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Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá
Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá
Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá
Libro electrónico670 páginas5 horas

Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá

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Los 34 cantos de Villagrá son de un valor incalculable para el conocimiento de la conquista de Nuevo México. No escasean en ellos las reflexiones imprevistas acerca de los orígenes de los verdaderos mexicanos y de la división que hubo entre éstos en el lejano norte; nos recuerdan también la peregrinación mexica desde el gran Chicomostoc, no bao el
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento3 dic 2019
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    Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá - Gaspar de Villagrá

    Historia

    de

    la Nueva México

    del Capitán Gaspar de Villagrá

    DIVULGACIÓN

    Historia

    de

    la Nueva México

    del

    capitán Gaspar de Villagrá

    Introducción, transcripción

    y notas de

    Felipe I. Echenique March

    SECRETARÍA DE CULTURA

    INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA

    CENTRO REGIONAL DE BAJA CALIFORNIA


    Villagrá, Gaspar

    Historia de la Nueva México : del capitán Gaspar Villagrá [recurso electrónico] / transcripción, introducción y notas de Felipe I. Echenique March. – México : Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro Regional de Baja California, 2019.

    1.5 Mb: tablas y mapas. – (Colec. Divulgación)

    ISBN: 978-607-539-336-0

    1. Nuevo México – Historia – hasta 1848 – Poesía 2. Indios de México I. Echenique March, Felipe I., transcr., introd. y notas II. t. III. Ser.

    PQ7296.V54 V196


    Primera edición: 2019

    Producción:

    Secretaría de Cultura

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    D. R. © 2019, de la presente edición

    Instituto Nacional de Antropología e Historia

    Córdoba, 45; 06700, Ciudad de México

    informes_publicaciones_inah@inah.gob.mx

    Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad del

    Instituto Nacional de Antropología e Historia de la Secretaría de Cultura

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción

    total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

    comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,

    la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización

    por escrito de la Secretaría de Cultura/Instituto

    Nacional de Antropología e Historia

    ISBN: ISBN: 978-607-539-336-0

    Hecho en México.

    Índice

    Estudio introductorio

    Lo necesario para entender

    Irrupción de los españoles en los territorios de los indios pueblo

    Nuevo México y su inserción en el sistema imperial español

    Advertencia y agradecimientos

    Introducción, por Luis González Obregón

    Historia de la Nueva México del capitán Gaspar de Villagrá dirigida al Rey D. Felipe nuestro señor tercero de este nombre

    Tasa

    Erratas

    Censuras del Libro

    Censura del padre presentado fray Domingo de los Reyes

    El Rey (real cédula)

    Al Rey nuestro señor, predicador general de la orden del señor Santo Domingo

    Prólogo

    El licenciado Iván de Valdez, caballero de la orden de San Esteban, a don Juan de Oñate

    Al adelantado don Juan de Oñate, y al capitán Gaspar de Villagrá, el maestro Espinel

    El licenciado Sánchez, colegial trilingüe catedrático de prima de hebreo, a don Juan de Oñate

    Luis Tribaldos de Toledo, al general don Juan de Oñate en el descubrimiento y conquista de la Nueva México

    Canción pindárica en loor del capitán Gaspar de Villagrá y don Juan de Oñate, descubridor y conquistador de la Nueva México

    Al Rey, nuestro señor, en nombre del general don Juan de Oñate y del capitán Villagrá: el licenciado Alonso Sánchez, colegial trilingüe

    Don Diego Abarca, al capitán Gaspar de Villagrá

    Hernando Bermúdez Carvajal, gentil hombre del duque de Sefa, al capitán Gaspar de Villagrá

    Doña Bernarda Liñán, al capitán Gaspar de Villagrá

    Canto primero

    Que declara el argumento de la historia y sitio de la Nueva México y noticia que de ella se tuvo, en cuanto a la antigualla de los indios y de la salida y descendencia de los verdaderos mexicanos

    Canto segundo

    Cómo se apareció el demonio a todo el campo en figura de vieja y de la traza que tuvo en dividir los dos hermanos, y del gran mojón de hierro que asentó para que cada cual conociese sus estados

    Canto tercero

    Cómo, por sí solos, los españoles tuvieron principio para descubrir la Nueva México; y cómo entraron y quiénes fueron los que primero pretendieron y pusieron por obra la jornada

    Canto cuarto

    De la infamia y bajeza que cometen los generales, oficiales y soldados que salen a nuevos descubrimientos y se vuelven sin perseverar y ver el fin de sus empresas

    Canto quinto

    De otras noticias que hubo de la Nueva México y de otros que así mismo pretendieron la jornada

