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Todos los poemas
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Todos los poemas

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«Cada poema de Pereira es un melódico refugio para el abandonado huésped de la tierra, los signados con la huella de la ironía y la tristeza, los que saben que al otro lado de la imaginaria línea crece un bosque de silbidos donde verdea el misterioso tallo de la teatralidad humana, la dulzura y los acervos frutos del fracaso ante el espectador de sombras. Todo lo demás es fidelidad y pasión por la desnuda belleza, sendas por las que no transita el hombre indiferente, sino el individuo decente y el cómplice asiduo, el súbito que en su cualidad de amor sostiene el hilo de la cometa en las esplendentes aldeas de la escritura».Del prólogo de Juan Carlos Mestre
Todos los poemas reúne la obra poética completa de Antonio Pereira (1962-2006), acompañada de un epílogo, «El poeta hace memoria», en el que el autor hace un personal repaso por su trayectoria lírica. Esta edición, que conmemora el centenario del escritor villafranquino, va precedida por un nuevo prólogo del también poeta Juan Carlos Mestre.
IdiomaEspañol
EditorialSiruela
Fecha de lanzamiento30 nov 2022
ISBN9788419553003
Todos los poemas
Autor

Antonio Pereira

Antonio Pereira (Villafranca del Bierzo 1923-León, 2009) comenzó a escribir desde muy joven, aunque habría que esperar hasta los años sesenta para su eclosión como escritor. Su poemario El regreso se publica en la prestigiosa colección Adonais en 1964, Una ventana a la carretera, su primer libro de cuentos, recibe el premio Leopoldo Alas en 1966 y su novela Un sitio para Soledad se publica en 1969. A partir de ahí, se desarrolla una copiosa producción literaria que se ha visto refrendada por prestigiosos premios, como el Premio Fastenrath de la Real Academia Española o el Premio Castilla y León de las Letras.

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    Todos los poemas - Antonio Pereira

    Portada: Todos los poemas. Antonio PereiraPortadilla: Todos los poemas. Antonio Pereira

    Edición en formato digital: noviembre de 2022

    En cubierta: fotografía de © J. A. Robés

    Diseño gráfico: Gloria Gauger

    © Antonio Pereira, 2022

    © Ediciones Siruela, S. A., 2022

    Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción,

    distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada

    con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista

    por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,

    www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

    Ediciones Siruela, S. A.

    c/ Almagro 25, ppal. dcha.

    www.siruela.com

    ISBN: 978-84-19553-00-3

    Conversión a formato digital: María Belloso

    Índice

    Prólogo

    El otro hilo del cometa

    EL REGRESO

    Afirmación de vecindad

    I

    El desterrado

    Lola

    Los compañeros

    Parque infantil

    Ciudades sucesivas

    Los paisajes

    Casi como la muerte del soldado

    Ciudad de Normandía

    La fiesta

    Un árbol con su sombra prevenida

    El regreso

    II

    Los regalos

    3 poemas del estío

    La casa, la noche

    Memoria del fuego

    El pequeño tren

    La Plaza Mayor

    Al señor, día y noche en San Isidoro de León

    Nocturno en la colegiata de Villafranca

    Villaralbo con la casa amiga

    Los míos

    El huerto

    Ciudad de los viejos

    Úrsula ciudad

    Ciudad sin tiempo

    DEL MONTE Y LOS CAMINOS

    I. DEL MONTE Y LOS RECUERDOS

    1

    2

    3

    4

    II. DEL MONTE Y LOS CAMINOS

    1

    2

    3

    4

    III. DEL MONTE EN SOLEDAD

    1

    2

    3

    4

    IV. MEDITACIONES Y PREGUNTAS

    1

    2

    3

    V. ESCENAS Y PERSONAJES

    Un hombre como ellos

    Los mozos

    «Rubio»

