El arte y las provocaciones teológicas: Diálogos emergentes entre las artes, teorías estéticas, teología y estudios de religión
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Ángel F. Méndez Montoya
Ángel F. Méndez Montoya es doctor en Teología filosófica por la Universidad de Virginia, EE.UU. Cuenta con una licenciatura en Danza por la Universidad de Austin, Texas. Fue bailarín profesional y cofundador de la compañía U, X. ONODANZA (CdMx) y bailarín en Sharir Dance Company de la Universidad de Texas (Austin, TX). Actualmente es profesor-investigador en la Universidad Iberoamericana (Ciudad de México) en los posgrados de Teología, Filosofía, y Arte, y en el doctorado de Estudios críticos de género. Es autor de The Theology of Food: Eating and the Eucharist (Oxford: Wiley-Blackwell), traducido al español por la editorial AliosVentos bajo el título Festín del deseo: hacia una teología alimentaria, con prólogo de Juan Villoro. Ha sido compilador de varias antologías, entre las que se encuentran, Pan, hambre, y trascendencia: diálogo interdisciplinario sobre la construcción simbólica del comer (México: Ibero, 2009); Edward Schillebeeckx. Impulse für Theologien (Alemania: Gunewald, 2012); El arte y las provocaciones teológicas.
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El arte y las provocaciones teológicas - Ángel F. Méndez Montoya
El arte y las provocaciones teológicas
El arte y las provocaciones teológicas
Diálogos emergentes entre las artes, teorías estéticas, teología y estudios de religión
Ángel F. Méndez Montoya, Ph.D.
(Coordinador editorial)
Luis Gustavo Meléndez G, Ph.D.
(Co-editor)
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA CIUDAD DE MÉXICO.
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO
D.R. © 2021 Universidad Iberoamericana, A.C.
Prol. Paseo de la Reforma 880
Col. Lomas de Santa Fe
Ciudad de México
01219
publica@ibero.mx
Versión electrónica
ISBN: 978-607-417-771-8
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Hecho en México.
Digitalización: Proyecto451
Índice de contenido
Portadilla
Legales
Introducción
Síntesis del contenido
Agradecimientos
A través del Arte podemos dar razón de nuestra fe. Lo invisible se hace visible. Miguel Córdoba Salmerón
Dios en el mundo. Los mapas cosmológicos medievales como vehículos de salvación. Luisa Durán y Casahonda Torack
Desfiguración y mística. Apuntes de Teología estética para hablar de arte. Mariana Méndez Gallardo
Aprender a danzar sobre el abismo. Un diálogo entre la literatura y la teología a la luz de la poética de Octavio Paz. Luis Gustavo Meléndez G
Bailemos, bailemos, de lo contrario estamos perdidos. Pina Bausch y las provocaciones a la teología posecular. Ángel F. Méndez Montoya
Reseñas biográficas de los autores
INTRODUCCIÓN
La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo… o están por decirnos algo; esta inminencia de una revelación,
que no se produce, es quizá, el hecho estético.
JORGE LUIS BORGES, La muralla y los libros
La presente antología es producto de un año fructífero de diálogo entablado por un núcleo de académicos que se han entrega-
do a la tarea de reflexionar sobre posibles entrecruces entre las artes y la teología. Dicho diálogo fue organizado en forma de seminario en el marco del proyecto de investigación El arte y las provocaciones teológicas
, el cual forma parte de las líneas de investigación dentro del Departamento de Ciencias Religiosas de la Universidad Iberoamericana (UIA), Ciudad de México.
El 26 de enero de 2016, habiendo concluido el primer año de investigación conjunta, este mismo equipo de investigadores presentamos un coloquio en donde compartimos con la comunidad de la UIA algunos ejemplos de diálogos emergentes entre las artes, teorías estéticas, teología y estudios sobre religión. Con el afán de compartir las ponencias de nuestro coloquio con un público más amplio, decidimos elaborar este manuscrito que esperamos suscite el interés de estudiantes, profesores, investigadores y público general que busca articular de forma creativa, diversas maneras en que las expresiones artísticas y estéticas se entretejen e impactan al ser y quehacer de la teología y de los estudios en torno a la religión.
