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Interpelaciones.: Indicios y fracturas en textos latinoamericanos
Interpelaciones.: Indicios y fracturas en textos latinoamericanos
Interpelaciones.: Indicios y fracturas en textos latinoamericanos
Libro electrónico564 páginas7 horas

Interpelaciones.: Indicios y fracturas en textos latinoamericanos

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Este libro reúne una serie de ensayos sobre textos latinoamericanos que comparten dos características. Por un lado, hay en ellos prácticas que no parecen responder a ninguna de las exigencias manifiestas que las preceden. Por otra parte, esas acciones van acompañadas siempre por imágenes que impiden toda explicación causal, todo relato. Las imágenes son indicios –en el doble sentido de la palabra, huella y señalización– de situaciones y emociones que no están a la vista ni son expresadas, pero que interpelan de manera extraña. En el archivo de las revistas culturales de los años 60-70, en los estereotipos del Borges de los años 30, en algunas novelas duchampianas de César Aira en los '90 y en obras recientes como Spam, de Rafael Spregelburd y Birdman, de Alejandro González Iñarrirtu, cada capítulo detecta rupturas inexplicables y resultados inesperados. Aparecen así sujetos fieles a sus propias interpelaciones y a sus propios actos, y se abren espacios que no podrán volver a cerrarse.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 ago 2021
ISBN9789876995764
Interpelaciones.: Indicios y fracturas en textos latinoamericanos

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    Vista previa del libro

    Interpelaciones. - Luz Rodríguez Carranza

    cover.jpg

    Inberg, Pablo Escribir palabras ajenas: notas sobre traducción / Pablo Inberg. -1a ed.- Villa María :Eduvim, 2019.

    Libro digital, EPUB - (Desvíos)

    Archivo Digital: descarga y online

    ISBN 978-987-699-596-2

    1. Traducción. 2. Herramientas para la Traducción. 3. Teoría de la Traducción. I. Título.

    CDD 418.02

    © 2019. Luz Rodríguez Carranza

    © 2019. Editorial Universitaria Villa María

    Chile 251 – (5900) Villa María,

    Córdoba, Argentina

    Tel.: +54 (353) 4539145

    www.eduvim.com

    Edición: Alejo Carbonell

    Maquetado: Eleonora Silva

    La responsabilidad por las opiniones expresadas en los libros, artículos, estudios y otras colaboraciones publicadas por EDUVIM incumbe exclusivamente a los autores firmantes y su publicación no necesariamente refleja los puntos de vista ni del Director Editorial, ni del Consejo Editor u otra autoridad de la UNVM. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo y expreso del Editor.

    Interpelaciones

    Indicios y fracturas en textos latinoamericanos

    Luz Rodríguez Carranza

    Serie Zona de Crítica

    Directora: Roxana Patiño

    Contenido

    Prólogo

    De la imagen a la interpelación

    I. Archivos

    Sísifo y los mapas

    Los demonios inútiles

    El objeto Sade

    II. Imagen

    Borges y el ornitorrinco

    Disiento suavemente

    Escorias de la década infame

    III. Indicios

    El efecto Duchamp

    Usos de la utopía

    Los mundos sutiles

    IV. Figuras

    Vidas sin historias

    Perfiles

    Caricaturas

    V. Sujetos

    Amparos

    I did

    Bibliografía

    Lista de ilustraciones

    Nota editorial

    Agradecimientos

    Prólogo

    De la imagen a la interpelación

    Este libro reúne una serie de ensayos, escritos en épocas diferentes, sobre textos latinoamericanos que comparten dos características. Por un lado, hay en ellos prácticas que no parecen responder a ninguna de las exigencias manifiestas que las preceden. Por otra parte, esas acciones van acompañadas siempre por imágenes que impiden toda explicación causal, todo relato. Las imágenes son indicios –en el doble sentido de la palabra, huella y señalización– de situaciones y emociones que no están a la vista ni son expresadas, pero que interpelan a los sujetos de manera extraña, desencadenando decisiones definitivas. Seña y señuelo tienen la misma etimología: el poder de estos indicios radica en mostrar y seducir, en el cuestionamiento de las referencias que los acompañan, y, sobre todo, en la evidencia de su propia duplicidad.

    Clément Rosset recuerda una anécdota de la Ilíada: Pándaro le disparó a Menelao para matarlo, pero un dios desvió la flecha de su trayectoria –en la ocurrencia la diosa Atenea–, hiriendo al rey de Esparta solamente en el hombro derecho. La guerra de Troya hubiera podido evitarse, pero no fue el caso.¹ Hay acciones efectivamente extrañas, como si otro las hiciera en nuestro lugar, pero ese otro no es en estos casos el inconsciente ni la red simbólica. El habla de un sujeto es siempre el discurso de un Otro y está dirigida a un espectador; hasta los actos fallidos son acting out. En las acciones que me interesan, en cambio, no es así: hay una ruptura con lo simbólico, con la significación y con cualquier utilidad. Los resultados son los estados que Ester llama subproductos, que no pueden planificarse de antemano, son completamente inesperados,² y lo que manda en ellos es un deseo imposible de someter.