    Canto sexto

    Cómo se eligió para esta jornada la persona de don Juan de Oñate y del favor que para ello dio don Luis de Velasco, y de los estorbos que después tuvo para impedir sus buenos pensamientos, los cuales tuvieron después consuelo por ser favorecidos del conde de Monterrey, virrey de Nueva España

    Canto séptimo

    De algunos sucesos buenos y malos de la jornada, y de una cédula real y mandamiento del virrey, que se intimó a don Juan para que hiciese alto y no prosiguiese la jornada

    Canto octavo

    De la respuesta que dio don Juan de Oñate a la notificación que se le hizo, y de la prudencia y discreción con que habló a todo el campo, y fiestas que se hicieron de contento, y del generoso ofrecimiento de Juan Guerra, su teniente, y de otros trabajos que a estas fingidas alegrías sucedieron

    Canto noveno

    Cómo se volvió con algunos religiosos fray Rodrigo Darán, comisario apostólico de la jornada, y de otros trabajos que fueron sucediendo, y cómo el virrey mandó a don Juan se sujetase a una segunda visita, o que mandaría derramar la gente, y venida del visitador al despacho de la jornada y contento que con él se tuvo, y del orden que tuvo en hacer su visita, y cosas que en ella sucedieron

    Canto décimo

    Cómo salió el campo marchando para el río de Conchas, y del modo que tuvieron en vadearle y puente que en él se hizo y de cómo se despidió el visitador, dando sólo permiso para que el campo entrase

    Canto undécimo

    Cómo escribió don Joan al virrey, y cómo hicieron volver al padre fray Diego Márquez, y cómo fue marchando el campo al río de San Pedro, y escolta que se envió para que los religiosos le alcanzasen, y salida que hizo el sargento mayor a explorar el río del Norte, y trabajos que padeció siguiendo su demanda

    Canto decimosegundo

    Cómo salió segunda vez el sargento a explorar el río del Norte con sólo ocho compañeros, y de los trabajos que sufrieron hasta dar en una ranchería de bárbaros, y lo que sucedió con ellos

    Canto decimotercero

    Cómo llegó Polca en busca de Milco, su marido, y dejándola en prisión se fue huyendo, y dé la fuga que hizo Mompil y de la liberalidad que el sargento tuvo con la bárbara cautiva

    Canto decimocuarto

    Cómo se descubrió el río del Norte y trabajos que hasta descubrirlo padecieron, y de otras cosas que fueron sucediendo hasta ponerse en punto de tomar posesión de la tierra

    Canto decimoquinto

    Como salió el campo para pasar el río del Norte, y como se despachó el capitán Aguilar a espiar la tierra, y como estuvo para degollar por haber quebrado el orden que le dieron, por cuya causa el gobernador se adelantó para los pueblos, y de las cosas que fueron sucediendo hasta que el gobernador quiso hacer asiento y poblar la tierra

    Canto decimosexto

    Cómo hizo asiento el gobernador con todo el campo en un pueblo de bárbaros a quien pusieron por nombre San Juan de Caballeros, y del buen hospedaje de los indios y motín de los soldados, y fuga que hicieron cuatro de ellos, y castigo que en los dos se hizo, saliendo el autor hasta tierra de paz tras de ellos, y de la primera iglesia que se hizo

    Canto decimoséptimo

    Cómo salió el sargento con las nuevas guías que trajo Marcos Cortés, y cómo llegó a los llanos de Cíbola, y de las muchas vacas que vio en ellos, y dé la obediencia que dieron los indios al gobernador, y salida que hizo para los pueblos en cuya vista determinó que en llegando el sargento mayor al real quedase gobernando, y que el maese de Campo saliese para ir con él al mar del Sur, para lo cual despachó mensajero propio para que saliese tras de él con treinta hombres

    Canto decimoctavo

    Cómo fue el gobernador para la fuerza de Acoma, y alboroto que causó Zutacapan, y traición que tuvo fabricada

    Canto decimonono

    Cómo volvió el autor del castigo de aquellos que degollaron, y cómo los indios de A coma le cogieron en una trampa, y trabajos que padeció por escapar la vida, y socorro que tuvo hasta llegar al real del gobernador

    Canto vigésimo

    De los excesivos trabajos que padecen los soldados, de nuevos descubrimientos y de la mala correspondencia que sus servicios tienen

    Canto vigesimoprimero

    Cómo Zutacapan hizo junta de los indios acomenses, y discordia que entre ellos hubo, y de la traición que fabricaron

    Canto vigesimosegundo

    Donde se declara la rota del maese de Campo y muerte de sus compañeros causada por la traición de los indios acomenses