Es evidente que el arte y la teología son campos complejos y comparten una larga historia de convergencias y divergencias entre sí, de mutuas influencias y distanciamientos. Conscientes de la enorme amplitud de escuelas de pensamientos y desarrollos epistémicos propios de cada una de estas disciplinas, esta antología no pretende ser sino una pequeña incursión dentro de una trayectoria que se antoja interminable.
Resulta complejo descifrar las causas exactas del reciente fenómeno de la emergencia de la relación entre las teorías del arte y los discursos teológicos. Algunos argumentan que el florecimiento de este diálogo crítico entre ambas disciplinas es una expresión del llamado giro posecular: una renovada atención al fenómeno de la alteridad que desestabiliza discursos unívocamente inmanentistas, la insistencia del exceso y lo sublime trascendental, el poder comunicativo del ritual, del símbolo, de lo sagrado y de lo poiético. Otros explican que este nuevo interés en la compleja relación entre arte y teología refleja también una profunda reflexión en torno a la vida material y corpórea, la cual está inmersa en contextos inmanentes concretos, pero que, paradójicamente, se convierten en la epifanía de lo invisible, en expresión artística de lo sagrado, una experiencia místico-poética, apertura de un espacio en donde lo profano y lo sagrado se co-implican.
A lo largo de estos ensayos es posible observar las fascinantes investigaciones provenientes de teorías críticas que exploran la relación entre arte y teología, entendiéndola como una expresión de la performatividad generada por el habitus del acto comunicativo –simultáneamente teórico, práctico y simbólico– que propone la disciplina teológica, y que perpetuamente transforma el arte del ser y quehacer teológico contemporáneo.
Nuestra investigación tiene como propósito principal
explorar esta miríada de discursos que evocan y provocan
–incluso amplían– el pensamiento crítico-teológico contemporáneo, promoviendo una praxis para la transformación cultural, social, religiosa y política. Esta investigación parte del asombro y la fascinación que provocan las diversas expresiones artísticas, tanto para la teología como para las diversas teorías en torno a la religión. Se reconoce el impulso del fenómeno estético que evoca y provoca pensamientos, sentimientos, emociones, sabores y saberes, movimientos, sonidos y vislumbres que tienen el potencial de crear complejos entrecruces entre el arte, la teoría crítica y la reflexión y práctica teológica.
Es así como la pregunta detonante de esta investigación gira en torno a la posible relación entre arte y teología, sin que esta relación anule la autonomía de cada una de estas esferas. En este sentido, nuestra investigación propone explorar múltiples lenguajes, medios, géneros, discursos, hermenéuticas y expresiones que reflejen este dilema, y que a la vez generen diálogos transversales fecundos. Se trata entonces de distintas aproximaciones que quieren esbozar una serie de expresiones artísticas fluctuantes en continua construcción, evitando deliberadamente la elaboración de un discurso constreñido por los límites de sus propias tradiciones epistémico-discursivas. Por ende, lo que aquí se comparte es apenas un esbozo estético-teológico que nos invita a dejarnos sorprender por la radicalidad de los estilos dancísticos, pictóricos, teológicos y literarios; poéticas todas, de un deseo de plenitud y libertad que a partir de un lenguaje incierto nos permite acercarnos a lo infinito. Arte y teología son así la pareja perfecta que nos conducen a la forma, al umbral del Misterio.
