impunidad, como se ha probado en otras ocasiones, fomenta espirales destructivas. Ésta no es la excepción. Aquí queda clara la relación entre cuerpo e imagen, así como la imagen como agencia de violencia (de muerte) sobre el mismo cuerpo. La resonancia, entonces, no es sólo de carácter simbólico: la resonancia entreteje el símbolo con la carne, devuelve la carnalidad a la imagen, así como la imaginación sobre la carne.

    En el principio, la imagen es sonido. Al final tal vez también. Ondas que atraviesan el espacio y nos dan un indicio de lo que será, es, o deja de ser el mundo. Provocación ineludible que nos cautiva y nos llama a la vida. Advertencia de lo que está más allá de nuestra experiencia corporal y que demanda la verificación de su existencia, el descubrimiento de su identidad. El sonido es el estímulo que nutre la curiosidad humana desde las vibraciones del mundo que nos alcanzan en el vientre materno y nos preparan para el parto violento. Ni abrimos los ojos y ya estamos en llanto. El sonido es aliento, palpitación, intuición, principio de vida y de visión, no sólo de vida o de cuerpo, sino de muerte, traza nuestro límite como individuos.

    Traigamos a cuento a Acteón, quien como sabemos pasó su último día de vida cazando por el bosque:

    El correr del río arrastra un susurro irresistible. El cazador

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