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La Reina Equivocada
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Libro electrónico128 páginas1 hora

La Reina Equivocada

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La Reina Equivocada es una historia de ficción en un entorno social real, donde la justicia es una idea difusa y distorsionada. Los acontecimientos se desarrollan en una locación apodada el Vecindario de ciudad donde nunca pasa nada.
Los personajes antagónicos muestran sin escrúpulos sus intereses y buscan la satisfacción inmediata de sus deseos. Para lograrlo, se apoyan en la costumbre de una sociedad que ha normalizado, la transgresión de los derechos humanos.
Marina Sandoval no tenía una maldita idea quien era su vecino, hasta esa miserable noche del 26 de octubre de 2016. En este ambiente la protagonista de esta novela, es una mujer profesional que enfrenta una cadena de dificultades económicas. Para ese momento, trabaja como freelancer escribiendo y traduciendo artículos, para algunas páginas en internet. Su esposo debe descansar de su extenuante trabajo diurno y sus tres niños duermen para ir temprano a la escuela, mientras, ella pasa toda la noche laborando en el escritorio de la sala. Por ser buena samaritana, a las once de la noche, abre la puerta para socorrer a un chico que está pidiendo hielo, para colocar en un golpe que sufrió un amigo motorizado.
En segundos, pasó de la seguridad de su hogar, a una turbulenta sucesión de hechos que ponen a prueba todos sus recursos intelectuales, para sobrevivir a la situación de secuestro. Por su parte, sus transgresores son un grupo organizado de criminales, que buscan sacar una gran suma de dinero, a costa de la difusión de la imagen de una reina famosa. A pesar de tener un renombrado desempeño, ellos cometen un error en la interpretación de los datos de su víctima.
En esa vorágine, donde todos los involucrados en la actividad criminal desean estar cómodos, por encima de las circunstancias del vecindario, secuestran a la reina equivocada.
Marina es un personaje de apariencia delicada, con gustos refinados, de actuación honesta y una tenaz personalidad. Posee una mente flexible y creativa capaz de rebuscar en su imaginario, las más insólitas anécdotas y convertirlas en metáforas de la realidad circundante.
A través de estas emergentes imágenes el lector irá descubriendo las situaciones, en que se forjó su tenacidad. Su alma está en estrecha comunicación con su mente que se aferra a la cordura hasta en los escenarios más cruentos. El amor propio la protege de la estupidez. Este sentimiento de amor por sí misma y por su familia, brotará con fuerza en las situaciones más oscuras.
Consciente de su nefasto destino, una muerte psicológica es una experiencia que usará para actuar en contingencia, ante las constantes exigencias de los secuestradores. Esta miserable noche devora sus principios, su rol de madre y esposa. En consecuencia, sus arriesgadas decisiones y sus nuevas acciones para sobrevivir, van llevándola a encontrar su personalidad más salvaje.
Es lógico pensar que en algún momento puede pedir ayuda, pero no existen llamadas de rescate. En esta historia no hay la posibilidad de escapar a expensas de la bondad de alguien.
Si el lector busca catarsis, en esta historia la tendrá. Como Jack el destripador, Marina despojada de su rol de victima atacará por partes, todas las cabezas de la hidra que la mantiene prisionera.
Anímate a descubrir qué clase de reina es Marina Sandoval.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento19 sept 2020
ISBN9781005155117
La Reina Equivocada
Autor

Hennily Gonzalez Tiberio

Hennily González Tiberio Nació el 10 de mayo de 1979 en Maracay, Venezuela. Su padre tenía una buena colección de libros. Un día, ella consiguió en todos, páginas a medio terminar y las completó con su letra de cinco años de edad. En vez de un regaño obtuvo una propuesta: ¿tú quieres ser escritora?Desde los seis años escribe historias, como esas mujeres que tejen o hacen vestidos, con esa constancia diaria, ella imagina nuevos personajes desde entonces. Las veces que ha puesto en pausa la escritura, ha sido para estudiar, laborar en otras áreas, enamorarse; ser madre, y todas esas pausas divinas, que hace la realidad en la vida de una persona.Al parecer, Hennily es una especie de espíritu primigenio de su país, porque no ha salido nunca a ver qué hay para ella en el extranjero. Sin embargo, permanecer mucho tiempo en el mismo lugar, tiene sus ventajas. En especial si ese espíritu es curioso y temerario.Buscando historias, ha curioseado diversas áreas y ha hecho inversiones de tiempo para aprender: filología, filosofía, artes; montañismo, camping, turismo; idiomas, música, ciencias de la educación; diversidad cultural y entre tantos caminos, compartió con una gran cantidad de personas que expresaron en sus interacciones, todo lo que sentían. Descubrir los sentimientos fue una cátedra que aprendió con ellos, la más exigente.Cursó estudios universitarios en la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, y se graduó en 2004. Su título dice: Profesora de inglés, pero a lo largo de su desempeño en varias universidades, su especialidad tomó la dimensión: Profesora de Lenguaje y Comunicación.Es amiga de la ciber cultura desde 1998. Amante de contar estrellas a la orilla del mar y colaboradora a honores del pensamiento: “ser artista es ser libre”.

