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1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas
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1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas
Libro electrónico218 páginas3 horas

1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas

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Información de este libro electrónico

Hoy los jóvenes le tienen miedo al matrimonio, los casados tienen problemas en su relación y los matrimonios colapsan, y aquellos que se han divorciado temen volver a empezar. Este libro narra historias que tratan de explicar el porqué de todo esto y también propone una solución para que las relaciones funcionen, así que si eres joven y piensas en iniciarte en el Amor, si estás casada o casado y tienes problemas o si te divorciaste y no quieres saber nada de una nueva relación, tienes que leer esta propuesta. La idea es vivir plenamente sin temores a que todo lo que arruinó tu relación vuelva a ocurrir. Atrévete a leer una nueva propuesta en relaciones de pareja, vive tu relación con plenitud, enamórate de todo tu entorno y encuentra parejas para nunca estar solo o sola.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento10 sept 2020
ISBN9788418035968
1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas
Autor

Fausto Salvador Bobadilla Vaca

Mexicano, nacido en la CDMX. Ingeniero de profesión y filósofo de corazón, amante del estudio y de la comunicación, profesor de maestría en la Universidad Anahuac, conferencista internacional y durante más de 26 años creador de cursos de capacitación y desarrollo de personal en la industria privada.

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    1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas

    Una Nueva Propuesta

    en Relaciones de Pareja

    Fausto Salvador Bobadilla Vaca

    1-100-500, Una Relación, Cien Amores, Quinientas Parejas

    Una Nueva Propuesta en Relaciones de Pareja

    Fausto Salvador Bobadilla Vaca

    Esta obra ha sido publicada por su autor a través del servicio de autopublicación de EDITORIAL PLANETA, S.A.U. para su distribución y puesta a disposición del público bajo la marca editorial Universo de Letras, por lo que el autor asume toda la responsabilidad por los contenidos incluidos en la misma.

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del autor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

    © Fausto Salvador Bobadilla Vaca, 2020

    Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras

    www.universodeletras.com

    Primera edición: 2020

    ISBN: 9788418235504

    ISBN eBook: 9788418035968

    Este libro esta dedicado a todos aquellos

    que en busca del amor encontraron problemas

    y terminaron divorciados o separados,

    que hoy no quieren volver a intentarlo pues temen

    a que pase lo mismo.

    Usen mi caminar por la vida

    plasmada en este libro como base para tomar decisiones

    que los lleven a volver a intentarlo, no nacimos

    para estar solos, inténtenlo hasta que lo encuentren.

    FSBV

    Agradecimientos

    Primero que nadie a mi Padre y Madre (QEPD), que con su educación y ejemplo me hicieron un guerrero, dicen que Dios da sus peores batallas a sus mejores soldados, y Dios ha de pensar que soy bueno, pues me ha puesto unas muy buenas batallas, pero la fortaleza que he tenido para salir adelante fue forjada por mis padres.

    A mis hijos Kevin y Chrystian, por siempre apoyarme y escuchar mis sueños con una sonrisa, haciéndome sentir que valen la pena, lo que me da ánimo para perseguirlos hasta lograrlos.

    Oswaldo, mi gran amigo que con su compañía en los momentos más tristes de mi vida ha estado ahí para siempre ayudarme, nunca olvidaré ese día que me enteré de mi separación, él simplemente dijo: «Vamos, te invito a comer, hoy no debes estar solo», además de todas sus pláticas financieras orientativas tratando de ayudarme a adaptarme a mi nueva vida.

    Arturo, que sin importar nada y al verme salir de mi casa solo con mi ropa, me prestó una casa, un colchón y un refrigerador, esto permitió que no sucumbiera ante la depresión de ese nuevo reto, el más fuerte de mi vida hasta ese momento, solo diez días después compré mi casa.

    Grace, la primera persona en mostrar y hacerme sentir que yo era una persona valiosa, sus palabras y acciones me ayudaron a volver a creer en mí.

    Angélica, que con su belleza y sus palabras me hizo volver a soñar, a sentirme vivo y creer que todo es posible.