    Sumisiones y rupturas

    La Real Academia Española distingue tres acepciones del verbo interpelar, todas transitivas: la primera es requerimiento, la segunda, parlamentaria, discute el poder del Ejecutivo, y la tercera pide ayuda y protección.³ La primera y la tercera acepción se reconocen fácilmente en la vida en común, enjambre de acciones y reacciones que frecuentemente adopta las estrategias de la seducción. Boris Cyrulnik proporciona varios ejemplos del mundo animal en el cual las formas producen atracciones que a veces son kamikaze o suicidas.⁴ Algunos de esos ejemplos son tiernos, como el de un palomo y una paloma delante de la última miga de pan. La paloma se hace pequeñita y abre el pico, como un pichoncito, el palomo no puede resistir esa imagen de súplica y le da la miga.⁵ Otros ejemplos son más dramáticos, como el de un pececito que se ve irresistiblemente atraído por la imagen del un pez predador, o de una carnada metálica que brilla.

    Cuando se trata de seres humanos, este tipo de seducción también existe, su efecto se reitera y es considerado central por el marketing, que utiliza imágenes o eslógans, por la retórica, que distingue entre la convicción por argumentación o la persuasión emotiva,⁶ y por la política, que hace buen uso a su vez de marketing y de retórica.⁷ La filosofía contemporánea, en cambio, ha tomado distancia crítica de estos usos, y cuando habla de interpelación el referente obligado es Althusser.⁸ La ideología interpela a los individuos y los convierte en sujetos a través de los aparatos ideológicos del Estado, entre los cuales la educación, la iglesia, los medios de comunicación, el discurso social en general son los más eficaces. La interpelación pide siempre obediencia: entregar la miga, ir al encuentro de la carnada, aceptar los relatos del poder o comprometerse en la lucha contra ellos.

    En su respuesta, el sujeto que se constituye es el que se somete, incluso libremente, y para Althusser hay un vínculo entre subjetivación y sujeción. Montag ve en esto una referencia a Hobbes: el individuo le concede el poder al soberano, él mismo es agente libre de su sumisión y legitima la relación de poder. Si se arrepiente, está en guerra consigo mismo y su identidad vacila.⁹ Así, interpelar es lo que hace la policía para exigir identificación, y también tiene un significado jurídico, imputar.

    Montag relaciona el concepto de interpelación de Althusser con el de inmunidad de Esposito,¹⁰ distintos e irreductibles –aclara– pero capaces de actuar en conjunto para ser la causa de un único y mismo efecto.¹¹ Se trata, sin embargo, a mi juicio, de interpelaciones opuestas. La comunidad, el cum, es algo que nos mantiene unidos en una responsabilidad común, incluso desaparecidas las obligaciones religiosas, nacionales, étnicas, etc.: nos entrega los unos a los otros, nos arriesga los unos contra los otros.¹² La communitas no es ni una propiedad ni una cosa que se comparte, como la ideología, sino exactamente lo contrario, es una falta, una deuda permanente hacia los demás, el munus, una sustracción y expropiación. Los lazos sociales son una amenaza y hay que inmunizar al individuo –y a su propiedad– eximiéndolo de esa deuda compartida. Paradójicamente, el sujeto moderno solo puede lograr ser tal sujetándose libremente a un poder soberano, el Leviatán. Los individuos son ‘preservados’ y ‘protegidos’ solo al precio de la propia sociabilidad que hace posible su existencia material y cultural, dice Esposito: Viven en y de la renuncia a convivir.¹³ Lo que se logra en la sujeción moderna, además, no es solo la protección de la vida sino de la propiedad y de la plusvalía del propio trabajo, amenazados por el munus que exige compartir. La propiedad de sí mismo se vuelve así paradójicamente libertad de venderse y de entregar la plusvalía, nueva forma de sujeción moderna, al capital.¹⁴ El sujeto sujetado se inmuniza contra una interpelación –la de la comunidad– con otra.

    Ahora bien, la segunda acepción del término interpelar, según la RAE interroga al poder –el Ejecutivo– para determinar su responsabilidad en un tema determinado. Es, así, el lugar de lo político. Es también el sentido en inglés del término interpellator, que designa al que interrumpe a alguien que está hablando o actuando. Althusser sabe –dice Montag–,

    que el sujeto interpelado no siempre responde al llamado del Sujeto. Hay quienes, una vez llamados a la existencia como sujetos, dan la espalda a esa convocatoria a la sumisión, como si la voluntad libre de la que son provistos, les permitiera en ciertas ocasiones rechazar el destino para el cual son inscritos como sujetos. Estos son los que Althusser célebremente llama malos sujetos: criminales, herejes, rebeldes.