Aunque el enfoque principal del campo teológico proviene de diversas voces dentro del cristianismo, nuestra investigación incluye en la mesa de reflexión a voces más allá del pensamiento cristiano, las cuales muestran particular interés en construir un diálogo entre el arte, la teología y lo religioso en un
sentido amplio. Es así como, danza, arte y poesía, –entre
otras– se presentan como las nuevas gramáticas que nos
ofrecen la posibilidad de otear nuevos horizontes configuradores de sentido: aprender a decir desde el silencio, poder ver con los ojos cerrados, aprender a bailar en medio del abismo. Se trata de un aprendizaje que implica el traslape de los sentidos, un saber que, sin ser irracional, va más allá de la razón. Advertimos así una serie de lenguajes radicales que narran el advenimiento
de una presencia. Arte, danza y poesía, se presentan aquí como otros lugares teológicos desde los cuales es posible configurar la inteligencia de la fe. Evidentemente se trata tan sólo de una serie de lenguajes que pretenden ser mediaciones de aquella autocomunicación (revelación) de Dios a la humanidad, toda vez que, el arte, la danza, la poesía (las artes en general), no pretenden teologizar aquella realidad que se nos manifiesta, antes bien, estas expresiones estéticas quieren ser el murmullo de la presencia que se avecina y, quizás, ‘empalabrar’, (1) la experiencia de aquella revelación.
1- Utilizamos la expresión acuñada por el teólogo Lluís Duch. Para una referencia a su pensamiento véase: Joan Carles Melich, I. Moreta y Amador Vega (eds.), Empalabrar el mundo. El pensamiento antropológico de Lluís Duch, Fragmenta Editorial, Barcelona, 2011.
SÍNTESIS DEL CONTENIDO
A TRAVÉS DEL ARTE PODEMOS DAR RAZÓN DE NUESTRA FE
Dr. Miguel Córdoba
A lo largo de la historia del ser humano es posible rastrear dos temas que siempre, o casi siempre, han estado presente de muy distintas formas: el arte y la teología. El hombre siempre ha sentido la necesidad de tener un vehículo de expresión a sus diferentes sentimientos y mociones con distintos fines: ya fuera con pretensiones mágicas, para que la memoria de alguien persevere en el tiempo, como un simple vehículo de expresión de su interioridad; al mismo tiempo, la pregunta sobre la existencia de un ser supremo, cómo se expresa, cómo se hace visible, cómo está presente en la vida del hombre, cómo interviene en ella, si se puede profundizar en su conocimiento. Con el tiempo, ambas, se fueron convirtiendo en materia científica de estudio del hombre, de profundización, de conocimiento del propio ser humano y de lo que le rodea. Pero, de norma general, siempre como caminos independientes y no como un sólo camino de estudio.
Por medio de este trabajo, que se centra en la época barroca, una de las más ricas en producción iconográfica, se busca mostrar que el arte y la teología cristiana católica romana han caminado unidos, y cómo, durante el barroco, tuvo uno de esos momentos de mayor expresión de la unidad. A lo largo del texto intentaremos mostrar cómo arte y teología viajaron especialmente juntos. Para ello escogeremos dos de los tratados teológicos de la dogmática católica romana. Uno de ellos es el tratado Cristológico, centro de las creencias del cristianismo. El otro será el de teología fundamental, que es la que aporta la estructura, el armazón a la teología, y será por ello por lo que comenzaremos por él, pues es en ella donde se hace también más patente que Dios se ha revelado en la historia del hombre.
Con todo ello lo que se intenta es ver y explicar cómo las expresiones de la belleza artística pueden convertirse en un incentivo para profundizar en el conocimiento teológico que se está expresando, y no quedarnos sólo como meros espectadores ante una obra de arte, en donde podemos sentir un movimiento interno-afectivo sino teniendo como meta principal profundizar también por medio de la razón en aquel mensaje que se intenta comunicar.
DIOS EN EL MUNDO. LOS MAPAS COSMOLÓGICOS MEDIEVALES COMO VEHÍCULOS DE SALVACIÓN
Dra. Luisa Durán y Casahonda Torak
El tema de la cartografía ha tomado muchos rumbos desde el siglo XV con el descubrimiento de América y la era de las exploraciones marítimas. Y pareciera que a partir de ese momento la producción cartográfica ha procurado cada vez más representar mundos reales, copias fieles de la geografía. Sin embargo, como bien ha apuntado John B. Harley (1932 – 1991), la cartografía es un constructo social
al igual que cualquier otro texto cultural, porque los mapas usan signos para representar al mundo
. (1) En este sentido, la producción cartográfica siempre ha estado entintada de su situación histórica; y los medievales no fueron la excepción. En su caso, su representación del microcosmos y del macrocosmos, como indisolublemente unidos, colocó a los mapas dentro del grupo de arte sacro que representaba lo terrenal y lo espiritual en un mismo tiempo y espacio. En este ensayo se analizarán estos mapas desde una lectura neoplatónica cristianizada con el objetivo de conocer y profundizar sobre los significados sacros y profanos de los mapas.