    Margo, que con su sensualidad y palabras me llevó de la casi destrucción al estado Galán, nuestros juegos y comunicaciones eran como una inyección de testosterona, hoy día una gran amiga del WhatsApp.

    Pablo B, Pablo A y Cristhian, que con su fortaleza financiera y mucha paciencia ayudaron en los momentos más difíciles de mi reinicio y que hoy agradezco, pues sé y entiendo el valor de un peso y la riqueza de una amistad. Cristhian, gracias por tus palabras mágicas, «te deposité un poquito más, siempre es bueno tener de sobra», ese «poquito más» siempre me sacó de problemas.

    Mirtayuri, que, con su sonrisa, ánimos, risas, ejemplo y apoyo incondicional siempre ha encontrado la forma de inspirarme a continuar y superarme.

    Cristina, que me ha acompañado y apoyado más que nadie en la elaboración de esta historia escrita, fue la primer persona en no subir los ojos o cambiar el tema al escucharme decir que quería escribir un libro, la primer persona en no llamar mis sueños «sueños guajiros», para ella eran tan reales como para mí, la guerrera incansable ayudándome con las historias, los recuerdos y haciéndome sentir que todo esto vale la pena, a nivel personal por ser mi compañera de vida, de aventuras, de viajes, de nuevas experiencias y enseñanzas.

    Introducción

    La convivencia humana es un verdadero reto, ya que involucra muchos factores, si empezamos por tratar de definir qué es la convivencia humana; podríamos resumir de acuerdo al diccionario como la negociación de dos o más personas sobre sus intereses mutuos.

    Las relaciones humanas las vivimos en todo momento de nuestras vidas desde que somos unos bebés, cuando aprendemos a gatear, a caminar, cuando convivimos con la familia, los amigos en la escuela, los compañeros de trabajo y aprendemos a vivir en convivencia de manera empírica, aprendíamos en el momento conforme lo sentimos y todo salió bien, ¿recuerdan?, pero existe una relación humana muy difícil de entender, de llevar e, inclusive, de sobrevivir, por su intensidad, intereses, creencias y la propia educación al respecto. Esa relación es la relación entre parejas, ya sea noviazgo, concubinato, matrimonio, etc. Por eso me gustaría en este libro hablar —o escribir— un poco sobre la convivencia entre parejas, este libro contiene historias reales de parejas que han tenido éxito, de parejas que han tenido retos y parejas que han fracasado en el intento y, al mismo tiempo, plantea una nueva manera de hacer convivencia que permita la eliminación de los retos que hoy enfrentamos como parejas.

    Para la elaboración de este libro usaré mi experiencia propia, pero también durante mi búsqueda de una explicación y solución a mi propio fracaso me encontré con muchas personas en la misma o en situaciones más retadoras, tanto de hombres como de mujeres, de jóvenes y también de personas mayores, y usaré sus historias, para reforzar mis opiniones y propuestas esperando que ayuden a entender el porqué de este libro. Con el fin de respetar la privacidad de estos actores, datos, sexo y características especiales serán modificadas, sin embargo, la esencia de la historia será cuidada para que los ejemplos nos ayuden a entender lo básico de las relaciones de pareja, sus retos y trucos, en particular, me gustaría empezar hablando de una de ellas que es especial para mí, pues me capturó desde que vi los ojos de la persona que me hablaba, su dolor, su sinceridad, su profunda creencia en todo lo que decía, se trata de la historia de, llamémosle, «el primo de un vecino», estoy seguro que esta historia nos transportará a algunos de los retos o situaciones que hemos vivido en nuestro camino por las relaciones humanas de pareja, espero que algunos se familiaricen con la esencia de la historia y entiendan los sentimientos que los actores vivieron, y en su mayoría son motivo de las decisiones que ellos tomaron, unas fueron buenas y otras malas, unas ayudaron a construir y otras a terminar sus relaciones. Empecemos.