    En algunos fragmentos que fueron eliminados del texto definitivo de Ideología y aparatos ideológicos del Estado en 1970 –publicados en 1995–,¹⁵ Althusser sugiere que los aparatos ideológicos del Estado no son monolíticos, porque la lucha de clase los modifica o deforma. Hay ideologías producidas por las prácticas, otras que se entretejen con efectos externos, y en consecuencia los aparatos son lugares de conflicto, en los que se gestan subjetividades intermedias. Montag retoma el concepto de ciudadanos de Balibar:

    una figura histórica que no es más el subjectus, y que no es todavía el subjectum. Pero al principio, en su formulación y en su puesta en práctica, esta excede su propia institución. Es lo que yo denominaba hace un instante el enunciado de una proposición hiperbólica. Sus desarrollos no pueden estar hechos más que de conflictos, de los cuales se pueden esbozar sus desafíos.¹⁶

    A Lacan le interesa también el sujeto vacío y destituido, aquello que queda fuera, el resto, la basura: hay algo que no ingresa en la red de significaciones ni en los relatos.¹⁷ El resto es una falta, un hueco que separa los efectos de sus causas, donde puede aparecer algo nuevo, un llamado que debilita cualquier sistema estable. Esta interpelación no es necesariamente la social del munus como lo define Esposito o, dicho de otro modo, no sitúa la deuda solo en el lazo social: puede traicionarlo, porque es deuda con el propio deseo. Es el llamado que mueve a los malos sujetos de Althusser, que sabotean inexplicablemente todos sus intereses reconocidos, ideológicos o comunitarios.

    En esos lugares pueden tener lugar acciones que no son transitivas. Para Arendt, hay una diferencia entre poiesis, la actividad de creación que pone fuera de sí su obra y su objetivo, y praxis, la acción que tiene en sí misma su fin: es la energeia de Aristóteles, aquella actividad que no persigue un fin externo ni deja –necesariamente– obra tras de sí.¹⁸ Se trata de una acción que no contribuye en absoluto a fortalecer ni la comprensión, ni el sentido, ni el status quo, ni la identidad. Son los actos éticos puros kantianos, como los describe Alenka Zupančič:¹⁹ aquellos que están más allá de toda equivalencia y de todos los criterios de eficacia, que encierran en sí mismos su propio propósito. En ellos un sujeto se suicida en tanto tal, deja de ser el que los demás, y también él mismo, reconocen. El que adviene es el que es fiel a su propia interpelación y a su propio acto y reconoce su responsabilidad intransferible, aunque su mundo cambie definitivamente después. Ha tenido lugar una ruptura con aquello mismo que norma su aparición, un acontecimiento.²⁰ Nada será igual en adelante, porque se ha abierto un espacio que no estaba allí antes y no podrá volver a cerrarse, será nombrado y su nombre perdurará, como los de los héroes o villanos populares.

    Imágenes

    Las imágenes pueden ser muy diversas,²¹ pero su característica común es estar fuera de lugar, o dicho de otro modo, su lugar es la extrañeza. No explican nada porque están fuera del sentido y del discurso.²² La hermenéutica ocupa activamente la distancia de la imagen con la interpretación, ve, explica y ejerce la biopolítica clasificatoria: una distribución determinada y concertada de los cuerpos, de las superficies, de las luces, de las miradas; en un aparato cuyos mecanismos internos producen las relaciones en las que son atrapados los individuos.²³ Las imágenes que acompañan las interpelaciones que me interesan, en cambio, han sido desautorizadas por los discursos que las incluyen, han sido tan usadas que que se han convertido en clichés o estereotipos, han perdido sus referentes o los han ridiculizado –particularmente los ideológicos– y fueron descartadas como falsas. Se han convertido, sin embargo, en indicios de una ausencia –la del referente único– y provocan reacciones imprevisibles. Esto es posible por su condición intermedial,²⁴ porque pueden pasar de un soporte a otro: sin la seguridad simbólica el sujeto queda expuesto a los afectos y a las emociones de contactos plurales.²⁵ Así, la relación entre actos puros e imágenes desvalorizadas es la interpelación desviada de la flecha de Pándaro que se multiplica: el efecto inesperado de la flecha no designa solo a un dios –un agente–, sino a varios, tan remotos e improbables como el efecto de una mariposa que aletea en Hong Kong [que] puede crear una borrasca en Nueva York de la teoría del caos,²⁶ o, paradójicamente, muy cercanos y olvidados. Otra constante en esta relación es que las imágenes no actúan solas, sino en bandada, en chaquetas de muchos colores, para utilizar el nombre de la obra del dr. Nahum Cordovero en El inmortal, de Borges.²⁷

    Este libro es también una colcha de retazos y la separación y reorganización de discursos e imágenes es la metodología básica de todos los capítulos. Trabajar así con el archivo exige, además, la búsqueda paranoica de los dioses –los referentes–, pero es una paranoia en segundo grado, o metaparanoia:²⁸ es consciente de los simulacros y en lugar de invocar a una sola autoridad jerarquizada, abre la lectura a todo el Olimpo, a la multiplicidad infinita de las combinaciones. Del mismo modo he barajado mi propio trabajo, seleccionando –y a veces acoplando y traduciendo– los ensayos para esta propuesta. Los cuatro capítulos, Archivo, Imágenes, Indicios y Sujetos (que se desdobla en Figuras y Actos), incluyen un ensayo general y algunos análisis que no son casos sino ejemplos, una singularidad entre las demás, pero que está en lugar de cada una de ellas, que vale por todas.²⁹ De hecho, los mismos textos generales son ejemplos porque adolecen de mezcla y de variedad,³⁰ e incorporan pequeños análisis singulares. A pesar de la organización cronológica, además, los textos y las referencias remiten unos a otros; algunos cambiaron de lugar, porque en la confrontación se revelaron afines a una problemática específica: es el caso de Perfiles, escrito en 2003 para ser incluido en un libro sobre Borges con los del capítulo III, que hoy encuentra su lugar entre los autorretratos y las caricaturas de Figuras. Un artículo de 2011 –Amparos– que formó parte ese año de una serie sobre el melodrama, describe los conflictos provocados por la ideología y ejemplifica, junto con I did, que es de 2017, decisiones inexplicables de sujetos que se suicidan como tales para no ceder en lo que importa.