    Canto vigesimotercero

    Donde se dice la muerte del maese de Campo y lo que después sucedió, hasta llevar la nueva al gobernador

    Canto vigesimocuarto

    Cómo se dio la nueva al gobernador, y de lo que fue sucediendo hasta llegar a San Juan de los Caballeros

    Canto vigesimoquinto

    Cómo se hizo cabeza de proceso contra los indios de Acoma, y de los pareceres que dieron los religiosos, y de la instrucción que se le dio al sargento mayor para que saliese al castigo de los dichos indios

    Canto vigesimosexto

    Cómo llegó la nueva del maese de Campo a oídos de Gicombo, uno de los capitanes acomenses que ausente había estado, y de las diligencias que hizo juntando a los indios a consejo, y discordia que tuvieron

    Canto vigesimoséptimo

    Cómo salió el ejército para el Peñol de Acoma, y de las cosas que fueron sucediendo, y rebato que dieron en el pueblo de San Juan

    Canto vigesimoctavo

    De las cosas que pasaron y sucedieron antes de subir al peñol y dificultades que pusieron

    Canto vigesimonono

    Cómo los doce compañeros escalaron el primer peñol, y batalla que tuvieron con los indios, y junta que tuvieron para levantar por general a Gicombo, y aceptación que hizo del cargo, y condiciones que sacó para ejercerlo

    Canto trigésimo

    Cómo habiendo ordenado el nuevo general a sus soldados, se fue a despedir de Luzcoija, y batalla que tuvo con los españoles y cosas que en ella sucedieron

    Canto trigesimoprimero

    Cómo se fue prosiguiendo la batalla hasta alcanzar la victoria, y cómo se pegó fuego a todo el pueblo, y de otras cosas que fueron sucediendo

    Canto trigesimosegundo

    Cómo Zutancalpo fue hallado por sus cuatro hermanas, y del fin y muerte de Gicombo y de Luzcoija

    Canto trigesimotercero

    Del miserable fin que tuvo Bempol, y de otros que con él sus días acabaron, y del sentimiento que hizo el sargento mayor buscando los huesos de su hermano

    Canto trigesimocuarto

    Cómo se fue abrasando la fuerza de Acoma, y cómo se halló Zutacapan muerto de una gran herida, y de los demás sucesos que fueron sucediendo, hasta llevar la nueva de la victoria al gobernador, y muertes de Tempal y Cotumbo

    Don Gabriel Gómez al capitán Gaspar de Villagrá

    A quien tanto contribuyó

    la realización de este trabajo:

    don Antonio Pompa y Pompa

    Estudio introductorio

    Lo necesario para entender

    Nos hemos acostumbrado a la cuenta de los años por la tradición cristiano-occidental. Otros sistemas calendáricos que crearon cientos de culturas no occidentales se han perdido en el transcurso de los últimos cinco siglos, sobre todo porque el expansionismo europeo, que comenzó a fines del siglo XV, hacia el resto de los continentes que conforman el globo terráqueo los destruyó, los despreció y, aún más, los condenó porque, según aquél, estaban cargados de manifestaciones demoniacas.¹ Los sistemas calendáricos no sólo contuvieron la cuenta de los días, las noches y los años, sino a todos los ritmos y rituales de la vida cotidiana que los acompañaba. Esto es, en ellos quedaban guardados muchísimos conocimientos, creencias y actitudes de los pueblos que los conformaron y dieron vida, y que, por desgracia, hoy en día están sepultados sin lápida: vueltos tierra, como de la que un día salieron por los afanes de los hombres que los inventaron.

    Quisimos hacer este comentario en voz alta por el profundo respeto y admiración que sentimos por los moradores autóctonos o nativos de lo que los españoles comenzaron a llamar América, y cuyos sistemas calendáricos y fechamientos de su historia —entre otras muchas de sus adquisiciones culturales— fueron destruidos;² por lo que sólo podemos referirnos a sus tiempos, a su historia, a partir del sistema calendárico que hoy usamos y con la nomenclatura que les dieron los conquistadores, o en su defecto los estudiosos, con lo que, sentimos, se pierde y altera su propia historia, tanto de la vivida como de la narrada. Sin embargo, y pese a todas esas alteraciones, tenemos que seguir recordándola por más de una razón que no viene al caso traer aquí.

    Dicho lo anterior, no estaría por demás aclarar de una buena vez que estas páginas tienen por objeto ubicar al lector en la historia de los antiguos moradores del actual estado de Nuevo México,³ que por algunas de sus adquisiciones culturales, sobre todo por la construcción de casas de adobe en más de un nivel, se les conoce como indios pueblo.

