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Infidelidad en el amor
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Infidelidad en el amor
Libro electrónico325 páginas4 horas

Infidelidad en el amor

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Que responderíamos si nos preguntaran, ¿Trae consecuencias la infidelidad en el amor? Aparentemente, por lo que hemos visto en la vida real, y en algunas películas románticas entre novios y personas que ya tenían varios años de estar casados y se divorciaron, como que pensamos que tal pregunta no tiene sentido. En estos ejemplo que hemos mencionado, nos damos cuenta que nada sucede y que las parejas involucradas prosiguen una vida normal y feliz como si nada hubiese sucedido. En esta historia no parece ser asi. El precio de la infidelidad se tarda en presentarse en la vida de los protagonistas, pero se manifiesta poco a poco hasta que se ve, que el que mal ha hecho recibe su pago cuando menos lo espera. También veremos al final de este libro, que la paciencia del que ha sido engañado, ultrajado y abandonado, prevalece, y es asi mismo recompensado de mucho bien y levantado en alto por todos los que habitan a su alrededor.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento6 ene 2021
ISBN9781506535395
Infidelidad en el amor

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    Infidelidad en el amor - Samuel M. Cifuentes

    Copyright © 2021 por Samuel M. Cifuentes.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Getty Images son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.

    Ciertas imágenes de archivo © Getty Images.

    Fecha de revisión: 27/09/2023

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    Índice

    Prefacio

    1

    2

    3

    4

    5

    6

    7

    8

    9

    10

    11

    12

    13

    14

    15

    16

    17

    18

    19

    20

    21

    22

    23

    24

    25

    26

    27

    28

    29

    30

    31

    32

    33

    34

    35

    36

    37

    38

    39

    40

    41

    42

    43

    44

    45

    Epílogo

    Plane.jpg

    Prefacio

    C omo humanos que somos cometemos errores a cada momento, y el precio que pagamos por estos siempre suele ser según la medida de la infracción que se comete, ya sea por equivocación o cuando estos han sido premeditados. En ciertos casos, cuando sabemos que hemos cometido un error, y reconocemos nuestra falta, como sea, pagamos el precio, pero aprendemos y seguimos adelante para no volver a hacer lo mismo. Sí, es cierto que todos los errores nos cuestan. Pagamos por ellos y pronto quedan en el olvido. Pero, las faltas concernientes a la infidelidad en el amor, entre parejas de novios o personas ya casadas, estos si que son errores de gran tamaño que nos hacen mucho daño, aún después de haber reconocido nuestra culpa. En esta historia, esto es lo que sucede, y vamos a ver que tan gran precio se llega a pagar por esta clase de infracciones.