    El primer capítulo, Archivo, es historiográfico y es el que más claramente coincide con la consigna de barajar y dar de nuevo.³¹ El objetivo fue releer materiales perecederos, que solo recientemente están recibiendo el cuidado de la digitalización, las revistas literarias. El primer ensayo es inédito en español y abarca publicaciones de toda Hispanoamérica durante una década: nunca hubiera podido ser compaginado sin la colaboración de decenas de estudiantes y colegas que analizaron revistas singulares.³² Se dibujan así dos genealogías, la de los relatos del boom y la del postboom de la novela latinoamericana de los años 1960, escritos en los 70 y los 80, que clasificaron las revistas como discursos unívocos, según los textos editoriales, sus fuentes de financiación o las declaraciones actuales de antiguos colaboradores. Los discursos, sin embargo, son múltiples: por un lado, se entrelazan o polemizan entre sí, a veces hasta dentro de un mismo artículo; por otro lado, las agendas y temarios continentales obligatorios son traducidos a problemáticas locales. Hay un enjambre de interpelaciones, y las más interesantes son las que aparecen simultáneamente en revistas que nada parece relacionar entre sí: voces y discursos silenciados, enemigos comunes que no adquirieron derecho de archivo, pero que fueron paradójicamente más fuertes que todas las ideologías y lealtades.

    Los otros dos apartados del capítulo son ejemplos de esas apariciones que sacuden las causas y los efectos. El primero, Los demonios inútiles, es uno de mis artículos fetiche, quizá porque toca de manera muy sensible mi historia personal. Es un análisis de dos revistas argentinas paradigmáticas de los 60-70, Primera plana, semanario progresista y liberal, y Los libros, la revista teórica de izquierda más importante de los primeros años de los 70 en su primera etapa, dirigida por Héctor Schmucler. Siendo aparentemente opuestas –y clasificadas como tales– ambas están acribilladas por la interpelación más fuerte para un archivo, la que lo carcome más que la humedad o el abandono.³³ Si archivo es sinónimo de clasificado, olvidado y arrumbado en depósitos –de viejo para decirlo más rotundamente– es cuando la juventud se hace lugar en él que puede volver a interpelar.³⁴ Ambas revistas defienden el valor absoluto de la época, la eficiencia, que para Primera plana es la modernización y para Los libros el compromiso. La juventud tiene otros valores, sin embargo, y los redactores, después de muchos intentos de neutralizar y clasificar, admiten en 1969 el acontecimiento insoslayable del Cordobazo.

    El segundo análisis es de una revista argentina de principios de los 90, Babel, revista de libros, confrontada también –en diálogo con Wouter Bosteels– con la primera etapa de Los libros. En ambas publicaciones la interpelación es la del placer de la escritura, cuestionado y silenciado en los textos críticos a principios de los 70. Las obras que fascinan son las que apelan a los pictogramas y a la performatividad de los estereotipos, que son como organismos vivos que se inscriben sobre un cuerpo. Ahora bien, la primera persona del crítico ocupa la escena como lector-escritor, y construye un sentido que no necesariamente corresponde al libro que reseña sino a la interpelación de su propia escritura, a un goce que no siempre se disimula, se justifica o se disfraza. Los ejemplos son muchos, y resultan más claros en algunas columnas, como las de María Moreno, quien se destaca exhibiendo sus disfraces en la sección La mujer publica (1988-1989),³⁵ o en algunos dossiers, como el de Sade.³⁶ En la primera Los libros, Sade era un subversivo por sus mecanismos de lo imaginario, imposible de controlar: en Babel, en cambio, los artículos restringen el orden del marqués a lo estrictamente literario, pero muestran, en cada reseña, su interpelación ineludible.

    Imágenes, el segundo capítulo, se abre con un ensayo sobre reflexiones de Jorge Luis Borges que destaca sus relaciones con otras de la primera mitad del siglo XX: las de Bergson, las de las investigaciones sobre el movimiento de Marey, las de Warburg sobre las fórmulas patéticas, y las que se preocupan por la incipiente cultura de masas, desde Le Bon a Walter Benjamin. También entran en la baraja ciertos personajes de la época con menos glamour hoy en la academia que los anteriores: los filólogos preocupados por las fórmulas orales en la cultura popular –Parry– un romanista como Curtius o un hispanista célebre como Menéndez Pidal. Ahora bien, si para Bergson hay un punto de encuentro entre la imagen, que es espacio y materia, y la memoria, que es tiempo y virtualidad, Borges muestra que entre ambas hay siempre un agujero negro que nos interpela, sobre todo en aquellos casos donde, como las fórmulas y los géneros, parecen irrevocablemente selladas entre sí. Los textos que me interesaron fueron los del joven escritor vanguardista preocupado por la cultura de masas y los géneros populares, y analizo aquí dos ejemplos de imágenes diagramáticas que interpelaban a su manera –desviada– la creciente dominación fascista de la cultura en los años 30 del siglo pasado: los géneros epidíctico y biográfico en la columna Libros y autores extranjeros, de la revista El hogar –1936-1939– y los héroes caricaturescos y vulgares de la Revista multicolor de los sábados, suplemento de Crónica que dirigieron Borges y Ulises Petit de Murat entre 1933 y 1934.

