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Empresarios, empresas y actividad agrícola en el norte de México
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Empresarios, empresas y actividad agrícola en el norte de México
Libro electrónico308 páginas3 horas

Empresarios, empresas y actividad agrícola en el norte de México

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En este libro se exponen casos específicos de empresarios relacionados con la actividad agrícola y agroindustrial que utilizaron estrategias de crecimiento regional, nacional e internacional, analizados bajo la lupa de la historia económica regional. También se identifica al norte de México integrado al mercado internacional a través del sector agr
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 feb 2020
ISBN9786078480937
Empresarios, empresas y actividad agrícola en el norte de México

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    Vista previa del libro

    Empresarios, empresas y actividad agrícola en el norte de México - Ana Isabel Grijalva Díaz

    Página legal

    ISBN: 978-607-8480-93-7 (Epub)

    El Colegio de Sonora

    Doctora Gabriela Grijalva Monteverde

    Rectora

    Doctor Nicolás Pineda Pablos

    Director de Publicaciones no Periódicas

    Licenciada Inés Martínez de Castro N.

    Jefa del Departamento de Difusión Cultural

    ISBN: 978-607-8480-56-2

    Primera edición, D.R. © 2017

    El Colegio de Sonora

    Obregón 54, Centro

    Hermosillo, Sonora, México

    C. P. 83000

    http://www.colson.edu.mx

    publicaciones@colson.edu.mx

    Edición en formato digital:

    Ave Editorial (www.aveeditorial.com)

    Este libro se publicó gracias al apoyo del proyecto de Conacyt Empresarios agrícolas productores de trigo y algodón: los ejes de la agro-economía sonorense, 1940-1990, con clave número 222628.

    Hecho en México / Made in Mexico

    Prólogo

    Este libro es producto del proyecto Conacyt CB-2013 222628, realizado en El Colegio de Sonora, donde se organizó el seminario Empresas, empresarios y producción agrícola en el norte y noroeste de México, en el marco de la IX y X Semana de Historia Económica del Norte de México.¹ En estos seminarios, nos reunimos especialistas sobre el tema para intercambiar experiencias en los problemas teóricos y metodológicos sobre las investigaciones que venimos realizando. Los profesores-investigadores reunidos, en su mayoría miembros de la Asociación de Historia Económica del Norte de México y de la Asociación Mexicana de Historia Económica, pertenecientes a distintas instituciones de educación superior e investigación del norte del país, expusieron avances de los trabajos de investigación que venían realizando sobre el tema, cuyas aportaciones generaron debates que enriquecieron los hallazgos empíricos de los temas tratados y ayudaron a mejorar los trabajos que son la base del libro que hoy presentamos.

    Entre los temas abordados se distinguió la presencia de grupos empresariales que se instalaron en los espacios agrícolas del noreste y noroeste de México, vinculados con las actividades agrícola y agroindustrial, y los agronegocios. En este sentido, el libro cumple con la meta del proyecto Conacyt de publicar una obra colectiva que identifique los elementos que contribuyeron a la expansión de la frontera agrícola y su productividad, y explique el papel de los empresarios en el desarrollo de esta rama productiva.

    Dentro de los logros que generaron los seminarios, se percibió lo novedoso en el campo de la historia económica. Lo anterior generó discusiones más amplias sobre el devenir del desarrollo agrícola de cada región y las preferencias o las condiciones climáticas para la producción de ciertos productos, los cuales se distinguen por responder a patrones de cultivo distintos, pese a que se trata de un mismo norte. Las características históricas del desarrollo agrícola norteño del país difieren desde la época colonial; no obstante, el proyecto agrícola de la Revolución incentivó de manera evidente cada una de las regiones por sus características climáticas e hídricas, que crearon condiciones oportunas para que los inversionistas, tanto nacionales como extranjeros, hicieran presencia en calidad de empresarios agrícolas. En consecuencia, este libro es un episodio y una ventana hacia el norte agrícola de México; por ello, damos las gracias a conacyt por el fomento a la investigación histórica.

