El Águila Negra: El guajiro cubano que burló a toda la Policía del mundo y otras historias reales

Por Ángel de Jesús Quintana Bermúdez

Quizás José Roque Ramírez, apodado el Águila Negra, sea el más fabuloso y atrevido timador de la historia de Cuba, un tipo capaz de poner en jaque a la Policía de medio mundo. Es posible también que usted no haya oído hablar de él todavía. Sus familiares aseguran que “estafaba a los ricos y jamás empleó la fuerza bruta para sus fines”, cual Robin Hood caribeño. El reputado periodista holguinero Ángel Quintana recupera una historia perdida de una forma absolutamente documentada y narrada de forma ágil y vibrante. A poco que se descuide, el Águila Negra le robará… una sonrisa.
En este libro encontrará también un ramillete de crónicas cubanas, fruto de investigaciones minuciosas, que sirven para retratar una sociedad mediante el rescate de personajes anónimos u olvidados. Una auténtica joya periodística. En palabras del propio autor, “toda mi creación artística y el trabajo como reportero que realizo encuentran su base en mi profunda vocación humanista y en mi marcado interés por dejar plasmadas las historias de gentes que, aparentemente, no poseen historias; personas comunes y corrientes, por lo general muy humildes pero que, por sus maneras peculiares de relacionarse con los demás y enfrentar la vida, quedan para siempre en la memoria de los pueblos. También me he preocupado por contar anécdotas, historias y suceso acaecidos en nuestras comunidades urbanas y rurales, muchas de las cuales se convierten en leyendas que con el tiempo se van enriqueciendo, producto de la inagotable capacidad de la gente para fabular”.

• Idioma: Español
• Editorial: Guantanamera
• Fecha de lanzamiento: 31 ago 2016
• ISBN: 9781635031430

Ángel de Jesús Quintana Bermúdez

Nació en Banes, provincia oriental de Cuba, en 1936. Comenzó sus estudios en su pueblo natal y, luego del primero de enero de 1959, funda el periódico “La Verdad” y matricula en el Instituto de Estudios Financieros de La Habana. Se gradúa en 1964 y resulta el primer expediente de aquella graduación. A mediados de los años 60 empieza a trabajar en el periódico “Antorcha”, de Banes; poco tiempo después es promovido al periódico "Sierra Maestra”, de Santiago de Cuba, donde ejerce como caricaturista hasta que en 1978 pasa al periódico “Ahora” de Holguín. Desde 1959 ha venido publicando sus trabajos periodísticos y se ha desempeñado, además, como diseñador gráfico. Sus crónicas testimoniales han visto la luz en publicaciones nacionales como “Juventud Rebelde”, “Bohemia”, “Palante”, “Opina” y en distintos órganos de prensa locales como “Antorcha”, “Sierra Maestra” y en el holguinero “Ahora”, donde se jubiló en 1992. Es fundador de la Unión de escritores y artistas de Cuba (UNEAC) y de la unión de periodistas de Cuba (UPEC). Quintana ha sido acreedor de numerosas condecoraciones, dentro de las cuales se destacan la que le otorgó el Consejo de Estado de la República de Cuba, la condición de “Hijo ilustre” de su pueblo natal y el premio por “La Obra de la vida”, concedido en 2010. No obstante, y gracias a que es un ferviente admirador de la obra del héroe nacional de Cuba, José Martí, a menudo hace suya la expresión: “Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Vista previa del libro

Naborí

A manera de prólogo

No resulta empeño fácil escribir el prólogo a la tercera edición de El Águila Negra y otras historias, del banense Ángel Quintana Bermúdez, cuando se ha estado tan cerca de los trajines editoriales y de impresión del autor, consagrado periodista y caricaturista de renombre en el ámbito nacional e internacional.

Seguir las huellas de José Roque Ramírez, más conocido por El Águila Negra, la estremecedora historia de la fallecida muchacha llorada por quienes no eran sus allegados, las cartas que no se abrieron o el relato de Orestes, el sepulturero del circo… resulta atrayente, pues Quintana, investigador nato, hurga hasta en los detalles más triviales para darnos una imagen exacta del hecho en cuestión.

Pero no es llegar y plantar. Quintana no realiza una investigación siguiendo los cánones tradicionales del oficio, pues muchos de los relatos los consiguió a través de un confesorio sui géneris: conversaciones entre tragos de cerveza.

Muchas dificultades encontró Quintana en su bojeo a las leyendas y tradiciones que conforman la historia de la provincia, pero supo salir airoso por su perseverancia y tozudez y, como Dante, al encontrar el aviso de Dejad afuera toda esperanza, no titubeó en ningún momento y alcanzó sus objetivos.