    La primera historia

    «El primo de un vecino» joven adulto, entusiasta y energético comienza a platicarme su historia de la siguiente manera: «Hola, pues deja, te cuento mi historia, todo comenzó cuando tenía ocho años»; yo le pregunté sorprendido «¡¡Ocho años!! ¿A esa edad te casaste?», con una sonrisa de la que hablaremos más tarde, él me contesto, «¡¡¡claro!!!, a esa edad yo comencé a pensar en mi matrimonio»; «¿Cómo es eso?» le dije, y él respondió: «Bueno, yo soy hijo de una mujer extraordinaria, claro, como todos los hijos vemos a nuestra madre, ella era perfecta, trabajadora, incansable, tierna, fuerte, en pocas palabras: la mejor mujer del mundo. Papá era diferente a ella, él era callado, siempre trabajando, aun y cuando no fue un mal hombre, era estricto, muy pocas veces discutieron, pero no era cariñoso con ella y le gustaba que todo estuviera en orden.

    Una tarde cuando yo era un niño me percaté de que mi mamá llevaba mucho tiempo planchando, en un par de ocasiones la vi agarrándose la espalda con ambas manos y estirando la misma en forma de arco, haciendo una cara de alivio que daba gusto, yo la imité varias veces, pero como yo no estaba cansado de la espalda, no entendía por qué ella disfrutaba tanto de ese momento de relajamiento, para inmediatamente después regresar a la tabla de planchar, yo al ser un niño pequeño ignoraba muchas cosas de la vida y el porqué de muchas actitudes de los adultos, aun así, con mi inocencia de un niño de ocho años me di cuenta de que mamá estaba planchando una gran bulto de camisetas blancas de esas que mi papá se ponía debajo de las camisas que llevaba para el trabajo y que adornaba siempre con una tira de tela de color que más tarde supe que se llamaba corbata, a un lado de esas playeras blancas estaba un bulto de ropa por planchar igual de grande, eran las trusas de papá. Le pregunté; ¿Qué haces, mami?. Ella me dijo; Estoy planchando la ropa de papá. ¡Le dije sorprendido!; Oye, pero esas prendas no se ven, para qué las planchas?. Ella con una sonrisa de lado a lado me dijo; Así es, pero a papá le gusta así… Yo le dije: Cuando yo me case no voy a permitir que mi esposa planche mis calzones y mis playeras. Y ahí inicio mi preparación hacia el matrimonio, cada vez que veía algo que no me parecía justo o correcto lo apuntaba en una lista, esa lista fue creciendo y yo la llamé Lista para ser el marido perfecto. Mi idea era convertirme en el hombre que mi mamá merecía, con todas las cualidades que un hombre debería tener para estar con la mujer perfecta, así como ella. Insisto, mi papá lo hizo bien, pero pudo ser un poco mejor, recordemos eso de planchar los calzones. Por lo tanto, me dediqué a observar a mamá y a papá, qué hacían, lo bueno y lo que parecía poder mejorar, qué necesitaba ella, qué quería, y con el tiempo llegué a una conclusión que se convirtió en la base de todo; igualdad, yo necesitaba ser un hombre que tratara a su esposa como a él mismo, así que con ese concepto terminé mi lista, esa lista de cosas que el hombre perfecto debería tener».

    A continuación, les presento esa lista en viñetas, son como quince en total, eso para mí era la receta perfecta para un matrimonio feliz. Muchas veces imaginé mi vida de casado, exactamente como en los cuentos, felicidad total, veamos mi lista:

    Lista para ser el marido perfecto

    Ser profesionista.

    Saber planchar, saber cocinar, saber coser calcetines y otras cosas.

    Saber arreglar las cosas en la casa —Electricidad, plomería, pintura, albañilería, carpintería, herrería, etc.—.

    Saber arreglar el coche —frenos, afinación, motor, etc.—.

    Ser cariñoso con mamá —perdón, esposa—.

    Respetarla, nunca insultarla, nunca pegarle.

    Hablarle con cariño, ser romántico, hacerla reír.

    No beber, no fumar.

    Llegar temprano a casa.

    Tratarla como princesa.

    Comprarle ropa, llevarla a cenar al restaurante de vez en cuando.

    Saber bailar.

    Apoyarla en su crecimiento profesional.

    Ser un buen amante —bueno, esa la agregué ya después de mi luna de miel—.

