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Desandar: Poesía reunida
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Libro electrónico451 páginas3 horas

Desandar: Poesía reunida

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Poesía reunida deleita la imaginación con el ejercicio de lo diverso; por el nadir, se tiene en Ricardo Yáñez al escrupuloso guardián de las formas tradicionales de la poesía, por el cenit, se tiene también al poeta del habla y de los motivos cotidianos, al contador de historias que transmite un pequeño cuento dentro del poema, y al escritor de una prosa poética que posee una belleza equivalente a la de sus sonetos, como si el propio autor parafraseara el momento de creación de la poesía.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 sept 2015
ISBN9786071631633
Desandar: Poesía reunida

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    Desandar - Ricardo Yáñez

    DESANDAR

    Desandar

    POESÍA REUNIDA

    RICARDO YÁÑEZ

    POESÍA

    FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

    Primera edición, 2014

    Primera edición electrónica, 2015

    D. R. © 2014, Fondo de Cultura Económica

    Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F.

    Empresa certificada ISO 9001:2008

    Comentarios:

    editorial@fondodeculturaeconomica.com

    Tel. (55) 5227-4672

    Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

    ISBN 978-607-16-3163-3 (ePub)

    Hecho en México - Made in Mexico

    SUMARIO

    Nota bene

    Ni lo que digo

    Dejar de ser

    Antes del habla

    Si la llama

    De rendimiento

    Estrella oída

    Vado

    Piso de tierra

    Papeles volando

    Como al principio

    Versos dicen

    Nuevos papeles volando

    Índice

    A Lilia,

    Magdalena y Hazael,

    Gabriel,

    Rodrigo,

    Hana y Jonás

    NB: La reunión de estos textos propició una revisión general que incluyó algunas modificaciones, siempre respetando su sentido original. Ciertas líneas, estrofas o poemas fueron suprimidos, y casi nada se agregó. No obstante, De rendimiento se puso aparte de Si la llama, y tras ver que Como al principio carecía de la unidad que cabría esperar, sus tres partes (canciones, sonetos y verso) se separaron y se les asignaron los títulos Papeles volando, Versos dicen y Como al principio. El autor no desea que con dicha fragmentación se pierda la dedicatoria que abría el último volumen mencionado: A todas las personas con las que me ha sido dado trabajar en taller.

    Queda por lo demás patente un muy cordial agradecimiento del autor a anteriores editoriales: Anturios, Arlequín, El Aduanero, El Cálamo, La Casa del Mago, Conaculta, dba de Jalisco, Descritura, Era, el propio fce, Fondo Editorial de Nuevo León, ipn, Lunarena, Magenta, La Máquina de Escribir, La Orquídea Errante, Parentalia, scj, Trilce, uam-Azcapotzalco, udg, Vaso Roto, Verdehalago y La Zonámbula.

    NI LO QUE DIGO

    A Lilia

    El título de este libro procede de un verso de Gabriel Zaid.

    I

    El hombre solo

    Hoy vinieron arañas

    a achatar las esquinas de mi techo

    (gris-húmedo mi cuarto

    hoy, clausurado el cielo)

    y florecieron moscas

    en todo el cable eléctrico.

    Con frazada de polvo

    alguien cubrió mi cuerpo.

    Los piadosos ratones

    me han traído carroña del subsuelo.

    Hoy —hace mil años— he muerto.

    En el centro del grito

    ha quedado un cuchillo

    Y un silencio tremendo

    como una roca inusitada

    se ha proclamado

    Señor

    del Tiempo

    En tanto que la sangre

    se muere en el asfalto

    como un amanecer

    que regresara a la noche

    Pero nosotros

    (¿Estamos aún?)

    Si alguien me dijera que esto es una lluvia

    yo le imprecaría diciéndole: ¡es una pecera!

    Entonces él se desconcertaría, claro,

    y llamaría a tres agentes policiacos

    que, girando sus macanas, me invitarían a contestar:

    ¿es esto una lluvia?

    ¡No! Es una pecera, ya lo he dicho.

    Y ellos, después de propinarme soberbia golpiza,

    se irían muy orondos, nadando.