Los alcanzó, a pesar de zancadillas y obstáculos, a pesar de desvergonzados intentos de plagio, tanto en Cuba, Holguín y el extranjero, a pesar de los trasnochados seguidores del romano Catón, con poder y sin él, que no pueden ver, por su mediocridad, cómo alguien convierte en arte partes de nuestra cotidianidad.

¡Ángel Quintana Bermúdez también es un hombre de leyenda!

Orlando Rodríguez Pérez

Liminar

Durante más de cuatro décadas, en la prensa nacional y los medios provinciales, como la radio, la televisión y el periódico ¡ahora!, han visto la luz estas crónicas. En ese lapso la dinámica de la vida y su aliado natural, el tiempo, han hecho grandes claros en las filas de los testimoniantes. Unos han emigrado; otros, los más, prefirieron dejar sus huesos en el terruño que los vio nacer o andan aún por nuestras calles y plazas, cargados de primavera y esperanza.

No he querido actualizar los datos en estas recopilaciones; los he congelado tal como se publicaron por vez primera, porque las historias que ellos generaron o se hicieron eco permanecen vivas; se cuentan de generación en generación; forman parte, pues, de nuestro legado cultural.

El Autor

Presentación

De El Águila Negra y otras historias puede decirse totalmente lo que el autor señala al ofrecer la segunda parte de esta recopilación: Desdichadamente, los relatos menudos (ni muchas veces los más complejos, añadiría yo) no aparecen en los anaqueles de bibliotecas o librerías; solo algunos de ellos se encuentran dispersos en las páginas de las publicaciones regulares.

También en la mayoría de las ocasiones, esos medios omiten, por diversas razones, su difusión, o son cosas de antaño perdidas en un mar de papeles. Quintana, audazmente, se sumerge y buscó a conciencia en esas profundidades, tenaz y resueltamente, y rescató, con su manojo de crónicas, grandes y raras joyas que, quiérase o no, forman parte de nuestro cotidiano acervo cultural.

He ahí el mérito primordial de estos verídicos relatos pletóricos de humor, de dolor y necesidades de sus protagonistas, practicantes del duro oficio de sobrevivir en épocas no muy favorables para ese tipo de lucha.

Interés y amenidad adornan estos relatos que el autor hace llegar con estilo ágil y dinámico.

Anecdotario apoyado en acuciosas investigaciones en las que se combinaron consultas a documentos y publicaciones, y entrevistas a decenas de personas que aportaron datos y aclaraciones que hacen más amplias estas historias de las gentes sin historia.

Pedro Ortiz Domínguez

El Águila Negra

Carta al autor

Panamá, 27 de noviembre / 89

Periodista Ángel Quintana Bermúdez

Holguín, Cuba

Amigo Ángel: En espera que sigas por el camino del éxito en tus menesteres cotidianos, te saluda un nuevo compañero desde la garganta geográfica de América: Panamá.

Te escribo por referencia de mi desconocida prima Sara Garrido, quien atentamente acudió a mis recuerdos por conocer todo lo concerniente a mis raíces genealógicas, pues por circunstancias que le depara la vida, jamás logramos tener noción sobre sus ancestros. Pero ¡qué chico es el mundo! (decía mi padre, cuando lo había recorrido todo) Resulta ser que en la ciudad de Holguín hay un hombre, un profesional de la pluma y la tinta china, que lo sabe y lo obtiene casi todo... claro que me interesa ese tesoro que guardas en tus archivos personales sobre mi familia, pero quiero que sepas que el interés mío es conservarlos y heredarlos a mis hijos, sin ningún fin especial.

A propósito, me dijo Sara que próximamente estabas publicando un reportaje de mi progenitor. Me gustaría obtenerlo. Yo recopilé todos los datos que publicó la revista Bohemia de los años 1943, 1944 y 1953. Claro está que debe haber más datos que tú tienes. Pero te informo que con esos datos de Bohemia y los míos, osadamente escribí un novelón para un concurso que se celebra anualmente acá, sin ningún resultado positivo, más que el haberlo hecho por mis propios esfuerzos. Todos mis personajes con nombres ficticios.

Te informo que tengo hermanos en Ciudad México y Venezuela. Mi madre murió en el año 1983 y se llevó a la tumba el verdadero secreto de El Águila.

