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El cuerpo entra en la clase: Presencia del movimiento en las aulas para mejorar el aprendizaje
El cuerpo entra en la clase: Presencia del movimiento en las aulas para mejorar el aprendizaje
El cuerpo entra en la clase: Presencia del movimiento en las aulas para mejorar el aprendizaje
Libro electrónico216 páginas2 horas

El cuerpo entra en la clase: Presencia del movimiento en las aulas para mejorar el aprendizaje

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El libro aporta un programa de trabajo que pretende ser una herramienta práctica para mejorar la dinámica del aula y el propio proceso de enseñanza-aprendizaje. Opera a través del uso de actividades que dan protagonismo al movimiento y ponen en valor la dimensión corporal, física y motriz de la persona a través de lo que se ha dado en llamar: propuestas. Estas se plantean en el propio espacio del aula –donde lo habitual es permanecer inmóvil en el pupitre– y por tanto rompen con esa visión que se tiene del aula como escenario de inmovilidad. Los pasillos entre pupitres, los espacios circundantes a puertas, ventanas, fondo de aula y mesa del profesor, se convierten en espacios útiles que enmarcan las propuestas motrices como descansos activos que aparecen de manera intermitente.

El programa se fundamenta en nociones de Neuroeducación poniendo en valor la necesidad de reactivar la atención tras prolongados periodos de concentración implicados en las tareas escolares. Se aporta una categorización de las propuestas mediante diferentes Áreas: Social, de Aprendizaje, de Gestión de Aula, de Relajación y de Funciones ejecutivas. Cada una de esta Áreas se orienta a un objetivo relacionado con los beneficios de la intervención motriz en el aula. Este programa, construido en torno a ejemplos prácticos de actividades, se fundamenta en la experiencia de docentes que lo han experimentado inicialmente en primera persona, y posteriormente lo han llevado a sus aulas para aportarles esta vivencia a sus propios alumnos.

La posibilidad de dar alegría al aula, de mejorar las relaciones sociales y los aprendizajes, dinamizando lo que en ella acontece y ofreciendo respiros que reactiven la atención, es lo que se encontrará el lector en estas páginas. En ellas los educadores de cualquier nivel educativo, e incluso de personas adultas, pueden encontrar una herramienta sumamente útil y de fácil implementación para el aprendizaje.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 dic 2021
ISBN9788427728622
El cuerpo entra en la clase: Presencia del movimiento en las aulas para mejorar el aprendizaje

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    El cuerpo entra en la clase - Begoña Learreta

    1

    Qué es el Programa: El cuerpo entra en la clase

    Circunstancias que justifican la inmovilidad del alumnado en las aulas de clase

    El uso de metodologías activas apuesta por hacer al alumnado protagonista de su propio proceso de aprendizaje, fomentando la interacción con sus iguales y potenciando un aprendizaje vivencial basado en la manipulación y experimentación. Esto reclama necesariamente el movimiento como herramienta de aprendizaje vivencial. Estas prácticas basadas en modelos educativos integradores, que emergen como innovación educativa hoy en día, han tenido presencia en otros momentos que la Pedagogía ha reconocido. Fueron corrientes educativas de enfoque aperturista que calaron en momentos concretos, pero que no llegaron a consolidarse como práctica pedagógica generalizada: son las aportaciones de Dewey, Montessory, Decroly, Freinet, Freire...

    En realidad, las metodologías activas, catalogadas hoy en día como escenarios innovadores, no lo son tanto si tomamos como referencia aquellas prácticas concretas de tiempos pasados. Lo cierto es que estas figuras del ámbito educativo crearon escuela propia y movimientos pedagógicos de valor. Sin embargo, la evolución que hizo la escuela de manera generalizada ha sido hacia un modelo academicista, basado en la bidireccionalidad entre docente y discente, con poco fomento de la relación entre iguales, con un claro exceso de la lección expositiva como metodología donde el profesorado es el verdadero protagonista de las sesiones, y en el que los trabajos pautados al alumnado responden a formatos demasiado homogeneizados, con poco margen para la creatividad y la iniciativa personal. El rol del alumnado es permanecer pasivo y receptivo. En estas circunstancias, el estudiante se circunscribe a su pupitre donde tiene poca posibilidad de movimiento.

    La realidad actual ofrece multitud de recursos para el aprendizaje; en muchos casos de manera autónoma y bajo procesos no formales. Internet se posiciona como la gran fuente de recursos para aprender, entretener y estimular intereses. Por otra parte, las ofertas de actividades de ocio para los ciudadanos, y por consiguiente para el alumnado, son muy amplias. Los recursos para la diversión y el entretenimiento emergen sin cesar. La diversidad de prácticas se dispara y las posibilidades de hacer, ver, practicar, simular, interaccionar y generar, se multiplican de manera exponencial... Es un escenario socioeducativo rico, complejo, variado y con grandes posibilidades para suscitar aprendizajes estimulantes gracias a herramientas audiovisuales, manipulativas, interactivas, sin perder de vista la acción, el movimiento, la interacción, y por supuesto también lo que ofrece el mundo analógico. Este entorno influye en las demandas y expectativas que el alumnado posee hacia la escuela.

