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VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El cuaderno de Pitágoras - Banzo, el aliento de las ancestras - Tetas - Cráneo rojo sobre fondo sueño - Naranja y rojo - Tu hija
VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El cuaderno de Pitágoras - Banzo, el aliento de las ancestras - Tetas - Cráneo rojo sobre fondo sueño - Naranja y rojo - Tu hija
VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El cuaderno de Pitágoras - Banzo, el aliento de las ancestras - Tetas - Cráneo rojo sobre fondo sueño - Naranja y rojo - Tu hija
Libro electrónico486 páginas6 horas

VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El cuaderno de Pitágoras - Banzo, el aliento de las ancestras - Tetas - Cráneo rojo sobre fondo sueño - Naranja y rojo - Tu hija

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El cuaderno de Pitágoras
Un acercamiento al mundo penitenciario, a los colectivos de voluntariado que colaboran en él y a las experiencias de quienes viven en primera persona –o muy de cerca– una condena.

Banzo, el aliento de las ancestras
Muestra esa otra cara de lo que sabemos, la más humana y la más cruel, la que nunca se ha contado. Basada en hechos históricos, la obra denuncia el genocidio cultural que supone ocultar un pasado negro y negrero mucho menos ajeno a nuestra historia reciente de lo que cabría esperar.

Tetas
¿Qué pasaría si en lugar de vivir en un mundo dominado por el falo viviéramos en uno dominado por los senos? Esta es la pregunta a la que nos enfrenta Tetas, una comedia descarada y, en ocasiones, surrealista que imagina otro devenir histórico.

Cráneo rojo sobre fondo sueño
He aquí un libro que es pensamiento porque, a veces, el corazón no puede romper en palabras. He aquí un objeto con el que percibir con otros ojos lo que los ojos se niegan a ver. He aquí una reflexión sobre una de las lacras sociales que más afecta a nuestra contemporaneidad. He aquí un silencio de infancia. ¿Está aquí ese libro?

Naranja y rojo
Una obra cuyos personajes viven atrapados en una espiral de prisas y ritmos frenéticos que les impide tomar conciencia de las consecuencias de vivir en una gran ciudad.

Tu hija
Una fiesta de cumpleaños de una niña reúne a un grupo de madres que acompañan a sus hijas. La sala de estar de un piso cualquiera, lleno de elementos comunes, se puede convertir en un espacio inestable, desenfocado y vertiginoso, donde la situación más cotidiana y reconocible nos conduce, poco a poco, al abismo.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2020
ISBN9788480489140
VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET): El cuaderno de Pitágoras - Banzo, el aliento de las ancestras - Tetas - Cráneo rojo sobre fondo sueño - Naranja y rojo - Tu hija
Autor

Carolina África

Es dramaturga, directora, actriz, docente, integrante de la Academia de Artes Escénicas y productora-socia fundadora de La Belloch Teatro, SL. Entre sus obras destacan Verano en diciembre (Premio Nacional Calderón de la Barca 2012, programada por el CDN 2016), Vientos de Levante (escrita con ayuda de la beca Nuevas Dramaturgias INAEM, programada por el Teatro Español en 2017 en el ciclo “2 piezas 2”, seleccionada en el Certamen de Directoras de Torrejón 2017 y publicada por Ediciones Antígona en 2018), La penúltima (estrenada en Berlín en 2011, Premio EncinArt, La Rioja, 2013), Modërna (Frinje 2016, coescrita y codirigida junto a Julio Provencio), y Mi hermana y yo estrenada en Tenerife en 2018. Ha colaborado en la dramaturgia colectiva de los proyectos A siete pasos del Quijote (Teatro Español, 2016), Calderón Cadáver (Almagro, Frinje 2015), ¿Qué se esconde tras la puerta? (CDN, 2016), el monólogo Solo es una foto (proyecto Home del Teatro Español, 2017) y Mi cuento de la lechera dentro de la publicación 22 Monólogos de cuento. Ha sido candidata a tres premios Max y, en 2014, finalista en la categoría Autoría Revelación. Ha conquistado los premios Mejor Interpretación (Madrid Sur 2008), Mejor Actriz (Alcorcón 2008), el Premio Poesía Alcorcón 2004 y el Premio Nacional Directoras de Escena de Torrejón 2017 por Vientos de Levante. Sus espectáculos –escritos y dirigidos– han girado por Alemania, Argentina, Colombia, Uruguay y México. Algunas de sus piezas han sido traducidas al inglés, italiano, rumano y croata, y publicadas por el Centro de Documentación Teatral, Ediciones Antígona y Esperpento Ediciones Teatrales. Ha dirigido El ogrito de Suzanne Lebeau, pequeñas piezas para el Salón Internacional del Libro Teatral y varias lecturas dramatizadas, la última en 2017, en el Cervantes Theatre de Londres (Verano en diciembre / Summer in december). Como docente ha impartido seminarios de interpretación y dramaturgia en distintas ciudades de España, Uruguay, Italia y Guinea Ecuatorial. Ha recibido la Beca Leonardo y la Beca del Teatro Kamikaze para la escritura de dos nuevos textos; el último, Otoño en abril, se estrenará en el Teatro María Guerrero en 2020. En 2019 ha realizado la adaptación para la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico de El desdén con el desdén de Agustín Moreto. En 2020 realizará la versión de Sueño de una noche de verano, también para LaJoven.

