Una novia solitaria
Por Marvin Menjívar
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«Hasta que la muerte los separe» y así fue...
Yvonne de Winter es una novia en el altar ansiosa por decir «acepto» en la boda que espera resuelva muchos conflictos de su relación; pero, además de las campanadas de la iglesia, también escuchará las sirenas de patrullas policiales.
Todo se complica por la ausencia del novio y muchas preguntas surgen a causa de su desaparición.
Naomi Kessler es la encargada de descubrir la verdad entre secretos incómodos y esqueletos de una relación tóxica.
Marvin Menjívar
Marvin Omar Menjivar es un escritor salvadoreño. Nació en el año 1993. Amante de la literatura clásica, el cine, los idiomas, los viajes y las diferentes expresiones de arte y el lenguaje. Con su obra debut Una novia solitaria, el autor nos deleita con una mezcla sublime de drama y suspense, en un misterio que lentamente se va convirtiendo en un examen de las relaciones patológicas. Una historia de amor, resentimiento, deslealtad y secretos.
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Una novia solitaria - Marvin Menjívar
Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta obra son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados de manera ficticia.
Una novia solitaria
Primera edición: mayo 2018
ISBN: 9788417426262
ISBN eBook: 9788417426958
© del texto:
Marvin Menjívar
© de esta edición:
, 2018
www.caligramaeditorial.com
info@caligramaeditorial.com
Impreso en España – Printed in Spain
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Capítulo 1
Yvonne de Winter no quiere revisar el reloj porque no es la hora lo que quiere ver, sino a su prometido, Stuart Campbell. El tiempo no ha pasado tan rápido como ella cree, descubre la hora, son las dos y cuarenta y ocho de la tarde. El único consuelo que le queda es que ni siquiera sus padres han llegado y la ceremonia debía de haber comenzado a las dos treinta. Sin embargo, no siente ningún alivio, tampoco los invitados, quienes demuestran su descontento de diversas formas. Algunos hombres han salido a fumar, a hacer llamadas telefónicas de negocios o caminan de un lado a otro, desesperados. Las mujeres han ido al baño a retocarse el maquillaje o, simplemente, se quedan en las bancas de la iglesia, descansando y discutiendo sobre algunos temas interesantes. Todos saben lo mal que Yvonne debe sentirse, y la terrible idea de una novia abandonada aparece en la mente de los presentes. También en la de Yvonne, quien lucha contra el deseo de llorar, pero lo primordial es sacar ese negativo sentimiento de la cabeza: si se piensan las cosas mucho, pueden convertirse en realidad.
Sus padres finalmente aparecen. Casi deja salir unas lágrimas, pero logra retenerlas porque sabe lo difícil que ha sido para sus amigas maquillarla para la ocasión. Abraza con fuerza a su madre, quien desprende un relajante aroma que se relaciona con el seno materno. Mientras, su padre la mira de forma despectiva por su atuendo. Yvonne se acerca a él para reparar los lazos rotos de la familia a través de un abrazo, pero su padre retrocede para evitar su toque.
—No estoy aquí para felicitarte, sino para darte una última oportunidad de reivindicarte —aclara con dureza.
—Papá, ya discutimos esto muchas veces. No voy a dejar a Stuart —Con debilidad agrega—: Lo amo.
—¿Escoges a ese hombre que tanto daño te ha hecho antes que a tu propio padre?
—No vamos a discutir esto otra vez —responde, sabiendo que no puede ponerse a suplicar porque entonces las lágrimas van a caer y no puede arruinar ella misma este momento—. Jamás te hubiera pedido ayuda, si hubiera sabido que me lo ibas a echar en cara.
—Ya no nos busques más cuando te sientas sola —replica de forma contundente.
El señor de Winter se va del lugar. Yvonne debería seguirlo, pero no tiene fuerzas. Por si acaso, su madre se interpone para que su hija no intente siquiera convencer a su padre de regresar. Al menos, esto sirve de distracción a Yvonne para poder olvidar el hecho de que su esposo no aparece. Busca un espejo o una superficie reflejante para ver su rostro y poder llorar, asegurándose de colocar una servilleta justo donde las lágrimas van a aterrizar.
—Vamos a buscar un lugar privado para que te sientes y no te desesperes —le explica su madre, buscando al cura de la iglesia quien la lleva a una pequeña habitación, donde Yvonne toma asiento.
—No va a venir —explica Yvonne, decepcionada—. Lo sabía.
Su madre no dice nada, y se quedan ahí sentadas sin mayor cosa, pues las palabras no sirven de nada, y la única acción importante sería la aparición del novio, la cual no ocurre inmediatamente. Es obvio que su madre tampoco está de acuerdo con su matrimonio; pero a diferencia de su padre, no lo va a demostrar diciéndoselo para hacerla sentir mal. Al final de tantas, es su hija, debe estar aquí en el momento más importante de su vida, un evento clave, el que muchos afirman que define un antes y un después. Ella misma lo sabe. Algunos minutos pasan, aunque para la acongojada novia parece una eternidad.
—Alguien la busca, señorita de Winter —anuncia el padre con nerviosismo, sabiendo que no debería interferir en este momento de tribulación para la novia.
Un hombre entra y las dos mujeres se ponen de pie inmediatamente. Yvonne se pone nerviosa, pero la señora de Winter se pone a la defensiva y se coloca frente a ella como si alguien estuviera a punto de lanzar una bomba y la quiere salvar del impacto.
—Te ves hermosa, Yvonne, pero te veías mejor la primera vez, cuando fue nuestra boda.
—¿Qué haces aquí, Thomas? —pregunta la señora de Winter en voz alta—. Sabes que mi hija no quiere volver a verte.
—Ella no quería verme. Yo si la quería ver una vez más y decirle que no se va a casar este día —anuncia.
—¿No te bastó con lo miserable que me hiciste? —pregunta Yvonne,