DESFIGURACIÓN Y MÍSTICA. APUNTES DE TEOLOGÍA ESTÉTICA PARA HABLAR DE ARTE
Dra. Mariana Méndez Gallardo
En una época en la que los lenguajes religiosos han perdido gran parte de su potencia simbólica, especialmente frente a la experiencia de sufrimiento, angustia y violencia propias de nuestra sociedad contemporánea en occidente, por lo que se vuelve fundamental imaginar nuevas claves de lectura de la morfología de lo sagrado. De cara a esto, discursos como los del arte, la literatura y el cine juegan un papel importantísimo, al identificar a la imaginación como principio de sentido y redención.
Cercanos a la narrativa de la kénosis, (2) estos discursos revaloran la necesidad de imaginar desde el vacío, la nada y la herida, la posibilidad de un futuro alternativo: sólo a través del vaciamiento, es posible mirar el otro lado, la otra orilla; esperanza de sentido. Así, el cometido redentor de lo sagrado en el arte consistiría en abrirse camino entre la insensibilidad y desesperanza que la violencia ha incubado en nuestro siglo, dando paso a nuevos imaginarios posibles que permitan vis- lumbrar un futuro alternativo a través de recobrar los sentidos
y las emociones espirituales
.
Esta preocupación por las vías de expresión y representación de las formas desde el vaciamiento parece localizarse, en el último siglo, en algunos ejemplos de la escultura como los de Mathias Goeritz en México, que, desde su capacidad simbólica, se remiten a los orígenes de la abstracción. De aquí su relación con la llamada Estética teológica, aquí entendida como un lenguaje de la negatividad, cuyas poderosas imágenes (la nada y el vacio) podrían contribuir a reconfigurar la morfología de lo sagrado.
APRENDER A DANZAR SOBRE EL ABISMO. UN DIÁLOGO ENTRE LA LITERATURA Y LA TEOLOGÍA A LA LUZ DE LA POÉTICA DE OCTAVIO PAZ
Dr. Luis Gustavo Meléndez G.
¿Es posible hablar de lo sagrado en la poética de Octavio Paz? En general, Paz ha sido considerado un agnóstico, adjetivación que no parece del todo errada, sin embargo, el agnos- ticismo, en su creer imposible un conocimiento de lo divino, no cierra la puerta a su búsqueda, por el contrario, queda abierta. Desde la perspectiva de este ensayo, la poesía paciana se presenta como una búsqueda a/confesional que intenta balbucear la experiencia de lo divino que acontece en la experiencia de un yo, cuyo deseo no es sino la comunión con la otredad. Una búsqueda que está ligada a la experiencia del amor que nos habita, un amor que intenta vencer la soledad laberíntica en el encuentro del ser amado, y en dicho encuentro, trascender en el reino de pronombres enlazados
. En la poesía paciana la religión se trastoca, da un giro: para el poeta mexicano, la poesía es la religión.
BAILEMOS, BAILEMOS, DE LO CONTRARIO ESTAMOS PERDIDOS: PROVOCACIONES TEOLÓGICAS DE LA COREÓGRAFA PINA BAUSCH
Dr. Ángel F. Méndez Montoya
El trabajo coreográfico de Pina Bausch no es, explícitamente, teológico
o religioso
. Sus coreografías ponen a flor de piel la carne y la corporalidad de múltiples ethos y pathos que suscitan complejas experiencias humanas. Esta misma humanidad radical (esta performatividad humana) de lenguajes y gestos coreográficos en las propuestas de Bausch, servirá como herramienta heurística para irrumpir posicionamientos teológicos espiritualizados
, alérgicos a la corporeidad implícita en el hacer y quehacer teológico. Así como Bausch busca diversas respuestas a la pregunta de qué es aquello que mueve al bailarín, así también el horizonte teológico se amplía al cuestionarse ¿qué mueve al teólogo/a?