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    VII Laboratorio de Escritura Teatral (LET) - Carolina África

    VII Laboratorio de Escritura Teatral

    El cuaderno de Pitágoras

    CAROLINA ÁFRICA

    Banzo, el aliento de las ancestras

    DENISE DUNCAN

    Tetas

    MAR GÓMEZ GLEZ

    Cráneo rojo sobre fondo sueño

    NIEVES RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

    Naranja y rojo

    CARMEN SOLER

    Tu hija

    VICTORIA SZPUNBERG

    Sin la autorización por escrito de la editorial, no se permite la reproducción total o parcial de estas obras ni tampoco su tratamiento o transmisión por ningún medio o sistema.

    De igual manera, todos los derechos que de ellas dimanen, cualquiera que sea la naturaleza de estos, así como las traducciones que puedan hacerse, incluyéndose igualmente las representaciones profesionales y de aficionados, las películas de corto y largo metraje, recitación, lectura pública y retransmisión por radio o televisión, quedan estrictamente reservados. Se pone un especial énfasis en las lecturas públicas, cuyo permiso deberá asegurarse por escrito.

    Las solicitudes para la representación de estas obras, de cualquier clase y en cualquier lugar del mundo, habrán de dirigirse a Sociedad General de Autores y Editores, SGAE, en la calle de Fernando VI número 4, 28004 Madrid, España.

    VII LABORATORIO DE ESCRITURA TEATRAL

    Primera edición, 2019

    © De El cuaderno de Pitágoras: Carolina África Martín Pajares

    © De la letra de la canción De un mundo raro (José Alfredo Jiménez Sandoval): Editorial Mexicana de Música Internacional. Peer International Corp. Autorizado por Peermusic Española, S.A.U.

    © De Banzo, el aliento de las ancestras: Denise Duncan Villalobos

    © De Tetas: Mar Gómez González

    © De La libertad guiando al pueblo de Eugène Delacroix: photo © RMN-Grand Palais (Musée du Louvre / Michel Urtado)