    Ana Isabel Grijalva Díaz

    Juan José Gracida Romo

    Coordinadores


    ¹ Las Semanas de Historia Económica se realizan en conjunto entre el Departamento de Economía de la Universidad de Sonora, el Centro de Estudios Históricos de Región y Frontera de El Colegio de Sonora y el Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia,

    inah

    -Sonora, durante la primera semana de septiembre.

    Estudio introductorio

    Sandra Kuntz Ficker¹

    En décadas recientes, nuestra comprensión de los procesos económicos que han tenido lugar en los últimos dos siglos en el vasto territorio del norte de México ha mejorado en forma sustancial. De hecho, en más de un sentido, puede decirse que en este momento conocemos mejor la historia económica de esa región que de cualquier otra de la república, salvo contadas excepciones, como la península de Yucatán y, si acaso, el estado de Veracruz. Ello se debe a que en el norte ha florecido una empresa académica singular. Me refiero a la progresiva creación de diversos grupos de historiadores económicos y empresariales, que no sólo enriquecieron la investigación que se realizaba en cada uno de sus estados o regiones, sino que, a partir de cierto momento, se fueron enlazando unos con otros hasta conformar una auténtica red que cubre buena parte del norte del país. El alcance de sus iniciativas se ha ido ampliando para abarcar temas, periodos y experiencias diversas, y sus actividades y proyectos poseen un alcance cada vez más amplio.

    No es casualidad que la historia económica y empresarial haya prosperado de esta manera en esa vasta región: el norte ha protagonizado desde hace 150 años el proceso más exitoso de desarrollo económico que haya tenido lugar en México; de ahí que constituya un verdadero laboratorio en el que el historiador puede rastrear los orígenes, causas y características de este fenómeno singular en la historia de nuestro país.

    Además de la experiencia de trabajo asociado y colectivo que ha multiplicado y diversificado la aportación de estos especialistas, se destacan en estos ensayos otros elementos que los historiadores de otras partes de la república haríamos bien en adoptar con mayor asiduidad. Uno de ellos es el uso de fuentes y técnicas que ofrecen un gran potencial para la investigación en historia económica regional. Me refiero, por un lado, a las fuentes notariales, en particular, el Registro Público de la Propiedad, y al uso de la historia oral como un recurso útil y pertinente para quienes desean profundizar en el estudio de la época contemporánea.

    Este libro condensa algunos de los más recientes productos elaborados por miembros de esta numerosa red de investigadores. Dentro del marco general de la historia económica, la temática de los trabajos es variada, lo mismo que su temporalidad y delimitación espacial específica. Mientras que algunos profundizan en el estudio de la historia de empresas y redes empresariales, otros colocan el acento en el desempeño de la economía en general y las actividades económicas en particular, en el ámbito estatal o regional. Jesús Méndez Reyes y Araceli Almaraz Alvarado se ocupan de la región fronteriza de Baja California; Mario Cerutti y Eva Rivas Sada, del noreste, y Ana Isabel Grijalva Díaz, Juan José Gracida Romo y Ernesto Clark Valenzuela, de la costa noroccidental. La mayoría concentra su atención en la primera mitad del siglo xx, aunque dos de los trabajos extienden su análisis hasta el periodo actual.

    No obstante estas diferencias, se aprecian ciertos elementos comunes que hacen de éste un producto armonioso. Todos los trabajos giran en torno a actividades agrícolas o agroindustriales, y en ellos se destaca mucho más el origen agrario del éxito económico que raíces propias de la vida urbana, como la industria, el comercio o los servicios. Todos entrelazan acercamientos propios de la historia económica con aspectos de historia empresarial, poniendo de relieve que no hay producción sin productores, ni empresas sin líderes empresariales que las encaucen, dirijan y hagan florecer. Todos se manejan a escala regional, si bien la acepción del concepto de región deba flexibilizarse para abarcar espacios de alcance diverso: tanto una región citrícola, como la trasnacional formada por áreas fronterizas de México y Estados Unidos, estrechamente vinculadas entre sí, o la macrorregión formada por los estados del norte. Lo regional, por supuesto, no descarta la dimensión de lo nacional, ni siquiera de lo global, puesto que las conexiones productivas, empresariales y comerciales de los productos y empresas a estudiar con espacios suprarregionales se colocan en el primer plano del análisis. De hecho, en un caso, el objetivo del estudio es precisamente el proceso de conformación de una empresa multinacional a partir de orígenes regionales relativamente modestos.

