El desastre económico de un mundo bipolar
Apenas han transcurrido dos décadas desde que se pusiera punto y final al episodio más oscuro en la historia reciente de Europa, los conflictos étnico-religiosos entre los pueblos de la antigua Yugoslavia. Cuando todavía hoy suenan los ecos de las balas silbando, un nuevo conflicto a gran escala sacude los cimientos del viejo continente. Vladímir Putin, cabeza visible de una Rusia recompuesta tras años vagando sin rumbo desde la disolución de la URSS en 1991, ha optado por la línea dura ante la incapacidad de imponer sus intereses en lo que considera su zona de influencia.
En el seno del pensamiento del Kremlin, Ucrania es mucho más que una nación hermana. Encarna la nostalgia de la grandeza rusa bajo el paraguas de la extinta Unión Soviética, y da cobijo a una importante diáspora rusófila, especialmente en el extremo oriental del río Dniéper. Pero es que además representa un baluarte vital para la defensa de Rusia, una línea adelantada en conjunción con Bielorrusia para frenar el expansionismo occidental de la mano de la
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