    © De Cráneo rojo sobre fondo sueño: Nieves Rodríguez Rodríguez

    © De Naranja y rojo: Carmen Soler Pérez

    © De la ilustración La gran manzana dorada: Antonio Laguna Cabezuelo

    © De Tu hija: Victoria Szpunberg Witt

    © Del Prólogo: José Sanchis Sinisterra

    © Para esta edición: Fundación SGAE, 2019

    Coordinación editorial: Pilar López. Diseño gráfico: José Luis de Hijes

    Maquetación y procesos digitales de edición: bolchiroservicios.com

    Corrección: Susana Pulido. Logotipo de la colección: Francisco Nieva

    Imprime: Estugraf Impresores, SL

    Edita: Fundación SGAE

    Bárbara de Braganza, 7, 28004 Madrid

    www.fundacionsgae.org

    publicaciones@fundacionsgae.org

    ISBN: 978-84-8048-913-3

    ISBN electrónico: 978-84-8048-914-0

    DL: M-34106-2019

    Índice

    Cubierta

    Portada

    Créditos

    Presentación. José Sanchis Sinisterra

    El cuaderno de Pitágoras

    Carolina África

    Banzo, el aliento de las ancestras

    Denise Duncan

    Tetas

    Mar Gómez Glez

    Cráneo rojo sobre fondo sueño

    Nieves Rodríguez Rodríguez

    Naranja y rojo

    Carmen Soler

    Tu hija

    Victoria Szpunberg

    Catálogo editorial Fundación SGAE

    Archipiélago dramatúrgico

    Reunidos aquí, en un solo volumen y creados en el mismo marco temporal, entre invierno y primavera de 2019, estos seis textos escritos por mujeres podrían tentar al prologuista (varón) –que además ejerció una vaga coordinación dramatúrgica durante su proceso de escritura– a preguntarse por una posible especificidad de la escritura femenina, quizás inefable y misteriosa... Tanto más cuanto que el dicho prologuista ya había arrostrado, en dos ocasiones anteriores (Roma en 2001 y Madrid en 2011) tareas similares: acompañar el proceso creativo de un grupo de dramaturgas (nueve en Roma, cinco en Madrid), en temáticas que, por añadidura, enfocaban la invisibilidad de la mujer en dominios tan relevantes como la filosofía y la ciencia.

    Dicha tentación, no obstante, podría sin duda desvanecerse con solo leer atentamente las seis obras que siguen a este prólogo y percibir su inequívoca diversidad, o sea: su extrema pluralidad temática y su inconciliable heterogeneidad estética.

    Seis opciones dramatúrgicas, pues, y seis paisajes humanos distintos a más no poder... Esta rica polifonía textual nos señala, por un lado, la emancipación de todo canon que caracteriza la escritura teatral contemporánea, pero también el rechazo de cualquier directriz de género emanada de quién sabe qué corriente feminista.

    En flagrante contradicción con el anterior razonamiento, aún podríamos, no obstante, destacar un rasgo común a estas seis dramaturgas, rasgo derivado de su condición femenina: el ímpetu con que su escritura irrumpe en el territorio teatral, colonizado desde siempre por varones.

    Son, efectivamente, seis textos que no piden permiso para asomarse prudentemente al terreno minado de la escritura dramática contemporánea, sino que, desde su diversidad, avanzan a campo abierto sin mirar atrás. O haciéndolo apenas para esquivar, con un guiño, la mirada severa de los maestros que alardean de poseer los mapas adecuados.

    Pero ¿es serio considerar el ímpetu un rasgo, un carácter, una cualidad específica capaz de definir un ámbito cultural tan peculiar como la creación de textos teatrales?

    Podría hacerse si tratáramos de percibir y designar con otra metáfora topológica –por ejemplo: avalancha– el incremento, en apenas un par de décadas, de mujeres que escriben teatro; pero también su falta de complejos a la hora de deconstruir no pocos de los cauces que –oh, paradoja– pretendían establecer los apóstoles de lo posdramático.

    Avalancha, sí, que contrasta vigorosamente con el penoso y heroico ingreso de autoras dramáticas en la nómina del teatro español contemporáneo (y no solo español) a lo largo de todo el siglo xx; a la zaga incluso de otros géneros –la poesía y la novela, por ejemplo–, relativamente más permisivos con las voces femeninas que la dramaturgia. Y se diría que, durante las dos últimas décadas, tales voces se escuchan ya inequívocamente, aunque todavía no siempre en los escenarios, sí en sus umbrales y aledaños: grupos independientes, espacios de formación teatral (institucionales o no), convocatorias de premios de ámbito local y nacional, editoriales especializadas, soportes informáticos diversos... Alguien debería iniciar la tarea de, al menos, cuantificar esta nutrida corriente de autoras, tomando el testigo de iniciativas precursoras, como la emprendida a finales del pasado siglo por la Asociación de Directores de Escena.

    Quien esto escribe no abriga dudas sobre el vigor dramatúrgico y escénico de, por ejemplo, el primero de los textos que figuran en este volumen: El cuaderno de Pitágoras, de Carolina África, que transmuta su personal experiencia como monitora de teatro carcelario en un arriesgado mosaico dramatúrgico compuesto por 25 escenas y numerosos breves flashes; por él transitan siete personajes principales, más una treintena de menor presencia, entre internos/as, funcionarios/as, exreclusos/as, voluntarios/as... y otros, con intervenciones breves, pero significativas. No obstante, la autora precisa que la obra podría montarse con un elenco de siete intérpretes... Como se puede ver, un abigarrado microcosmos que la autora controla con pericia, navegando por situaciones de muy variado registro emocional y estético.

