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El fuego, el agua y la historia: La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias
El fuego, el agua y la historia: La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias
El fuego, el agua y la historia: La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias
Libro electrónico154 páginas2 horas

El fuego, el agua y la historia: La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias

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"En este libro la autora se ocupa, una vez más, de la memoria. Sistematiza producciones, archivos, obras, las incorpora a un listado en el que consigna sentidos y lugares donde cualquiera puede ir a buscar aquellos trozos de historia que permiten recomponer un traumático rompecabezas. Todo está destinado a sujetos, instituciones y políticas que no admiten que la censura se instale borrando existencias, confundiendo tiempos, propiciando equívocos, o auspiciando totalitarismos que hagan del pensar un territorio a dominar o una propiedad privada."
Del prólogo de Graciela Frigerio.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 dic 2020
ISBN9789875993303
El fuego, el agua y la historia: La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias

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    El fuego, el agua y la historia - Carolina Kaufmann

    Carolina Kaufmann

    El fuego, el agua y la Historia

    La Dictadura en los escenarios educativos: memorias y desmemorias

    © Libros del Zorzal, 2007

    Buenos Aires, Argentina

    Libros del Zorzal

    Printed in Argentina

    Hecho el depósito que previene la ley 11.723

    Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de

    El fuego, el agua y la historia, escríbanos a:

    info@delzorzal.com.ar

    www.delzorzal.com.ar

    Arora, mi Paula

    Índice

    Presentación | 6

    Memorias de muerte /memorias de vida | 10

    Si la memoria no tuviese llave | 15

    Atajos de la(s) memoria(s) | 15

    Texturas de la(s) memoria(s) y de la Historia | 17

    Escenarios educativos para las memorias | 23

    Las luchas por las memorias en ámbitos educativos | 30

    Las memorias por venir | 32

    El presente como cita del pasado | 34

    Disminuyendo la pedagogía del silencio | 34

    De transmisiones inacabadas | 36

    El presente como cita del pasado | 40

    Los desafíos ante la enseñanza de lo acontecido durante la Dictadura | 42

    La Historia reciente en las aulas | 49

    Dispositivos conceptuales y didácticos | 49

    ¿Narrar lo acontecido? Algunas experiencias motivadoras | 54

    Soportes de las memorias en las aulas | 58

    Estrategias metodológicas | 60

    Razonar, preguntar, criticar | 62

    Bibliografía sugerida para los docentes | 63

    El fuego, el agua y la Historia | 66

    Recursos para trabajar la Historia reciente en las aulas | 66

    Los museos como memoria | 72

    Los documentales en las aulas | 79

    Los hombres de buena voluntad. La Historia de la Vigil | 87

    Voces e imágenes después del silencio | 90

    Vanguardias estéticas, memoria colectiva y educación | 92

    Arte y Memorias | 92

    De las 350 bicicletas a ¿Alguien vio una bicicleta que dejé aquí? | 97

    De Rosario a la Villa 31 pasando por Atenas | 103

    La justicia poética | 107

    Epílogo Recordadores y Pasantes | 111

    Bibliografía Citada | 116

    Presentación

    Las ideas expuestas en este ensayo transitan por las huellas que va trazando la memoria colectiva a la hora de convocar al pasado reciente, adscribiendo a la metáfora utilizada por Burke cuando define a los Historiadores como guardianes de los esqueletos conservados en el armario de la memoria colectiva. Agrega Burke que Antaño había un funcionario denominado recordador . En realidad este título era un eufemismo de cobrador de deudas. Su misión consistía en recordar a la gente lo que le hubiera gustado olvidar. Una de las funciones más importantes del Historiador es la de recordador.

    Estas páginas aspiran en este sentido a transitar por las huellas que surcan los recordadores, ya que en nuestro país, Argentina, sigue en juego un pasado reciente traumático y doloroso. Pasado que muchas veces se opta por omitir.

    En lo que concierne a la barbarie europea y con relación a las trágicas experiencias del siglo XX, Edgard Morin sostiene que es necesario que las barbaries sean reconocidas como tales y el reconocimiento debe pasar por el conocimiento y la conciencia. Hay que saber qué fue lo que realmente ocurrió. Hay que tener conciencia de la complejidad de esa tragedia colosal…Hay que ser capaces de pensar la barbarie europea para superarla… Y este desierto de la barbarie del que habla Morin también se proyecta en el pensar la barbarie Argentina.

    Por otra parte, es cierto que esos siete años de oscuridad, con diferentes intensidades, han permeado el tejido social, la vida cotidiana y singular de quienes habitamos en él. Filtrándose –de distintos modos– en múltiples instituciones educativas, ya sea en lo políticamente incorrecto de enfrentar ciertos temas o en los códigos explícitos y/o implícitos de no ahondar en nuestro pasado reciente.

    Y, si bien es cierto que las experiencias colectivas pueden ser estudiadas, analizadas, comprendidas, explicadas e interpretadas de diferentes maneras, comparto las palabras de Darío Barriera que retomaré más adelante, cuando sostiene que es factible divulgar los resultados de estos análisis, pero nunca puede esperarse que esto produzca un efecto profiláctico. Y avanza aun más: la Historia, por sí sola, no sirve. La Historia es un saber, no un agente: por lo tanto, no hace cosas y agrega: El conocimiento disponible es eso: un recurso. Pero el recurso no hace nada por sí solo. Es necesario actuar. Hacer. Confundir el recurso con lo que resta que haga el agente –pensar que la existencia de un pozo de agua cerca de un foco de agua implica la automática extinción de un incendio–, es un razonamiento de una torpeza repugnante.