    Se suscita, por tanto, la necesidad de un nuevo escenario de aprendizaje en las aulas que dista de lo que se ofrece de manera generalizada. Aunque se reclama dinamismo en las aulas, el modelo actual tradicional no lo contempla. Se genera un desfase entre las necesidades del alumnado y la oferta pedagógica.

    Los paradigmas en los que se formaron los actuales docentes en su día, fueron, en la mayoría de los casos y por una cuestión generacional, diferentes a los que ahora se reclaman. Los recursos digitales no existían y la sociedad no contaba con el impacto actual de internet. Era otro momento. Sus referentes no sirven ahora. La posibilidad de replicar la manera en la que aprendieron no es válida y por tanto gran parte del profesorado actual está en crisis. Este modelo formativo, del que ha bebido este tipo de docentes durante su formación inicial no es un buen modelo en el presente, porque la sociedad es otra, y el alumnado requiere otras maneras de aprender.

    La motricidad en el aula tiene extensas posibilidades que se han ignorado, por eso se ha desplazado exclusivamente a las clases de Educación Física (EF). Pero a esta asignatura le falta mucho camino todavía por recorrer en nuestra sociedad en materia de reconocimiento, para pasar de ser asignatura maría a poder adquirir otro nivel en el ranking académico.

    La dimensión motriz dentro del aula de igual manera posee escaso estatus. Cuando se ubica en los niveles de Educación Infantil está justificada su presencia, porque se vincula con la infancia, con el juego, con la diversión que el niño necesita, y se asocia a la conveniencia de potenciar su espíritu lúdico. A medida que se avanza en los cursos de Primaria y por supuesto Secundaria, el movimiento en las aulas se percibe carente de sentido porque las enseñanzas son más serias, más próximas a la vida adulta, y por tanto el movimiento ya no tiene sentido. Los aprendizajes entonces no dan cabida al movimiento, porque se entenderían como infantilizados; podrían interpretarse como sucedáneos de un verdadero aprendizaje que debiera ser sobrio y estático a medida que se van cumpliendo años. Esta es la visión que se ha construido en la sociedad sobre la relación entre el movimiento y los aprendizajes escolares.

    El desplazamiento por el aula, dar palmadas, moverse al ritmo de la música, generar posiciones diferentes, cambiar de ubicación dentro de la clase, generar ritmo corporal, etc., son prácticas que solo tienen sentido, y por tanto son aceptadas, en los cursos iniciales. Pero, ¿cómo se vería este tipo de trabajo en alumnado que ya ha superado el primer o segundo curso de primaria y que evoluciona a través del sistema educativo?

    Las aulas deben manifestar cierto orden y el profesorado ser capaz de ejercer control sobre lo que acontece en ellas. Se considera que el orden, el silencio y la ausencia de movimiento constituyen una clara manifestación de ese control que todo docente debe ser capaz de ejercer sobre su grupo. Este escenario no converge con el uso del movimiento por el aula y el desplazamiento libre por los espacios que separan el mobiliario escolar. A priori esta opción no se contempla, incluso se rechaza porque cabe interpretarse como ausencia de disciplina.

    Por otra parte, las aulas son pequeñas, no invitan a moverse, solo a permanecer en los pupitres; es una de las pocas opciones que ofrecen. Esas aulas con alfombra, con zonas para la experimentación, que sugieren movimiento en la etapa infantil o inicial, se transforman de manera evidente en cuanto comienza la educación primaria.

    Cabría preguntarse: ¿qué cuerpo es el que habita las aulas en cada nivel educativo? Vaca (2001 y 2007) ya puso de manifiesto que el que predomina en gran medida en la escuela es un "cuerpo silenciado, que no goza de la libertad suficiente como para poder expresarse con naturalidad. Es un cuerpo reprimido que debe ignorar su necesidad de movimiento. Cuando comienza la escolarización, solo en los primeros años, se puede hablar de un cuerpo vivenciado, que posee el privilegio de poder moverse con espontaneidad, de ser libre y actuar como lo hace en otros entornos de la vida, sin límites motrices; pero progresivamente, este cuerpo" se va transformando y todas las posibilidades y bondades que posee el movimiento, en el contexto educativo se van perdiendo. Se da protagonismo, no a lo que se es, sino a lo que se debe ser, según no se sabe realmente qué parámetros.