    Infidelidad en el amor

    Plane.jpg

    1

    H enry Walker, uno de los empresarios más ricos de la cuidad de Hayden, Idaho, comenzó su negocio siendo un jovencito de veintidós años de edad. A la edad de cuarenta, su empresa llegó a ser una de las más grandes y fructíferas, la cual proveía trabajo para muchos, y extendiendose además rápidamente hacia otros Estados del Noreste de la Nación. Con todo el progreso de esta empresa, y los ingresos que acumulaba en sus cuentas bancarias personales, cualquiera de sus socios y amigos que Mr. Henry tenía por doquier, podrían deducir que, con toda esta bendición, este hombre ya era muy feliz, y dichoso, y que podría descansar en paz, y dormir mejor que cualquier ser humano. Pero se equivocaban todos, pues a pesar de ser el hombre más rico de esa cuidad, algo le preocupaba, y no lo dejaba estar tranquilo. Algunos pensaban que pudiera ser la soledad que lo acompañaba, pues que su hermosa esposa Ashley Walker, hacía ya un par de años que había perecido en un trágico accidente, y el único hijo que ahora tenía veintidós años, no se preocupaba por él. Este en vez de estar a su lado haciendole compañía y brindandole cariño por la perdida de ambos, prefería pasar el tiempo frecuentando amistades que no le traerían ningún provecho en el futuro. Pero por fin, Albert McCann, uno de los amigos más cercanos de Henry Walker, de su misma edad, y con quien solía irse de cacería con frecuencia, pudo encontrar lo que a este hombre le faltaba según él, para llegar a ser el hombre más feliz del mundo. Este Albert McCann era ya un hombre retirado, y hacía algunos años que también había perdido a su preciosa compañera, Pero Henry! Le aconsejaba este su amigo, Con toda la fortuna que tu tienes, en cualquier momento puedes comprar la cabeza disecada de un oso Kodiak, y ponerla como deseas aqui en la pared de esta tu oficina! Y no tienes porque ir a arriergarte a ir a perder tu vida, tratando tú mismo de ir en persona al Sureste de Alaska a enfrentarte a uno de esos osos que son los más grandes de esa región! Es que eso es lo que quiero! Le respondió el, portándose como un chiquillo malcriado, Todos los empresarios de otras compañías, tienen el orgullo de tener esa clase de trofeos en sus oficinas, ¿Y por qué yo no debería de tener algo asi que haya procurado con mis propias manos? Albert meneó su cabeza en señal de no poder comprender su obstinado deseo, ¿Pero qué trofeo podría ser más grande, que este que tu tienes aqui en esta pared? Le preguntó viendo al cuadro donde estaba su difunta esposa y su hijo Anthony Walker, Y además de esto! Prosiguió, Mira cuanto cuadro hermoso de tanto trofeo que has ganado por esta tu empresa tan progresiva, la cual ha hecho bien a esta cuidad! Mr. Henry se puso en pie. Le dio otro jalón a su cigarillo, y luego le vio a los ojos, Bueno! ¿Quieres acompañarme a Alaska para ir a conseguir lo que deseo, o me vas a dejar que vaya yo solo? Le preguntó sin quitar su vista de él, Está bien! Le dijo Albert, sin muchas ganas, Pero te advierto que mucho más fácil sería que le pagues a alguien más que vaya a hacer eso, y que cuando lo cuelguen aqui donde lo deseas ver, que nos echemos la mentirita de que fuistes tu quien lo mató con tus propias manos! ¿No sería eso más fácil que ir a esas montañas cargadas de nieve y enfrentarnos a ese oso de tamaño colosal? Si! Muy fácil sería Acordó Mr. Henry, Pero mi deseo es de conseguirlo yo personalmente! Está bien Henry! Accedió Albert, Haré todos los preparativos y saldremos mañana temprano para el Sureste de Alaska! Mr. Henry le apretó su mano agradeciéndole por su compañía, Estoy tan contento que hasta me haces cambiar de opinión! Le dijo. Albert se emocionó al oirlo decir eso, ¿Cómo asi? Le preguntó no entendiendo lo que decía, ¿A poco te has arrepentido de hacer ese viaje? No, no es eso! Le rectificó el, Lo que quiero decir es que, cuando traigamos la cabeza de ese Kodiak y la colguemos aqui, les diremos a todos que tú y yo lo hicimos juntos! Te veo mañana Henry! Le dijo Albert, decepcionado al haberse equivocado. Y al decirle esto, le dio la espalda y se retiró de ahi.