    El texto de Denise Duncan, Banzo, el aliento de las ancestras, comparte con la anterior la estructura fragmentaria (17 escenas) y la abundancia de personajes (treinta, entre negros y caucásicos), aunque también se especifica que podría montarse con diez intérpretes. Hay en la obra un entrelazamiento de estéticas, desde un realismo más o menos actual hasta jirones de teatralidad ceremonial y de la narrativa oral afroamericana, así como la alternancia de una situación contemporánea y retazos de la genealogía de la protagonista: esclavas negras arrancadas de su patria africana y transportadas como mercancía a la América hispana. Porque –y es sin duda uno de los núcleos temáticos más importantes de la obra– el comercio de esclavos negros africanos hizo la fortuna de un sector de la burguesía, en particular de la catalana, que siguió traficando durante décadas, a pesar de las leyes europeas que lo habían declarado infamante.

    ¿Cómo sería una sociedad mamocéntrica en vez de falocéntrica?, se preguntó Mar Gómez Glez antes, durante y después del proceso de escritura de Tetas... Y esta indagación tenaz, oscilando entre la historia y la ciencia ficción, la antropología y el surrealismo, la neurociencia y el arte, la filosofía y el delirio (no el suyo)... la llevó a articular 6 escenas que, como otros tantos cristales de un caleidoscopio, nos invitan a un viaje polícromo por los mundos posibles que cierta literatura fantástica ha permitido y requerido imaginar. Y no está tan sobrado nuestro panorama teatral, acuciado por las urgentes temáticas que nos aquejan desde la llamada realidad, de obras que nos inviten a imaginar alternativas –inverosímiles o plausibles– regidas por el humor y la poesía.

    La poesía, sin duda, es la fuente de la que dimana lo imaginario (y lo simbólico) de Cráneo rojo sobre fondo sueño, ese enigmático texto de Nieves Rodríguez que nos desafía ya desde el principio; incluso desde el epígrafe que lo antecede: En el principio fue el silencio.... Pero no aquella poesía que, al nombrar las cosas de otro modo, las dota de un aura de sentidos flotantes, sino la otra, la que, según Diofanto, genera formas faltantes; o la que, en Euclides, como apháiresis, nos aproxima al vacío por extracción o sustracción. Como ese Cadáver de mamá (tachado) que figura en la lista de personajes, junto a La niña, Mamá, los dinosaurios Terópodo y Ornitópodo, el inquietante Jardinero y El cuaderno.

    De muy otra urdimbre es la poeticidad que Carmen Soler esparce sobre el áspero laberinto de la gran ciudad en su Naranja y rojo. Situaciones cotidianas, prosaicas incluso, se dotan de un tenue lirismo que las armoniza con aquellas que sobrevuelan el territorio de lo fantástico. Regresamos a la abundancia de personajes (veintisiete, más figuras anónimas: viandantes, viajeros, clientes y demás habitantes del particular universo urbano), un universo que se fractura en 18 escenas y que, en su incesante devenir, en su leve pero implacable progresividad, transita por el humor, la melancolía, el drama, el misterio... Y ello explorando una gran variedad de recursos monológicos, dialógicos y corales que sitúan la obra en la más reciente innovación textual.

    Que el volumen se cierre con Tu hija, de Victoria Szpunberg, permite al tozudo prologuista insistir en su sospecha de que tal vez sea pertinente seguir interrogándose sobre cierta especificidad de la dramaturgia femenina. Al menos, en la historia de la literatura no es infrecuente el caso de la escritora que finge respetar determinados cánones estéticos –emanados, sin duda, de la ideología patriarcal–, cuando en realidad está subvirtiéndolos más o menos radicalmente. Y el texto de Szpunberg parece reproducir un modelo de comedia dramática clásica, incluso de salón, muy alejada de las últimas tendencias textuales... cuando en realidad está dinamitando desde dentro, y a menudo mediante un humor ácido y cruel, todo un modo de concebir la familia, la maternidad, la educación, el lenguaje, la emigración... y las propias convenciones del teatro burgués, cuya inanidad, incongruencia y crueldad ya no somos capaces de percibir.

