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Las armas de la hermosura
Las armas de la hermosura
Las armas de la hermosura
Libro electrónico174 páginas1 hora

Las armas de la hermosura

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Las armas de la hermosura es una obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca, una figura central del Siglo de Oro de la literatura española. En este texto, Calderón realiza una crítica punzante del concepto tradicional de honor que predominaba en la sociedad de su tiempo, particularmente en lo que respecta a las diferencias de género.
El honor, en la España del Siglo de Oro, era considerado una cualidad intrínsecamente masculina, ligada a la valentía, la castidad de la mujer de la familia y la reputación social. Este valor cultural solía emplearse para justificar conductas machistas y violentas, y relegaba a las mujeres a un papel secundario y pasivo.
En Las armas de la hermosura, Calderón desafía estas convenciones y presenta a sus personajes femeninos como seres dotados de las mismas capacidades y potencialidades que los hombres. A través de la trama y las acciones de sus personajes, Calderón demuestra que las mujeres también pueden ejercer la violencia y defender su honor, cuestionando así las limitaciones impuestas por el concepto tradicional de honor.
Esta visión progresista y crítica de Calderón es una de las razones por las que su obra sigue siendo relevante y estudiada en la actualidad. A pesar de que fue escrita hace varios siglos, Las armas de la hermosura plantea cuestiones sobre la igualdad de género y los roles de género que siguen siendo pertinentes en el mundo contemporáneo.
En este sentido, Las armas de la hermosura puede considerarse un antecedente temprano del feminismo y una contribución valiosa al debate sobre la igualdad de género. A través de su dramaturgia, Calderón nos invita a reflexionar sobre la construcción social del género y las formas en que nuestras ideas sobre el honor y la virtud pueden ser utilizadas para perpetuar la desigualdad y la violencia.
IdiomaEspañol
EditorialLinkgua
Fecha de lanzamiento31 ago 2010
ISBN9788499532752
Las armas de la hermosura

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    Las armas de la hermosura - Pedro Calderón de la Barca

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    Pedro Calderón de la Barca

    Las armas

    de la hermosura

    Barcelona 2024

    Linkgua-ediciones.com

    Créditos

    Título original: Las armas de la hermosura.

    © 2024, Red ediciones S.L.

    e-mail: info@Linkgua-ediciones.com

    Diseño de cubierta: Michel Mallard.

    ISBN tapa dura: 978-84-1126-324-5.

    ISBN rústica: 978-84-9816-438-1.

    ISBN ebook: 978-84-9953-275-2.

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

    Sumario

    Créditos 4

    Brevísima presentación 7

    La vida 7

    Personajes 8

    Jornada primera 9

    Jornada segunda 61

    Jornada tercera 115

    Libros a la carta 163

    Brevísima presentación

    La vida

    Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.

    Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.

    Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.

    Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.

    Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.

    Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermano José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.

    Personajes

    Coriolano, galán

    Lelio, galán

    Enio, galán

    Aurelio, viejo

    Flavio, viejo

    Sabinio, rey

    Emilio, soldado

    Pasquín, gracioso

    Veturia, dama

    Libia, criada

    Astrea, reina

    Relator

    Cuatro damas

    Soldados romanos

    Soldados sabinos

    Criados

    Músicos

    Jornada primera

    (Córrese la cortina, y vense todos los bastidores del teatro trasmutados en aparadores de piezas de plata, y en medio una mesa llena de vasos y viandas, y sentados a ella hombres y mujeres, y en su principal asiento Coriolano y Veturia, y los músicos detrás, arrimados al foro, y Pasquín y otros criados sirviendo a la mesa.)

    Coro I No puede amor

    hacer mi dicha mayor.

    Coro II Ni mi deseo

    pasar del bien que [poseo].

    Coroliano Sin duda, Veturia bella,

    esta canción se escribió

    por mí, pues solo fui yo

    feliz influjo de aquella

    de Venus brillante estrella;

    pues benigna en mi favor...

