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La hermana de mi mejor amigo 1: La hermana de mi mejor amigo, #1
La hermana de mi mejor amigo 1: La hermana de mi mejor amigo, #1
La hermana de mi mejor amigo 1: La hermana de mi mejor amigo, #1
Libro electrónico50 páginas44 minutos

La hermana de mi mejor amigo 1: La hermana de mi mejor amigo, #1

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Esta no es la típica historia del chico malo que se enamora de la hermana de su mejor amigo. No, no esperes encontrar algo así en estas páginas.
Esta es la historia de un chico cualquiera a punto de abandonar la adolescencia. La historia de un chico dispuesto a casi todo para librarse de sus problemas.
Jaime no quiere despedirse de la adolescencia y comenzar a asumir las responsabilidades de un adulto, pero ¿acaso un adolescente es tan distinto a un adulto? Lo que ve a su alrededor parece confirmar, cada vez más, que no, que adultos y adolescentes son bastante parejos, sobre todo a la hora de hacer trampas para no tener que dar la cara.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 ene 2020
ISBN9781393467601
La hermana de mi mejor amigo 1: La hermana de mi mejor amigo, #1

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    Demasiado triste, aunque es la realidad de hoy en día.

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La hermana de mi mejor amigo 1 - Laura Pérez Caballero

1.

Fue un lunes a primera hora. Apenas si había abierto los ojos y Toni, mi mejor amigo, llegó a la entrada de la clase del instituto, golpeó con el hombro al cara culo de Eliot y me sacó del círculo en el que debatíamos con desgana sobre la correcta lubricación de las tías, porque, sólo Dios sabía el porqué, alguien había sacado el tema.

Me sujetó del antebrazo con tanta fuerza que me hizo daño. La manga del uniforme escolar se retorció mientras la observaba. Su cara, normalmente de un tono tostado bastante atractivo, se veía rojo de ira. No sabía lo que pasaba, pero no me agradaba su expresión. Toni era un tío que normalmente tenía un rostro de que todo le daba asco, un rostro de no me interesa nada de lo que tengas que contarme, pero ahora era algo así como me han jodido pero bien, y eso no me gustaba nada.

—Tío, no vas a creerte la mierda que pasa.

—¿Qué?

—María está embarazada.

—¿Cassidy?

—Sí, la muy gilipollas, catorce años y embarazada.

—¿Cassidy?

La repetición no fue una buena idea.  Bajó la voz, pero se acercó a mi oreja hasta casi tocarla con sus labios. El aire que salía al escupir con rabia sus palabras me hacía cosquillas sin hacerme ni puta gracia. Sentí que mi oreja se estaba tornando del mismo color que el rostro de mi amigo.

—Cassidy, sí, Cassidy,  mi hermanita, la enana, la piojo, la meapañales,  la cría de ojos saltones que a algún hijo de puta no le ha parecido tan cría y la ha dejado preñada.

Se apartó de mí del mismo modo en que se había acercado. Sus orejas estaban enrojecidas. Imagino que también las mías, sentía el calor abrasándolas.

Su hermana María, la pequeña Butch Cassidy. Yo mismo le había puesto aquel mote desde el día en el que la habían pillado en un centro comercial robando un tren de juguete. Qué falta le haría robarlo, si sus padres están forrados. Y cuando digo forrados, es forrados.

Por aquel entonces, yo estaba obsesionado con la película de Butch Cassidy y Sundance Kid, Dos hombres y un destino. Esa en la que Paul Newman pasea a Katharine Ross en el manillar de una bicicleta, y luego se dedica a pavonearse frente a ella hasta que un toro sale persiguéndole. Suelo obsesionarme con las películas, también alguna que otra vez con algún libro. Durante algún tiempo hasta parecen cambiar el sentido de mi vida. Y esa peli me obsesionó un tiempo, porque los tipos son unos duros forajidos que prefieren morir antes que entregarse, y no sé, parecen disfrutar de la vida como yo jamás he sabido hacerlo. Pero este efecto me dura solo un tiempo, hasta que vuelvo a sumergirme en la espiral de pensar que todo es una puta mierda y que no merece la pena pensar en nada que no sea pillarse un buen colocón, salir, follar todo lo que pueda y dormir. Nada de lo que veo a mi alrededor me incita a pensar que exista alguna otra cosa mejor. Nada merece la pena, nada es tan interesante como en las películas o en los libros. Nada. Todo me aburre si no estoy colocado. Me paso así temporadas largas, sumido en ese círculo, totalmente inapetente a cualquier otra cosa. Así que mi madre, que no hace mucho que se ha separado de mi padre, y a la que no voy a contarle que es en colocarme y en follar en todo lo que pienso, cree que tengo algo así como una depresión porque mi viejo se haya pirado a su propio apartamento.

El caso es que me hizo

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