    José Sanchis Sinisterra

    Director del VII Laboratorio de Escritura Teatral

    El cuaderno de Pitágoras

    CAROLINA ÁFRICA

    Índice

    Presentación

    Personajes

    Dramatis personae

    El cuaderno de Pitágoras

    Escenas

    Sobre la autora

    Presentación

    Entré por primera vez en un centro penitenciario para dar una charla en calidad de dramaturga. Los internos de un módulo, a través del proyecto LÓVA ¹ (La Ópera, un Vehículo de Aprendizaje), iban a crear un espectáculo teatral organizándose como una compañía profesional de teatro. Mi intervención sería breve, únicamente iba a dar algunos consejos para la escritura de los textos, pero aquellos presos me cautivaron de tal manera que, semana tras semana, continué acudiendo como voluntaria a las sesiones. Me quedé atrapada por el proceso brutal, extraordinario e increíble que suponía ver cómo el TEATRO articulaba en ellos una magia tan poderosa que superaba con creces cualquier experiencia creativa en la que yo hubiera participado jamás.

    No. No eran actores, ni dramaturgos, ni escenógrafos, ni maquilladores, ni músicos profesionales.

    Probablemente nunca habrían subido a un escenario por elección propia. ¿Trabajar en equipo necesitando al otro? NO. ¿Para algo artístico? Rotundamente NO.

    Pero lo hicieron: memorizaron textos, cantaron, contaron historias emocionantes que ellos mismos escribieron –y donde se intuían sus dolores y anhelos–, crearon con sus manos una mesa de oficina, unas camas de hospital, la barra de un bar y hasta un jamón.

    No puedo describir la emoción de ver el resultado de tantos meses de trabajo duro, la satisfacción que sentían porque habían sido capaces de hacerlo, el orgullo de sus familiares disfrutando de un auténtico espectáculo con el que reímos y también lloramos.

    Fue un viaje alucinante, en el que me cuestioné muchas cosas: conceptos básicos como libertad o familia, para qué sirve la prisión, qué es el teatro profesional, qué es el llamado teatro social y, en cualquier caso, qué herramienta tan poderosa es siempre el TEATRO, así, con mayúsculas, y cuánto nos estaba enriqueciendo a todos.

    El proceso fue una aventura llena de contratiempos: participantes que abandonaban el módulo expulsados por razones que a veces era mejor desconocer, nuevas incorporaciones de internos que disfrutaban el privilegio de estar en ese módulo, al que llegaban tras aceptar un compromiso de abandono de drogas que no siempre podían cumplir…

    Las tardes eran intensas y muy divertidas, estábamos en una cárcel pero el teatro nos hacía libres... también a los voluntarios, que llegábamos con nuestras propias cárceles aunque cruzábamos sin problema las diecisiete puertas que a ellos los mantenían alejados del mundo exterior. Cuando alguno comenzaba a disfrutar de días de permiso era asombroso escuchar cómo habían vivido sus primeras horas de libertad, sus miedos a lo que encontraban fuera. Su visión del mundo era muy distinta a la que recordaban… tanto, que algunos preferían permanecer dentro, donde se sentían más seguros porque su cárcel más peligrosa les acechaba afuera.

    En el proceso de creación, cada semana un recluso diferente era el encargado de registrar en un cuaderno lo que había sucedido en la última sesión. Era el cuaderno de bitácora. Una tarde, por error, uno de los internos lo llamó El cuaderno de Pitágoras, rebautizando ya para siempre el nombre de esos registros y dando título a esta obra.

    Quiero destacar que, una vez iniciado el proceso de escritura en el laboratorio, entré en contacto con otros colectivos que colaboran en cárceles con mujeres y cuyo trabajo desconocía. Me parecía importante contrastar las experiencias de hombres y mujeres y plasmar las diferencias sustanciales que para mí habían pasado desapercibidas.

    La principal es que el sistema penitenciario está concebido teniendo en cuenta que el 97 por ciento de los reclusos son varones; esto agrava la discriminación de la mujer en materia de oportunidades de formación y reinserción. También, con respecto a la normativa interna, al no existir apenas cárceles exclusivas de mujeres, en las mixtas están obligadas a convivir en el mismo módulo reclusas preventivas, recién llegadas, toxicómanas, con condenas largas, etc.

    Por ello, me pareció importante contar la experiencia de una mujer en prisión con su condena social añadida –una buena madre y esposa nunca debería cometer un error que la lleve al presidio–, de ahí que en la obra haya querido hablar de los embarazos dentro de la cárcel, los módulos de madres y los pisos de acogida.

    El cuaderno de Pitágoras es una realidad gracias a innumerables personas. Por respeto a su intimidad y deseo expreso no daré algunos nombres imprescindibles, pero este texto no hubiera sido posible sin las aportaciones de L. P., M. G., M. M. y M. D., así como de otros voluntarios e internos de la cárcel en la que colaboro: ellos y ellas son el alma y el corazón de esta historia.