    Un mes después, Mr. Henry se encontraba muy pensativo sentado en la silla de su escritorio, pensando en algo que le venía preocupando mucho. Su secretaria vino a dejarle una taza de café, y a la vez a informarle que Mr. Albert McCann se hallaba allá fuera y deseaba hablar con él, Por favor, hazlo pasar quieres! Le suplicó el mientras se preparaba a recibirlo. Momentos después, Albert al penetrar a la oficina, el mismo se impresionó al contemplar la inmensa cabeza disecada de la osa Kodiak ahí pegada a la pared, atrás del escritorio de Mr. Henry, De verdad que es impresionante! Exclamó, viendo el perfecto trabajo que habían hecho los que la prepararon y la colocaron ahí. Pero al quitar su vista de esta, y ponerla en el rostro de Mr. Henry, notó que él no se hallaba tan contento como lo esperaba, ¿Algo te sucede Henry? Le preguntó, asumiendo que alguno de sus socios le estaba causando algún problema, o más bien su hijo Anthony quien acercándose ya a los veinticuatro años de edad, no se decidía a formalizar su vida con la hermosa novia que tenía hacía muchos años ya. Mr. Henry se puso de pie, y con su mano sobando su mejilla caminó alrededor de su oficina, como preparando la respuesta que se proponía a darle, Me estás poniendo muy nervioso, ¿te sucede algo? Volvió a preguntarle Albert ya con su entrecejo bien fruncido, ¿Te acuerdas de los dos cachorritos de esta osa, los cuales vinieron cerca a la fogata donde estabamos acampando después de haberle dado muerte? Le preguntó el en torno deteniéndose frente a él, Si! Si me acuerdo! Contestó, extrañandose de su pregunta, Pero, ¿no me digas que ahora quieres ir a ese lugar a traer a esos aqui también? Verdaderamente no me he sentido muy contento de haberlos dejado ahí desamparados! Le explicó, desde ya temiendo que le iba a parecer ridículo lo que le venía preocupando, Solos en ese bosque Prosiguió, Sin su madre, ni nadie que se preocupe de ellos! Albert hizo algunos gestos de sentirse sorprendido por lo que le decía, pues era la primera vez que oía palabras asi de labios de un cazador, ¿Estás bromeando conmigo diciendome eso? Le preguntó con asombro, Estos han de estar por ahí en algún lado más preocupados buscando que comer, y poco les ha de importar la ausencia de su madre, ¿no crees? Además eres el primer cazador que oigo que se preocupa mucho por la familia de esos animales! Es que me dio mucha pena y tristeza cuando se acercaron a nuestro campamento, y después ya no les vimos más Le respondió Mr. Henry, Bueno! ¿Y qué hay con eso? ¿Y qué se te ocurre hoy? Volvió a preguntarle Albert, ya presintiendo lo que el deseaba hacer, Ir ahí otra vez! Contestó Mr. Henry sin rodeos, Encontrarlos, y entregárselos aquí al departamento de la cuidad que se ocupa de esos animales, para que, cuando ya tengan una buena edad, volverlos a su lugar, o tal vez dejarlos en el zoológico, ¿no crees? Casi perdemos la vida enfrentándonos con esta osa que ahora tienes pegada a esta pared! Le contestó el, sin poder comprender lo que se proponía, Y ahora quieres ir por los cachorros, como si fuese tan fácil encontrarlos y traerlos acá! ¿No te has puesto a pensar que haciendo esto podríamos tropezarnos con el macho y tenerle que dar muerte también sin haber necesidad? O pueda que ocurra lo contrario, que este nos haga pedazos a ambos Entiendo tus palabras Le dijo Mr. Henry seriamente, Pero siento que debo hacer esto. Y si no los encuentro, por lo menos me sentiré mejor habiendo tratado ¿Pero cómo diablos no se te ocurrió pensar asi tan estúpidamente, antes de desear tener la cabeza de este animal aqui pegada a esta bendita pared? Volvió a decirle Albert ya molesto con su resignación, No te preocupes, ni te sientas mal si no deseas, o no puedes acompañarme Le respondió Mr. Henry mientras le palmaba su hombro, Que muy agradecido estoy contigo por haberme acompañado ya a ese lugar Al decirle esto, le dio la espalda y se dirigió a la puerta de la oficina, Está bien Henry! Tu ganas! Le dijo Albert, no sintiéndose completamente seguro de lo que le decía, Tu bien sabes que no puedo dejar que te vayas solo a ese lugar! Y aunque de verdad no estoy de acuerdo de la manera que piensas, iré contigo a ese bosque otra vez! ¿Y cuándo deseas volver ahí? Este fin de semana! Le dijo el muy contento de contar con su compañía, Está bien! Aceptó Albert, Le estoy ayudando a mi hijo Ben a reparar el motor de su avioneta, y creo confiadamente que estaré libre para el viernes por la mañana! Mr. Henry estrechó su mano agradeciéndole infinitamente, y luego se despidió de él, dejándolo ahí solo por unos momentos más, meditando en la locura que iban a emprender. Y mientras Albert pensaba en eso, con suma desilusión volvía a ver hacia la pared, donde se hallaba pegada a esta, la inmensa cabeza mullida de vello café oscuro de la osa Kodiak.