    Indicios refiere a novelas del cambio de siglo en las que hay una transmisión directa de la experiencia y del presente. No se trata de testimonios, ni de huellas –aunque el término indicio incluye esas acepciones– sino de mostrar y señalar. En El objeto Duchamp refiero precisamente a Tu m’..., apócope de Tu m’enmerdes (me aburres o me fastidias), en la que hay una mano con un índice señalando. El interés por Duchamp coincide a principios del siglo XXI con un nuevo realismo en literatura,³⁷ que se propone lograr equivalencias de la realidad, no de representarla, usando estereotipos como si fuera la primera vez, haciéndolos nombrar el presente. Son, así, interpelaciones ready made a la experiencia, descritas en una genealogía, desde las novelas de la Onda en México en los 60,³⁸ a Los pichiciegos de Fogwill en 1982,³⁹ y a obras mexicanas argentinas y mexicanas de la primera década del 2000.

    Las obras de César Aira son los mejores ejemplos, a mi juicio –y, antes, al de Sandra Contreras–⁴⁰ de estos nuevos realismos. En Usos de la utopía analizo, a partir del relato de Rafael Hytlodeo en la obra de Tomás Moro,⁴¹ y del clonador de estilo en El congreso de literatura,⁴² el papel de los señuelos y los duplicados en el deseo. Los mundos sutiles sugiere, a partir de La fuente,⁴³ y de Cómo me reí,⁴⁴ que el lenguaje mismo puede constituir una experiencia en lugar de dejarla fuera. Es el lenguaje de los thesauri del Renacimiento, el de los alquimistas y herboristas, el de Rubén Darío y el de las palabras-indicio que, como los deícticos y los nombres propios, son performativas.

    El último capítulo, Figuras, alude al bosquejo de las identidades. Autorretratos describe un género que, como el ornitorrinco de Gould,⁴⁵ no es ni un antecesor ni un sucesor de de otras especies sino otra especie diferente, un género que coexiste con la autobiografía y con otras variantes de los relatos de sí, como las autoficciones. Es el género de las Confesiones de san Agustín y de los Ensayos de Montaigne, de Jerôme Cerdan o de Michel Leiris: la yuxtaposición de todas las voces y discursos que han interpelado al escritor quien, en un ejercicio de sicastenia, exhibe el artificio que es su única razón de ser.⁴⁶ En los textos analizados en Perfiles la estilización aproxima la imagen de sí mismo a la calavera, al tuétano de formas,⁴⁷ y enfrenta al escritor con la muerte, el esqueleto que sobrevive a su portador y es más real que el hombre,⁴⁸ lazo imprevisto entre Borges y García Lorca. Es el momento de la verdad, cuando la obra y el cuerpo del hacedor son indistintos y la pasión sobrevive a la imagen.

    El tercer panel de este tríptico que no tiene centro es Caricaturas, y refiere a un género que no produce cadáveres sino zombies. Exagerando los rasgos prominentes de los personajes, sin embargo, delata una identidad siniestra que pasa desapercibida en otros retratos. En esta forma extrema se ridiculizan la personalidad, la identidad y todas las certezas. Es muy poco frecuente que un escritor dibuje, en una novela casi paródicamente autobiográfica, una caricatura de sí mismo, no solo como personaje sino también como narrador. Carlos Fuentes, caricaturista y frecuentemente caricaturizado,⁴⁹ lo hace en Diana o la cazadora solitaria,⁵⁰ aunque nunca se sabrá, como en el caso de Pándaro, si fue voluntaria o involuntariamente.

    Sujetos, finalmente, anuda el lazo con la propuesta inicial del libro, mostrando rupturas definitivas con todas las interpelaciones comunitarias o ideológicas, y también con todas las inmunizaciones identitarias. Los sujetos le dan la espalda a la sumisión. Aunque no haya síntesis posible entre las interpelaciones que tironean simultáneamente, y el conflicto permanezca candente entre ellas, los mundos cambian definitivamente después del salto al vacío de los personajes y no hay regreso. Amparos describe la búsqueda desesperada de protección de los presos en una cárcel cubana, a quienes ya no les bastan ni los discursos revolucionarios de afuera ni las leyes no escritas de adentro. En ese mundo no hay carceleros: los presos se disciplinan a sí mismos y a los demás según leyes no escritas que obedecen a una ideología racista y machista, y a una comunidad en la que la protección y la lealtad mutua entre compañeros de celda son los lazos sociales y las garantías de sobrevivencia. Los protagonistas viven cotidianamente la contradicción entre ambos sistemas éticos y sus propios deseos y se resisten, pasivamente a través de las lágrimas y el melodrama, o activamente: suicidándose, o, como el narrador, liberándose de la deuda del munus con la traición.