    También doy las gracias muy especialmente a Martha Cecilia Carvajal por la ayuda con las expresiones colombianas, y a Julio Provencio y Paola Ceballos por su lectura y asesoramiento durante la fase de escritura.

    Por último, quiero agradecer a la Fundación SGAE la confianza y la apuesta por esta iniciativa maravillosa que es el Laboratorio de Escritura Teatral y a quienes han formado esta séptima convocatoria. Empiezo por el maestro, José Sanchis Sinisterra: ha sido un privilegio absoluto contar con su experiencia y sabiduría como capitán de este barco donde nos encontrábamos –como él nos llamaba– las seis magníficas.

    Gracias también a cada una de esas magníficas, autoras brillantes y compañeras generosas que me han ayudado aportando claves inestimables en los momentos de atasco creativo: Denise Ducan, Mar Gómez, Nieves Rodríguez, Carmen Soler y Victoria Szpunberg. Gracias por las risas compartidas, el enriquecimiento constante, la escucha activa, el aprendizaje y el crecimiento en cada sesión. Yo os quiero cerca de mi escritorio, siempre.

    Y gracias a ti, lector-espectador, por hacer que escribir-hacer teatro siga teniendo sentido.

    El cuaderno de Pitágoras

    La obra cuenta con una treintena de personajes que pueden ser representados por seis actores –tres mujeres y tres hombres–. Cada uno de ellos puede interpretar varios roles y encarnar, asimismo, a los voluntarios, reclusos, funcionarios de prisiones, familiares, etc.

    Personajes protagonistas

    (por orden de aparición)

    Paqui

    Angélica

    Furia (Miguel Furia)

    Macarena

    Luis

    Luis Miguel

    Vicenta

    A los personajes protagonistas se suman funcionarios y funcionarias de prisiones, otros internos (Barroso, Pedro, Clemente, Gabi, Carlos, Felipe, Gimeno e Higinio), internas que cumplen condena, reclusas que disfrutan de sus primeros días en libertad (Gabi y Consuelo), y otras voluntarias (Manuela y la Hija de Vicenta).

    También hay una serie de personajes con intervenciones breves pero significativas: el Guardia civil muerto, la Hija del guardia civil muerto, una Empleada del metro, un Vigilante, una Señora, un Yonqui, un Señor de Torremolinos, el Director del centro penitenciario, un proxenenta (Man) y la Mujer de las almendras, entre otros.

    Dramatis personae

    (por orden de aparición)

    Paqui: Pareja de Furia, extoxicómana. La acompañamos en distintos momentos de su vida, y en la dura tarea de la reinserción social tras cumplir una condena y haber tenido un hijo con Furia dentro de la prisión.

    Angélica: Reclusa de origen colombiano, compañera de prisión de Paqui.

    Furia: Interno del módulo encargado de hacer la dramaturgia del taller teatral. Cumple una larga condena por robos con violencia y el asesinato de un agente de los cuerpos de seguridad. Fue adicto a la heroína.

    Macarena: Voluntaria del módulo terapéutico. Asesora a los reclusos en la creación del espectáculo teatral.

    Luis: Responsable del equipo de voluntarios que colabora en el mó­dulo terapéutico donde se lleva a cabo el taller teatral.

    Luis Miguel: Hijo de Furia y Paqui, concebido en prisión. En la fragmentación de la historia asistimos a distintos momentos de su vida: nacimiento, tres, seis, diez y doce años de edad.

    Vicenta: Responsable del equipo de voluntarios del módulo de una cárcel con mujeres.

    Escenas

    1

    Zapatos

    2

    Jardines. Enséñame a nadar

    3

    Diecisiete puertas. Valle Muerte

    4

    Comunicaciones

    5

    Demasiada Realidad

    6

    Cabina. Llamada a Colombia

    7

    Caballos

    8

    Calle, calle, calle

    9

    Zapatos II

    10

    ¿Cómo se hace una tortilla?