    El repaso de la historia de los hombres que dieron vida a esa cultura no es fácil porque existe algún desacuerdo en cuanto a sus antecedentes y procesos que siguieron.

    Ignacio Marquina y otros estudiosos reconocen que la llamada cultura anasazi (nombre derivado de una palabra de los indios navajo, que se supone significa pueblos antiguos) comprende los grupos llamados tejedores de cestos (Basket Makers), constructores en los acantilados (Cliff Dwrellers) y pueblo, en sus diferentes etapas de desarrollo.

    Así pues, Marquina y los que lo siguen, suponen una secuencialidad y progresividad en la producción de la cultura pueblo. Sin embargo, Walter Krickeberg diría que no hubo tal movimiento ascendente entre los tejedores de cestos (Basket Makers) y los constructores de pueblos; que el estudio del material óseo no permite tal hipótesis; al contrario, afirmaba que todo indica que los productores de la cultura pueblo pertenecían a otro grupo étnico que posiblemente llegó del sur con su bagaje cultural, que era extraño a los tejedores de cestos. Esos nuevos elementos en la región serían la vida sedentaria, la arquitectura de piedra, el cultivo de otras variedades de maíz, la cría del pavo, la cerámica, el tejido de algodón, la costumbre de deformarse el cráneo y el uso de turquesas en forma de joyas y mosaicos.

    El material arqueológico que se estudia en la actualidad quizás apoye la tesis de Marquina, aunque habría que tener mucho cuidado para atribuir a los tejedores de cestos la creación única y exclusiva de las fases que le siguieron.⁶ No sería extraño que las migraciones de grupos del sur hayan influido en la cultura de aquéllos y que del contacto de ambos haya nacido un tercero, que sería precisamente el de los pueblos.

    Sea como fuera, ocupémonos de trazar en las siguientes páginas las líneas generales de esas culturas, de las que el lector podrá sacar sus propias conclusiones. Los estudiosos han señalado que 2 000 años antes de nuestra era las regiones—aquí también se han perdido los nombres que les dieron los nativos a sus territorios— que circundan los ríos Colorado, San Juan, Grande o del Norte, o Bravo, desde su nacimiento, hasta casi su desembocadura; o sea, desde las montañas Rocosas hasta el Golfo de California para el caso del Colorado, y mucho menos de la mitad del curso del último estuvo poblada por grupos cuya filiación racial no se ha podido establecer con toda precisión. Pero que se cree, por las excavaciones arqueológicas recientes, que tenían alguna afinidad con los actuales shoshoni y yuma.

    La procedencia del grupo racial que pobló aquel territorio, para los años que venimos tratando, no ha podido precisarse; lo que sí se puede saber con cierta verosimilitud son algunos logros culturales que en cierto sentido lo diferencian del resto de las comunidades que dominaban áreas aledañas y aun las no tan cercanas. Así pues, uno de los rasgos distintivos de aquellos hombres fue la manufactura de cestos, producidos con fibras naturales y por lo cual los arqueólogos norteamericanos han dado en llamarlos Basket Makers.

    Sin embargo, hace 2 000 años esos productores de cestos no vivían exclusivamente de ese trabajo. La manufactura de éstos era tan sólo una de las actividades que se realizaban en el proceso de la producción de la vida material y espiritual, ya que ésta, en lo fundamental, se sustentaba en la caza, pesca y recolección.

    El territorio donde realizaban esas actividades se caracterizaba por altiplanicies, cerros (mesas) y profundos barrancos (cañones) de las corrientes que pertenecen a los sistemas fluviales de los ríos Colorado y Grande o Bravo. Pero que quizá en esos años no hayan sido como hoy en día los vemos: secos, erosionados, casi desérticos y por lo tanto con una escasa vegetación. Los estudios realizados por A. E. Douglas en los troncos de árbol utilizados en la construcción de albergues revela la alternancia de periodos húmedos con secos de considerable duración.⁸ Lo que evidentemente nos haría suponer la existencia de distintos tipos de flora y fauna en cada uno de esos periodos. Pero, por desgracia, actualmente no hay una lista completa y exacta de la flora y frutos de esa época ni de lo que se recolectaba y cazaba ni el instrumental empleado.

    Sin embargo, la evidencia arqueológica nos permite saber que para la fase cultural Basket Makers se recolectaban piñones y otras semillas, los frutos de algunos cactos y otras plantas; que cazaban animales pequeños tales como liebres, aves, perros de la pradera, etc., ayudados con dardos que eran impulsados con un propulsor (atlatl) o con el club o clava curvada —muy parecida a la que se usaba en la región que se ha dado en llamar Aridoamérica e incluso en las Californias— para cazar conejos.