    Plane.jpg

    2

    E n el Sureste de Alaska, la tarde del día viernes, ambos Mr. Henry Walker y Albert McCann decidieron mejor por el momento, abandonar la búsqueda de esos cachorros. Y asi, viendo que la noche ya se les venía encima se dispusieron a encontrar un buen sitio donde poder acampar. Momentos después cuando Albert preparaba la hoguera, Mr. Henry armaba la carpa cerca a esta, y extendía algunas colchas bien mullidas sobre el suelo. Como la aparición repentina de alguna fiera era eminente, ambos tenían sus armas listas en todo momento y muy cerca al alcance de sus manos. Mr. Henry además de ser muy valiente, también era muy confiado. Pero Albert, no era que tenía miedo, sino que siempre mantenía en su mente el lugar donde se encontraban. Y si que tenía razón de mantener eso en su mente en todo instante, pues bien sabía que se hallaban en la parte Sureste de Alaska donde habitaban los osos más grandes de esa región. Momentos después, ambos con sus armas muy cerca de sí, charlaban y comían arrimados todo el tiempo al calor que impartía la hoguera, Hoy casi pasamos todo el día buscando esos cachorros por toda esta área! Decía Albert mientras disfrutaba el café, y los frijoles pintos que Mr. Henry había calentado, ¿Si mañana tenemos el mismo resultado, pensarás seguirle asi también todo el día domingo, Henry? No! Dijo el seriamente, Si mañana no los encontramos, para las cuatro de la tarde, me daré por vencido y asumiré que esos pobres ya se murieron de hambre, y han de estar bien muertos tirados en algún lugar Bueno! Por lo menos me alientan tus palabras y me quitan un peso de encima! Le dijo Albert mientras soltaba su respiración, Y ahora solo vamos a tener que preocuparnos, de que otro Kodiak nos venga a sorprender, o de alguno de esos lobos cuyos aullidos ya puedo escuchar allá en la lejanía! Sí, tienes razón de hablar asi! Acordó Mr. Henry, mientras frotaba sus manos por encima del fuego, Y vamos a tener que turnarnos para dormir como la otra vez, y mantener nuestras armas en nuestras manos!.

