Las armas de la hermosura
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El honor, en la España del Siglo de Oro, era considerado una cualidad intrínsecamente masculina, ligada a la valentía, la castidad de la mujer de la familia y la reputación social. Este valor cultural solía emplearse para justificar conductas machistas y violentas, y relegaba a las mujeres a un papel secundario y pasivo.
En Las armas de la hermosura, Calderón desafía estas convenciones y presenta a sus personajes femeninos como seres dotados de las mismas capacidades y potencialidades que los hombres. A través de la trama y las acciones de sus personajes, Calderón demuestra que las mujeres también pueden ejercer la violencia y defender su honor, cuestionando así las limitaciones impuestas por el concepto tradicional de honor.
Esta visión progresista y crítica de Calderón es una de las razones por las que su obra sigue siendo relevante y estudiada en la actualidad. A pesar de que fue escrita hace varios siglos, Las armas de la hermosura plantea cuestiones sobre la igualdad de género y los roles de género que siguen siendo pertinentes en el mundo contemporáneo.
En este sentido, Las armas de la hermosura puede considerarse un antecedente temprano del feminismo y una contribución valiosa al debate sobre la igualdad de género. A través de su dramaturgia, Calderón nos invita a reflexionar sobre la construcción social del género y las formas en que nuestras ideas sobre el honor y la virtud pueden ser utilizadas para perpetuar la desigualdad y la violencia.
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Las armas de la hermosura - Pedro Calderón de la Barca
Pedro Calderón de la Barca
Las armas
de la hermosura
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Créditos
Título original: Las armas de la hermosura.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: info@Linkgua-ediciones.com
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-324-5.
ISBN rústica: 978-84-9816-438-1.
ISBN ebook: 978-84-9953-275-2.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.
Sumario
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 61
Jornada tercera 115
Libros a la carta 163
Brevísima presentación
La vida
Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 1600-Madrid, 1681). España.
Su padre era noble y escribano en el consejo de hacienda del rey. Se educó en el colegio imperial de los jesuitas y más tarde entró en las universidades de Alcalá y Salamanca, aunque no se sabe si llegó a graduarse.
Tuvo una juventud turbulenta. Incluso se le acusa de la muerte de algunos de sus enemigos. En 1621 se negó a ser sacerdote, y poco después, en 1623, empezó a escribir y estrenar obras de teatro. Escribió más de ciento veinte, otra docena larga en colaboración y alrededor de setenta autos sacramentales. Sus primeros estrenos fueron en corrales.
Lope de Vega elogió sus obras, pero en 1629 dejaron de ser amigos tras un extraño incidente: un hermano de Calderón fue agredido y, éste al perseguir al atacante, entró en un convento donde vivía como monja la hija de Lope. Nadie sabe qué pasó.
Entre 1635 y 1637, Calderón de la Barca fue nombrado caballero de la Orden de Santiago. Por entonces publicó veinticuatro comedias en dos volúmenes y La vida es sueño (1636), su obra más célebre. En la década siguiente vivió en Cataluña y, entre 1640 y 1642, combatió con las tropas castellanas. Sin embargo, su salud se quebrantó y abandonó la vida militar. Entre 1647 y 1649 la muerte de la reina y después la del príncipe heredero provocaron el cierre de los teatros, por lo que Calderón tuvo que limitarse a escribir autos sacramentales.
Calderón murió mientras trabajaba en una comedia dedicada a la reina María Luisa, mujer de Carlos II el Hechizado. Su hermano José, hombre pendenciero, fue uno de sus editores más fieles.
Personajes
Coriolano, galán
Lelio, galán
Enio, galán
Aurelio, viejo
Flavio, viejo
Sabinio, rey
Emilio, soldado
Pasquín, gracioso
Veturia, dama
Libia, criada
Astrea, reina
Relator
Cuatro damas
Soldados romanos
Soldados sabinos
Criados
Músicos
Jornada primera
(Córrese la cortina, y vense todos los bastidores del teatro trasmutados en aparadores de piezas de plata, y en medio una mesa llena de vasos y viandas, y sentados a ella hombres y mujeres, y en su principal asiento Coriolano y Veturia, y los músicos detrás, arrimados al foro, y Pasquín y otros criados sirviendo a la mesa.)
