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La memoria esculpida
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La memoria esculpida

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Martín Chirino se consideraba "un estoico apasionado", convencido de que "sin pasión no hay vida", y "un solitario errante y cosmopolita", con el exclusivo límite al nomadismo perpetuo -Canarias, Nueva York, París, Madrid...- del taller, ubicuo y casi portátil, que "es, tal vez, mi único y verdadero hogar". Martín Chirino. La memoria esculpida. Conversaciones con Antonio Puente es la biografía artística e intelectual, y sobre todo humana, de uno de los artistas españoles contemporáneos con mayor proyección internacional. Por espacio de tres años, se sucedieron las conversaciones entre el escultor Martín Chirino y el escritor y periodista Antonio Puente, tanto en su residencia canaria como en su casa madrileña de Morata de Tajuña. Desde el privilegio de la lúcida longevidad, Chirino desgrana aquí la evolución de su pensamiento sobre la vida en general y el arte en particular; un valioso testimonio cruzado que, a partir de su origen insular, tan determinante en su obra, se extiende a tres continentes: África, clave en la primera etapa de su formación; América, donde residió -a orillas del río Hudson, en Nueva York-, y Europa, de cuyas vanguardias bebió para erigirse en aventajado representante del grupo El Paso, "un oasis de informalismo en el páramo de la posguerra española". A modo de legado, aseveró: "Yo soy el hombre que, gracias a su obra, está hecho de una sola pieza. Pero también lleno de dudas".
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 may 2019
ISBN9788417747718
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    La memoria esculpida - Martín Chirino

    © José Carlos Guerra

    Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925–Madrid, 2019) ha sido autor de una obra de proyección universal por la que ha recibido múltiples premios nacionales e internacionales. Desde muy joven viajó a Madrid para formarse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando e investigar sobre el hierro y la forja española. En Italia estudió a los clásicos, y completó su formación en la School of Fine Arts de Londres. En 1958 se incorporó al grupo El Paso. Tras su participación en la muestra «New Spanish Painting and Sculpture», en el MoMa de Nueva York, tendrá una presencia permanente en Estados Unidos. Desde los años setenta, realizó numerosos proyectos monumentales inspirados en la espiral del viento. Ha sido presidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y fundador-director del Centro Atlántico de Arte Moderno, en Las Palmas. En 2015 constituyó la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino en Las Palmas de Gran Canaria.

    Antonio Puente (Las Palmas de Gran Canaria, 1961) es escritor, periodista y crítico literario. Licenciado en Ciencias de la Información y en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid y diplomado en Estudios Avanzados en Filología Hispánica por la Uned, ha colaborado, y colabora, en diversos medios de difusión nacional, como El País, La Razón, ABC, y en el periódico canario La Provincia. También en revistas culturales, como El Urogallo, Syntaxis, Quimera, Serta, Frontera-D… En poesía, ha publicado Contrazul (1994), Agua por señas (2007), Sofá de arena (2008), Premio Pedro García Cabrera, y Ojos de garza (2015). Como ensayista es autor de De una poética de la escisión (2016), e Isla militante. El testamento insular de Shakespeare y Cervantes (2018). Ha sido director de Comunicación del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), cargo que actualmente desempeña en la Fundación Martín Chirino.

    Martín Chirino se consideraba «un estoico apasionado», convencido de que «sin pasión no hay vida», y «un solitario errante y cosmopolita», con el exclusivo límite al nomadismo perpetuo –Canarias, Nueva York, París, Madrid...– del taller, ubicuo y casi portátil, que «es, tal vez, mi único y verdadero hogar». Martín Chirino. La memoria esculpida. Conversaciones con Antonio Puente es la biografía artística e intelectual, y sobre todo humana, de uno de los artistas españoles contemporáneos con mayor proyección internacional.

    Por espacio de tres años, se sucedieron las conversaciones entre el escultor Martín Chirino y el escritor y periodista Antonio Puente, tanto en su residencia canaria como en su casa madrileña de Morata de Tajuña. Desde el privilegio de la lúcida longevidad, Chirino desgrana aquí la evolución de su pensamiento sobre la vida en general y el arte en particular; un valioso testimonio cruzado que, a partir de su origen insular, tan determinante en su obra, se extiende a tres continentes: África, clave en la primera etapa de su formación; América, donde residió –a orillas del río Hudson, en Nueva York–, y Europa, de cuyas vanguardias bebió para erigirse en aventajado representante del grupo El Paso, «un oasis de informalismo en el páramo de la posguerra española». A modo de legado, aseveró: «Yo soy el hombre que, gracias a su obra, está hecho de una sola pieza. Pero también lleno de dudas».

    Edición al cuidado de María Cifuentes

    Publicado por:

    Galaxia Gutenberg, S.L.

