Esclava de su corazón

Por Corinna Taylor

Cuando volví de Nueva Delhi con mi marido, nos esperaban sorpresas en nuestra vida en Manchester. Nunca imaginé que no ser aceptada por su familia me dolería tanto, nunca pensé que Royce Van Ewen había cometido un error y tenía otra familia, ni que él volvería a los combates.
En medio de tantos cambios... alguien resucitó mi pasión; tan fuerte fue... que me volvió completamente loca... de amor, de ilusión ¿Qué podía hacer? ¿Debía cruzar esa puerta?

• Idioma: Español
• Editorial: Brainy Bookstore Mckrause
• Fecha de lanzamiento: 8 ene 2019
• ISBN: 9780463915516

Corinna Taylor

Hija de padre británico y madre española, pasó la mayor parte de su vida viviendo entre Reino Unido y España. Su primera gran debilidad es la literatura y la segunda, viajar. Siempre le apasionaron las relaciones de pareja, recrearlas, descifrarlas, idealizarlas... es creadora del subgénero Déjà vu, y además, se encuentra súper a gusto escribiendo comedias románticas contemporáneas. Hoy compagina su trabajo de profesora y psicóloga con la escritura, y también, los viajes, por supuesto. English Daughter of British parents, her first great passion is to write and the second to travel. He always liked to create romantic adventures, these made him move to other places, at other times. Today she combines her work as a teacher with writing, and also with travel, of course.

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Capítulo 1

Verlo hacer sus movimientos de Taichí era una gozada, podía hacer con su cuerpo cualquier cosa. A pesar de llevar juntos varios meses, nunca me cansaba de admirar la perfección física de Royce Van Ewen, un hombre de extraordinaria belleza, su musculatura fibrosa, su agilidad, sus movimientos, estaba loca por él...

¿En la cama? un portento, ¡imaginaros! resistencia, flexibilidad, agilidad, fuerza... pero lo mejor de todo ¡Ternura y sensibilidad! A veces me sentía insegura de haber tenido tanta suerte, podría estar con cualquier mujer ¿Por qué me escogió a mí?

—¿Cuanto tiempo podremos aguantar aquí? —Pregunté sentada en la cocina, con la mirada perdida, triste y desilusionada.

—Quizás un par de meses más, debemos marcharnos de la India, Alexa... hemos de regresar. —Dijo mientras me masajeaba la espalda.

—¿Nos irá bien cariño? —Llevábamos unos meses de crisis desde que nos casamos en Nueva Delhi, hicimos una ceremonia india, pero la ilusión se esfumó a la par que se acumulaban nuestras facturas.

—Claro que sí, volveré a enseñar artes marciales, en Inglaterra tenía mucho trabajo ¿Recuerdas?

—Pero también nos espera el tormento de tu madre... ¡Joder! —Exclamé mientras daba un puñetazo en la mesa de madera.

Al principio, nuestra vida marchaba genial en Nueva Delhi, pero las cosas empezaron a cambiar. El dueño del edificio que teníamos alquilado murió y sus siete hijos decidieron venderlo. Al ser extranjeros no podíamos comprarlo y tuvimos que alquilar otro local, mucho peor. Esto se notó en la cantidad de clientes europeos que recibíamos en nuestro Centro de retiro espiritual, donde enseñábamos meditación, Taichí, servíamos comida vegetariana...

—Creí que no volvería a las artes marciales ¡Jajaja! —Al oírle, le miré con una sonrisa irónica, sus planes de abandonar la vida espartana de los combates de kárate, jiu-jitsu, jeet, kune, do... no funcionaron, su madre Katrina se pondría contenta.

—¿Que pasará con tu madre cariño? Ella no me quiere a tu lado. —Le cogí la mano, mirándole preocupada.

—Nos enfrentaremos a ella, ¡no conseguirá separarnos! —Creí en sus palabras porque abandonarlo todo fue un desafío, los combates de artes marciales eran su vida.

De regreso en Manchester nos aguardaba otra sorpresa, en el aeropuerto nos estaba esperando Katrina, ¡su madre!

—¡¡Bienvenido hijo!! —Gritó a lo lejos, mientras caminaba hacia nosotros, no podía creerlo.

—¡¿Como has podido saber que hemos regresado?! —Gritó Royce asombrado por el encuentro.

—¡Oh, no preguntes tanto! He estado toda la vida trabajando para la inteligencia militar... —Katrina Van Ewen imponía con su presencia, alta, atlética, larga melena rubia y brazos musculados, la hacían destacar entre la multitud.

—Tienes razón, supongo que sabrás por qué estamos aquí. —Comentó Royce, mientras me quitaba de las manos una pesada maleta, él solo podía sin esfuerzo con todo el equipaje.

—Ahora debéis descansar, me gustaría que vinierais los dos al castillo de Arlington, nuestro hogar hijo. —Royce arqueó las cejas y suspiró, no estaba por la labor de satisfacerla, pero yo me adelanté.

—¡Oh, será genial! Estamos exhaustos y hambrientos. —Dije sonriendo, creí que mantener la paz familiar era la mejor decisión.

—Está bien mamá, aunque hemos reservado hotel. —Añadió, salimos del aeropuerto y un enorme coche con el chofer fuera, nos estaba esperando.

—No os preocupéis, me ocuparé de todo. —Respondió ella, caminando frente a nosotros.

—¡¡Bienvenido Mr. Royce!! —Exclamó Braulio, el chófer, que iba vestido de forma clásica, con gorra y guantes.

—Gracias ¡¡Bonito coche mamá!! —El vehículo era un Rolls Royce antiguo, el interior era espectacular.

—Es para homenajearte a ti, hijo mío. —Guiñó un ojo y abrió la puerta para que ocupáramos nuestros asientos.

La cena en la fortaleza Arlington fue sublime, los sirvientes hicieron que nos sintiéramos como reyes; empecé a pensar que Katrina había abandonado su actitud hostil hacia mí.

—¡¿En serio quieres volver a las artes marciales?! Bueno, esto te ha servido para aprender. —Dijo mientras bebía un excelente vino en una copa plateada.

—¡No me arrepiento de nada! No intentes separarnos, ¡te lo advierto! —Exclamó Royce, frunciendo el ceño y señalando a su madre.

—¡¡No te he enseñado a señalar así, y menos a tu madre!! ¡Qué falta de respeto después de todo! —Dijo poniendo las dos manos sobre la mesa y tornándose colorada, quizás por la bebida.

—Lo siento mamá, pero ya sabes que tomé una decisión. —Comentó mientras probaba algunas frutas silvestres que nos habían servido en una bandeja.

—Si ¡Marcharte y abandonarlo todo! ¡¡Para regresar con las manos vacías!! —Manifestó con los brazos cruzados— Cuando aquí podrías haber alcanzado los mejores títulos de campeón.

—Fue mi decisión. —Royce se limpió la boca y se levantó de la mesa.

—¡¡Espera, no te precipites!! —Levantó la mano intentando frenar el impulso de su hijo—, voy a apoyarte, para que vuelvas a recuperar tu camino.

—¡No! ¡¡Pasé los mejores años de mi infancia entrenando y estudiando casi 19 horas diarias!! —Se hizo el silencio, Royce estaba furioso, con los puños apretados—. ¡Me separaste de mi padre porque decías que me ablandaba! Tengo un hermano perdido en Rusia del que no se nada... ¡¡Ya basta!!

Se marchó dejándonos allí, los sirvientes recogieron los platos. Yo estaba situada en un extremo de la larga mesa medieval, al otro Katrina,