    Una mañana antigua

    la gente despertaba

    abriendo sus balcones

    para ver qué miraba

    miró una mariposa

    de mirada dorada

    alguien dijo qué miras

    y alguien respondió nada

    Dios

    Sumamente

    azul

    me tiendo en el suelo

    como una toalla

    azul

    al centro hay una

    lagartija

    de cristal

    que no me encuentra

    dios es sí y si

    soy un cangrejo naugrafo entre esqueletos

    un pez en un mar evaporado

    y la vida está en mí

    En lo alto del muro caminada el hombre

    y podía mirar para un lado y para otro

    y no se decidía por ninguno

    hasta que optó por acostarse de cara al cielo

    a veces se moría de calor y a veces de frío

    y un día se murió definitivamente

    Julia era una muchacha que salía todas las tardespara ir a misa, hasta que un día se encontró al diablo y se enamoró de él.

    —¡Julia! —le imprecaban sus amigas.

    Pero ella no hacía caso y les sonreía encantadora; mirándolas al principio, pero luego perdiéndose en quién sabe qué punto recóndito de su alma.

    Hay días en que no quisiera abrir la puerta de mi cuarto porque tengo miedo de que todo se convierta en humo.

    Y hay días en que salgo a toda prisa de él, temiendo que el humo esté en mi cuarto.

    Poesía

    Nada

    es

    una

    avispa

    morada que

    se

    ha

    insertado

    en

    tu

    corazón:

    Dios.

    En el zumo de una lima, al morderla,

    o al tocar unos brazos de mujer,

    en el encuentro de un infinito de construcciones al alargar la

    vista

    y en el ritmo bestial, primigenio, del mar,

    encontramos, siempre, la imagen de nuestro dios.

    Un dios que nos sonríe y nos destruye

    en el alargamiento de su sonrisa,

    que nos desintegra

    al golpe de sus carcajadas.

    Mientras nosotros no hacemos

    sino cantar sus alabanzas,

    esos hermosos cantos en los que nuestra lengua se disuelve

    y es esencia de pájaros,

    esos hermosos cantos que él mismo depositó ternurosamente

    en nuestros labios,

    en todos nosotros,

    en sus queridos hijos.

    Qué no daríamos nosotros

    por destruir una vez nuestra máquina amada,

    esta gris ciudad.

    Por descongestionarnos; tal vez con bomba atómica,

    qué importa.

    Qué por aquellos tiempos en que simplemente paseábamos

    y el cielo se intensaba en nuestros corazones

    al descubrir una flor, una piedrecilla.

    Hoy caminé por calles, por distintas calles

    de por las que acostumbro caminar.

    Y pude mirar gentes, distintas gentes.

    Y en sus actos había algo de pregunta y de respuesta:

    algo así como un infinito incautado y restituido,

    incautado en la pregunta y restituido, afirmado, en ella misma.

    Eran gente como toda, como la que suele habitar este planeta.

    La tarde no era más que un cordero azul

    La tarde no era más que un cordero azul apenas degollado.

    Por una última vez, pudo entreabrir los párpados

    e iluminarnos;

    y luego se cerró sobre sí mismo.

    En la ciudad, al centro de la estrellada noche

    En la ciudad, al centro de la estrellada noche,

    hay un hombre que piensa que esto bien podría no ser así:

    que la lluvia no es lluvia, ni los pájaros pájaros,

    ni los aviones aviones,

    ni la gente gente, ni los jaguares jaguares,

    ni la jungla jungla, ni el mar mar, ni los pantanos pantanos,

    ni los peces peces, ni las naves naves, ni las noches

    noches,

    ni las estrellas estrellas, ni las nubes nubes, ni

    En la ciudad, al centro de la estrellada noche…

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso

    nosotros pensamos en manzanos y pájaros.

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso,

    nosotros pensamos en ríos y patos.

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso,

    nosotros pensamos en ciudades y en amadas.

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso,

    nosotros pensamos en atrios y en nogales.

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso,

    nosotros pensamos en submarinos.