    11

    La escena del metro que no vemos

    12

    Cristales

    13

    Ensayo. Cartas

    14

    Pisos de Móstoles

    15

    Zapatos III

    16

    El teorema de Pitágoras

    17

    Ensayo general pitagórico

    18

    Torremolinos

    19

    Estreno

    20

    Torremolinos. Cena

    21

    Estreno. Palabras del director

    22

    Torremolinos. Discoteca

    23

    Estreno. Palabras de Luis y Macarena

    24

    Besos fuera de la discoteca

    25

    Estreno. La compañía se presenta

    Las historias aquí contadas, pese a ser ficción, están inspiradas en historias reales extraídas de la experiencia vivida durante años de voluntariado en un módulo penitenciario y de entrevistas con internos, expresidiarios, familiares y otros voluntarios y voluntarias de distintos colectivos que colaboran en diferentes cárceles.

    Nota para la lectura

    Los breves flashbacks que salpican la acción principal a lo largo de toda la obra figuran entre corchetes. También se emplean corchetes para acotar los pensamientos internos de algunos personajes. El público escucha estas intervenciones, que no acusan el resto de interlocutores de la escena.

    Escena 1
    Zapatos

    Dos hombres y dos mujeres enfrentados en dos líneas paralelas. Se quitan un zapato y empiezan a dibujar en el aire letras que forman palabras.

    Hay un diálogo entre ellos con las frases breves que escriben.

    Se mueven por el escenario abandonando su posición y quedan alineados en el proscenio, dos mujeres a un lado y dos hombres al otro. Vuelven a dibujar palabras en el aire. Esta vez, el emisor o la emisora del mensaje lo dice en voz alta.

    Mujer 1.— (Trazando en el aire) Mañana salgo a diligencias.

    Hombre 1.— Suerte.

    Hombre 2.— Tengo ganas de follarte.

    Mujer 2.— Yo también te quiero.

    Se oye un mensaje por megafonía.

    Megafonía.— Castañeda y Alejos, a destino: jardinería.

    Las dos mujeres se ponen el zapato que sostenían en la mano; los dos hombres se quitan el zapato que aún calzaban.

    Ellas se sitúan en un lateral del escenario, están trabajando en una especie de vivero- jardín. Ellos, descalzos, se tumban en el suelo y dormitan; están en sus celdas.

    Escena 2
    Jardines. Enséñame a nadar

    Paqui.— Si no fuera porque tengo un bebé aquí dentro, me habría muerto, Angélica.

    Angélica.— No, mami, si no fuera por mí se habría muerto; que conseguí que le dejaran en paz las latinas y las gitanas...

    Paqui.— Me refiero a aguantar aquí un día y otro y otro...

    Angélica.— A eso le enseñaron estas plantas, que mire lo que aguantan sin quejarse un día y otro y otro... Bueno... y la metadona, mami, que tampoco les deja quejarse aunque les tiene el cerebro frito. Yo no sé si es peor que la otra droga.

    ¡Qué ironía!, ¿cierto? Yo acá por pasar droga sin haberla visto ni probado, y usted que se las metió todas...

    Paqui.— Yo no estoy aquí por la droga.

    Angélica.— Ya, usted está acá por huevona.

    Paqui.— Por robar una joyería.

    Angélica.— La robaba su marido, y usted chupa por boba ² y por amor. ¿Cuántas veces vino a verle su marido acá a la cárcel?

    Paqui.— No puede, está en Valdebernardo.

    Angélica.— Ya... ahora está en Valdebernardo por otra que lio, pero ¿y cuando estuvo fuera?

    Cuando entran ellos, ahí sí están las mujeres al pie del cañón, visitándoles y cuidando a las familias.

    Ay, esta plantica se está muriendo...

    Llevo tres años en este módulo y, a todas las que entran, solo el primer año las visitan los maridos. Luego esos maridos se evaporan, como los riegos nuestros.

    Acá solo vienen de visita las madres y las hermanas.

    Paqui.— A ti no te visita nadie.

    Angélica.— ¡Nojodaaa! ¡Vieja, parece que desayunó alacrán ³ !

    Pues claro, mijita, porque no saben que estoy acá. Pero eso que dice es mentira porque me visita Higinio. Esta tarde tenemos vis a vis.

    Paqui.— No sé cómo no os han puesto un parte después de cómo os metíais mano en la iglesia.

    Angélica.— ¿Cómo así? Ay, mijita, porque en la iglesia no se entera ni Dios de la misa la media, como dicen acá. El cura está feliz de que Higinio se haya vuelto católico. Si le va a dar la primera comunión y todo.

    Ay, mami, lo que hace la falta de sexo: a Higinio le hace creyente y a mí me hace ciega para poder forniquiar ⁴ con Higinio.

    Paqui.— ¿Por qué dices eso?