    Avión de línea

    Un niño reciente

    La serranilla

    La lección de geografía

    Los sedientos

    El manantío

    SITUACIONES DE ÁNIMO

    El poema no tiene que llamarse nada…

    Ese niño que miro y que mira

    Reclamación del mar

    Oración con mi cuerpo

    Del libro de la madre

    Ciudad de la tristura

    Madrigal del viajante

    Cuando llueve en la yedra de mi casa

    Sólo la voz

    Me acuso de que creo

    El nombre

    Estado de ánimo

    Los suspensivos sí…

    CANCIONERO DE SAGRES

    I. PAISAJE CON HOMBRES

    Canción en la raya

    Paisaje con hombres

    Viniendo por Penafiel

    Romance del quinhentos y aún

    Cementerio de Évora

    Campo maior

    Carta a González Alegre

    Sierra de Marão

    De un retrato por Orlando Pelayo

    El mixto

    La aparición

    Con cruz rueda, en amarante

    Brácara augusta

    Biografía

    ¿Oporto, sir…?

    «To let»

    La espera

    La otra estrada

    II. ESPEJO ENTRE DOS LUCES

    Gozos para llegar a Lisboa

    O chiado

    Episodio

    La aprendiza

    Fado de la limpiadora

    Coral de Lisboa

    La exageración

    Postal a Federico García

    Lunes, geografía

    Tardes en los Jerónimos

    Si yo supiera lo que vive dentro…

    Mi muerte no la sabré…

    III. PUNTA DE SAGRES

    La hora de la saudade

    Noticia a Rafael Morales

    Batalla

    Soldado Juan

    Noche de marzo en Sagres

    Lo digo por Antonio de Lama

    MEMORIA DE JEAN MOULIN

    Uno

    Dos

    Tres

    Uno

    DIBUJO DE FIGURA

    I. MOZO DEL 44

    Circulaban rumores

    La casa de mi amigo era más luminosa

    El pudor era un meteoro

    Cuando ya el asaltante sabía los postigos

    Fombasallá es un nombre en que resuenan

    Intermedio moral

    Las guerras unen mucho

    Hijo, mira de ser creyente

    Vino el destacamento

    En aquel tiempo había bastantes vírgenes

    Por cada verso que os he dado en limpio

    II. DIBUJO DE FIGURA

    Lo primero una recta

    Hoy lo he visto en la cebra

    En el parador nacional los cazadores

    Los santuarios siempre cuesta arriba

    Tres hermanas conservo

    Hoy me has tocado, predicador de pueblo

    La altura de los bosques

    III. CONSOLACIÓN A CLAUDIA

    Hoy vine a levantar las aldabillas

    Ah, los atardeceres de Estambul

    Ahora voy a decirte por qué lloré aquel día

    Planchabas las camisas con exceso

    Yo tengo antecedentes, recuerdo de mi

    infancia

    Ahora tengo una casa junto al mar

    No hay nada más cansado que el rostro de un domingo

    UNA TARDE A LAS OCHO

    Prescripciones del vino

    El pródigo

    Sabidurías

    Tardes del otro lado

    Los pretendientes

    Del juego

    Odio los autos…

    La protesta

    No es tu mejor amigo…

    Oración

    Conminación

    Desacralizado

    Centenario

    Poética

    Escrito lejos

    Sesenta y cuatro caballos

    VIVA VOZ

    Casa

    Músico

    La violinista

    Balada de mi patio

    Tiempo de amar

    Recuerdo para olvidar una historia

    Al pintor Norberto Beberide, en la plaza del mundo

    5.ª Dinastía

    Apunte para Enrique Badosa

    Desnudo sobre raso

    Los desencuentros

    Para recordar

    The end

    Pablo creciendo

    Fiesta en Moscú 1960

    El Ukase

    Pareja de niñas cómplices

    Cautelas de la mirada

    Postales

    A Victoriano Crémer

    Bierzo de la helada tardía

    Elección de la amada

    Alba

    A un poeta catalán

    Canción de peregrinos con Amancio Prada

    Lenta es la luz del amanecer en los aeropuertos prohibidos

    La esquela

    El escalatorres

    Flecos

    Sobre los muertos

    Ambulatorio

    A vosotros

    El poeta hace memoria

    Prólogo

    El otro hilo de la cometa

    Si la poesía es la conciencia de algo de lo que no podríamos tener conocimiento de ninguna otra manera, la obra poética de Antonio Pereira nos sitúa ante la invención de un universo en el que la dinámica de su existencia nos viene dada por la memoria significativa de las palabras que lo nominan: identidad y magnetismo de los lares, «préstamos» de la oralidad, cultura de lo simbólico y mentalidad de lo colectivo. El poeta descubre las otras razones de lo desconocido, su lenguaje desentraña las zonas de misterio donde la muerte y la vida, ambivalentes en su paradoja ante la duración del tiempo, dan cuenta del proyecto espiritual de lo humano. Acaso no otro fuese el persuasivo empeño del Pereira lírico: ver y trasformar, abrir las vainas de la noche para sementar de estrellas los predios sirvientes del olvido.

