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La farsa de las startups: La cara oculta del mito emprendedor
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La farsa de las startups: La cara oculta del mito emprendedor
Libro electrónico222 páginas3 horas

La farsa de las startups: La cara oculta del mito emprendedor

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El mundo de las startups está de moda. Miles de jóvenes se embarcan en esta aventura empresarial seducidos por el éxito de los nuevos millonarios, persuadidos por la épica del emprendimiento, deslumbrados por el glamoroso show de las rondas de financiación... Lo que la mayoría no sabe es que solo una de cada diez startup consigue alcanzar los tres años de vida. Sin embargo, este no es un libro contra las startups. Javier López Menacho, además de desmontar los relatos sesgados de este nuevo culto al éxito rápido, aporta su experiencia para beneficio de todo aquel que quiera seguir el camino del emprendimiento centrado en las personas y en los valores compartidos.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 feb 2018
ISBN9788490975992
La farsa de las startups: La cara oculta del mito emprendedor
Autor

Javier López Menacho

Javier López Menacho (Jerez de la Frontera, 1982) es escritor, docente y especialista en comunicación digital. Ha publicado los ensayos La farsa de las startups (2019), Yo, charnego (2020) y La generación Like (2021), además de la novela El profeta (2019), el libro de relatos Hijos del Sur (2016), el libro de divulgación SOS, 25 casos para superar una crisis de reputación digital (2018) y el cuento Juan sin miedo (2016). Ha colaborado en publicaciones como La voz del sur, La Marea, CTXT, Secretolivo, Qué leer y en otros relacionados con las nuevas tecnologías como Marketing4eCommerce, Revista Byte TI o Beers&Politics. Estudió un máster en creación literaria por la Universitat Pompeu Fabra y es profesor colaborador de la Universitat de Barcelona en su Máster DCEI-UAB y del Máster en Reputación e Intangibles Empresariales en la Era Digital de la Universidad Complutense de Madrid. Algunas de sus obras han sido traducidas al griego y el alemán.

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    La farsa de las startups - Javier López Menacho

    Javier López Menacho

    Natural de Jerez de la Frontera, es escritor y especialista en comunicación y reputación digital. Ha trabajado como social media manager, community manager y creador de contenidos, ejerciendo tanto de freelance como formando parte del equipo humano de diferentes compañías relacionadas con el entorno digital. Es autor del libro de crónicas Yo, precario (Libros del lince, 2013), el libro de relatos Hijos del sur (Tierra de nadie, 2016) y el libro divulgativo SOS, 25 casos para superar una crisis de reputación digital (Editorial UOC, 2018). Ha colaborado en medios de comunicación como La Marea, CTXT contexto y acción, Secretolivo, Qué leer, Lavozdelsur.es y en otros relacionados con las nuevas tecnologías como Marketing4eCommerce, Revista Byte TI o Beers&Politics. También codirige La Réplica, periodismo incómodo.

    Javier López Menacho

    La farsa de las startups

    La cara oculta del mito emprendedor

    diseño de cubierta: pablo nanclares

    © Javier López Menacho, 2019

    © Los libros de la Catarata, 2019

    Fuencarral, 70

    28004 Madrid

    Tel. 91 532 20 77

    www.catarata.org

    La farsa de las startups.

    La cara oculta del mito emprendedor

    ISBN: 978-84-9097-626-5

    e-ISBN: 978-84-9097-636-4

    DEPÓSITO LEGAL: M-2.304-2019

    IBIC: kjd/kjmd/kjp

    este libro ha sido editado para ser distribuido. La intención de los editores es que sea utilizado lo más ampliamente posible, que sean adquiridos originales para permitir la edición de otros nuevos y que, de reproducir partes, se haga constar el título y la autoría.

    A los compañeros y compañeras con quienes trabajé codo a codo por hacer un entorno laboral más justo.