    Otro elemento cultural fue la construcción de albergues en cuevas o terrenos abiertos. No se sabe exactamente cuáles eran las técnicas de construcción, pero sí cuáles eran los materiales utilizados, formas, dimensiones y otras características. Los materiales empleados eran troncos, varas y lodo para cubrir las hendiduras. Para el caso de los albergues construidos en las cuevas, dicen los estudiosos que éstos consistían

    en un solo cuarto con pisos cóncavos, que contenían un hueco para el fuego y otro para almacenar semillas y, para los del terreno abierto, que sus dimensiones varían de 3 a 9 m de diámetro y eran semejantes a las anteriores; muchas veces se encuentran en ellas metates cerca de los almacenes de semillas.¹⁰

    Por su parte, la cestería —que ha sido el elemento cultural que más impresionó a los arqueólogos— se fabricaba,

    según Kidder, por el procedimiento de enrollamiento; en general, son toscos, hechos para dar servicio y no demuestran refinamiento en su técnica; tienen generalmente ornatos en negro y regularmente afectan la forma de artesas, cajetes, canastas, recipientes para agua y juguetes.¹¹

    Aparte de la cestería también se fabricaban distintos tipos de redes, cunas y sandalias. Estas últimas eran en forma trapezoidal con suelas reforzadas, elaboradas con fibras cruzadas de hoja de yuca, o bien de corteza de cedro, cuerdas de yuca o piel.¹²

    Además de las sandalias —sigue diciendo Marquina—, parece que comenzaban a usar una especie de delantales hechos de corteza de cedro o fibra de yuca, sostenidos por un cinturón que pasaba entre las piernas; el cinturón estaba hecho de cuerdas, otras veces de una fibra más fina y en algunos casos llevaban una faja tejida, con dibujos a colores.

    El pecho lo cubrían con una especie de pequeño sarape manufacturado con cuerdas y a veces entretejido con tiras de piel; tales vestidos son muy escasos y sólo los usaban en el invierno.¹³

    Además de las adquisiciones culturales mencionadas, se hicieron complicados arreglos para el pelo, sobre todo para los hombres, y se utilizaron adornos, como collares confeccionados con cuentas de conchas, lignita, piedras, madera, huesos y semillas;¹⁴ fabricaron pipas cilíndricas de barro o piedra, con la boquilla formada a veces por huesos de pájaro¹⁵; deformaron el cráneo en la parte de atrás y se enterraron los cuerpos flexionados al máximo —acompañados con ofrendas— en las grietas de las rocas o en lo que habían sido silos cavados en éstas y que ya no se utilizaban.¹⁶

    Por otra parte no se sabe exactamente cuándo se comenzó a sembrar maíz¹⁷ y calabaza; sin embargo, por los vestigios arqueológicos podemos conjeturar que en fechas cercanas a nuestra era ya se practicaba como actividad complementaria de la caza y la recolección. El cultivo de plantas se hacía con la ayuda de una estaca de madera cuya punta tuvo forma de hoja.

    Se han encontrado otros instrumentos de trabajo, pertenecientes a esta fase cultural, en los sitios que se han excavado. Consisten principalmente en

    hojas en forma de hoz de madera o de cuerno, cucharones de madera para excavar, pedazos de cuerno para trabajar los dardos, cuchillos de calcedonia con filo bien trabajado en la técnica del astillado y pesos para los dardos.¹⁸

    La siguiente fase cultural correspondería a lo que los arqueólogos llaman Modified Basket Maker o Basket Maker evolucionado.¹⁹ Por el mismo nombre, se sabe que se trata de una secuencia, así que no nos detendremos mucho y sólo insistiremos en los rasgos novedosos, como puede ser el sistema de construcción de sus albergues. Dice Marquina que siguieron construyendo en las

    cuevas que se forman en los acantilados de los numerosos cañones que cruzan la región; se componen de diez a veinte habitaciones hundidas en parte en el piso (Pit-Houses) y pequeños depósitos simplemente cavados en la tierra cuando era dura, o revestidos de losas si estaba suelta. AJ exterior se componían de una serie de cuartos sobre el nivel del terreno, distribuidos unos junto a otros en línea recta, o siguiendo la forma de un arco, enfrente de los cuales estaban los aposentos hundidos en parte en el suelo y de planta más o menos circular.

    Estas habitaciones, cavadas en parte en la tierra... son de planta circular, pero a veces los cuartos son ovalados o toscamente rectangulares, con los ángulos redondeados. Tienen dos puertas: una en el techo, que al mismo tiempo servía para la salida del humo y otra en el lado sur, por la que entraba el aire fresco, cuando el aire caliente se había desalojado hacia arriba y se escapaba por la parte alta.