.
1- John B. Harley. La nueva naturaleza de los mapas. Ensayos sobre la historia de la cartografía. México: FCE. 2005, p. 62.
2- Entrada de Dios en la nada (ekenosen-se vació); el Hijo se despojó de su rango, tomó la condición de siervo, se hizo uno de tantos, se abajó (etapeinosen), fue fiel hasta la muerte y una muerte de cruz (Flp 2, 6-8). Este vacío de todo, o esta
nada" de la kénosis, es la herida a través de la cual es posible mirar el otro lado.
AGRADECIMIENTOS
La presente antología no podría lograrse sin el invaluable apoyo de varias instancias y personas que han hecho posible esta obra. Estamos infinitamente agradecidos al Fondo SNI 100: Programa Capital Semilla,
de la Universidad Iberoamericana Santa Fe. Este fondo proporcionó el impulso necesario para el sustento material y académico que permitió echar a andar este proyecto de investigación. Estamos igualmente agradecidos al Departamento de Ciencias Religiosas de este mismo recinto académico, por acogernos en su espacio y depositar su confianza en un sueño, un vislumbre a la vez estético y teológico, que desea ser fiel con la misión y visión de nuestra universidad de inspiración ignaciana, así como del programa de la maestría en teología y mundo contemporáneo de esta institución académica.
Las reflexiones que compartimos en esta antología fueron fruto de un honesto y colegial diálogo entablado entre los autores de esta obra y el grupo de estudiantes que formaron parte del seminario de investigación en torno al arte y las provocaciones teológicas. Nuestro sincero agradecimiento a cada una de las personas que integraron este seminario.
Finalmente, estamos profundamente agradecidos por el enorme trabajo, dedicación y entrega de Manuel Trejo, estudiante de la maestría en filosofía y de Idermann Andrade, estudian- te de la maestría en teología y mundo contemporáneo. Ambos obtuvieron el premio del programa de ayudantía de investigación
, creado por el departamento de posgrados de este recinto universitario, el cual permitió que Manuel e Idermann nos apoyaran con la logística de nuestro seminario de investigación, igualmente entregándose a la enorme tarea de revisar el presente manuscrito. Esta antología no podría haber llegado a su versión final sin su infatigable dedicación.
Ángel F. Méndez Montoya, Ph.D.
(Coordinador editorial)
Luis Gustavo Meléndez G, Ph.D.
(Co-editor)
A TRAVÉS DEL ARTE PODEMOS DAR RAZÓN DE NUESTRA FE. LO INVISIBLE SE HACE VISIBLE
Por: Dr. Miguel Córdoba Salmerón
INTRODUCCIÓN
El arte ha acompañado y acompaña siempre al hombre, desde las formas más sencillas a las más complejas. Ha sido, es y será un vehículo excepcional para que Dios se pueda comunicar a través de él. Por ello, es un excelente medio para poder explicar la teología. Ya nos dirá san Juan Damasceno que si alguien que no conoce a Dios te pregunta por él, acompáñale dentro de una iglesia y, a través de la decoración, explícaselo.
Ello me llenó de ilusión cuando lo leí, pues por mis estudios anteriores y, mi experiencia espiritual, sentí que esto era y es posible. Además, cuando he tenido la ocasión, a nivel pastoral o académico, he combinado ambas materias con buenos resultados. Por ese motivo, pienso que es posible realizar una síntesis teológica en la que se combinen ambas ciencias, aunque comprendo que esto entraña sus dificultades, sobre todo a la hora de exponer términos más técnicos como: hypóstasis, inmanencia, pecado, muerte, persona, perijóresis, etcétera, y que se hace más patente en el tratado de fundamental.