    Mientras la muerte nos pudre beso a beso,

    nosotros, a veces, pensamos en nosotros, en la muerte,

    en dios.

    El sol crea nuevamente las cosas

    Ese pájaro, allá entre lo verde, es tocado y vive;

    y esa flor, tan cercana a tus pies, es de nuevo flor.

    Tú misma, ahora me sonríes y hay una extraña luz que

    resbala entre tus dientes

    y parecen pequeños guijarros bajo un delgado cauce de luz.

    Reía como quien todo lo sabe

    Vivía como una flor.

    Su corazón era un delgado polen.

    Dios era un colibrí y le visitaba.

    Por las noches se arrullaba con el crepitar de las estrellas —y

    era como un manojo de cardos estallando blandamente

    en la honda llama azul del blando viento, como un

    manojo de crisálidas crujiendo lentamente hasta quedar

    vacías.

    Era un alma de Dios, era San Juan.

    Las tuercas giraban con minuciosidad

    y el aparato se desarmaba.

    Curiosamente, nadie hacía caso.

    El aparato decía soy dios.

    (Y sí era.)

    Flor 1

    Es posible respirar a dios en esta flor.

    Toda la historia se concentra en ella,

    es su medio, su fin y su principio.

    Por esta flor es que el mar remueve eternamente las arenas

    y que la gente reza, come, ama, defeca y muere .

    Flor 2

    He cortado esta flor.

    Esta flor ¿vive más aquí que en su vida?

    Esta flor es poco fría y amarilla (muy):

    como el sol-vuelto-luna-vuelto-flor.

    Esta flor ocupa un lugar en dios.

    Dios se cuartearía,

    se descuartizaría feamente

    si nosotros pudiéramos deshojar esta flor.

    Flor 3

    Hay flores que ordenan el universo.

    Porque los muertos están muertos

    nosotros tomamos vino.

    Y porque los vivos están vivos,

    nosotros tomamos vino.

    Y porque tú y yo nunca quizá podamos amarnos,

    nosotros tomamos vino.

    —¿Por qué no comes carne?

    —Porque los pájaros más obviamente carnívoros

    son bastante feos. ¿No te habías dado cuenta?

    —¿Y tú eres un pájaro?

    —Pí

    Pienso en Descartes, qué fregadazo debe haber andado

    para tener que recurrir a la comprobación de su existencia.

    Cogito, ergo sum. Híjole, qué duro.

    Si casi me río, pero

    pobre Decar.

    No me importa significar: me importa ser

    No me importa significar: me importa ser.

    Y esos pájaros ahí

    parecen significar y, sin embargo, ser.

    Esa ventana, si tan sólo pudiera traer esa ventana

    y colocarla aquí; de modo que pudiera ser vista por todos uds.

    Una troca cruza el infinito azul.

    Mi alma siente cambiar lo que el mundo cambia.

    Pero hay un punto-Dios que permanece.

    Hay algo de materia muriendo para ser.

    Pero hay tanto ser para la nada.

    ¿Cómo estar?

    ¿Cómo estar

    al fin

    y

    no ser

    al fin?

    Lo mismo se da Dios que una rosa

    II

    Mujer que me alargas un brazo

    en ademán de lluvia

    y estás tendida en la sábana

    como un charco de Dios

    para mis brazos,

    mujer que mueves tus labios de barca

    y alargas una canción antigua

    de sirena perdida en un tiempo extraño,

    mujer que elevas tus burbujas

    mientras yo te desnudo.

    de tu agua

    y te descubro

    agua,

    infinitamente amable y dulce

    como un pez al que no hubieran

    afectado las inundaciones,

    mujer que me llama

    y a la que voy sonámbulo,

    lugar en que caigo de bruces cada vez que tropiezo

    y me arrulla en sus brazos

    y me canta canciones

    de cuna,

    mientras yo me finjo —y me lo creo—

    ser un gran soldado.

    nada digo pregunto

    por un espejo de agua

    y un espejo de piedra

    me vuelve la mirada.