    La expresión I did se encuentra, literalmente, en tres obras de géneros diferentes: Simone, novela del puertorriqueño Eduardo Lalo, Spam, ópera hablada del argentino Rafael Spregelburd, y Birdman, película del mexicano González Iñárrirtu.⁵¹ En los tres casos los sujetos confrontan la responsabilidad de sus propios actos. Las decisiones desafían cualquier valor o reconocimiento: ideología, munus e incluso, como María en Rabia,⁵² o los personajes de Santa María del Circo,⁵³ la misma sobrevivencia. Los protagonistas viven rodeados de desechos, y algunos de esos restos se convierten en mensajes que provienen de ellos mismos. Aunque saben que la interpelación es un simulacro, actúan jugándose el todo por el todo porque señala deseos y emociones auténticamente suyos. No hay finales: hay resultados –acontecimientos– que no fueron planificados ni buscados, pero que se descubren después de la ruptura, como en el epitafio de Raymond Carver, que es epígrafe de Birdman:

    ¿Y conseguiste lo que querías de esta vida, a pesar de todo?

    I did.⁵⁴

    Y ¿qué querías?

    Nombrarme amado, sentirme amado sobre la tierra.


    ¹

    Rosset,

    C., L’objet singulier, 2ª edición, París, Les Éditions de Minuit, ²⁰⁰³, pág ¹¹.

    ² E

    ster

    , J., Sour Grapes. Studies in the subversion of rationality, en

    Žižek

    , S., Cómo los no engañados se equivocan, Mirando al sesgo. Una introducción a Jacques Lacan a través de la cultura popular. Traducción de Jorge Piatigorsky, 1ª edición, Buenos Aires/Barcelona/México, Paidós, 2002, pág. 132.

    ³ "Interpelar: Del lat. interpellāre. ¹. tr. Requerir, compeler o simplemente preguntar a alguien para que dé explicaciones sobre algo o para que cumpla una obligación. ². tr. En un Parlamento, dicho de un diputado o de un senador: Plantear al Gobierno o a la mesa una discusión amplia ajena a los proyectos de ley y a las proposiciones. ³. tr. desus. Implorar el auxilio de alguien o recurrir a él solicitando su amparo y protección. Interpela a Dios por nosotros.",

    Real Academia Española,

    Diccionario de la lengua española, edición del Tricentenario, actualización de ²⁰¹⁷. Dirección URL: http://dle.rae.es/?id=Lw⁶v⁸bS [Consulta: ² de junio de ²⁰¹⁸].

    Cyrulnik,

    B., L’ensorcellement du monde, París, Odile Jacob, 1997, 310 págs.

    ⁵ Ibídem, págs. ¹⁸⁸-¹⁸⁹.

    Perelman,

    C.,

    Olbrechts-Tyteca,

    L., Traité de l’argumentation. La nouvelle rhétorique, 1ª edición, Bruselas, Éditions de l’Université de Bruxelles, 5ª edición, 1992, págs. 34-39.

    Verón

    , E.,

    Arfuch,

    L.,

    Chirico,

    M. M.,

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    E.

    de,

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    ¹⁰

    Esposito

    , R., Communitas. Origen y destino de la comunidad. Traducción de Carlo Rodolfo Molinari Marotto, 1ª edición (2a reimp.), Buenos Aires/Madrid, Amorrortu, 2012, 216 págs.

    ¹¹

    Montag,

    W., Entre la interpelación y la inmunización. Althusser, Balibar, Esposito, op. cit.

    ¹²

    Nancy,

    J.-L., Conloquium. En

    Esposito

    , R., Communitas. Origen y destino de la comunidad, op. cit., pág. 16.

    ¹³

    Esposito

    , R., Communitas. Origen y destino de la comunidad, op. cit., pág. 43.

    ¹⁴

    Montag,

    W., Entre la interpelación y la inmunización. Althusser, Balibar, Esposito, op. cit.

    ¹⁵

    Althusser,

    L., Sur la réproduction, 1ª edición, París, Presses Universitaires de France, 1995, 324 págs.

    ¹⁶

    Montag,

    W., Entre la interpelación y la inmunización. Althusser, Balibar, Esposito, op. cit., citando a

    Balibar, E., Citoyen Sujet et autres essais d’anthropologie philosophique, París, Presses Universitaires de France, 2011, 536 págs.

    ¹⁷

    Dolar,

    M., Beyond interpellation, Qui Parle, nº ², primavera-verano de¹⁹⁹³, págs. ⁷³-⁹⁶.

    ¹⁸

    Arendt,

    H., La condición humana. Traducción Ramón Gil Novalis, 1ª edición (5ª reimp.), Buenos Aires, Paidós, 2009, pág. 219.

    ¹⁹

    Zupančič

    , A., Ética de lo real. Kant, Lacan, op. cit., pág. 28.