Quiero saber cuáles son tus planes con este reportaje allá, que pudieras hacer más adelante. Yo trabajo con la Radio Nacional de Panamá y tenemos buenos contactos en La Habana, pues he tenido la oportunidad de viajar dos veces allá y tenemos amigos en el diario Granma y Radio Habana Cuba.

Mi mayor deseo es poder visitar a toda esa familia en Santiago de Cuba, con la que, sin conocerla físicamente, a la vuelta de 45 años, hemos hecho contacto: ¿Qué le parece?

Bueno Ángel, la comunicación telefónica con ustedes es bastante malita, pero si tienes teléfono, mándame el número para hacer alguna gestión y llamarte: el mío es el siguiente: 60-3033, extensión 25 o 43 hasta las 5:00 p.m. Después de esa hora, 32–5175.

En espera, ansioso de poder disfrutar de sus informaciones, queda a tus órdenes para lo que se te ofrezca dentro de mis posibilidades.

Álvaro Ramírez

Hay que ver el interés con que oyen los niños

y la gente del pueblo al que les cuenta cosas

de tierras o de tiempos remotos y curiosidades.

Miguel de Unamuno

Fuentes para el Vuelo del Águila

Correspondencia epistolar con Álvaro Ramírez, hijo de José Roque Ramírez, el Águila Negra, así como la papelería de Lucrecia Villa, prima hermana de Roque Ramírez, con quien mantenía fluida correspondencia.

Entrevista con Sara y Miguel Garrido Ramírez, hermano del Águila Negra, en cuya casa se desarrollo la plática, en Santiago de Cuba, en noviembre de 1989.

Otros familiares cercanos fueron los hermanos de Lucrecia: Héctor, Enrique y Ofelia, quien a la muerte de su hermana pasó a custodiar toda el legado gráfico atesorada por Lucrecia.

Otros textos y versiones utilizados en esta obra fueron los testimonios de Roque Ramírez ofrecidos al reportero José Quílez Vicente en la prisión del Castillo del Príncipe y que salieron a principio de los años cuarenta del pasado siglo.

Según el hijo del Águila Negra, este fue liberado en julio de 1953.

Otra valiosa fuente para realizar el libro resultó el volumen Una Gestapo en América, del exiliado dominicano Jiménez Grullón y cuyo prólogo escribió nuestro Raúl Roa García, Canciller de la Dignidad.

También se recogieron testimonios de gente de pueblo, que repetían estas historias, que pasaban de generación en generación.

El Águila Negra

El guajiro de Tacajó que burló a toda la Policía del mundo

Cuando usted se adentre en la lectura de este testimonio sobre la vida de José Roque Ramírez, El Águila Negra, habrá experimentado, seguramente, un morboso sentimiento de solidaridad con tan sagaz timador internacional que burló a toda la policía del mundo. Un día quisimos saber por qué los familiares de El Águila, residentes en Santiago de Cuba y en nuestra provincia, contaban las hazañas de José con cierto orgullo filial. Ellos manifestaron: Estafaba a los ricos y jamás empleó la fuerza bruta para sus fines.

La herencia de El Murciélago

Solo nueve años contaba José Roque Ramírez, hijo de Bruna Estelvina Ramírez Álvarez, cuando el capitán general español Valeriano Weyler ordenó la criminal reconcentración de los campesinos cubanos, pues Pepito, como le decían sus familiares, había nacido en Tacajó el martes 16 de agosto de 1887, dato que reza en el Tomo 24, Folio 356 al 57, del Registro Civil de dicho poblado.

Cinco meses después de su nacimiento, el martes 17 de enero de 1888, José es bautizado por el sacerdote Francisco Llavero, en la Iglesia Mayor de San Isidoro de Holguín, hecho de fe registrado en el libro 18, Folio 286, Partida 640 de esa parroquia.

Con el estallido bélico de 1895, Bruna se trasladó de Tacajó hasta Boca de Samá, para librar a su prole del fragor de la guerra. Residía junto a su hermana Magdalena Díaz Álvarez y la madre de ambas, Juana Álvarez González, cuando una epidemia de viruelas se desató sobre este último caserío costero y llevó el luto a la familia. José aún no contaba 10 años de edad y tuvo que cavar la tumba para su hermanita Tinita.

Un día llegó a Boca de Samá el temible Bando dictado por el Gobernador General. Todos los vecinos son trasladados para Cayo Bariay, convertido a la sazón en un campo de concentración. Comenzaba así para esta familia la más terrible de las experiencias.

La intervención norteamericana de 1898, no logró acallar la rebeldía. Las familias regresaron a sus lugares de