    Av. Diagonal, 361, 2.º 1.ª

    08037-Barcelona

    info@galaxiagutenberg.com

    www.galaxiagutenberg.com

    Edición en formato digital: mayo de 2019

    © Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino, 2019

    © Galaxia Gutenberg, S.L., 2019

    Imagen de portada: © Alejandro Togores, 1971

    Conversión a formato digital: Maria Garcia

    ISBN: 978-84-17747-71-8

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede realizarse con la autorización de sus titulares, aparte las excepciones previstas por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)

    Para Eduardo y Marta, y Clara

    e Inés Rodríguez Chirino

    Y a Rafael Monagas

    Para Saulo y Omar Puente Rodríguez

    Nada de lo que digo podrá entender quien no sienta en su piel el viento helado de la angustia. Cuesta dolor, ciertamente, el estar hecho de distinta manera y vivir en el vértigo ante el abismo de lo distinto

    MARTÍN CHIRINO, en La reja y el arado

    El trazado de una vida humana es tan complejo como la imagen de una galaxia. Si la mirásemos de cerca, nos percataríamos de que esos grupos de acontecimientos, esos encuentros percibidos en un principio como sin relación unos con otros, están unidos entre sí por unas líneas tan tenues que le es difícil al ojo seguirlas y que tan pronto dejan, al parecer, de conducir a alguna parte, como se prolongan más allá de la página

    MARGUERITE YOURCENAR, en ¿Qué? La Eternidad

    ¡Qué pequeño es el cosmos (bastaría la bolsa de un canguro para contenerlo), qué baladí y encanijado en comparación con la conciencia humana, con el recuerdo de un solo individuo, y su expresión verbal!

    VLADÍMIR NABÓKOV, en Habla, memoria

    Introducción

    «La medida de la belleza es la simetría del tiempo», afirma Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1 de marzo de 1925), para agregar, a modo de silogismo: «Y el martillo que empleamos para buscarla es el tiempo, que nos atormenta». Son los dos umbrales –⁠meta y camino, armonía y esfuerzo⁠– que han fraguado su extenso quehacer como escultor, a solas difundido en sesenta años de reloj: desde su primera muestra individual, en el Ateneo de Madrid, «Los hierros de Martín Chirino», en 1958, a «Martín Chirino en su Finisterre», en 2018, en la galería Marlborough, vinculada a su firma durante décadas, también en Madrid. Con un movimiento espiral, según le costó averiguar para siempre desde que, justo en aquella fecha de su exposición inaugural, esculpiera el primero de sus Vientos, esas son sus dos manos: la utopía anhelada a que aspira, tras desprenderse del humo de los guantes, y el punto de partida, omnipresente en el trayecto –⁠con el mazo dando⁠–⁠, en un proceder sin término posible, dadas las puertas giratorias que, elípticamente, constituyen la entro-salida al espacio de la fragua, para él indisociable de la vida.

    Desde principios de 2015 –⁠en vísperas de la creación de la Fundación de Arte y Pensamiento Martín Chirino⁠– hasta mediados de 2018 –⁠tras esa exposición de título tan significado: «Martín Chirino en su Finisterre»⁠–⁠, las conversaciones se suceden; fluyen, se detienen, se reanudan, a veces en sesiones maratonianas de jornadas enteras. Oscilan, intermitentes, entre su casa de Morata, en la ribera del Tajuña, al sureste de Madrid, y, con mayor frecuencia, su nuevo domicilio junto al parque de San Telmo, donde antaño se hallaba el Muelle Viejo, a la entrada del casco histórico de Las Palmas de Gran Canaria. Aquí, en la espaciosa vista que se domina desde su alargada terraza, en una cuarta planta, se observa, a los pies, el ajetreo de las guaguas que van y vienen de todos los rincones de la Isla, en el Hoyo de toda la vida, hoy transformado en Intercambiador, colindante al Parque. Y, a cada brazo, se encuentran dos de sus emblemáticas esculturas que vertebran el imaginario de la ciudad: La espiral del viento, que sirve de grande pórtico a la nuclear y muy transitada arteria de Triana, antesala del casco histórico, y la Lady Harimaguada, de un blancor de espuma petrificada, junto a los rompeolas de la Avenida Marítima. Pero se aprecia, sobre todo, el ancho mar surcado de estelas portuarias, que tanto inspirara a poetas modernistas y vanguardistas, y aún de nuestros días; ese mar «como invitando a lo imposible», que señalara Alonso Quesada en El lino de los sueños; un mar con «su soledad tan parecida a la del hombre», que observa su exégeta y amigo Eugenio Padorno, que le rinde tributo en Septenario, y moteado, en fin –⁠como advirtiera Agustín Espinosa en su surreal novela Crimen⁠–⁠, «de velas latinas y chimeneas trasatlánticas».

    El escultor se

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