Cultivar los cítricos ornamentales y de fruto
Por Aldo Colombo
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Los frutos de los cítricos son apreciados por sus efectos beneficiosos en el organismo y por ser una fuente muy valiosa de vitamina C. Por esta poderosa razón son protagonistas de nuestra dieta y nuestra cultura. En primavera, las flores del naranjo impregnan el aire con su delicadísimo perfume. En los días de invierno, el color dorado de los frutos confiere una nota de color a balcones y terrazas. Los aceites esenciales que contienen encuentran aplicación en la industria del perfume, y nos envuelven y fascinan con sus fragancias. Este libro nos enseña a cultivarlos y a aprovechar sus cualidades. Para ello, el contenido se divide en las siguientes áreas: el clima; las técnicas de cultivo, desde la preparación del terreno hasta las diferentes formas de cultivo; la protección contra enfermedades y parásitos; fichas de las principales especies y variedades; usos culinarios (preparación de platos, postres y licores exquisitos).
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Cultivar los cítricos ornamentales y de fruto - Aldo Colombo
Notas
INTRODUCCIÓN
Antiguamente este tipo de plantas se conocían con el término latino de agrus, que se utilizaba para referirse a las plantas con frutos de sabor picante, entre las que se incluía también el ajo y la cebolla. Más tarde surgió el vocablo cítrico, que define el grupo de plantas de la familia de las Rutáceas, y en concreto las del género Citrus. Son plantas originarias del Lejano Oriente, y su difusión ha estado condicionada por su escasa resistencia a las bajas temperaturas. Así, se han extendido en muchas partes del mundo —desde la cuenca mediterránea hasta América y Sudáfrica—, formando parte de los paisajes de la historia de las grandes civilizaciones.
En nuestro país han elegido la zona del Levante, por el tipo de terreno y el clima. Se consumen y se aprecian en todo el planeta, y son prácticamente indispensables en la alimentación humana por su alto contenido en ácido ascórbico, la vitamina C.
Desde el punto de vista económico es un cultivo importante, no solamente por la producción de frutos (alrededor de 80 millones de toneladas al año), sino también por su contribución en la industria de los perfumes.
Tampoco debemos olvidar su valor ornamental, determinado por un porte noble, las hojas perennifolias de un bonito verde brillante, las delicadas y perfumadísimas flores. En este ámbito, los cítricos tienen una gran tradición en Italia, en la Toscana y en las regiones de los grandes lagos del norte, en donde es habitual construir en los jardines de las grandes villas unas estructuras para la conservación de los cítricos en invierno, muchas veces de un considerable valor arquitectónico.
Por otro lado, los cítricos adornan magníficamente terrazas y balcones, y sirven para cubrir en espaldera muros y cierres perimetrales.
En este libro explicaremos su historia, aprenderemos a conocerlos, cultivarlos y protegerlos de las enfermedades, y también veremos la forma de recolectarlos y de aprovecharlos mejor.
Fotografía de Italo Vacca
UN POCO DE HISTORIA
Ilustración de una obra de B. Ferrari, de 1646, sobre el Aurantium virgatum, que muestra el epicarpio vistosamente estriado. (Fotografía de Maria Grazia Bellardi)
La historia de los cítricos es milenaria y abarca todas las épocas y las civilizaciones importantes. Es un hecho comprobado que casi todas las especies son originarias de las regiones subtropicales y tropicales de Asia, concretamente de China y del archipiélago malasio. Es verdad que hay indicios que demuestran la existencia de cítricos en civilizaciones más próximas a la nuestra. Así, por ejemplo, parece que la cidra (Citrus medica) ya se conocía en Egipto y en Mesopotamia desde el 4000 a. de C. Sin embargo, los testimonios escritos más remotos nos llegan precisamente de China, y datan del 2200 a. de C., con referencias a kumquat, pomelos y una especie parecida a la mandarina que hoy en día se conoce con el nombre de cheng tzu.
Otro testimonio más reciente, un texto chino del 1178 a. de C., describe 27 variedades de naranjas dulces, naranjas amargas y mandarinas, así como también varios métodos de cultivo, de tratamiento de la cosecha y de algunas enfermedades de las plantas.
A lo largo de los siglos, la literatura china ha dejado constancia de otros tipos de cítricos.
En Japón también se han hallado referencias al cultivo y uso de los cítricos. Son los escritos Kojiki y Nihon Shoko, que datan del periodo Nara (710-794 d. de C.), el primero de los cuales menciona claramente el mandarino (llamado tachibana).
De Indochina y Malasia tenemos referencias a limones, limas y al grupo de las papedas. Asimismo, las descripciones procedentes de India de cidros y limoneros, denominados jambila o jambira, datan del 800 a. de C. Es probable que el término sánscrito naranga haya dado lugar a la palabra naranja.
Naranjo en Cerdeña: algunos tipos de cítricos empezaron a cultivarse en Italia en el siglo XI. (Fotografía de Italo Vacca)
En Mesopotamia, el siglo pasado se hallaron semillas —seguramente de Citrus— en las excavaciones de la ciudad sumeria de Nippur. Sin embargo, no parece que fueran de frutos cultivados en el lugar, sino que más bien debían de ser para regalar a otros pueblos.
Cuando surgió la civilización agraria asiria, es probable que hubiese empezado también el cultivo de cítricos, que después fueron llevados a Persia. Cuando Alejandro Magno llegó allí desde Grecia, encontró, a buen seguro, cultivos de cidros.
Para los hebreos, el cidro tenía un significado religioso. En el Libro de la agricultura nabatea, escrito en el siglo VI a. de C., se le da el nombre de «árbol de la pureza» y se considera un símbolo de perfección. Probablemente, después del cautiverio en Babilonia, lo llevaron con ellos.