    ²⁰

    Badiou,

    A., Lógicas de los mundos. El ser y el acontecimiento, 2. Traducción de María del Carmen Rodríguez, ¹ª edición, Buenos Aires, Manantial, ²⁰⁰⁶, pág. ⁴⁰⁵.

    ²¹ La clasificación de Mitchell –gráficas, ópticas, perceptuales, mentales y verbales– sigue siendo, a mi juicio, la más completa:

    Mitchell,

    W. J. T., What is an image?, New Literary History, nº 3, Image/Imago/Imagination, primavera de 1984, págs. 503-537. Véase también el cuadro de la página 505.

    ²² Sens en discours, sens qui a cours (sentido en discurso, sentido que tiene curso):

    Nancy,

    J.-L., Conloquium, op. cit., pág. ²⁷.

    ²³

    Foucault,

    M., Surveiller et punir. Naissance de la prison, ¹ª edición, París, NRF/Gallimard, ¹⁹⁸⁹, pág. ³⁰³.

    ²⁴

    Coccia,

    E., A vida sensível. Traducción de Diego Cervelin, 1ª edición, Florianópolis, Editora Cultura e Barbárie, 2010, 96 págs.

    ²⁵ Para Deleuze y Guattari hay una trilogía en la interpelación de las imágenes: el percepto, lo que se muestra o presenta a nosotros, el concepto, lo simbólico de la representación, y el afecto, la falla inmunitaria.

    Deleuze,

    G.,

    Guattari,

    F., Percept, affect et concept, Qu’est-ce que la philosophie?, París, Éditions de Minuit, ¹⁹⁹¹, págs. ¹⁵⁴-¹⁸⁸. También la trilogía de Lacan –lo imaginario, lo simbólico y lo real– podría yuxtaponerse a la anterior,

    Lacan,

    J., Le Séminaire. Livre XXII, R.S.I., Ornicar? Bulletin périodique du champ Freudien, nº ⁵, París, Lyse, invierno de ¹⁹⁷⁵, págs. ³⁷-⁴⁶.

    ²⁶

    Briggs,

    J.,

    Peat,

    F. D., Espejo y reflejo. Del caos al orden. Guía ilustrada de la teoría del caos y la ciencia de la totalidad. Traducción de Carlos Gardini, 1ª edición, Barcelona, Gedisa, 1990, pág. 67.

    ²⁷

    Borges,

    J. L., El inmortal, El inmortal, Obras completas 1923-1972, Buenos Aires, Emecé, ¹⁹⁷⁴, págs. ⁵³³-⁵⁴⁴. El Aleph, El inmortal, op. cit., págs. ⁵³¹-⁶³⁰.

    ²⁸ Este concepto de metaparanoia, que he desarrollado en "El delirio de los espacios. La paranoia, de Rafael Spregelburd", Alter/Nativas, revista de estudios culturales latinoamericanos, nº 8, 2018 (en prensa), no está lejos del de archifilología de Raúl Antelo. Véase

    Antelo,

    R., Archifilologías latinoamericanas. Lecturas tras el agotamiento, 1ª edición, Villa María, Eduvim, 2015, 268 páginas. Barajar y dar de nuevo (ibídem, pág. 263) es la definición más gráfica del concepto, y la prefiero por su implicación aleatoria a la de la mesa de montaje, que también utiliza el autor (ibídem, pág. 9).

    ²⁹ Agamben, G., La comunidad que viene. Traducción de José L. Villacañas y Claudio La Rocca, ¹ª edición, Valencia, Pre-textos, ¹⁹⁹⁶, pág. ¹³.

    ³⁰

    Borges,

    J. L., Obras completas 1923-1972, op. cit., pág. ³⁵⁷.

    ³¹

    Antelo,

    R., Archifilologías latinoamericanas. Lecturas tras el agotamiento, op. cit., pág. 263. No es casual que este proyecto sobre revistas se hermanara rápidamente, ya desde 1990, con un proyecto gemelo sobre revistas brasileñas dirigido por María Lucia de Barros Camargo en el NELIC (Núcleo de Estudos Literários & Culturais de la Universidad Federal de Santa Catarina, Florianópolis) en el cual participó Antelo desde el principio: los tres estábamos en búsquedas semejantes. Véase

    Barros Camargo,

    M. L.

    de,

    Criticism and cultural journalism in contemporary Brazil. En

    Valdés,

    M. J.,

    Kadir,

    D. (eds.), Literary cultures of Latin America. A comparative history. Vol. II: Institutional modes and cultural modalities, Nueva York, Oxford University Press, ²⁰⁰⁴, págs. ¹¹⁹-¹²⁸.También de esa época y de ese proyecto datan la colegialidad y los intercambios con Roxana Patiño. Véase

    Patiño,

    R., Intelectuales en transición. Las revistas culturales argentinas (1981- 1987), São Paulo, Universidad de São Paulo, 1997, 35 págs.;

    Schwartz,

    J.,

    Patiño,

    R. (coords.), Revistas literarias/culturales del siglo XX, Revista Iberoamericana, nº 208-209, julio-diciembre de 2004;

    Patiño,

    R., Revistas literarias y culturales argentinas de los ⁸⁰. Usinas para pensar una época, Ínsula, revista de letras y ciencias humanas, nº 715-716, julio-agosto de 2006, págs. 2-5.