    Angélica.— Ay, ese man es más feo que pegarle a la mamá, mijita. Yo, fuera de acá, al Higinio no me lo hubiera comido en la vida, pero una tiene sus necesidades y yo me aburro tocándome sola.

    Paqui.— Si te oyera...

    Angélica.— Él lo sabe, mijita...

    Pequeño flashback de Angélica que Paqui no acusa en escena.

    Angélica.— [Ay, jueputa , mire que es usted feo].

    Higinio.— [Oye, sin faltar, morena].

    Angélica.— [Tranquilo, man, no se me alebreste ⁶ y llámeme negra].

    Se besan de manera lasciva y libidinosa. Fin del flashback.

    Paqui.— En mi barrio hay un dicho: Fóllate a un feo; que lo que te haga un feo no te lo va a hacer un guapo.

    No sé por qué estas flores se están marchitando, son las que más riego.

    Angélica.— Las ahoga, mi vida...

    Por cierto, cuando usted estuvo en la enfermería me enteré de quiénes salen de permiso con las de la asociación a Torremolinos.

    Paqui.— ¿Tú vas?

    Angélica.— ¡Qué dice!... Es más fácil que la Virgen suelte al Niño que a mí me den un permiso. Me quedan años para la mitad de la condena y hasta entonces..., siendo de afuera, solo me van a dar permiso para ir al aseo.

    Paqui.— ¿Y quiénes van?

    Angélica.— Marta, Fátima, Regina, Elena y creo que Raquel.

    Paqui.— Yo nunca he visto el mar.

    Angélica.— Ay, mijita, ¡pero usted no sabe lo que se pierde! Yo estoy deseando volver a ver mi Cali y bañarme en las playas de Buenaventura: Juanchaco, Ladrilleros, Piangüita, Magüipi...

    Pero antes usted me va a tener que enseñar a robar una joyería porque, después de ocho años, no podré volver sin un peso...

    Paqui.— Pues primer consejo: No entierres nunca el dinero en un descampao.

    Angélica.— ¿Cómo así? Barájemela despacio que no entendí nada. ¿Tiene plata enterrada en un descampao?

    Paqui.— Sí, pero creo que ahora han construido un Mercadona encima.

    Angélica.— Ay, mijita, eso es una película para Hollywood: la exyonqui millonaria con el dinero enterrao.

    Paqui.— Película basura... Está en pesetas; ya no vale para nada, no se puede cambiar.

    Angélica.— ¡Pero la plata es plata, mami!

    Paqui.— No. Esa plata es de una moneda que ya no existe. Es como el dinero del Monopoly.

    Angélica.— Ay, pues que la saquen a la calle. Si la plata es del Monopoly, eso no es delito. ¿Seguro que no se lo pueden cambiar por euros?

    Paqui.— Sí, me presento en un banco con dos millones de pesetas, en pesetas, y a ver qué cuento cuando me pregunten de dónde los he sacado.

    Angélica.— ¿Dos millones de pesetas es mucha plata? ¿Cuánto es eso?

    Paqui.— Nada, eso ya no es nada. Papel del culo.

    Angélica.— Ay... yo una vez soñé que me limpiaba el jopo ⁷ con billetes.

    Ay, el dinero es una mierda.

    Paqui.— Si consigues billetes para limpiarte el culo me llevas a Co­lombia cuando salgas.

    Angélica.— Pues no sé si volveré, mami. No tengo ni pal pasaje. Cuando salga, primero me iré a Torremolinos a trabajar y a hacer algo de platica.

    Paqui.— No vas a poder trabajar con el certificado de penales.

    Angélica.— Ay, calle, bulto de sal ⁸. Pues de mesera ⁹ en un chiringuito en la playa o de socorrista o dando clase de natación.

    Paqui.— Yo no sé nadar.

    Angélica.— ¿¡¡No sabe nadar, mami!!? Yo le enseño. Nadar es lo más parecido a estar libre. Cuando uno se mete en el mar, es como estar volando pero en el agua, como soñando, en otro mundo...

    Túmbese aquí conmigo, mami, que le voy a enseñar a nadar.

    Paqui.— Angélica, levanta. Va a venir el funcionario y nos van a poner un parte...

    Angélica.— Calle, mijita, usted es un morrocó ¹⁰...

    Imagínese que todo esto está copadito de agua.

    ¡Véngase pal piso!

    Paqui.— No puedo.

    Angélica.— Nadar

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