    Giro la perilla abro

    ah un espejo digo

    y cierro y me regreso

    y me detengo atónito

    al recordar de pronto

    mi voz al otro lado

    ah un espejo digo

    y cierro y me regreso

    y me detengo atónito

    al recordar de pronto

    mi voz al otro lado

    ah un espejo digo

    y cierro y me regreso

    y me detengo atónito

    Baño

    Ayer salí medio asfixiado del agua de la alberca

    Y me eché medio cuerpo en sus orillas de cemento

    Y lo demás era agua

    Pude Ver el Espejo

    Pude VerMe al espejo

    Yo colgado frente a nada mirándome otro cuerpo

    Yo frente a mí a mí mismo en una nada doble

    Y un sol hondísimo como una mirada sosteniéndome

    Y un sol altísimo del que pendía en un hilo

    Encontrándome ahora frente a frente

    Dos imágenes que nada se decían porque no había palabras

    Pero alguien rió en nuestras espaldas

    Y ambos regresamos

    Hacia arriba hacia abajo

    Alejándonos

    Fijos los ojos en nosotros mismos

    Sin preguntarnos nada

    Porque aún no había preguntas ni palabras ni

    Nada

    La muerte es el espejo de la vida

    La vida es el espejo de la muerte

    Y así, hasta el infinito

    el pesar insistente de ser nada

    se arregla la corbata ante el espejo

    se sale a caminar por la añoranza

    de la vida vivida ciertamente

    en la memoria busca algunos brazos

    alborozadas sábanas dichosas

    cabelleras oscuras lluvia afuera

    y vino cigarrillos y palabras

    se sabe sólo sombra de su sombra

    el pesar insistente de ser nada

    se sube a los camiones compra cosas

    no quisiera llorar quisiera irse

    a vivir a sí mismo mucho tiempo

    no quisiera mirarse en el espejo

    sinsonte sin cesar amanecido

    o bisonte vivísimo

    bebiendo de nosotros

    es este estar así

    este estar así siendo

    cerval asumir bosques

    insistir del salmón que contra la corriente

    imprudente rebusca la memoria

    larva de luz

    tenaz

    agujerando

    las graves hojarascas de la muerte

    tris

    le cortan la cabeza

    tras

    un pie

    tris le cortan una mano

    tras

    el otro pie

    tris tras tris tras tris

    quisieran acabar con él

    hondo temblor

    temblor

    los árboles

    el agua

    una vez

    una brisa

    una vida

    una vez

    una bala

    una vez

    una vida

    una brisa

    una brisa

    una vez

    una vida

    una bala

    una vez

    Sobre un tema de Augusto de Campos

    Mírame precipitarme hacia el olvido

    hacia la certidumbre irremediable del títere que soy,

    hacia donde los ecos no son las palomas ni los caballos

    blancos las espumas de mares inacabados.

    Traigo conmigo la sortija de humo

    que vuelve gutural todo silencio

    y en mi calza derecha la huella del peldaño aquel que nos

    devuelve, en un temprano espejo,

    esa ferviente imagen de la dura sonrisa.

    Mírame precipitarme hacia el olvido de lo que nunca fue,

    regresando tal vez a la primaria piedra,

    a la rústica red, a la mar calma.

    Reveo los cardúmenes bullentes, la fija lentitud

    de los gestos solemnes

    frescamente esparcidos en lo que fue la brisa

    y ya es el agua.

    Caigo en cuenta de mí, de la misma manera

    que se cae en los brazos amantes de la amada.

    Me precipito, impromptu, sostenido

    en la gravitación del movimiento.

    Mírome precisar estas últimas letras

    como un viaje que acaba en el futuro,

    donde la luz endulza las naranjas.

    III. NI LO QUE DIGO

    El amor es esa estrella filosa

    y el desamor quién sabe qué carajos

    pero yo no soy yo

    ni este aire mi aire

    Es un tambor el miedo

    y la paz un tejido frecuentado

    pero en mi corazón hay un cangrejo

    y alguien está torciendo mi pescuezo

    ¿Qué es el atole blanco?

    ¿Qué los cigarros faros?

    Pero a quién le interesan esas cosas

    cuando uno se muere de sí mismo.

    ¿Qué son los huevos fritos, por ejemplo?