    ³² Véanse, en la bibliografía de este volumen, las tesis y tesinas de licenciatura, maestría y doctorado.

    ³³ La colección completa de Primera plana, que reuní junto con un archivo de revistas latinoamericanas de los 60, quedó en la biblioteca de la Universidad de Lovaina (KU Leuven), en la que trabajé hace muchos años y muchos números desaparecieron en un sótano inundado. La historia de mi colección de Los libros, a su vez, también tiene que ver con inundaciones, pero es novelesca y compensa con creces la anterior. Los quince primeros números los traje conmigo en 1976 a Bélgica –después de haberlos trasladado a duras penas de Córdoba a Bahía Blanca en el 75–, nunca los cedí a la universidad, viajaron a Holanda y se los presté a un tesista: nunca más los vi. En abril de 2018, en el departamento inundado de Adriana Rodríguez Pérsico, la edición facsímil de Los libros estaba fuera de lugar y, por lo tanto, visible. Completando las referencias para este libro, me llamaron la atención los rastros suaves de lápiz que destacaban precisamente los párrafos citados por mí en el ensayo. Pero también mi letra en los garabatos en los márgenes. Mi corrección maestraciruelesca de un número de página equivocado en el original. No había duda posible, la colección que usó la Biblioteca Nacional para la edición facsímil fue la mía. Justicia poética, no hay pérdida, sino felicidad.

    ³⁴ Es lo que encuentra el alquimista de Benjamin: Si, para usar una comparación, se quiere ver la obra en crecimiento como una hoguera en llamas, el comentarista está frente a ella como un químico; el crítico como un alquimista. Mientras que para aquel solo quedan como objeto de su análisis maderas y cenizas, para este solo la llama misma conserva un enigma: el de lo vivo. Así, el crítico pregunta por la verdad, cuya llama viva sigue ardiendo sobre los pesados leños de lo que ha sido y las ligeras cenizas de lo vivido,

    Benjamin,

    W., Las afinidades electivas de Goethe, Dos ensayos sobre Goethe. Traducción de Graciela Calderón y Griselda Mársico, 1ª edición (1ª reimp.), Barcelona, Gedisa, 2000, pág. 14.

    ³⁵ Véase

    Rodríguez Carranza,

    L., "La invención de la asimetría. Las columnas de María Moreno en Babel, revista de libros (1988-1989)", MORA: revista del Instituto interdisciplinario de estudios de género, nº ¹⁷.², ²⁰¹¹. Dirección URL: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S¹⁸⁵³-⁰⁰¹X²⁰¹¹⁰⁰⁰²⁰⁰⁰⁰⁵ [Consulta: ²³ de mayo de ²⁰¹⁸].

    ³⁶ Sade: la actualidad de un perverso, Babel, revista de libros, nº 19, septiembre de 1990, págs. 22-29.

    ³⁷ Véase

    Contreras,

    S., Discusiones sobre el realismo en la narrativa argentina contemporánea, Orbis Tertius, nº ¹², ²⁰⁰⁶. Dirección URL: https://www.orbistertius.unlp.edu.ar/article/view/OTv¹¹n¹²a¹⁶/pdf_⁸⁷ [Consulta: ⁷ de junio de ²⁰¹⁸]; En torno al realismo, Pensamiento de los confines, nº 17, 2005, págs. 19-31; En torno al realismo y otros ensayos, 1ª edición, Buenos Aires, Nube Negra, 2018, 228 págs.;

    Horne,

    L., Literaturas reales. Transformaciones del realismo en la narrativa latinoamericana contemporánea, 1ª edición, Rosario, Beatriz Viterbo, 2011, 208 págs.

    ³⁸ Véase

    Glantz,

    M., Onda y escritura en México: jóvenes de ²⁰ a ³³, Repeticiones: ensayos sobre literatura mexicana, ¹ª edición, Xalapa, Universidad Veracruzana, ¹⁹⁷⁹, págs. ⁸⁹-¹¹³; Onda y escritura en México. Jóvenes de 20 a 33, ¹ª edición, México, Siglo XXI, ¹⁹⁷¹, ⁴⁷³ págs. También

    Monsiváis,

    C., La naturaleza de la Onda, Amor perdido, ¹ª edición, México, Era, ¹⁹⁷⁸, págs. ²²⁷-²²⁶².

    ³⁹

    Fogwill,

    R., Los pichiciegos: visiones de una batalla subterránea, 1ª edición, Buenos Aires, Interzona, 2006, 160 págs.

    ⁴⁰

    Contreras,

    S., César Aira: realismo y documentación, En torno al realismo y otros ensayos, op. cit., págs. 181-190; Las vueltas de César Aira, Rosario, Beatriz Viterbo, 2002, 318 págs.

    ⁴¹

    More,

    T., Utopia. Latin text and English translation. Edited by George M. Logan, Robert M. Adams and Clarence H. Miller, 1ª edición, Cambridge, Cambridge University Press, 1955, 290 págs.

    ⁴²

    Aira,

    C., El congreso de literatura, 1ª edición, Buenos Aires, Tusquets, 1999, 126 págs.

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