Como el arte está presente a lo largo de la historia del ser humano, como decíamos al inicio, antes de iniciar este intento de unir teología y arte, tenemos que discernir qué período escoger, pues es evidente y necesario acotarlo, por la imposibilidad de abarcar la totalidad de este medio de expresión de sentimientos que tiene el hombre, aquello que le acerca a Dios por medio del don recibido de la creación. Por ello decidí elegir aquella época que me es familiar por mis estudios académicos anteriores, el arte Barroco. El problema que expresa la historiografía a la hora de acotarlo en unas fechas es que no se ponen de acuerdo en un hecho concreto que sirva para marcar el inicio de esa época. El Barroco, según algunos investigadores, comienza a finales del siglo XVI, aunque para otros tiene su inicio en el siglo XVII. Nos inclinaremos por citar, en este trabajo, aquellas obras que se encuentren fechadas entre los siglos XVII y XVIII. Este será el período en que el arte se vea influenciado por las repercusiones de uno de los acontecimientos más importantes para la Iglesia católica, el concilio de Trento, ya que muchos de los temas que se vieron en él perduran hasta hoy. Por esto, también se convertirá en otro de los puntos de referencia para este trabajo.
El arte Barroco se trata de un arte que refleja la profundización teológica de ese momento, de la búsqueda de la verdad. Es un arte que busca en el fiel que admira la creación artística, que se sienta intrigado, impactado, atraído hacia ella, para que cuando se detenga ante ella abra sus sentidos, su corazón y le hable de la Palabra, del Verbo encarnado, a través de Él, de Dios. Tal como le ocurrió a Moisés ante la zarza ardiente (Ex 3, 1-6). Moisés es atraído por una realidad, pero que es, al mismo tiempo, una paradoja: una zarza que arde pero que no se consume. Así se nos presenta el Misterio, como algo real que nos abre a un mundo mayor.
Artísticamente resulta difícil poder dar una definición de qué es el barroco, pues en él se pueden dar, y se dan elementos contradictorios, pero siempre tendrá de fondo como elemento unificador su intención de estimular la adhesión a la fe católica, la práctica de las virtudes y de la moral. Por eso los elementos más visibles, con los que los artistas juegan, son la luz, el color, el movimiento, la riqueza…, pero, al mismo tiempo, es el silencio, el recogimiento, la austeridad, la quietud, la interioridad. Busca ser cercano al pueblo, atraer su atención, por eso buscará los juegos teatrales en sus composiciones espaciales, en ese intento de no querer ser un estilo ascético que, sin embargo, busca exaltar el ascetismo. Es un arte sensible e incluso sensual, que quiere dar voz a lo suprasensible. Y es, podríamos decir, por último, un arte que rompe los moldes iconográficos para unir en sí el cielo y la tierra. (1)
El trabajo lo hemos estructurado en dos apartados que nos ayudarán a recorrer dos puntos fundamentales de la Teología: los cimientos a través de la teología Fundamental y, su centro, la Cristología. ¿Cuál es la línea de trabajo? La que nos invita san Juan Damasceno, la de entrar en una iglesia e ir descubriendo aquellos elementos estructurales y decorativos que nos permiten meditar y contemplar nuestra fe en su profundidad.
De este modo, el primer apartado, titulado: A través del arte podemos dar razón de nuestra fe
, lo dedicamos a aquello que nos aporta la estructura, tanto desde sus cimientos hasta al contenedor, a la arquitectura, a la iglesia que recoge al pueblo fiel para proporcionarle un espacio especial de encuentro con su Creador. Veremos cómo el hombre se pregunta y busca a Dios, hecho que dispone su corazón para poder ver y oír a Dios en su revelación en la historia, y que queda reflejada en las obras de arte. En ellas se expresa la Palabra y se hace visible.