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    La Reina Equivocada - Hennily Gonzalez Tiberio

    LA

    REINA

    E Q U I V O C A D A

    HENNILY

    GONZÁLEZ-TIBERIO

    TABLA DE CONTENIDOS

    PÁGINA DE TÍTULO

    COPYRIGHT

    PRÓLOGO

    HIELO

    LA CARTILLA DEL JEFE

    MUERTE PSICOLÓGICA

    CUARTA RONDA

    LA CUERDA FLOJA

    HAMBURGUESAS

    SARDINA YUCA Y ENSALADA

    CAFÉ SUAVECITO

    UN CIGARRILLO

    FÁCIL Y RÁPIDO

    HIGH SCORE

    LA FERIA

    ÁBRETE SÉSAMO

    LA FARMACEUTA

    PRISIONEROS

    MUCHO GUSTO Y DESPEDIDA

    LLAVES

    EL FILM

    EPÍLOGO

    AGRADECIMIENTOS

    RECONOCIMIENTOS

    ACERCA DEL AUTOR

    UNA LATA DE REFRESCO

    COPYRIGHT

    LA REINA EQUIVOCADA

    HENNILY GONZÁLEZ-TIBERIO

    Copyright Hennily González-Tiberio 2020

    Licencia de uso para la edición de Smarshwords

    La licencia de uso de este libro electrónico es para tu disfrute personal.

    Por lo tanto, no puedes revenderlo ni regalarlo a otras personas.

    Si deseas compartirlo, ten la amabilidad de adquirir una copia adicional para cada destinatario.

    Si lo estás leyendo y no lo compraste ni te fue obsequiado para tu uso exclusivo, haz el favor de dirigirte a Smashwords.com y descargar tu propia copia. Gracias por respetar el arduo trabajo del autor.

    Puedes seguir el trabajo de Hennily en:

    https://www.facebook.com/Libroflexia-Digital-100946295095453

    Diseño de cubierta realizado por Michelle Guillen.

    Puedes visualizar su trabajo gráfico y contactarlo en:

    https://www.instagram.com/michelleguillen78/

    PRÓLOGO

    La Reina Equivocada es una historia de ficción en un entorno social hostil. Marina Sandoval es secuestrada de su apartamento por un error de investigación de los secuestradores. La banda de criminales, planificó todo para cobrar una gran suma de dinero por una reina famosa, pero el problema es que, se llevan a la reina equivocada.

    Los personajes muestran autenticidad plástica y responden claramente a sus estilos de vida, sarcásticos, anárquicos y en ocasiones sentimentales que solicitan atención. Ellos se desarrollan a lo largo de la historia, en un ambiente donde la controversial idea: el fin justifica los medios, es llevada a su máxima expresión.

    El Vecindario de ciudad donde nunca pasa nada, es el telar donde la escritora apoya y tensa los hilos de la prosa. A lo largo de la trama, expone las arriesgadas decisiones, que la protagonista, va tomando en contingencia.

    La Reina Equivocada es una historia intensa con escenas de crimen explícito, escrita para lectores adultos, de igual forma se recomienda discreción.

    Evitando los grandes raudales del fato, y todos los rumbos salvajes que en extremo le guarda la noche, Marina Sandoval defenderá su auténtico reinado.

    HIELO

    Marina no tenía una maldita idea quien era su vecino, hasta esa noche del veintiséis de octubre de 2016. Esto es sólo una miserable historia de una miserable noche, en el Vecindario de ciudad donde nunca pasa nada.

    La reja del apartamento estaba cerrada sin pasar la llave. La puerta de hierro reforzado por ambas caras, estaba abierta como de costumbre. Permanecía apoyada hasta la biblioteca de madera que, a bien decoraba la pared y anticipaba un escritorio color caramelo.

    Como todas las noches, Marina dueña y señora de casa, colocaba una taza de café cerca del monitor de su computadora, y en pro de la motivación al logro, meditaba un poco mirando el afiche blanco y negro. Era una diana con un agujero perfecto en todo el centro, el mismo afiche, que llevaba años colgado en la pared detrás del escritorio. Después encendía un Marlboro de los rojos, para iniciar su jornada laboral nocturna. Es que así se ganan la vida muchas mujeres hoy día, escribiendo artículos y traduciendo otros para algunas páginas en internet, que lanzan algunas recompensas después de mucho trabajar como un fantasma sin nombre.

    Su familia dormía y ella laboraba. Esa era su nueva modalidad de vida, desde que se suicidó el aparato económico de su país. Aunque su esposo anhelara tenerla toda la noche a su lado, en la tibia cama súper King Size, él ahora no podía ofrecerle esa comodidad, tampoco podía dormir, más de esas cuatro horas, que ella vigilaba chequeando el reloj en la pantalla.