    En el primer ensayo, Maíz, agroindustria y desarrollo empresarial desde el noreste (1946-2012). gruma: de pequeña empresa familiar al mercado global, a cargo de Mario Cerutti, se estudian los orígenes y el vertiginoso ascenso de la empresa que terminó adoptando el nombre de gruma, y que en el curso de tres generaciones pasó de ser una pequeña firma local con bases familiares y un capital modesto a una gran compañía multinacional manejada por un grupo empresarial, con presencia en 112 países y ventas por 4 100 millones de dólares (en 2011). El autor repara en los ingredientes del éxito de esta firma: la introducción de un producto innovador (la harina de maíz), lanzado en el marco del proteccionismo de la posguerra, impulsor de la agroindustria, y un núcleo familiar compacto que mantuvo el control de la empresa pese al vertiginoso crecimiento de su capital accionario. En fechas relativamente tempranas, la familia apostó por la ampliación de sus horizontes geográficos y adquirió, desde finales de la década de los cincuenta, un perfil interregional, para pasar a uno prácticamente nacional en los siguientes decenios. Con esta estrategia ganó, no sólo nuevos accionistas, sino el valioso respaldo de políticos influyentes.

    Aunado a lo anterior, el núcleo familiar apuntó a la diversificación de su portafolios de inversiones: incursionó tempranamente en la intermediación financiera y, desde el inicio de los años sesenta, en empresas de ingeniería, artículos de refrigeración y, lo que es aún más sobresaliente, en la investigación aplicada enfocada en la producción de tortilla. Tras la devaluación de 1976, un nuevo giro estratégico llevó a la fusión organizacional de plantas que se habían mantenido independientes y operaban en espacios cercanos a los de la empresa principal, lo que acentuó la concentración accionaria en manos del núcleo original. A la muerte del patriarca de la familia a principios de los años setenta, su hijo, para entonces un líder experimentado, inició la internacionalización de la empresa, con lo que se adelantó a las circunstancias que, una década más tarde, empujaron a otras empresas a buscar mercados globales. Tras la crisis de 1982 y el inicio de la apertura comercial, esa expansión se intensificó en un proceso que alcanzó una primera cima en 1994, cuando una subsidiaria de la empresa, el Grupo Industrial Maseca, S. A. de C. V. (gimsa), empezó a cotizar en la Bolsa de Valores de Nueva York, y crestas sucesivas con la inauguración de las primeras plantas en Europa (Inglaterra, 1999) y Asia (China, 2006). Convertida en una exitosa firma global, gruma no sólo fue una de las empresas más exitosas de México en ese escenario, sino la única, en el ramo agroalimentario, que obtuvo más de dos terceras partes de sus ganancias en el exterior.

    En el segundo ensayo, Actividad empresarial en el agro bajacaliforniano. La familia Hussong: del sector servicios a la finca de Ojos Negros y la Bodega Vinícola de San Rafael, Jesús Méndez Reyes narra cómo el mismo contexto de la segunda posguerra creó condiciones propicias para la transformación del sector agrícola de Baja California, particularmente de su distrito norte (el cual adquiriría el rango de entidad federativa en 1952). Junto a otros factores como la ubicación geográfica favorable, el autor destaca el papel desempeñado por la reforma agraria, que a partir de 1937 propició el reparto de los terrenos que habían pertenecido a la Colorado River Land Company. Menciona asimismo otras medidas, como la construcción del ferrocarril Sonora-Baja California y la realización de obras hidráulicas que estimularon el desarrollo económico de la región en general. Sopesa el papel de la repatriación de braceros que, si por un lado creó desbalances en el corto plazo, por el otro, pudo haber generado un excedente de mano de obra del que podía obtener provecho la economía regional, y de los cambios en el régimen de zona libre, que afectaron desigualmente al empresariado y a los consumidores de la región.