    Hay encantamiento en la voz del poeta, una afirmación de eternidad ante los pequeños asuntos de la condición humana elevados a categoría moral de la conducta; hay proximidad electiva con los sufrientes, y una indestructible fe en el destino que establece alianza con lo esperanzado y su unidad poética en el lezamiano «éxtasis de la sustancia destruida». Mudanza del que se aleja para, en su retiramiento, intensificar la experiencia axiológica del regreso al lugar natal, nominación y resistencia del recuerdo frente a la esclerotizante amnesia que vela a los ausentes, esa voz coral cuya resonancia de modo tan vívido imanta de poeticidad la amplitud de su obra.

    Antonio Pereira conoce la condición del tiempo que hurta, en su indiferencia, cuanto debiera ser perdurable tras la hermosa porfía de las criaturas y la serena conjetura de su bien ante el estrago, la subsistencia de cuantos bajo la giratoria intemperie de los astros alzan aún sus brazos, en la inmovilidad subterránea de la espera, hacia las profecías del futuro. Hay creencia en el orden de las esferas, en la armónica sucesión de un sueño heredado del espejo de otro sueño, hay auspicio favorable al ser humano, la voz rotunda del humanismo ante los soleados pórticos y las inclementes cancelas de la necesidad.

    Lo suficiente es para Pereira lo justo, una aldea de palabras regidas por el don de la fraternidad y las equivalencias de lo recíproco, una indeclinable certeza de que la poesía, y en consecuencia su formulación, se constituye, desde antiguo, en la voz ética de la delicadeza humana. Sin lamento ni aceptación, en el exacto fiel de la balanza donde las palabras del poeta asumen el cometido que nadie les ha hecho, pero cumplen con hacerse cargo, en la responsabilidad de lo finito, de su elemental semejanza entre los otros, los desposeídos, los menesterosos durante el naufragio de su época, el perdedor minúsculo, los soñadores sin término, los operantes del absoluto relato de los débiles que confieren su prosodia al canto pensativo del mundo.

    Cada poema de Pereira es un melódico refugio para el abandonado huésped de la tierra, los signados con la huella de la ironía y la tristeza, los que saben que al otro lado de la imaginaria línea crece un bosque de silbidos donde verdea el misterioso tallo de la teatralidad humana, la dulzura y los acervos frutos del fracaso ante el espectador de sombras. Todo lo demás es fidelidad y pasión por la desnuda belleza, sendas por las que no transita el hombre indiferente, sino el individuo decente y el cómplice asiduo, el súbito que en su cualidad de amor sostiene el hilo de la cometa en las esplendentes aldeas de la escritura.

    Ante la fragilidad de la verdad, ante el imperio de lo ominoso y la decadencia de la voz sustentadora de valores éticos, Antonio Pereira abre una nueva e impecable página entre las dicciones de su época, tan reveladora en la ampliación de inéditos significados como, hasta ahora, no lo suficientemente conocida. Su poesía, escrita en equidistancia a su extraordinaria producción narrativa, nos remite a una similar obra mayor, la de un poeta en quien se concilia y converge el desafío de rectificar las fronteras entre los géneros literarios. De una misma y tan exacta conciencia de escritura nace la traslación estrófica y las permutaciones de la prosa, poemas y cuentos en los que la transfiguración de la realidad desborda los márgenes de lo canónico para aventurarse en una singularísima producción estilística de cuño propio. Es el momento de ruptura con el fondo sentimental de la tradición el que genera una inaugural forma de establecer un diálogo crítico con los arquetipos de la razón, y de articular desde la ironía, como discurso que subyace esencialmente en el conjunto de su formulación retórica, una insólita

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