    Tiempo después cuando ambos recostados muy junto a la hoguera proseguían hablando de otros temas, Mr. Henry apreciaba el expléndido panorama que presentaba la brillantez de la luna y las estrellas en medio de ese firmamento tan oscuro. Los únicos ruidos que se oían en el ambiente, eran los murmullos de las aves nocturnas, los aullidos de los lobos en la distancia, y los chisporoteos continuos de la hoguera. De verdad que me sentiría muy feliz de estar aqui! Dijo Albert, interrumpiendo la inspiración que él tenía, Si nuestro propósito fuese de llevarnos otro oso de esos, y usar sus pieles para hacernos abrigos, para poder soportar estos fríos tan crueles, cada vez que te acompaño a cazar a estas áreas de Alaska! Mr. Henry ignoró sus palabras, y prosiguió con su vista viendo hacia el firmamento, Como te dije antes Henry! Prosiguió Albert en vez de procurar dormirse, Tu has sido la única persona que yo he conocido en mi vida, a quien se le ha ocurrido emprender una expedición como esta tan solo para procurar llevarnos de aquí a esos cachorros! Mira nomás a lo que ambos nos exponemos por eso! El padre de estos en cualquier momento nos podría sorprender aquí, y hacernos garras a ambos! Tal vez tengas razón de mencionar eso! Le respondió Mr. Henry, deteniéndose a pensar en lo que él había dicho, Pero no siempre Prosiguió, El oso permanece al lado de la osa! Tu sabes! Puede suceder que, después que esos animales hacen sus cosas, el macho por lo regular se siente que es dueño de si mismo y se desaparece, y es la hembra quien lleva sus cachorros hasta el final! Oh hombre! Exclamó Albert, mientras se cobijaba mejor, Espero que sea asi como dices, porque sino… Sshh calla! Le interrumpió Mr. Henry, poniéndose en alerta con el arma en sus manos al haber oído el ruido de pisadas que rompían ramas secas no muy lejos de ahí. Albert de un salto se puso al lado de él, también con su arma asi mismo, ¿Qué pasó? ¿Qué has visto? Le preguntó viendo a todos lados, Sshh calla! Le volvió a decir. Ambos se quedaron en silencio con sus vistas puestas en la oscuridad que reinaba alrededor, ¿Pero qué diablos has visto? Le volvió el a preguntar en voz baja, Nada! Solo he oído algunos pasos de alguien que hizo ruido sobre ramas secas! Le contestó, ¿Te imaginas que pudieron ser pisadas de un animal grande? Volvió Albert a preguntar, No puedo decirte! Le respondió, Pues tu me hablabas cuando sucedió eso! De pronto ambos se asustaron, quedándose quietos y en silencio, al oír quejidos que pronto les pareció que provenían de un animal pequeño, Pásame la lámpara quieres! Le suplicó Mr. Henry mientras con el arma en sus manos, procuraba ver hacia donde provenían esos quejidos. Pronto, Albert tomó esta de su alforja, y se la entregó, Parece ser uno de los cachorros de la osa Kodiak! Volvió a decir Mr. Henry alumbrando hacia donde este venía Prepárate para disparar si viene alguien más atrás de este! Le ordenó Albert, mientras él también apuntaba el cañon de su arma en esa dirección, No, no veo a nadie más! Le dijo Mr. Henry, creyendo ya que el cachorro que se acercaba podría ser de la osa que habían cazado. Este llegó a ellos sacudiendo habilmente el mullido vello de su piel, y sacando su lengua deseaba lamer sus manos, No veo al otro! Exclamó Mr. Henry todavía alumbrando hacia el mismo sitio donde había aparecido Por esto es que te he dicho que te pongas en alerta Le dijo Albert, Pues no creo que este sea el cachorro que pertenecía a la que le dimos muerte! ¿No crees que pudieron haberse separado, y estará más allá? Eso quisiera creer yo también Contestó Albert, Pero, no hay que estar muy confiados en esas suposiciones, porque, podría ser que el padre o la madre de este, nos sorprenda de un momento a otro ¿Qué sugieres que hagamos entonces? Le preguntó Mr. Henry comenzando a tomar en serio sus palabras, Atemos a este cachorro aquí con nosotros Sugirió el, Y estemos ambos alerta por un buen tiempo, para ver si su madre se asoma, y si nada sucede, podríamos comenzar a pensar que este realmente es de quien tu piensas Después de que pase ese tiempo que mencionaste Prosiguió Mr. Henry, ¿No crees que sería bueno hoy mismo ir un poco más allá, e indagar si no estará el otro por ahí? ¿Te has vuelto loco Henry? Le protestó Albert, Ni tu ni nadie me haría alejarme un pie de esta hoguera! ¿Acaso no has entendido que las fieras le temen al fuego? ¿Que no oyes a esa manada de lobos aullando allá en la distancia, esperando que nos retiremos de aquí para atacarnos? Bueno! Respondió Mr. Henry de buena gana, Se hará entonces como tú lo has dicho! Amarraremos a este aquí con nosotros, le daremos algunos alimentos, y mañana buscaremos al otro, digo, si resulta ser la cría de esa Kodiak que llevamos a mi oficina.

