Poesía chilena del deporte y los juegos
Por Floridor Pérez
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Poesía chilena del deporte y los juegos - Floridor Pérez
1967.
ÍNDICE GENERAL
Prólogo para hinchas y lectores
Preliminares
1 PRIMER TIEMPO
Fútbol
Box
Atletismo, ciclismo y montañismo
Natación, boga y gimnasia
Ajedrez
Competencias a pie y montados
Juegos tradicionales
2 SEGUNDO TIEMPO
Juegos de pelota
Fútbol
Atletismo, natación y vela
Ciclismo y montañismo
Deportes rudos
Pesca y caza
Ajedrez
De azar y destreza
Jugar con juegos
TIEMPO AGREGADO
Al azar de los juegos
Pista y ring
Por cielo, agua y tierra
En jaque
Palín y raqueta
Gol de oro
Índice cronológico de autores
PRÓLOGO PARA
HINCHAS Y LECTORES
I
Una pasarela cruza la Carretera Sur frente al Estadio Municipal de mi comuna. De pie en lo más alto de la galería, ubico algunos hitos de mi barrio: un Cuartel de Bomberos, la Gran Avenida, la Casa de la Cultura. Entonces imagino construir otra pasarela, que comunique directamente el Estadio con la Biblioteca Pública.
Ahora pienso que este libro es esa vía de comunicación entre la Biblioteca y el Estadio, y mi sueño es que en sus páginas se produzca un encuentro amistoso entre escritores y deportistas, entre el lector y el hincha.
Intercambiando camisetas
, el hincha descubrirá que los poetas –esos seres que tal vez le parecían muy distantes– se han inspirado en sus deportes o juegos preferidos. Y el lector pensará que, si sus poetas favoritos se han inspirado en el fútbol, el box, el ajedrez... debe haber un sentido más profundo en eso que hasta hoy solo le pareció correr tras una pelota, golpearse o aburrirse frente a frente...
Y –lo más importante– hinchas y lectores tendrán una visión más comprensiva de lo que hace el otro, actividad que, mirada con recíproca indiferencia, solo consiste en pasarse horas sentado en una silenciosa biblioteca o en un ruidoso estadio.
II
Ercilla, primer cronista de los
juegos deportivos en chile
En pleno siglo XVI, Alonso de Ercilla y Zúñiga incorpora simultáneamente la poesía y los juegos deportivos a la historia y la cultura de Chile.
En el Canto X de La Araucana narra una competencia –grandes pruebas
dice él, con premios dignos de haber competidores
– organizada por los mapuches en el verano de 1554, celebrando su triunfo sobre los españoles en la batalla de Marigüeñu. Describiendo una lucha libre, cuenta nuestro primer reclamo contra un árbitro, cuando Orompello rechazó indignado un fallo en favor de Leucotón:
Caupolicán, que estaba por juez puesto,
mostrándose imparcial, discretamente
la furia de Orompello aplaca presto...
Así declarado vencedor, Leucotón debió definir el premio contra Rengo:
Ambos jóvenes son de edad florida,
iguales en la fuerza y ejercicio.
Mas la suerte de Rengo enflaquecida
y el hado que hasta allí le fue propicio,
hicieron que perdiese a su despecho
del premio y del honor todo el derecho.
¡Y ahora nos va a contar nuestra primera derrota por mala suerte
!:
Había en la plaza un hoyo hacia un lado...
(y) desto el cansado Rengo no avisado,
metió el pie dentro, y desgraciadamente...
¿Cuántas veces nuestros relatores deportivos habrán repetido aquel y desgraciadamente... de Ercilla en el siglo XVI? Y ese pie metido por Orompello en 1554 ¿no será el mismo que en 1925 un árbitro neoyorkino le pisó al Tany Loayza en su pelea con Jimmy Goodrich, fracturándole el tobillo y privándolo de disputar la corona mundial de los livianos?
III
El deporte ingresa a la historia político administrativa de Chile.
En lenguaje deportivo actual, esa competencia de Marigüeñu sería una transmisión diferida
, pues Ercilla la narra después de ocurrir. Su segundo relato, en cambio, es totalmente en vivo y en directo
.
Ercilla llegó a Chile en 1557, con García Hurtado de Mendoza. Al año siguiente, encontrándose el gobernador en Nueva Imperial, decide organizar lo que sería el primer torneo ecuestre realizado en el país. Cuando ya los jinetes se dirigían al espacio marcado –saliendo a la cancha diríamos hoy– Juan Pineda lanzó agresivamente su caballo contra el de Ercilla. Con justa molestia, este respondió con un ademán:
que fue solo poner mano a la espada
nunca sin gran razón desenvainada...