El segundo apartado tiene de fondo la pregunta: ¿Qué es lo que vemos cuando entramos por la puerta principal de la iglesia? El retablo mayor, en cuyo centro, siguiendo las indicaciones del Magisterio tridentino, se coloca un tabernáculo en el que se expondrá al Santísimo Sacramento. Cuando entramos en el recinto vemos a Cristo, aquel que nos hizo visible al Padre (Jn 14,9). Además, el arte Barroco se va a caracterizar por centrarse en la figura de Cristo, sobre todo en aquellos momentos históricos en los que se enraíza nuestra fe y el mensaje de la Iglesia, en la Pasión y Resurrección, pues sin esta última, además, vana es nuestra fe, como nos recuerda san Pablo (1Cor 15,14). Hecho que también nos permite acercarnos a la humanidad de Jesucristo, palparla con realismo como le gustó a la estética barroca.
Ambos apartados estarán, a su vez, subdivididos en distintos epígrafes, en un intento de ayudar al lector en la identificación de los contenidos.
I. A TRAVÉS DEL ARTE PODEMOS DAR RAZÓN DE NUESTRA FE
«Si un pagano viene y te dice: muéstrame tu fe, llévalo a la iglesia y, preséntale la decoración con que está adornada, explícale la serie de cuadros sagrados».
SAN JUAN DAMASCENO. AD CONSTANTIUM CABALLINUM
Partimos de estas palabras que ya anticipamos en la introducción. San Juan Damasceno nos invita a que entremos a la iglesia, a que observemos, miremos, sintamos, oremos y hablemos de nuestra fe, de Dios a través de las obras artísticas que nos rodean. La Palabra se hace visible y toma cuerpo por medio de la creación artística.
Será el edificio sagrado lo que nos sirva de «contenedor». Metáfora del hombre que busca sus propias fronteras y su propia identidad, en cuyo interior busca lo Transcendente que, también, se refleja en lo exterior. Pues según avancemos, en la mencionada búsqueda, las pinturas, las esculturas, el mobiliario, los objetos de uso litúrgico, muestran la belleza de la vida, la belleza de la creación.
Las iglesias, las obras de arte que contienen o que contuvieron en el pasado y que ahora podemos ver en los museos, nos ayudan a hacer memoria. Así, el pasado se convierte en presente, lo invisible toma una expresión –aunque limitada–, visible, para que de esta forma toque nuestras vidas y nos lleve a una conversión. A que seamos conscientes de una presencia que nos habla de un futuro que ya se está realizando, de nuestra historia de salvación. Así, se convierten las obras de arte en medios, en un espacio sacramental, hablando en un sentido amplio o generalmente.
El espacio en el que nos moveremos
Vamos a marcar cuál es el campo en el que nos vamos a mover. Andaremos por el camino que nos señala la revelación de Dios. En la historia de salvación que se hace comprensible al hombre y que éste plasma artísticamente para que sirva de instrumento, herramienta o medio para profundizar, como decíamos, en esa búsqueda de Dios y poder dar razón de nuestra fe (1Pe 3).
Así, el arte a través de los materiales, superficies, colores, texturas, formas, lo narrativo, hace explícito aquello que el artista-fiel busca y al mismo tiempo le permite dejar cosas implícitas, insinuadas, que ayuden a la persona que se coloca delante de la obra a profundizar, a buscar, a interrogarse sobre lo que ve. Sentir e intuir que algo se revela, que algo se muestra más allá de lo visiblemente observable, que su historia de salvación no es algo del pasado sino algo que se está haciendo en este momento.
La obra de arte es algo que está en nuestra rutina, en lo que nos rodea. Y debemos de aprender el lenguaje que nos conduce a descifrarlo. Nos habla de tener una actitud despierta, activa ante la vida, ante lo que nos revela Dios. A través suya, del arte, se nos transmite un mundo interior, de espiritualidad, que intenta dar razón de nuestra fe (1Pe 3), como acabamos de mencionar.
El hombre y la búsqueda de Dios
Desde los inicios de la vida humana podemos descubrir indicios de una actividad religiosa. Ésta quedará plasmada de distintas formas, pero una de ellas es el Arte. En épocas remotas nos podemos encontrar las pinturas rupestres, las estatuillas femeninas, diferentes ritos funerarios que ya nos indican la preocupación del hombre por el más allá. Todo ello no deja de ser la muestra de un anhelo: tener una experiencia