    El trabajo aborda las condiciones macroeconómicas y las políticas públicas tanto federales como estatales que enmarcaron los cambios en la zona, así como la respuesta positiva de los empresarios regionales en un escenario que consideraron favorable para la inversión. En particular, destaca la importancia de leyes federales y estatales (como la Ley de Fomento y Protección de Industrias del Estado, promulgada en 1954), que impulsaron la capitalización de la agricultura y la diversificación de los cultivos. Pronto empezaron a producirse gramíneas, forraje, trigo, olivo y vid. Esta última apareció inicialmente como una sana alternativa ante la caída en el precio del algodón, el cultivo tradicional en el área de Mexicali. Con similar ímpetu se desplegó una variedad de actividades agroindustriales, algunas heredadas del periodo anterior, otras como enlaces secundarios de los nuevos cultivos. Al mismo tiempo, el auge en los sectores agrícola e industrial propulsaron el desarrollo de actividades de distribución y servicios, entre ellas, restaurantes y licorerías de las propias empresas vinícolas en expansión.

    El autor repara en las limitaciones que todavía exhibe la historiografía para explicar el despegue de la economía regional, sobre todo por lo que se refiere a su fase más reciente. Ingredientes fundamentales en esta labor son, a su juicio, los estudios sobre empresas, cooperativas, asociaciones empresariales y otras unidades analíticas de escala menor, así como el rescate de testimonios proporcionados por actores económicos, mediante la historia oral. Es esta motivación la que lleva a Jesús Méndez a complementar su investigación con el seguimiento de la trayectoria de un empresario del lugar: Ricardo Hussong (tercero), descendiente de una familia de comerciantes y empresarios avecindados en la región desde finales del siglo xix.

    Cimentado en una red de relaciones políticas y empresariales y un capital ya diversificado, Hussong (tercero) incursionó en un territorio hasta entonces inexplorado por la familia: el de la producción de vid y su transformación en vinos. Aunque la producción de uva no fue su primera opción, puesto que anteriormente experimentó con otros cultivos y se dedicó durante veinte años a la cría de ganado, el empresario terminó por aprovechar su propia formación técnica agropecuaria en una escuela estadounidense para iniciar el cultivo de la uva. La reconversión se produjo en forma paulatina, dedicando secciones de su finca a esa explotación con inesperado éxito. En años recientes, la empresa de Hussong (tercero) ha dedicado mil hectáreas a la explotación de viñedos; posee una planta altamente tecnificada, y destina la mayor parte de su producción al mercado de Ciudad de México. Pese a sus buenos resultados, enfrenta obstáculos que pueden constreñir su desarrollo en el futuro: una política impositiva que encarece sus vinos frente a otros nacionales e importados; una disponibilidad de agua limitada en el mediano plazo; la necesidad de importar algunos insumos, como botellas y corchos, en ocasiones, previo pago de aranceles; así como el reto de la posible competencia desleal que podría derivarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