    ¿Qué son los buenos días?

    Los vecinos arrían la bandera

    de la felicidad, pero quién se los festeja?

    quién se los critica?

    Sólo los que se aman los comprenden.

    Se está tirando el bóiler. Hay que apagarle

    Se encordó este reloj. Hay que arreglarlo.

    Hizo frío por la noche.

    No lo olvides.

    A veces es una araña la palabra amar

    una araña en las vigas de la casa

    y uno es la mosca la tonta mosca

    A veces el amor es una aspirina

    vieja olvidada en el botiquín

    y uno no el dolor de cabeza sino el aburrimiento

    A veces el amor es una botella de tequila

    escondida en el fondo del ropero

    y uno la mano oscura y el trago rápido.

    en una cajita de oro

    vi una estrellita de plata

    el amor se entrega entero

    si no nomás se maltrata

    en una cajita de oro

    vi un listón verde bandera

    porque te quiero te digo

    que no dejes que me muera

    en una cajita de oro

    vi una flor de maravilla

    querer es saberse dar

    en una forma sencilla

    Si me emborracho pienso en ti

    Si me viene el amor a las palabras, a los ojos, al llanto,

    a los cigarros alas, al tequila sauza,

    ¿en quién voy a pensar?

    Hay un Ricardo Yáñez que me pega, que todo el día me pega,

    y hay un Ricardo Yáñez que te ama. Ése es el bueno.

    Echó un poco de sal en su corbata

    mas no se la comió cual pretendía

    quizá le pareció que estaba fría

    aparte de que no era muy barata

    Pintó en su corazón de hoja de lata

    una dulce canción que se sabía

    pero le reprocharon la alegría

    y se compró un chaleco color rata

    Consideró que el sol era la luna

    y que la luna nada finalmente

    y se quedó mirando su presente

    como quien ve llover y no se moja

    como quien huevos fritos desayuna

    mientras la rosa suya se deshoja

    si no amor soy entonces qué carajos

    qué nube de pesar qué estrella herida

    bandera por qué vientos abatida

    conversación resuelta en qué estropajos

    vengo del corazón a mis trabajos

    y voy de mis trabajos a la vida

    vida que se te entrega inmerecida

    pero que sabe dar sus golpes bajos

    no sé ni qué decir pero me digo

    que al fin y al cabo soy un buen testigo

    y voy a atestiguar que estoy amando

    todo lo que perdí mejor ahora

    que cuando lo tenía llora llora

    no dejes de cantar te estoy mirando

    Miras los torpes, graciosos dibujos

    de la puerta amarilla:

    obscenidades ante las cuales otros sonreirían

    y a ti te hacen sufrir.

    El vino de la noche con los amigos

    ha estado bien, ciertamente.

    Pero sobre la alfombra,

    con un dolor reumático en la pierna derecha,

    tiritaba tu soledad de amante.

    De la puerta amarilla a estas palabras

    ¿qué diferencias hay?

    No por alegría es que escribo

    no por tristeza.

    Escribo porque el amor es triste y alegre,

    porque nosotros moriremos y otros amarán.

    IV

    Alfonso

    ¿Quién diría de Alfonso algo bueno?

    No su madre, por cierto. Y su padre menos.

    No su novia tampoco, ni sus amigos.

    Sólo la Juana y la Azabache,

    a las que se cogió entre las milpas

    una noche estrellada de junio.

    El oficinista

    Helo allí, acostumbrándose a diario a no morir,

    a ir tachando pájaros, a aceptar la neblina como aire,

    el amor como piedra en el bolsillo, la paz

    como tener con qué comer y masticar el sandwich

    del domingo.

    En el globo del elevador, cuando va solo, se permite soñar

    prudentemente

    en unas rosas blancas cada vez menos blancas.

    Intuye que está vivo, algo se lo dice,

    quizá las nubes cuando nubes hay al cruzar el parque;

    quizá también la foto del acribillado en el periódico.

    Pero la estrella negra que preside su escenario

    de la corbata a la valenciana ha pasado su chisguete de tinta

    y ya le vemos enterarse de que

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