    Así fue, durante casi doce años construí una lista de todo lo que tenía que aprender, y con la ayuda de mamá, papá y la genética —por eso del último punto de la lista— logré adquirir el conocimiento, y con la práctica y el sentido de ayuda me di la oportunidad para adquirir experiencia en cada uno de los ítems de esa lista —excepto el último punto; para ese decidí esperar, y no es por presumir, pero vaya si tuve oportunidades de practicar—, en algunos de los puntos me hice experto y muy creativo, con toda esa preparación alcancé mi vida adulta, era profesionista, inclusive había recibido becas y premios por mis calificaciones y excelente desempeño.

    Estaba listo para ser el marido perfecto, solo me hacía falta algo… claro, una esposa… Así que inicié una lista con las características que ella debía tener, la lista era muy parecida a la mía, recordemos que la base de todo eso era igualdad, pero, además, le agregué algunas características físicas en base al escuchar de mis sentidos, instintos y gustos —rubia, bonitas piernas, educada, etc.—. Así fue como la búsqueda comenzó con ambas listas en mano.

    Encuentro, mágico y perfecto

    Después de varios años de búsqueda, al fin parecía haber encontrado una persona que a primera vista parecía tener todo lo que yo en algún momento puse como requerimientos para mi futura esposa, fue una tarde saliendo del trabajo en una visita a una plaza comercial, era la mujer más bella del mundo, sí, ya sé, algunos se estarán preguntando cómo lo sé, y los hombres se estarán preguntando si ella iba o venía… Pues en este caso ella lo que me dio fue una perspectiva única y que siempre recordaré —para los hombres, ella iba—. En ese entonces no tuve el valor de acercarme a ella, mirarla a los ojos, hablarle e iniciar una historia con ella, pues iba con su familia, papá, mamá y hermanas, y el papá tenía una cara de pocos amigos, el ceño fruncido y se veía de armas tomar, así que saqué mi lista de cualidades del marido perfecto y apunté hasta el final… Tener valentía y, por supuesto, dejé en blanco el cuadrito que presidía la palabra… tenía que trabajar en desarrollar esa cualidad, pues ese día no había tenido el valor para hablarle.

    En ese entonces vivía en un pequeño pueblito, así que más pronto que deprisa la volví a encontrar, al principio dudé si era ella, pues venía y no iba, me fijé más detalladamente y descubrí que claro que era ella, pero ahora estaba en la misma empresa en la que yo trabajaba… Dudé un poco, pero fui paciente, esperé a que pasara a un lado mío, esperé a que caminará unos cuantos pasos más y la volteé a ver, ¡¡¡ahora sí!!! Estaba seguro, ¡¡¡era ella!!!, pues tenía la misma perspectiva que cuando la vi la primera vez —o sea, iba—, así que comencé a trabajar en desarrollar un plan que me permitiera conocerla y conquistarla, por lo que constantemente iba a la oficina donde ella trabajaba, era como un kilómetro de caminata, pues ella estaba en otro lado del complejo, y un día el destino me ayudó, la vi caminando dentro de la empresa hacia la calle, sabía que era ella —claro, pues iba. OK, OK, es la última vez que lo digo, pero déjenme aclarar que iba como ninguna otra mujer que yo haya conocido—, así que yo bajé la ventana y le dije: «Hola…». Más bien eché un ¡¡¡HOLA!!!, ¿a dónde vas, no quieres que te dé un «ride»? —un aventón en español—. Sí, dije «ride», lo dije en inglés, estaba en modo galán y no podía frenarme, los idiomas me salían naturalmente, ella al ver que salía de la misma empresa le dio confianza y aceptó —esa es la versión de ella—, yo digo que quedó capturada por aquella mirada sincera y deslumbrante, que con los rayos de sol los ojos parecían verdes, poco comunes en la región, lo que le daba un toque de misterio y al cual siempre acompañé con una voz firme que daba confianza y estremecía al mismo tiempo —sí, esa es mi versión, mejor, ¿no?—. Cuando me dijo que sí, abrí la puerta desde dentro, ella subió y la llevé a donde iba, era un camino muy corto,

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