    Y como no acuerdo con los efectos profilácticos de la Historia y sí considero que hoy las instituciones educativas están convocadas a ejercitar sus mejores recursos para indagar, multiplicar las preguntas y también aceptar la polifonía de voces y lenguajes que nos hablan de nuestro pasado traumático con su capacidad de hacer memoria e Historia.

    Las páginas que componen este libro son producto de la investigación que vengo desarrollando en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos, Argentina. Institución en la que dirijo el Grupo TIPHREA (Tendencias ideológico–pedagógicas en la Historia reciente Argentina) desde mediados de la década del noventa. Grupo abocado a estudiar e investigar acerca de las vacancias hermenéuticas en el campo educativo durante la última Dictadura.

    Los capítulos que integran este ensayo provienen de diferentes tiempos de escritura; y parte de ellos han sido publicados en versiones previas en otros medios.

    El primer capítulo Si la memoria no tuviese llaves es una reescritura del trabajo Encrucijadas de la memoria publicado en el libro de Autores Varios, Filosofía y Escuela, Editorial del Laboratorio de Alternativas Educativas (LAE), Universidad Nacional de San Luis, 2007.

    El segundo y tercer capítulos sucesivamente titulados El presente como cita del pasado y La Historia reciente en las aulas; ampliados y reelaborados en este libro, han recibido un tratamiento previo en el capítulo La memoria cívica en las aulas publicado en el libro La cita secreta. Encuentros y desencuentros entre educación y memoria, Ríos, G. (Coordinación), Editorial de Amsafé (Asociación del Magisterio de Santa Fe), Santa Fe, 2006.

    Los capítulos cuarto y quinto retoman aspectos anticipados en Bicicletas y alas para volar. Para ganarle al silencio en las aulas publicados en Clío &Asociados. La enseñanza de la Historia Nº11, 2007. El cuarto capítulo El fuego, el agua y la Historia. Recursos para la enseñanza del pasado reciente condensa reflexiones y experiencias estéticas y pedagógicas como herramientas idóneas vinculadas con la enseñanza de nuestro pasado reciente.

    El último capítulo, Vanguardias estéticas, memoria colectiva y educación nos remonta a las posibilidades que ofrecen distintas producciones culturales y experiencias estéticas que han contribuido a la recuperación y (re)construcción de la memoria colectiva. En suma, qué aportan las expresiones artísticas cuando el lenguaje se vuelve insuficiente para nombrar la barbarie.

    Deseo expresar mi agradecimiento a Gonzalo de Amézola por haberme convocado a participar de esta Colección; a Graciela Carbone por su lectura atenta y generosa; a Violeta Guyot por sus siempre afiladas sugerencias, a Arturo Firpo por su meticulosa y paciente lectura y observaciones; a Araceli Gerbau y a Diana Sevlever; a Guillermo Hennekens y al cepce-FCE-UNER, a Roxana Mauri Nicastro. Un especialísimo agradecimiento a Fernando Traverso y a Graciela Frigerio. Y a ellas, que dan brillo y sostén a mi existencia: Reneé Benaventos, Celina Curti, Lea Grizman, Minés Pérez, Ana María Ricciardi, Graciela Vedrovnik (por estrictísimo orden alfabético).

    Carolina Kaufmann, Julio de 2007

    Memorias de muerte /memorias de vida

    Conozco a la autora de este libro, Carolina Kaufmann, desde 1986. A lo largo de todos estos (no pocos) años, he podido apreciar su esfuerzo sistemático para que no se someta al olvido lo injusto. Su vida académica y su producción nunca fueron indiferentes a la Historia.

    Siempre la preocupó que el fuego no consumiera lo que debe protegerse de cualquier quema. Y también desde siempre la preocupa que, cuando quema hubo, no se omitiera el recuerdo de los actos de barbarie que atentan contra lo común.

    En este libro la autora se ocupa, una vez más, de la memoria. Sistematiza producciones, archivos, obras, las incorpora a un listado en el que consigna sentidos y lugares donde cualquiera puede ir a buscar aquellos trozos de Historia que permiten recomponer un traumático rompecabezas. Si alguien intenta ubicar partes, piezas, rostros y nombres de un tiempo cercano y doloroso encontrará, en cada capítulo, no solo un ayuda memoria, sino un mapa y un guión conceptual para no extraviarse, preguntas para seguir indagando y teorías que justifican la oferta del inventario de lugares y de otros memoriosos. Todo está destinado a sujetos, instituciones y políticas que no admiten que la censura se instale borrando existencias, confundiendo tiempos, propiciando equívocos, o auspiciando totalitarismos que hagan del pensar un territorio a dominar o una propiedad privada.

    La memoria es, sin duda, un personaje singular y extraño de la vida psíquica y un componente no menos complejo de la vida social y política. Tiene más de un rostro, varias voces, numerosos silencios, muchas figuras y funciones cuyas motivaciones están lejos de tener un sentido único. Puede decirse de ella que es a la vez, frágil y sólida, tan inapelable e indómita como servicial. Capaz de hacernos sufrir tanto por su falta como por su exceso; por los huecos que deja sin llenar, como por los rellenos que la saturan; es igualmente capaz de ofrecernos la alegría de mas de un reencuentro,

    Rebelde, la memoria nunca es totalmente domesticable por el sujeto, ni por las políticas que quieren dominarla y esclavizarla.

    Ser el amo de la memoria ha tentado a más de un dictador. Imponer olvidos, obligar a un repertorio acotado de recuerdos, es algo que ha sido intentado en distintos tiempos de la Historia; como han sido perseverantes los esfuerzos (igualmente dictatoriales) para producir y reproducir una memoria repleta y completa. Ambos modos de operar remiten a lo mismo. Producir el vacío o hacer un lleno de memoria son propósitos omnipotentes que terminan fracasando gracias a que la Historia, que hace al sujeto y a la sociedad, que a su vez la producen, cuenta con la complicidad de

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