    En el piso había una saliente o un muro de poca altura que dividía un pequeño espacio junto a la puerta sur, del resto de las habitaciones, en el que se han encontrado generalmente metates.

    La profundidad de la excavación varía según la naturaleza del suelo, entre 30 centímetros y 2 metros. Si el terreno natural era duro y en declive, se conseguía hacerlo horizontal, rellenando la parte más baja con piedras, troncos de árbol o escombro.

    La estructura de la casa era de madera; los soportes verticales del techo estaban colocados a distancias variables, generalmente eran cuatro, pero aumentaban en número según las dimensiones del cuarto; su altura era suficiente para asegurar un amplio espacio y su extremo en forma de horquilla recibía los troncos colocados horizontalmente, que sostenían el techo, asegurando a la vez la estabilidad de los postes al unirlos entre sí. El techo estaba formado por troncos delgados juntos unos con otros y cubiertos por una gruesa capa de lodo, semejante al adobe, de unos doce centímetros de grueso.

    Los agujeros del techo servían, tanto para la salida del humo como para salir de la habitación, pues se vivía en la superficie plana del techo, usándola como piso, lo que se demuestra con la cantidad de objetos, metates, etc., que se hallan sobre él.

    A veces los pequeños depósitos de semillas hechos de losas aumentaban de tamaño, hasta convertirse en piezas que se agrupaban alrededor de la habitación, en algunas ocasiones hasta el número de treinta, y es posible que a veces hayan tenido dos pisos.²⁰

    Además de estas modalidades en la construcción de albergues, los especialistas dicen que también se inició el cultivo de frijol, la domesticación del pavo, la fabricación de cerámica y posiblemente la manufactura y uso del arco y la flecha, pero que ya no se practicaba la deformación del cráneo.²¹

    La cerámica en este periodo, de acuerdo con los estudiosos, estaba hecha de

    barro secado al sol, después cocidos y reforzados con arena o pequeños fragmentos de roca.

    Al principio se hacían en moldes tejidos y tenían diversas formas de canastos, después se hicieron superponiendo tiras de barro en forma de anillos.²²

    Ahora bien, pese a estas modalidades se cree que los tejedores de cestos evolucionados tenían como principales actividades la caza, pesca y recolección. Sin embargo, aumentaron las cosechas de maíz, calabaza y frijol, que indudablemente reforzaron lo obtenido en las actividades fundamentales. Lo mismo sucedería con el pavo.

    La fase de los tejedores de cestos terminaría, coinciden algunos investigadores, en 100 a 200 a.n.e.; o mejor dicho, en esa época la cultura de los pueblos comenzó a predominar en el área; ésta se prolongó hasta la invasión de los españoles.

    En páginas anteriores nos hemos ya referido a los planteamientos que existen sobre la posible secuencia cultural de los tejedores de cestos y los pueblos, y la que rechaza este punto de vista.

    Si se siguen los parámetros de la construcción de habitaciones, sería más fácil aceptar la primera hipótesis que la segunda, porque propondría la irrupción violenta en el territorio de grupos étnicos del sur y, más aún, del exterminio total de los tejedores de cestos.

    La tesis de la secuencia se apoyaría en la sobrevivencia y readecuación de los silos por los Modified Basket Makers, que ya eran, más bien, casas-pozo con entradas por el techo, y en que los indios pueblo también las construyeron así, pero con el carácter de aposentos circulares subterráneos para ceremonias kivas.²³

    Otro sustento de esa tesis son los posibles contactos con grupos étnicos del sur que pudieron llegar con bagaje cultural e introducirlo al territorio de los tejedores de cestos, no por la vía de la violencia, sino mediante simbiosis más o menos pacífica en la que los logros culturales de cada uno de los grupos se readecuaron y redimensionaron debido a las condiciones creadas por ese contacto.²⁴ Ya se señaló que, en apoyo de la tesis de la secuencia, estarían además las adquisiciones culturales de los tejedores de cestos en su última fase. Éstos contribuirían a una mayor fijación o asentamiento estable de las comunidades, dados los avances en la construcción de albergues y el aumento de las plantas y animales domesticados.

    Por otra parte, los sitios y lugares donde se construyeron muchos de los pueblos quizá señalen un periodo de expansión y contacto, más o menos pacífico, con otras culturas de las que, tal vez, aprendieron el cultivo del algodón y su beneficio así como el trabajo de la turquesa.