    Al siguiente día, cuando la claridad iba en aumento, y ya se podía apreciar la fauna alrededor, Albert vino a despertar a Mr. Henry, quien por haberse desvelado tanto, ahora deseaba seguir durmiendo un poquito más. Pero Albert ya con una taza de café en su mano, le insitó a que se levantara en seguida, recordándole al mismo tiempo que les esperaba un día largo de mucho camino. El frío se había hecho más intenso, y antes de alejarse de ese sitio, debían pronto calentar sus cuerpos con el calor de la hoguera, y el rico café que Albert ya había preparado, Ahora si comienzo a creer que este cachorro pueda que sí sea el de nuestra osa! Le dijo Albert a Mr. Henry quien en esos momentos le daba algunos alimentos a este, Y si encontramos al otro vivo o muerto como te dije anoche, eso confirmará lo que pienso ¿Dices eso porque no sucedió lo que temíamos? Le preguntó Mr. Henry agradecido por el café tan bueno que había hecho, Asi es! Respondió el Y para decirte la verdad, realmente no pude dormir muy bien, en los ratos que me tocaron cuando me acostaba Mr. Henry mientras bebía su café, parado cerca a la hoguera, levantaba su vista y veía hacia la distancia un valle que parecía como si hubiese sido pintado de colores blanco y verde. Blanco por la nieve, y verde por los pinos, Me temo que tan solo vamos a perder nuestro tiempo buscando algo que dificilmente vamos a encontrar! Exclamó asi sin volverse a su amigo, No te entiendo! ¿De qué hablas Henry? Le preguntó Albert interesado grandemente en sus palabras, He pensado que, verdaderamente este cachorro ha de pertenecer a esa Kodiak que matamos, y el otro solo Dios sabe cuando pudo haberse muerto, o alguna fiera lo devoró! ¿Entonces, quieres decir que podemos comenzar a caminar hacia nuestra avioneta con este cachorro? Asi es! Dijo Mr. Henry, olvidando ya la idea de ir a buscar el otro. Albert soltó un suspiro, Oh, por fin has dicho algo que me hace muy feliz! Le dijo mientras le palmaba su hombro, También he pensado en algo más! Volvió a decir Mr. Henry volviendose a él. Albert volvió a desilusionarse, mostrando un rostro desmayado, ¿No me digas que has pensado llevarte la cabeza de otro Kodiak? Le preguntó, No, jamás volvería hacer tal cosa! Le respondió el, Jamás dejaría a una de estas criaturas sin su madre tan solo por satisfacer un perverso orgullo humano! ¿Te acuerdas que te mencioné que pienso hacer una cabaña en ese lago cercano a la cuidad? Sí, ya van algunas veces que me lo has dicho! Le interrumpió Albert contento de oirlo hablar asi, Pues en el bosque que rodea ese lago, dejaremos a este cachorro! Prosiguió, Pues ahí la temperatura y el ambiente es mejor, y tal vez ahí uno de esos osos negros que habitan en esa área, puedan aceptar a este como uno de los suyos, ¿qué te parece la idea? Me parece formidable para este pobre! Aceptó Albert, Porque si lo llevas a la cuidad, este se morirá pronto ahí Y además Prosiguió Mr. Henry bastante pensativo en lo que iba a decir, Cuando llegue a mi oficina, quitaré la cabeza de esa osa de ahí, pues que cada vez que la he visto, me ha hecho recordar la infame ingratitud que he cometido con estos pobres cachorros Al decir esto, Mr. Henry inclinó su rostro, mostrándose muy arrepentido de haber hecho eso. Albert se acercó a él asombrándose de sus palabras, Me hubiera gustado mucho que pensaras asi antes! Le dijo poniendo su mano sobre de su hombro, ¿Entonces nos vamos a casa? Preguntó Mr. Henry volviendo en sí, Claro que sí! Dijo Albert contento en gran manera, sabiendo de seguro que en la noche de ese día dormiría apaciblemente en la confortable cama de su casa.

    Plane.jpg

    3

    E n un precioso día de verano, Anthony

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