Coro I No puede amor
hacer mi dicha mayor.
Coro II Ni mi deseo
pasar del bien que [poseo].
Coroliano Sin duda, Veturia bella,
esta canción se escribió
por mí, pues solo fui yo
feliz influjo de aquella
de Venus brillante estrella;
pues benigna en mi favor...
Los dos coros No puede amor
hacer mi dicha mayor.
Veturia Mejor debo yo entender
su benévolo influir;
pues, dándome que sentir,
me deja que agradecer;
y más el día que a ser
llegue la ventura mía
tu esposa, pues ese día
no podrán mi fe, mi empleo...
Veturia y
Coro II Ni mi deseo
pasar del bien que poseo.
Hombre I A tanta solemnidad
desde ahora será bien
que todos en parabién
brindemos.
Hombre II A que su edad
viva eterna.
Hombre III Y su beldad
en fecunda sucesión
a Roma ilustre.
Pasquín Éstos son
convidados que me placen,
que a un tiempo la razón hacen
y deshacen la razón.
Músicos No puede amor
hacer mi dicha mayor,
ni mi deseo
pasar del bien que poseo.
Mujer I Todas, ya que la fortuna
trocó el pesar en placer,
esa salva hemos de hacer.
Libia ¿Cómo se podrá ninguna
excusar, si cada una,
de cuantas hoy Roma encierra,
feliz el susto destierra
de aquel pasado temor?
Mujer I y
Músicos Y no puede amor
hacer su dicha...
(Dentro.)
Voces ¡Arma, guerra!
(Cajas y trompetas dentro, y alborótanse todos.)
Hombre ¡Qué asombro!
Mujer I ¡Qué confusión!
Coroliano ¿Qué novedad será ésta,
que dentro de Roma forman
voces, cajas y trompetas?
Todos ¿Quién causa este estruendo?
(Salen Aurelio y Enio de soldado.)
Aurelio Yo.
Coroliano ¿Tú, señor?
Aurelio Sí.
Coroliano Pues ¿qué intentas?
Aurelio Despertar tu torpe olvido,
porque, al ver que en mi hijo empieza
la reprehensión, sepan todos
que, anticipada la queja,
antes que a mí su pregunta,
llegó a ellos mi respuesta.
Quitad, romped, arrojad
aparadores y mesas,
nocivos faustos de Flora
y Baco, cuando es bien sean
pompas de Marte y Belona.
(Ocúltanse los aparadores y mesas.)
Y porque la causa sepan,
Enio, dile a Coriolano
y a cuantos con él celebran,
bastardos hijos del ocio,
cultos al Amor, las nuevas
que traes de Sabinia...
Veturia (Aparte.) (¡Cielos!
¿Qué nuevas pueden ser éstas?)
Libia (Aparte.) (Oye y disimula.)
Aurelio ...en tanto
que a toda Roma las cuentan
públicos edictos que,
para freno y para rienda
de tan locos devaneos,
dispone el Senado.
Enio Fuerza,
como a primer senador,
es, señor, que te obedezca,
y fuerza también que haya,
para que mejor se atiendan,
de enlazar con su principio
el nuevo motivo.
Aurelio Sea,
no como quien le refiere,
sino como quien le acuerda.
Enio Sabinio, rey de Sabinia,
mal ofendido de aquella
fingida amistad con que
Rómulo, atento a que fuera
eterna la población
de su gran fábrica inmensa
que, émula a Jerusalén,
también en montes se asienta,
y que no pudiera serlo,
sin que de su descendencia
la sucesión se propague,
viendo cuánto para ella
buscar consortes debía,
convidó para unas fiestas
los comarcanos sabinos
con sus familias, en muestra
de firmar con ellos paces.
Aurelio Si lo fueron o no, deja
al silencio esas memorias,
pues nadie hay que no las sepa,
según en su gran teatro
al mundo las representan
el tiempo en veloces