    Se da paso, errónea pero indefectiblemente, a ese cuerpo silenciado que va a ser imposible revertir, hacia ese cuerpo en movimiento por el que se pasó en un principio y por el que se aboga desde la apuesta que supone este programa de trabajo, aunque dista de ser realmente aceptado de manera generalizada.

    El perfil del profesorado que vamos encontrando en las aulas a medida que se asciende en los niveles educativos también evoluciona y su desempeño en el aula cambia según se orienta a alumnado de mayor edad (Figura 1.1). En la práctica, queda de manifiesto y es aceptado por la sociedad, que los primeros años de edad escolar reclaman docentes formados pedagógicamente, con altas dotes y numerosos recursos didácticos, pero a medida que el alumnado crece, la cualificación de sus profesores se entiende que debe orientarse a una mayor profundización en la disciplina que imparte, que empieza a disgregarse en materias que son impartidas por diferentes profesionales, atomizándose así el conocimiento, en detrimento de una formación pedagógica que parece ser relegada a un segundo plano.

    Figura 1.1. Representación visual: Tipo de corporalidad y formación docente predominante.

    Esta situación se va consolidando como un principio incuestionable en la aceptación de la figura del profesional de la docencia que gana estatus a medida que asciende en los cursos porque se especializa en un área de conocimiento, pero también se asume que posee menos recursos didácticos y pedagógicos.

    Evidentemente esas herramientas de las que dispone el profesorado de Educación Infantil y primeros cursos de primaria, entre los que podría encontrarse el fomento del movimiento dentro del aula, se considera inadmisible en profesorado de alumnado de más edad. Esta opción no se contempla en esos contextos.

    Realmente es fácil evidenciar que el movimiento corporal no goza de prestigio en las aulas y, por consiguiente, no se promueve. Habrá que luchar contra estos prejuicios para poner en valor las bondades de moverse dentro del aula, con sentido y de manera organizada. Esta línea argumental se puede contemplar representada en la figura 1.2.

    Figura 1.2. El porqué de la ausencia de movimiento en las aulas.

    Un Programa de trabajo que promueve el movimiento

    El cuerpo entra en la clase (ECEC) es un programa de trabajo que surge en medio de todo este entramado de circunstancias educativas y que ha sido llamado así metafóricamente para expresar la irrupción de la dimensión corporal y de la motricidad en el espacio del aula, impregnando los aprendizajes escolares.

    Este modelo rechaza una corporalidad ajena al sujeto que aprende, al asumir que tan solo la cabeza parece ser digna de tener un sitio en el pupitre. Este argumento tan consolidado se resiste a aceptar la concepción integral de la persona, y refuerza el dualismo que se creía ya superado. Lamentablemente visibiliza la idea de que pensar, razonar, comprender y memorizar son procesos cognitivos en los que la dimensión corporal no tiene valor. Es la dualidad cuerpo-mente que tristemente sale nuevamente a relucir.

    ECEC aboga por una visión integral de la persona que aprende y da protagonismo al cuerpo y al movimiento, equilibrando así el enfoque tan reduccionista que se ha perpetuado en la consideración de un ser humano dual. La persona es un ser integral que se manifiesta de manera holística poniendo en acción todos los recursos que posee sin hacer distinción entre lo corporal y lo mental, en cuya órbita se considera el pensamiento. Con la perspectiva que toma este programa se supera por tanto esta dicotomía y se pone en valor la dimensión corporal de la persona que estaba relegada a un segundo plano en el ámbito escolar, asumiendo que cuenta con grandes posibilidades de generar experimentación, disfrute y aprendizaje.

    Por otra parte, un alumno que aprende es merecedor de ser analizado como objeto de estudio en un contexto educativo. Vale la pena centrar esfuerzos en saber cómo funciona su cerebro en los procesos cognitivos que acomete en el entorno escolar; en saber cuál sería la mejor manera de intervenir pedagógicamente para mejorar los aprendizajes.

    La Neuroeducación es una disciplina emergente que aporta datos sobre cómo se comporta el cerebro cuando la persona realiza funciones matemáticas, cuando recuerda información, cuando escucha música, cuando interacciona con sus iguales. Se centra en comprender cómo se aprende y en poder incidir pedagógicamente sobre ello. Es posible por tanto describir el funcionamiento cerebral en cada acción cognitiva que se desarrolla. Todo esto que fue tan desconocido poco tiempo atrás, hoy en día se puede saber gracias al avance de la ciencia y de la tecnología mediante técnicas no invasivas aplicadas al estudio del cerebro en relación con la Neurociencia.

    Saber cómo se producen determinadas funciones cognitivas es un lujo para avanzar en ciencias sociales como la Psicología o la Pedagogía y poder transferir este conocimiento a la mejora de la educación. Si es posible trasladar de manera coherente toda esa información, la actuación docente y los entornos educativos, sin duda mejorarán. Es verdad que estos procesos requieren tiempo para

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