Amigo del perro cojo
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Un perro, corazón oculto del libro, trota sobre presencias y ausencias. La poesía como vía de descubrimiento, principio de incertidumbre que conlleva sorpresa y dicha. La poeta nos ofrece una pista de todo esto al decir: "Estoy aprendiendo:/ es el mundo,/ el mapa del mundo."
"Tedi López Mills es dueña de una lírica que sobresale por su agudeza, sin facilismos ni concesiones, donde el yo, Ella y nosotros se desperdigan en una ubicuidad rotunda."
Karen Villeda
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Amigo del perro cojo - Tedi López Mills
procedimiento.
Misceláneo
Diálogo de sordos
(Para Pirjo, mi única amiga finlandesa)
Se queja de las golondrinas
mi amigo del perro cojo,
sus picos en los poros de la piedra,
el rumor de las alas esquivando las vigas,
tanta sombra donde revolotean y chillan
que huele a baño, tanto hollín o tizne
por cada tramo de claustro virreinal,
cuándo termina este país, me pregunta
mi amigo, el perro cojo ya tumbado a sus pies,
la pata delantera con las uñas rayando un listón de sol,
cuándo comienza lo que viene;
quiere irse a Helsinki mi amigo,
lo invito a Toluca a pasar una tarde,
comer chorizo bajo el cielo neutro,
hablar de los tiempos de aquí y de allá,
cómo se repiten o se parecen,
cómo se enquista siempre la luz
aquí o allá en algún polvo pasajero
y la casualidad no cambia aunque varíen los horarios,
uno se topa aquí o allá con alguien en la calle,
exclama lo mismo: ¡ey, tú!, estuviste conmigo, recuerdas...
y uno es igual de modesto, imagina paredes blancas,
rocas en declive o plazas extensas
con follajes que no se mutilan cada vez
que un cable truena contra el aire;
en Toluca uno se despide largamente,
se felicita por la hermosa anchura del río Lerma,
pero la paz en Helsinki es perpetua, me interrumpe
mi amigo del perro cojo, y entonces elijo
otro tema, las aduanas al sur del mapa,
por ejemplo, sin la sangre ni el gentío,
o la leyenda incansable del amor
en Huixquilucan, se ríe mi amigo,
en Helsinki hay tedio, me reta,
las horas son reflexivas
se curvan como espejos cóncavos,
hay diamantes de nieve,
hay concordia y las personas finlandesas
en las fotos que ha visto mi amigo
son idénticas por dentro y por fuera,
eso lo explica todo, cuando pongo la mano
en mi corazón la figura escarlata
me alcanza como un dolor de la especie,
¿eso es finlandés?, le pregunto
a mi amigo del perro cojo,
sé que en Toluca el amor tiene dos partes,
una viva, otra muerta,
y que acaban embonando en las riberas
de alguna avenida, pero aquí la canícula
o el agua dispersa divide
a las buenas conciencias,
se queja de nuevo mi amigo,
en Helsinki ocurre lo contrario, el amor
es un idilio que se trenza con su plagio
y se prolonga hasta que los ritos
pierden elasticidad
y se mezclan suavemente con su origen,
o algo así se lee en los complejos manuales
donde mi amigo busca más palabras
para alterar el rumbo, le digo que Metepec
bien vale una misa, quiere
mi bendición, la purga de alguna tierra suelta,
mi amigo del perro cojo antes
de abrir la brecha de Helsinki
y seguir pensando si la falla
es un paradigma
o una excepción.
Compromisos
1
La mística de las causas no la entiende
mi amigo del perro cojo, aunque
me explica que le interesan las causas,
las busca en los periódicos,
qué marcha, qué reunión, qué protesta
habrá durante la semana
para ir preparando los volantes,
la pancarta ingeniosa, definitiva,
los colores simbólicos de la ropa,
la gorra ofensiva o alusiva,
los zapatos perdurables,
todo lo ordena mi amigo del perro cojo
el día anterior y visualiza de noche,
en la cama boca arriba,
la marcha avanzando por la calle,
las multitudes gritando: viva el pueblo unido
o muera el gobierno y su violencia
o mejores salarios para los trabajadores
o las mujeres exigen justicia,
mi amigo se imagina al frente
con el puño en el aire
más arriba que los otros puños,
su voz más fuerte que las otras voces,
se imagina conmovido, lastimado por la causa,
alrededor las personas
admirando su entrega y mi amigo
sin su perro cojo en la imagen
dentro de la cabeza, se detiene un instante,
mira a las personas directamente a los ojos,
les pregunta ¿están conmigo?,
las personas responden ¡sí!,
mi amigo las conduce con ternura,
me aclara luego, hacia otro lugar
que en su cabeza no está lejos,
algunas vueltas, dos o tres esquinas,
unos cuantos semáforos,
y de repente helo ahí, al alcance de todos,
mi amigo se duerme siempre antes de verlo,
pero conoce el lugar y le gusta,
me dice con lágrimas en los ojos,
mientras tomamos nuestros