    Prólogo

    Decía un amigo escritor que solo le interesaba la literatura del yo si esta era capaz de hablar del nosotros. Si ese yo se convertía por decisión propia en una excusa narrativa, un ser casi invisible, espectador de lo que acontecía a su alrededor. Las demás historias —las de superación personal, dudas existenciales o vidas extraordinarias—, no le interesaban lo más mínimo. Con esa primera intención y no otra, resucito mi yo para este prólogo.

    Dos años después de que llegara a Barcelona, a partir de 2012, comencé a trabajar, además de en trabajos precarios de diversa índole (que relaté en mi primer libro Yo, precario), en varias startups, siempre en materia de estrategia digital o marketing de contenidos.

    La primera de las startups para la que desempeñé mi trabajo fue una conocida marketplace de venta de planes de ocio, que tuvo una salida de galgo y una parada de elefante. Tras un comienzo fulgurante en el que amplió su equipo a más trescientos trabajadores, fue menguando de forma paulatina en el tiempo hasta quedarse convertida en una empresa fantasma. Con todo su soporte legal pero las oficinas vacías. En casi una década de vida, se pasó de una promesa de modernidad y estabilidad, sueldos decentes y cultura interna cool, a rostros desencajados por la oficina y una sensación de batalla por la supervivencia. Los restos humanos del naufragio fueron a desembocar a diferentes empresas que recogían los supervivientes y es ofrecían comenzar de nuevo. Aún albergo la sensación de que muchos de los que por allí pasaron siguen a la deriva.

    La segunda empresa para la que trabajé era una startup de cursos de formación online que no llegó a los dos años de vida. Pese a que su estructura era raquítica y su capital humano, escaso (apenas siete trabajadores), los resultados de ventas asomaban su cabeza cada mes por la oficina, aludiendo a la cruda realidad: no era un negocio sostenible. Después de sufrir un ERE, la empresa cerró y el dueño tuvo que vender parte de sus propiedades para asumir la deuda acumulada. Era un epílogo fatal para su carrera profesional, pues se trataba de un empresario que superaba con creces la edad de jubilación. Este fracaso empañó toda una trayectoria de éxito, y solo los réditos acumulados después de muchos años de trabajo le sirvieron para paliar los efectos de una empresa abocada al cierre desde su nacimiento. La startup precipitó su retirada.

    No pasaría demasiado tiempo hasta que colaborara trabajando de freelance con una e-commerce que trataba de establecerse como el bazar online de referencia en España, vendiendo productos baratísimos a gran escala, pero también resultó un proyecto infructuoso y tuvo que pivotar para sobrevivir, reconvirtiéndose en distribuidora para otros negocios.

    Con mi maleta a cuestas, fui a parar a una empresa de formación cuyos alumnos eran captados en el entorno online. La cosa prometía, pero terminó compartiendo el mismo destino que las demás. Así hasta que me planté, dejé las empresas digitales relacionadas con las nuevas tecnologías y encontré trabajo en una pyme tradicional.

    ¿Qué sucedió durante todo ese tiempo? ¿Alguien me había echado un mal de ojo? ¿Tenía mal fario?

    No, simplemente experimentaba en mi vida laboral la cruda realidad de las startups en todo el mundo, una realidad que no se proyecta de cara al exterior y que solo comprendes una vez que estás dentro y entiendes sus códigos. Desconocía el show business que gira en torno al mismo: las rondas de financiación, los ángeles inversores, el glamour de los medios de comunicación y su indispensable creación de nuevos iconos del emprendimiento, los gurúes que deambulan alrededor, escuelas de negocios, webs tecnológicas buscando el clic fácil, etcétera.

