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Hermandad de las Tinieblas
Hermandad de las Tinieblas
Hermandad de las Tinieblas
Libro electrónico152 páginas2 horas

Hermandad de las Tinieblas

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Información de este libro electrónico

En una tierra muy lejana llamada Fiantra, se ubica el reino de los vampiros. Sucede que, luego de la muerte de su madre, las hijas del rey, Lueji y Luiana, no aceptan los cambios en el mismo y deciden mudarse a Angola. Sólo que ese cambio traerá problemas aún mayores. Con un amor no aceptado entre dos especies rivales, habrá que extinguirlo para no decepcionar a la tribu.

IdiomaEspañol
EditorialJacira Félix
Fecha de lanzamiento6 abr 2023
ISBN9781667413686
Hermandad de las Tinieblas

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    Hermandad de las Tinieblas - Jacira Félix

    Índice

    Capítulo 1

    El pasado

    Capítulo 2

    Operación exterminación

    Capítulo 3

    Cambiando de rutina

    Capítulo 4

    Voy a acabar contigo

    Capítulo 5................................70

    Preparándose para la guerra.................70

    Capítulo 6

    Baño de sangre4

    Capítulo 77

    Verdades ocultas7

    Capítulo 87

    Híbridos7

    Capítulo 9

    Juntos por una causa mayor

    Capítulo 102

    Caída del trono2

    Glosario

    Sobre la autora80

    Agradecimientos1

    Otros libros de la escritora3

    El mundo es un lugar peligroso para vivir, no por causa de aquellos que hacen el mal, sino por causa de aquellos que observan y dejan que el mal suceda.

    Albert Einstein

    Capítulo 1

    El pasado

    Lueji

    Hace cien años, allá por 1915, había mucha guerra. La primera guerra mundial ya había comenzado, fue una guerra global centrada en Europa, que comenzó el 28 de Julio de 1914 y duró hasta el 11 de Noviembre de 1918. Pero no es eso lo que pretendo explicarles, lo que las personas de este siglo no saben es que la mitad de las personas muertas en aquella guerra, no fueron sólamente humanos, sino vampiros.

    Mi madre, Layla, era una mujer hermosa, gentil y humana, de nacionalidad Angolana. Tenía suaves ojos castaños y largos cabellos negros. Morena, alta y con una belleza inigualable que lucía con un estilo clásico. Layla no quiso que la guerra afectara su forma de ser, sin embargo, conoció a un vampiro de quien se enamoró perdidamente. Su nombre era Jorge Kapalo.

    Jorge era de la familia real de Fiantra, negro con ojos castaños claros, cabello corto, semblante serio, simple y amable. En uno de sus viajes conoció a mi madre y no tardó mucho tiempo para que ella descubriera su secreto. Cuando lo supo, no huyó de mi padre, eso que la cautivó aún más, haciendo que decidiera estar con él en todas las circunstancias, entonces mi padre la trajo a Fiantra, la convirtió en vampira y como él seguía en el linaje, sería el próximo rey y mi madre, obviamente, la reina, pues el amor que los unía era demasiado fuerte y nos engendró a mí y al estúpido de mi hermano Lucios.

    Lucios es un hombre musculoso, joven, negro, de estatura mediana con cabellos oscuros, cortos y enrulados pero relativamente grandes en relación a los de nuestro padre. Tiene ojos verdes claros y digamos que las vampiras del reino están a la espera del día en el que anuncien que Lucios está en búsqueda de una novia, lo que no sucederá a la brevedad, créame, o tal vez nunca. En cuanto a mí, heredé los cabellos largos de mi madre, aunque los míos sean rizados y con algunos rulos, tengo ojos castaños oscuros medios, soy negra, de cuerpo mediano como diría mi madre, un cuerpo digno de una princesa pero con más curvas.

    Nosotros ya nacemos vampiros. Nuestra madre nos crió como si fuéramos humanos normales, nuestro país es grande, lo que hace que la mayoría de los vampiros vivan aquí, en Fiantra. Fiantra es una isla que permanece oculta para los demás y sólo navegando a la deriva por el océano Atlántico la podemos encontrar. Creo que cada ser sobrenatural tiene un reino, aunque las demás especies no los conozcan. Algún tiempo después, mi madre halló una niña de cinco años de edad y decidió criarla como una hija, su nombre era Luiana y para que ella creciera con nosotros era necesario convertirla en uno de nosotros y fue lo que hizo mi madre, pero recién cuando Luiana llegó a los veinte años, ya que si mi madre lo hiciera siendo pequeña, Luiana sería una eterna niña. No hace falta decir que fue muy difícil pasar mucho tiempo con ella al principio por ser una humana. Los años pasaron y nosotros ya teníamos cincuenta años. Trabajábamos en el ejército real, fuimos entrenadas para no tener sentimientos inútiles, no reclamar y no demostrar lo que sentimos, pero a pesar de eso conservábamos nuestros corazones dulces. Cuando nuestra madre falleció, mi padre se volvió frío, más orgulloso y dejaron de importarle muchas cosas, entre ellas mis hermanos y yo, salvo que quisiera llevar a cabo una misión, en esos casos éramos los primeros de quienes se acordaba. Nosotros! Nos convertimos en lo que él más quería, frías guerreras. Sin embargo, luego de aquel incidente en el que murieron  algunos humanos, nosotros decidimos dejar todo eso atrás y vivir nuestras vidas lejos del reino, ya que nuestra madre había muerto en una de esas misiones reales.

    Lucios huyó del reino mucho antes que nosotras para librarse de sus responsabilidades, o simplemente para no tener la presión de cuidar el reino que mi padre insistía en que era responsabilidad de cada uno. Luiana y yo íbamos de país en país intentado establecer nuestras vidas. Decidimos vivir en un país que no estuviera fuera de África, ya que si queríamos algo vinculado a Fiantra tendría que ser en alguna parte de África, entonces nos quedamos en Angola.