    Los arqueólogos han periodizado la historia de esta cultura con base en la ocupación, la extensión territorial y algunas de las características sobresalientes en la construcción de los pueblos y las variantes en la fabricación de cerámica. Así pues, han llamado primera fase a los vestigios más antiguos; éstos se difundieron y localizan hoy en día en lo que sería el gran Lago Salado, al oeste hasta Nevada y al este hasta los límites de Texas. En aquella época, los indios pueblo vivían en pequeñas aldeas con casas de un solo piso, de planta rectangular o en forma de L y con seis a 12 aposentos; la kiva siempre estaba en el lado sur. La mampostería era todavía muy basta y en cuanto a cerámica se contentaban con vasijas cuyos lados sólo presentaban ondulaciones pintadas sencillamente.²⁵

    El segundo periodo, según los arqueólogos, es de 900 a 1300 d.n.e.²⁶ Ese lapso, de acuerdo con la evidencia arqueológica, estaría señalado por la expansión territorial de los pueblos, la ampliación de los conocimientos de construcción —que permitieron elevar los aposentos en más de dos pisos— y por nuevas técnicas y adornos en la cerámica. Walter Krickeberg señala lo siguiente:

    Durante la época del florecimiento de la cultura pueblo (900 a 1300 d.C.), se construyeron las grandes casas-pueblo, con planta rectangular, semicircular u ovalada, cuyas ruinas se hallan hoy día a cada paso en la región del Río de San Juan, en el fondo de los valles o en lo alto de las mesetas, consisten estas aldeas, como en el panal de abejas, en numerosos aposentos, contiguos los unos a los otros y superpuestos en filas escalonadas; antiguamente, presentaban hacia fuera una sola pared alta y lisa de cuatro a cinco pisos y circundaba por tres pisos un patio donde estaban las kivas. A la misma época pertenecen los cliffwellings que se construían bajo el techo de rocas sobresalientes, en los despeñaderos de los barrancos, lo que tuvo, naturalmente, por consecuencia, por lo reducido del lugar, que se alterara frecuentemente la configuración de los aposentos, que originalmente había sido semejante a la de las casas-pueblo. Algunas de estas ruinas muestran construcciones que figuran entre las más grandes de América precolombina como, por ejemplo, Pueblo Bonito, en el Cañón Chaco del estado de Nuevo México, que constaba de más de 500 aposentos y 25 kivas; o el palacio de los riscos de la Mesa Verde en la región del Río Mancos, estado de Colorado, con 117 aposentos en la planta baja y 23 kivas... También en otras afluentes del Río Colorado (Little Colorado, Río Gila), se levantaron en aquella época los primeros establecimientos al estilo de los pueblo...

    La mayoría de las vasijas de barro de ese periodo muestran formas sencillas con un slip blanco agrisado y decorado en negro, cuyos motivos son derivados de la ornamentación geométrica de la cestería escalonada. Sólo en la región del Río Mimbres, en el sureste de Nuevo México, el decorado presenta figuras humanas o animales. También son muy raras las creaciones plásticas, no solamente en la cerámica, sino incluso entre el utillaje y la[s] joya[s] de piedra, madera o concha.²⁷

    Con base en estas apreciaciones generales los arqueólogos reconocen que en los momentos iniciales de la cultura pueblo la influencia de las altas culturas del sur es la única que podría explicar la presencia repentina en el área de formas totalmente desconocidas. Sin embargo, en su época de florecimiento la cultura de los indios pueblo —con el transcurso del tiempo y la asimilación y readecuación de algunos usos y costumbres— adquirió personalidad propia; es decir, se habían recreado y readecuado muchos de lo usos y costumbres de los grupos nativos y de los recién llegados. Las necesidades impusieron las condiciones materiales de los sitios donde se asentaron, de tal suerte que en el apogeo de la fase de florecimiento se acuse, como ha señalado Walter Krickeberg, su independencia en cuanto a los rasgos esenciales de las altas culturas del sur.

    Un tercer periodo ocurriría después del 1300 d.n.e. y se extendería hasta la invasión de los españoles. Hay de nuevo, dos interpretaciones: Krickeberg sostendrá que ese periodo se caracteriza por una reducción en las áreas que ocupaban los pueblos. Marquina y otros arqueólogos apuntarían que fue de expansión. Krickeberg señalaría:

    Después de 1200 d.C., la creciente presión de las tribus nómadas de los shoshoni que se sentían atraídas por la cultura pueblo, y cuyas filas se vieron reforzadas, más larde, por los antepasados de los actuales apaches y navajo (que lingüísticamente pertenecen a los dañé), obligó a los indios pueblo a abandonar el Río de San Juan en el norte y el Río Gila en el sur y a retirarse al centro de su área en la región del Río Little Colorado y el Río Grande, donde nuevamente se dedicaron a levantar grandes y numerosos pueblos, a veces en combinación con cuevas, como en la región de la Meseta de Pajaritos, Nuevo México.