    Más tarde supe que, aproximadamente, de cada diez proyectos que se crean, nueve se quedan en el camino. Así que resultaba del todo lógico que en mi timeline de LinkedIn (la red social del mundo laboral) figuraran de manera frecuente miembros que formaron parte de las plantillas de las empresas por las que transité. Hombres y mujeres obligados a reinventarse y reintegrarse en el mundo laboral. Dando tantos bandazos como yo estaba dando. La promesa de la innovación te transfería a un laberinto de incertidumbre del que costaba mucho salir. La frustración y la curiosidad me llevaron a investigar sobre todo aquel ecosistema, pues a veces es importante comprender por qué suceden las cosas. Saber de dónde vienes para saber a dónde vas. Aprendí en poco tiempo el diccionario propio del CEO de una startup (conseguí identificar sus actores principales y sus satélites circundantes, conocer su ciclo de vida, el porqué de esa insaciable necesidad de financiación o su codicioso objetivo final: el exit.

    Lo que descubrí es que nada de lo que pasaba era casual. Y lo peor de todo, poco importaba.

    Para los grandes beneficiarios del negocio startups la desaparición de la gran mayoría de los proyectos emergentes creados ese año en España era algo absolutamente normal. Así venía funcionando el sistema, entraba en los cálculos del capital. El mundo startups quedaba reducido a mera matemática inversionista. Era cierto, hacían falta muchos fracasos para que, entre ellos, emergiera algún proyecto con capacidad de reventar el mercado. ¿Y qué? Ese estruendo serviría para acallar todas las pequeñas detonaciones. Las futuras ganancias de un modelo de negocio hiperescalable solaparían las demás pérdidas.

    Eso sí, el beneficio se repartiría entre unos pocos, concentrando la riqueza en la cúspide piramidal de la startup y sus inversionistas. Mientras el perfil mediático de un joven empresario de éxito cegaba a la opinión pública, el resto de la plantilla quedaría a merced del capricho de los mercados y la misma incertidumbre con la que comenzaron.

    Solo hacía falta convocar a fieles creyentes dispuestos a inmolarse por llegar a ser como su referencia histórica, Steve Jobs. Un discurso legitimado por actores de enorme peso, aparte de toda una industria que ancla por detrás un ideario que favorece la floración de nuevas ideas emprendedoras que no saben la que se les viene encima.

    Jobs decía: La innovación es lo que distingue a un líder de los seguidores. Muchos mordieron ese anzuelo, esa promesa de prestigio y eternidad, pasando a engrosar la trituradora de sueños del emprendimiento.

    No, no era que yo, ni mis compañeros, ni algunos de mis jefes, ni las empresas en las que estuve trabajando fuéramos unos perdedores, gafes con el fracaso en vena, era ese culto al éxito y todo lo que traía detrás, pasando, como un rodillo, por encima de nosotros. La hipnótica melodía de un flautista que en vez de llevarte a Hamelín, te conducía, encantado, hacia un terrible agujero negro.

    Si este libro arroja algo de luz ante el abismo, y sirve para advertir de lo que conlleva emprender en un universo entregado a su propia farsa, habrá cumplido su propósito.

    Capítulo 1

    Desmontando la farsa startup

    ¿Es este un libro contra las startups? Definitivamente, no. Este es un libro a favor de las startups.

    Este ensayo pretende recuperar la esencia de las startups fundacionales que nacieron en el siglo pasado y reorientar su dimensión pública, entregada hoy a la sola lógica del capital. Busca discutir el concepto hegemónico que prevalece hoy en día y alertar de su inconveniencia. Regresar a eso que en el pasado parecía buena idea y llegó a compartir el imaginario colectivo: las startups como proyecto tecnológico, disruptivo e innovador que genera un impacto social positivo a gran escala. Empresas que emplean y valoran el talento de las nuevas generaciones. Proyectos capaces de producir beneficios al tiempo que prestan un servicio de ca­­lidad a sus clientes. Ideas que supieron anticipar el futuro.