Debe atribuirse a la civilización griega la leyenda del Jardín de las Hespérides, con sus frutos de oro, que con toda seguridad eran cítricos. De ahí deriva precisamente el nombre del fruto típico de estas plantas: el hesperidio. Se sabe con seguridad —por los testimonios escritos— que los griegos conocían el cidro. Hablan de él Teofrasto en Historia de las plantas y Dioscórides en su tratado de medicina. En cambio, no se encuentran referencias a otros cítricos, a pesar del hecho de que Alejandro Magno hubiese conquistado amplias zonas de Asia en donde sí había estas plantas.
Los romanos conocen los cítricos a través de la civilización griega. Inicialmente, el cidro recibía el nombre de Malus medica, y posteriormente pasó a llamarse cedrus, nombre con el que se conocía ya el cidro del Atlas, una conífera africana. Es probable que fuera precisamente el término griego kitron el que pasara a designar a todo el género Citrus.
Uno de los primeros en hablar de los cítricos fue Virgilio, en las Geórgicas, en donde llama al cidro «fruto de la Media». Más tarde también escribió sobre los cítricos Plinio, en Historia natural. Un testimonio iconográfico nos llega de las pinturas halladas en Pompeya, y en ellas se confirma que en aquella zona se cultivaban varios tipos de cítricos antes de la catastrófica erupción del año 63 d. de C. La civilización musulmana tuvo un papel fundamental en la difusión de los cítricos por Europa. Y los árabes desempeñaron un papel muy importante en cuanto a la mejora genética y la selección de las variedades de fruto, así como en las técnicas de cultivo. También fueron maestros en el arte del riego en las zonas de clima cálido y seco, hecho que les permitió cultivar, además del cidro, el naranjo amargo, el limonero y la lima. Estas plantas llegaron al sur de Europa probablemente en el siglo XI, en tiempos de las primeras Cruzadas.
Limón portugués. En Portugal se han creado muchas variedades de cítricos que luego se han introducido en otros países
El naranjo dulce llegó en 1520, a través de Portugal. Una curiosidad derivada de este hecho es el nombre que se da a la naranja en Sicilia, en donde hasta hace pocos años existía una cultivar llamada portuallu.
En el Renacimiento, los cítricos empezaron a utilizarse en la industria de los perfumes, y también fueron reproducidos en muchos cuadros de los más famosos pintores de la época.
LOS CÍTRICOS Y EL ARTE
En el Renacimiento, los cítricos aparecen en cuadros de pintores famosos. Tolkowski elaboró una compilación de estas telas, que incluye: Gentile da Fabriano (1360-1428), Fra Angelico (1387-1455), Giovanni di Paolo (1403-1482), Filippo Lippi (1406-1469), Benozzo Gozzoli (1420-1497), Andrea Mantegna (1431-1506), Andrea Verrocchio (1435-1488), Sandro Botticelli (1444-1510), Luca Signorelli (1445-1523), Domenico Ghirlandaio (1449-1494), Leonardo da Vinci (1452-1519), Girolamo dai Libri (1474-1551), Raffaellino del Garbo (1476-1524), Lorenzo Lotto (1476-1555), Bernardino Luini (1480-1532), Correggio (1489-1534), Tiziano (1490-1576), Moretto (1498-1554) y Daniele Crespi (1590-1630). También rinden homenaje a estos preciosos frutos las esculturas de Lorenzo Ghiberti (1378-1455), de Antonio Rossellino (1409-1464) y de Giambologna (1529-1608), y las terracotas de Luca della Robbia (1400-1482).
Grabado de una obra de J. C. Volkamer del año 1700 que representa el cítrico Bizzarria, medio naranja y medio limón, el típico ejemplo de quimera botánica. (Fotografía de Maria Grazia Bellardi)
Bartolomeo Bimbi (1648-1729): Naturaleza muerta con cidras y limones (óleo sobre tela, Florencia, Palazzo Pitti). El pintor recibió el encargo de pintar los cítricos de parte de Cosimo III de Médicis. (Fotografía de Maria Grazia Bellardi)
Un invernadero de naranjos del siglo XVII. (Fotografía de la Biblioteca central M.N.H.N., París, 2000)
Detalle de Pala con Madona y Santos, de Andrea Montegna, en la iglesia de San Zeno en Verona (Italia), en el que se pueden ver las guirnaldas de fruta, principalmente cítricos. (Fotografía de Maria Grazia Bellardi)
También en el Renacimiento surge el interés por los cítricos con frutos u hojas especiales, como el «Bizzarria» o el naranjo de frutos abigarrados. En este mismo periodo empiezan a aparecer libros y tratados sobre los cítricos, como por ejemplo el Libro de agricultura de Alonso Herrera, el Hesperides, sive de malorum aureorum cultura et usu de Giovanni Battista Ferrari y el Nederlantze Hesperides de Jan Commelin. Una obra un poco posterior es Nürnbergische Hesperides, de Johann Christoph Volkamer.
LOS CÍTRICOS: UN COFRE DE TESOROS
En los últimos siglos, paralelamente a la evolución de los cítricos en tanto que plantas, se ha desarrollado la historia de los extractos. Las primeras descripciones del proceso de destilación de las esencias de limones y naranjas a partir de las cortezas se deben a G. B. Della Porta, que, en el año 1500, describió cómo se obtenía el aceite esencial destilando las flores de naranjo amargo. Las primeras referencias a la extracción manual de esencia de bergamota en Calabria (Italia) datan de 1650, y en 1844 se ideó la primera «máquina calabresa» que permitió obtener una esencia muy fina con un coste moderado. En 1909 se patentó la «maquinita de leva», que permitió mecanizar lo que se designaba con el proceso «de esponja». Posteriormente se utilizaron máquinas con