    Como Lucios ya vivía allí, le pedimos comprar una casa en la que ya nos habíamos quedado algunas veces, estaba frente al mar y no era nada pequeña. A nosotras nos gustaba el aroma de la playa y los sonidos de las olas es como si fuera nuestro calmante, no quiere decir que estemos agitadas con muchas cosas, sólo que a veces queremos ser humanas por un minuto apenas y olvidar las responsabilidades que anteriormente nos eran impuestas que era matar la mayor parte de las veces, al final, es eso lo que somos, seres fríos y fuertes, pero no se engañen, a mí me gusta ser vampira.

    La casa en la playa tenía seis habitaciones, una cocina grande, una sala de estar, otra para comer con todos los muebles decorados en marrón y blanco.

    — Finalmente! Llegamos. — Dijo Luiana, aliviada.

    — Tienes ahí la llave de la casa? — Indago.

    — La tengo, Lueji, estás segura de que es necesario que estudiemos? Ya nos recibimos y qué sé yo, a veces es irritante volver a empezar, eso es aburrido.

    — Es sólo para cumplir formalidades, tú aparentas tener 18 años y yo 19, tenemos que ir a la facultad.

    — Si tú lo dices. — Luiana comenta molesta.

    — Resígnate, joven — retruco, y terminando de abrir la puerta le doy paso a ella.

    — Voy a colocar las cosas en tu habitación — dijo Luiana apoyando las maletas en el pasillo que daba acceso a los restantes compartimientos de la casa.

    — Espera, voy contigo.

    Cuando caminábamos hacia la habitación nos encontramos con algunas personas extrañas apareciendo en la sala. A pesar de ser inesperado, no nos asustamos con la presencia de las mismas, al final, quienes corrían peligro eran ellas y no nosotras.

    — Ustedes deben ser Lueji y Luiana cierto? — Dijo uno de ellos dirigiéndose a nosotras, mientras el otro volvió a mirar la TV.

    — Quiénes son ustedes? — Pregunto.

    — Nosotros vivimos aquí, el tipo que nos alquiló la casa... Decía el hombre de cabello negro, corto y rizado antes de ser interrumpido.

    — Habitaciones! Quieres decir — dijo el joven sin cabello pronunciáandose por primera vez.

    — Sí, eso! Pero no se puede usar sólamente la habitación sin usar los otros compartimientos de la casa. Él dijo que ustedes son las dueñas de la propriedad y que de aquí a unos meses volverían — dijo el joven de cabello negro.

    — Ustedes no respondieron la pregunta — Dijo Luiana.

    — Mi nombre es Hector y ese es mi hermano Tiago— dijo el joven de cabello negro.

    — Déjame ver si entendí, él les arrendó la casa a ustedes sabiendo que llegaríamos en breve? — Pregunté.

    — Sí — respondió él. 

    — Él les arrendó la casa por cuánto tiempo? — Preguntó Luiana.

    — La alquilamos por un año, cuál es el nombre de él? — Le preguntó al hombre sentado en el sofá.

    — Lucios. — Respondió el otro de inmediato.

    — Sí, parece que el nombre de él es ese.

    — Voy a matar a ese idiota y estúpido. — Digo completamente irritada.

    — Él es nuestro hermano y hace años que nosotras no veníamos aquí, tal vez por eso él les haya arrendado la casa. — Dijo Luiana levemente molesta.

    — Él es un irresponsable por no haberles avisado. — Comenta el joven sentado en el sofá, sin siquiera mirarnos, haciéndonos concordar con la cabeza.

    — Tienes toda la razón. Qué haremos entonces Lueji?  — Me preguntó Luiana.

    — Ustedes pueden quedarse aquí, además ustedes ya pagaron el alquiler y la casa es grande. — Dije.

    — Disculpa que no parezca comprensivo, pero nosotros pagamos y no nos íbamos a ir. — Dijo el otro joven, muy malhumorado.

    — No hagan caso a mi hermano, él no sabe lidiar con las personas, disculpen la molestia. — Dijo Hector con una sonrisa en los labios.

    Dejamos a los jóvenes en la sala y nos dirigimos hacia nuestras habitaciones y cuando finalmente nos quedamos sólas, Luiana dijo:

    — No puedo creer que tengamos que compartir nuestra propia casa con otras personas.

    — Es mejor que nada, no sentiste un olor extraño?

    — En realidad lo sentí, en aquellos dos. — Respondió Luiana.

    — Tú no crees que son...

    — No puede ser Lueji, ni pienses en esa posibilidad. Nosotras vinimos para estudiar y huir de esta vida, recuerdas? — Dijo Luiana.

    — Sí, recuerdo, tengo que llamar a aquel estúpido de Lucios para saber a quién le alquiló la casa.

    En la habitación de los extraños, la conversación era diferente:

    — Tú eres un tonto a veces, no sabes que tenemos que tener privacidad? Yo sabía que tarde o temprano vendría gente — Dijo Tiago, el joven de cabellos negros.

    — Lo sé, pero tú hablas como si ellas fueran personas de otro mundo — Dijo Hector.

    — Es arriesgado! — Reclamó Tiago.

    — Calma, ellas no van a descubrir nada — Dijo Hector.

    — Tan relajado, ya te dije que estás loco Hector?

    — Infinitas veces Tiago.

    Capítulo 2

    Operación exterminación

    Estaba en la parada a la espera de un taxi, habían pocos disponibles debido a la lluvia que había caído más temprano, ese día salí tarde del trabajo, fui obligada a cubrir el

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