    Los dos coros No puede amor

    hacer mi dicha mayor.

    Veturia Mejor debo yo entender

    su benévolo influir;

    pues, dándome que sentir,

    me deja que agradecer;

    y más el día que a ser

    llegue la ventura mía

    tu esposa, pues ese día

    no podrán mi fe, mi empleo...

    Veturia y

    Coro II Ni mi deseo

    pasar del bien que poseo.

    Hombre I A tanta solemnidad

    desde ahora será bien

    que todos en parabién

    brindemos.

    Hombre II A que su edad

    viva eterna.

    Hombre III Y su beldad

    en fecunda sucesión

    a Roma ilustre.

    Pasquín Éstos son

    convidados que me placen,

    que a un tiempo la razón hacen

    y deshacen la razón.

    Músicos No puede amor

    hacer mi dicha mayor,

    ni mi deseo

    pasar del bien que poseo.

    Mujer I Todas, ya que la fortuna

    trocó el pesar en placer,

    esa salva hemos de hacer.

    Libia ¿Cómo se podrá ninguna

    excusar, si cada una,

    de cuantas hoy Roma encierra,

    feliz el susto destierra

    de aquel pasado temor?

    Mujer I y

    Músicos Y no puede amor

    hacer su dicha...

    (Dentro.)

    Voces ¡Arma, guerra!

    (Cajas y trompetas dentro, y alborótanse todos.)

    Hombre ¡Qué asombro!

    Mujer I ¡Qué confusión!

    Coroliano ¿Qué novedad será ésta,

    que dentro de Roma forman

    voces, cajas y trompetas?

    Todos ¿Quién causa este estruendo?

    (Salen Aurelio y Enio de soldado.)

    Aurelio Yo.

    Coroliano ¿Tú, señor?

    Aurelio Sí.

    Coroliano Pues ¿qué intentas?

    Aurelio Despertar tu torpe olvido,

    porque, al ver que en mi hijo empieza

    la reprehensión, sepan todos

    que, anticipada la queja,

    antes que a mí su pregunta,

    llegó a ellos mi respuesta.

    Quitad, romped, arrojad

    aparadores y mesas,

    nocivos faustos de Flora

    y Baco, cuando es bien sean

    pompas de Marte y Belona.

    (Ocúltanse los aparadores y mesas.)

    Y porque la causa sepan,

    Enio, dile a Coriolano

    y a cuantos con él celebran,

    bastardos hijos del ocio,

    cultos al Amor, las nuevas

    que traes de Sabinia...

    Veturia (Aparte.) (¡Cielos!

    ¿Qué nuevas pueden ser éstas?)

    Libia (Aparte.) (Oye y disimula.)

    Aurelio ...en tanto

    que a toda Roma las cuentan

    públicos edictos que,

    para freno y para rienda

    de tan locos devaneos,

    dispone el Senado.

    Enio Fuerza,

    como a primer senador,

    es, señor, que te obedezca,

    y fuerza también que haya,

    para que mejor se atiendan,

    de enlazar con su principio

    el nuevo motivo.

    Aurelio Sea,

    no como quien le refiere,

    sino como quien le acuerda.

    Enio Sabinio, rey de Sabinia,

    mal ofendido de aquella

    fingida amistad con que

    Rómulo, atento a que fuera

    eterna la población

    de su gran fábrica inmensa

    que, émula a Jerusalén,

    también en montes se asienta,

    y que no pudiera serlo,

    sin que de su descendencia

    la sucesión se propague,

    viendo cuánto para ella

    buscar consortes debía,

    convidó para unas fiestas

    los comarcanos sabinos

    con sus familias, en muestra

    de firmar con ellos paces.

    Aurelio Si lo fueron o no, deja

    al silencio esas memorias,

    pues nadie hay que no las sepa,

    según en su gran teatro

    al mundo las representan

    el tiempo en veloces

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