Don García, sin embargo, lo consideró una falta de respeto a su persona, y tan grave que, también según el poeta:
del mozo capitán acelerado,
fui sacado a la plaza injustamente
a ser públicamente degollado
Efectivamente, el gobernador condenó a Pineda y Ercilla a ser decapitados al amanecer. Y esa misma acelerada condena representa otros dos antecedentes de nuestra prehistoria deportiva: constituye la primera suspensión de un espectáculo deportivo por indisciplina, desorden o falta de garantías
y resulta el primer y más despiadado caso de tolerancia cero a la violencia en los estadios
.
¿Cómo se salvó Ercilla? Dos mujeres –una española y una indígena– se introdujeron a los aposentos del gobernador, implorando clemencia. Él les perdonó la vida, pero expulsó del territorio al poeta que Neruda llamaría el inventor de Chile
.
Este mismo gobernador García Hurtado de Mendoza introdujo los juegos españoles de pelota en el vecindario de Santiago. Y esa iniciativa deportiva se convirtió en un caso político administrativo durante el Juicio de Residencia que, al dejar su cargo, se hacía a los gobernadores. En él fue acusado de traer al país más de tres mil pelotas y venderlas entre mercaderes con quienes tenía trato
. Más grave aún era la acusación de haber dedicado al almacenamiento y la venta de esas pelotas, un recinto construido con fondos de la corona para guardar municiones.
Como se ha visto, los juegos deportivos tienen una difícil incorporación a la historia administrativa de Chile: con un primer torneo ecuestre suspendido, con dos de sus primeros competidores condenados a muerte y con las primeras pelotas implicadas en un posible caso de corrupción...
IV
El lenguaje deportivo se
incorpora a la vida cultural
Después de Alonso de Ercilla, Pedro de Oña –el primer poeta chileno, nacido en Angol– nos dejó una arenga de García Hurtado de Mendoza a sus soldados, tras una victoria sobre los mapuches. Compara esa batalla con una carrera atlética, pidiéndoles que no crean haber alcanzado la meta, sino que mejor hagan cuenta que recién están tomando ubicación en el punto de partida...
Ese texto de Oña se encuentra en el Canto VIII de su Arauco domado, y tiene enorme importancia, pues constituye el primer testimonio en la cultura chilena de uso de una metáfora deportiva en otros campos. Un recurso habitual hoy día en el lenguaje empresarial, en política, economía, educación, ciencia, técnica y tantas otras actividades públicas. Así, en charlas, discursos, libros, congresos internacionales, se habla de: trabajar en equipo, rayar la cancha, respetar las reglas del juego, ser competitivo, pasar un gol o hacerse un autogol, jugar los descuentos, a esta altura del partido, estar o poner en jaque, quedar o dejar knock-out, entrar en tierra derecha, tener un as bajo la manga... y muchas otras expresiones propias del deporte o los juegos.
Esa misma comprensión moderna del deporte y los juegos como metáfora de la vida humana ha guiado la selección de poemas para este libro. El lector no encontrará aquí jueguitos
, sino verdadera poesía, donde los autores –apelando a códigos deportivos– se juegan recuerdos, esperanzas, afectos, frustraciones personales y sus relaciones con la historia o la divinidad, o textos donde el deporte y los juegos asumen los desafíos, triunfos, derrotas, sueños y pesadillas de la comunidad nacional.
V
En vez de una sangrienta
batalla, un reñido partido de chueca
El 28 de noviembre de 1793, en plena Colonia, la vida cívica y los juegos deportivos volverían a cruzarse dramáticamente en la historia de Chile. Ese día, el obispo Marán, de Concepción, llegó en misión evangelizadora a la cordillera de Nabuelbuta. Allí se encontró ante dos grupos indígenas: uno amistoso, cuyo jefe era Martín Curimilla, y otro hostil, liderado por Huentutelemu, el que exigía darle muerte. Ninguno cedía, y cuando ya ambos grupos se disponían al combate, optaron por jugar el destino del obispo y su misión en un desafío de palín o chueca.
Ambos equipos debían ser muy parejos, pues fue necesario un partido de desempate, el que se definió por una jugada sorpresiva de Curimilla –gol de oro
diríamos hoy– gracias a la cual el obispo salvó la vida y la misión pudo regresar, llegando el 6 de diciembre a las playas de Arauco.