    En el tercer ensayo, Empresarios en la frontera norte de México en los tres primeros decenios del siglo xx. Tipos de asociación y redes de empresas en el noreste del distrito norte de Baja California, Araceli Almaraz Alvarado profundiza en los tipos de asociación y redes empresariales que se tejieron en la misma región del norte de Baja California entre 1912 y 1939. Rastrea sus orígenes desde finales del siglo xix en las asociaciones entre inversionistas estadounidenses y propietarios mexicanos de tierras que aunaban sus esfuerzos para fraccionarlas, dotarlas de obras hidráulicas y explotarlas. Este grupo de intermediarios-concesionarios, como los llama la autora, es ejemplificado con el caso de Guillermo Andrade, cuya actividad como promotor, empresario binacional y cónsul se encuentra en más de un sentido en el origen de los grupos empresariales de la región. Otros precursores incursionaron también en la provisión de agua y electricidad para Mexicali, así como en el ofrecimiento de servicios profesionales (abogados, gestores) para los empresarios del otro lado de la frontera que deseaban invertir en el país. Por esta vía, los intermediaros mexicanos se convirtieron en accionistas minoritarios de empresas fronterizas o iniciaron una acumulación de capital que, más tarde, les permitiría arrancar su propia carrera empresarial.

    A partir de los años de 1910, las características mencionadas se mantuvieron entre el incipiente empresariado de la frontera. Dos novedades marcan este periodo: la aparición de un cluster empresarial relacionado con el boom algodonero y, lo que es más notable, la constatación de que entre las formas de organización empresarial existentes en la zona era frecuente la combinación de sociedades por acciones con relaciones de parentesco. Este hallazgo le permite a la autora comprobar que, lejos de ser excluyentes, ambas formas empresariales podían coexistir. Al mismo tiempo, la densificación de las relaciones entre empresarios mexicanos y estadounidenses condujo a la formación de redes de negocios en las que participaban grupos de San Francisco y Los Ángeles, del lado estadounidense, y Mexicali y Ciudad de México, del lado mexicano.

    Los empresarios de Estados Unidos poseían intereses en una variedad de actividades en su propio país, además de las que los vinculaban con sus socios mexicanos, lo que los colocaba en condiciones de darles a estos últimos el acceso a recursos y redes financieros y empresariales más amplios. Algunas asociaciones multifamiliares expandieron sus actividades a otros estados del norte, como Coahuila y Durango, y establecieron relaciones fructíferas con empresarios de esa región. Al igual que en el caso de gruma, se observa aquí que la inclusión de socios ajenos a los lazos parentales no implicó el desplazamiento de los núcleos familiares en el control de las compañías. Por otra parte, se destaca un proceso de aprendizaje que condujo paulatinamente a la adopción de formas empresariales modernas, como la sociedad anónima, sin desplazar del todo el modelo familiar tradicional.

    A partir de 1916, a la actividad de los grupos binacionales se sumaron los empresarios chinos asentados en el área. Mientras que su participación en el ámbito del comercio ha sido objeto de estudio, la autora destaca otras actividades menos conocidas en las que también incursionaron, como la solicitud de créditos para la agricultura, cuyas ganancias pudieron haberse invertido para ampliar sus intereses en el sector mercantil. Al formalizar sus emprendimientos mediante el registro público, los chinos lo hacían en nombre colectivo. Bajo esta forma empresarial, los socios aportaban porciones iguales al capital de la firma y asumían una responsabilidad irrestricta sobre su suerte. Estos rasgos la apartaban de otras más acordes con la empresa moderna, específicamente las sociedades anónimas.

    En las siguientes décadas la dinámica que caracterizó la relación entre empresarios mexicanos y estadounidenses se consolidó a partir de la ampliación de los ámbitos de intermediación y cooperación, al mismo tiempo que se diversificaban las áreas de inversión basadas en la asociación empresarial. Muchos mexicanos se insertaron en los consejos de administración de firmas de propietarios estadounidenses, dentro de los cuales realizaron un aprendizaje que, en ocasiones, les permitió emprender iniciativas propias en el marco local.

    Almaraz destaca el conjunto de factores que propiciaron el auge económico de Mexicali a partir de la década de 1920. Algunos ya han sido mencionados a propósito de los ensayos anteriores: la ubicación geográfica, así como la realización de obras de riego y otras de infraestructura que alentaron el crecimiento económico de la región. Otro elemento que se resalta en este ensayo es el de

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