    Todo eso debieron ser las startups, pero, en algún momento de su breve historia, se desvirtuó su significado, se desvaneció, o peor, se vendió al mejor postor. Entraron a escena inversores, bancos, especuladores, rondas de fi­­nanciación, asesores, consejeros, gurús y un sinfín de ac­­tores que modificaron el paradigma. Hoy, las startups son sinónimo de pelotazo. El arquetipo ha cambiado. De las empresas con pretensión de un bien común relacionado con las tecnologías hemos pasado al joven empresario que utiliza la excusa tecnológica para perseguir un único objetivo: forrarse.

    Desde que se inaugurara la era de las nuevas tecnologías en el ámbito empresarial, España ha asumido las peores costumbres de Silicon Valley enarbolando un discurso controvertido, donde el éxito y el dinero son motivos fundacionales y fines en sí mismos. Para hacerse dominantes, los trileros del sector juegan con tres conceptos totémicos que mueven a conveniencia: innovación, capitalismo y sociedad digital. Ahora te muestro uno, ahora te lo escondo. Ahora te hablo de economía colaborativa, ahora mi startup encarece el precio de la vivienda en la ciudad al tiempo que reparte jugosos dividendos en el mercado bursátil. Ahora te cuento lo de la economía gig y su flexibilidad laboral; ahora te ves inmerso en nuevas y sofisticadas fórmulas de explotación.

    Los emprendedores acuden a las rondas de financiación y a los concursos públicos alentados por el hedor del dinero fácil con el objetivo de buscar un exit que les permita vivir de rentas, dejando la patata caliente —una empresa no rentable— en otras manos. Es el juego del globo que estalla cuando el tiempo se acaba.

    Pese a la cuenta atrás, los aspirantes a Zuckerberg, como los actores que, mochila al hombro, subían a un autobús camino de Hollywood persiguiendo sus sueños, se lanzan a crear startups desempolvando aquella vieja idea de éxito. La del joven que regresa a su tierra saboreando las mieles del triunfo.

    Cabe preguntarse, ¿por qué todos los agentes socioeconómicos se empeñan en subrayar que la creación de una startup es el nuevo camino a la gloria personal y laboral? ¿Qué interés hay en señalarlas como la salvación de la economía si su impacto real es reducido? ¿Quiénes han dado pie a prestigiar este recorrido que transita por la más mera incertidumbre? ¿Por qué tantos emprendedores buscan el éxito creando una empresa innovadora si las estadísticas revelan su altísimo ratio de fracaso? ¿Qué razones hay para seguir soportando un discurso que dilapida los ahorros de multitud de pequeños emprendedores, conduce a familias enteras a la desesperación, consume la financiación de inversores, empeña recursos públicos y emplea a un número reducido de personas?

    Sobre el universo de las startups, la innovación y el emprendimiento gravitan multitud de organismos y entidades con intereses de todo tipo. No es de extrañar: el campo de batalla para un nuevo orden mundial es y será tecnológico. No en vano 8 de las 10 compañías más valiosas del mundo son tecnológicas. Los principales agentes políticos y económicos se concentran a su alrededor, vistiendo de cooperación lo que es puro interés en ocupar una posición de privilegio.

    En la cúspide del ecosistema se sitúan gobiernos, lobbies económicos y entidades bancarias que, tras su crisis mastodóntica, se encuentran ávidas de una buena campaña de branding; también hallamos inversores con experiencia en el casino de las startups que van detrás de una jugosa revalorización bursátil, además de grandes corporaciones (Facebook, Google, Amazon, Apple, Microsoft) con la necesidad de absorber inteligencia externa que les ayude a mantener su ventaja tecnológica.

    Y en el medio, los CEO de estas compañías actúan como cazafortunas que, seducidos por los cantos de sirena de un emprendimiento asociado a la innovación, mantienen la esperanza de escalar hasta convertirse en figuras de prestigio.

    En la base de la pirámide, un conglomerado de trabajadores constituye el eslabón más débil de la cadena trófica del emprendimiento startup, aportando su

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