    En este periodo, la cerámica vuelve a alcanzar un notable florecimiento; desaparecen las vasijas con decorados en blanco y negro; en el rigor del Río Grande surge una cerámica con decorados de colores vidriosos; en Little Colorado se ven vasijas de color crema con figuras humanas o animales, curiosamente estilizadas, en color castaño, entre las que ya se notan seres míticos, como la serpiente emplumada del arte pictórico de los pueblos modernos. Este arte, que forma un notable contraste con la época anterior y que permite pensar en nuevas influencias mexicanas, florecía en el área de los pueblos, cuando llegaron los españoles (1540).²⁸

    Marquina, por su parte, diría:

    Aumenta el área de los pueblos en este periodo: se encuentran sitios pertenecientes a esta época en la región de los hopi (noreste de Arizona y en las cuencas de los ríos Colorado, Chiquito, Puerco, Verde, San Francisco, Pecos, Alto Gila y Salado).

    Parece que esta extensión se debió al movimiento de pueblos que partieron de Mesa Verde hacia el Río Grande y Gallup, hacia el sur y hacia el país Hopi, lo que a su vez provocó otra serie de movimientos en estas regiones.

    Se han dividido estas áreas en varias regiones: 1) rea Hopi, noreste de Arizona (cuenca del Colorado Chiquito); 2) rea del Salado, en Arizona Central (Alto Gila y Alto Río Salado); 3) rea Zuñi, o Cíbola, Arizona Oriental y Nuevo México Occidental; 4) rea del Río Grande, Nuevo México Central y rea de Chihuahua, en este estado de la República Mexicana.

    Las construcciones de este periodo se siguieron haciendo tanto en los acantilados como en los terrenos abiertos.

    Las construcciones en terreno abierto... adquirieron grandes dimensiones, formando verdaderas ciudades que a veces cubren una superficie de cuatro a cinco hectáreas. Algunos de estos pueblos presentan una distribución simétrica con filas de cuartos alrededor de una plaza cuadrada o rectangular, como en Puye, con entrada por uno de los lados; estas filas varían desde dos hasta diez, y se componen de uno, dos, tres y hasta cuatro pisos, que se ven escalonados de piso en piso, disminuyendo el número de crujías y dejando una terraza en los techos de la crujía inferior, y sólo tenían acceso por escaleras portátiles de madera. A veces se reúnen dos o tres de estos cuadrados, como en Kwengyawinge o en Ruina número 17, pero generalmente presentan disposiciones muy irregulares (Tshirege y Tsankawi), o se distribuyen en manzanas irregulares, separadas por calles como Otowi.²⁹

    Si estos rasgos son los que sirvieron a los arqueólogos para periodizar la historia de estas culturas, faltaría una serie de pequeños elementos que permitieran reconstruir esa historia en su parte menuda; conocer su construcción y reconstrucción cotidiana, contactos y conflictos, mentalidad, mitos, ceremonias, comportamientos sociales, relaciones familiares, etc. De lo cual hoy sólo tenemos su esqueleto. Pero, al parecer, por el momento habremos de conformarnos con él. Quizá próximas investigaciones puedan irle dando cuerpo.

    La cultura pueblo se erigió en buena medida sobre el cultivo del maíz, calabaza, frijol, algodón y tabaco. La cosecha se lograba, en algunas partes, gracias a la conducción de aguas de los ríos a los campos de cultivo; a la construcción de diques, presas y terrazas, amén de una subsecuente transformación del maíz que, como dice Walter Krickeberg, tras una selección centenaria se consiguió una variedad cuyas raíces penetran a gran profundidad del suelo de aquellas tierras áridas y que, además, necesitan poca agua y maduran pronto.³⁰

    Para sembrar el maíz se usó un bastón-pala; con éste se hacía un agujero bastante hondo y en él depositaban varios granos, con lo que las matas crecían apiñonadas.³¹ El maíz era el principal alimento. Una de sus tantas preparaciones érala tortilla del grueso de una hoja de papel que se cocía sobre una loza. Además la dieta se complementaba con calabaza, frijol, guajolote y frutos de la recolección, como el piñón; y con carne roja de conejo, ciervo y búfalo obtenida mediante la caza.

    Los hombres labraban la tierra y también eran los que hilaban y tejían. Las mujeres, por su parte, trabajan la cerámica y la cestería. Ésta, en

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