    Marina ahorraba a su esposo, el molesto sonido del despertador y con caricias atenuaba la amargura de un venidero día, como todo un profesional titulado, ahora, mano de obra barata.

    Ambos cantaron mejores tiempos, tiempos en que los mejores productos importados, reposaban con calma en la despensa para los viernes románticos. En otro estante, la champaña para la velada nocturna, el whiskey para los sábados con los amigos y los vinos, para los almuerzos importantes.

    En esta peculiar vida post mortem, Marina tejía como Aracne las historias de muchos otros, para invertir su dinero en arroz y agua. Por supuesto, también ayudaba a pagar las cuentas, en especial, la educación de los niños, esa importante educación de los niños.

    —Señora—dijo una voz joven—señora, disculpe, ¿tiene hielo?

    —Espere un momento—dijo ella y clavó la mirada en el reloj del monitor. Eran las once de la noche, nadie nunca tocaba la puerta, mucho menos a esa hora. Probablemente, el asunto del hielo era para colocar en algún golpe, porque tampoco era fin de semana, esos días en que, a los vecinos le daba por beberse las últimas botellas, de los últimos mejores tiempos. «Debe ser algo grave», pensó la servicial señora.

    —Tengo un poco—contestó desde su asiento—, ¿tienes alguna taza para colocarte algunos cubos?

    —¡Sí señora!—dijo el joven frente a la reja de su apartamento, quien ella presumió, debía ser un vecino del otro edificio—. Es que un amigo de mi mamá se acaba de caer de la moto y bueno… no encontré otra puerta abierta, disculpe.

    Marina abrió la reja para tomar la taza donde verter el hielo, dispuesta a socorrer tan rápido como podía. Ella se sentía muy bien al ayudar, para eso había estudiado. «Uno, dos, tres», así contó los golpes en silencio. Ese presunto amigo accidentado estaba en la puerta del vecino y con una mano de mandarria, la golpeó sin dejarle espacio siquiera a cubrirse con los brazos.

    Cerraron la reja con suavidad, como siempre lo hacía la familia.

    Escalera abajo descalza con un vestido de dormir más arriba de las rodillas, un brasier push up y un bikini que era más goma elástica que otra cosa, «debo cooperar», se dijo recobrando el aliento. Uno, fue en su costilla derecha, el dos debajo de su mandíbula y el tres, de frente, en mitad del pecho y ese fue más intenso, porque fue el desgraciado muchacho del hielo quien después de golpear se mofó en su cara. La mano mandarria del supuesto accidentado de la moto, ahora estaba fría y apretaba la mano de Marina con ánimos de rompérsela.

    Este hombre era alto, de espalda ancha y piernas largas, llevaba una camisa bien abotonada. Su cabello pintado de rubio dorado, con mechas plateadas en la coronilla, le daban el toque metrosexual de moda. Sus ojos estaban enmarcados en unas cejas finas, sacadas a pinza y una cara de niño inocente, que a cualquiera robaría una sonrisa de bondad.

    Había un tercero en planta baja, estaba encapuchado y lo más que ella pudo saber en ese instante, es que ese hombre caminaba lento.

    Un hombre de unos veintiocho años de edad al volante de un auto destartalado, los esperaba con el motor encendido. Estaba tranquilo en ese espacio para visitantes, donde las camionetas modernas se exhibían como en el concesionario. Allí bajo la luz de los faros como de estadio de béisbol; se distinguía la carrocería mancillada a golpes de latoneros principiantes.

    El vigilante de guardia salió de su caseta vistiendo pijamas y pantuflas, accionó el botón del portón eléctrico, como si era normal que un Ford Failan 500, medio verde medio rojo, con cuatro hombres a bordo, visitara a esas horas algún residente. Eso del tirro plomo y el tapaboca es una fantasía buena de Hollywood, a Marina le dieron una pelota de goma para morder, le llevaron las manos hasta la espalda y la sentaron a los golpes.

    —Si te mueves, pierdes—dijo el muchacho del hielo—¡Cierra los ojos y más nada!

    Marina calculó a qué velocidad se movía el armatoste, cuando sus lágrimas volaron hacía atrás.

    —Baja mi reina—dijo el chofer con un gesto cortés—sigue tranquilita.

    El chofer era un hombre tan alineado y corriente, que hasta un abogado en ese momento, podía darse el lujo de comprar esas prendas de vestir. Tenía una agradable sonrisa que iluminaba un rostro moreno, de cabello castaño bien afeitado, al estilo caballero de oficina ministerial.

    Abrieron el portón eléctrico de un edificio de cuatro pisos. Se trata de esa clase de construcciones, que la gente realiza sin contar con el plano de un arquitecto. A simple vista se notaba que en un principio fue una casa, a la que fueron montando piso sobre piso según caía el dinero.

    Tres hombres se quedaron con Marina, mientras el amable chofer, guardaba el auto en el estacionamiento de unos diez puestos disponibles.

    Había una escalera externa que conectaba los pisos. Una versión popular de cemento y barandas cuyas rejas eran distintas entre sí. Era un lugar bonito después de todo,

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