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Manual de contra teología o teología corregida: Homenaje a Juan Luis Segundo
Manual de contra teología o teología corregida: Homenaje a Juan Luis Segundo
Manual de contra teología o teología corregida: Homenaje a Juan Luis Segundo
Libro electrónico219 páginas1 hora

Manual de contra teología o teología corregida: Homenaje a Juan Luis Segundo

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Nuestro autor se pregunta por la pertinencia de la crítica teológica que hiciera Juan Luis Segundo, y la sitúa de cara al contexto dogmático, eclesiológico y pastoral contemporáneo latinoamericano, y por supuesto, al contexto de la Iglesia, la parroquia, la academia teológica y la fe creyente en Colombia.

El libro se centra en lo que el padre Álvaro Mejía entiende e interpreta como claves de lectura del teólogo uruguayo: la crítica ideológica; la hermenéutica de la sospecha; la liberación de la teología, del dogma, de la palabra, del método, de la razón occidental, de la memoria, llegando a exponer los criterios desde dónde discernir una fe-revelación verdadera y genuinamente liberadora.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento31 jul 2016
ISBN9789586319294
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    Manual de contra teología o teología corregida - Álvaro Mejía Góez

    BIBLIOGRAFÍA

    PRÓLOGO

    ESTE MANUAL DE CONTRATEOLOGÍA O TEOLOGÍA CORREGIDA AMBICIONA SER UN HOMENAJE A UNO DE LOS MÁS GRANDES Y PROLÍFEROS TEÓLOGOS SISTEMÁTICOS LATINOAMERICANOS DE TODOS LOS TIEMPOS: EL SACERDOTE, FILÓSOFO Y TEÓLOGO JESUITA URUGUAYO JUAN LUIS SEGUNDO.

    No ha de resultar faena simple homenajear a un escritor tremendamente profundo y crítico, pretendiendo a la vez seguir las huellas del teólogo-maestro al dar continuidad a la tarea de liberar la teologíateología de sus sesgos, prejuicios y no tan ingenuas ataduras. Pero este libro lo logra. Porque al igual que a Segundo, al colega, hermano y amigo sacerdote Álvaro Mejía, en sus cursos parroquiales, sus homilías y su actividad docente y pastoralista, le mueve una pasión por el pueblo creyente, al cual busca mostrarle la libertad radical que se encuentra en Jesús de Nazaret. Es ese mismo Jesús, plantea el libro de Álvaro, quien hoy nos exige continuar liberando la religión y la teología de anquilosamientos innecesarios y superfluos.

    Nuestro autor se pregunta por la pertinencia, relectura y actualización de la crítica teológica que hiciera Juan Luis Segundo, y la sitúa de cara al contexto dogmático, eclesiológico y pastoral contemporáneo latinoamericano, y por supuesto, al contexto de la Iglesia, la parroquia, la academia teológica y la fe creyente en Colombia. Toda la estructura está nucleada alrededor de lo que el padre Álvaro entiende e interpreta como claves de lectura del teólogo uruguayo: la crítica ideológica; la hermenéutica de la sospecha (el círculo hermenéutico); la liberación de la teología, del dogma, de la palabra, del método, de la razón occidental, de la memoria, llegando a exponer de manera clara, y con un lenguaje cercano, muy ameno y asequible a lectores no teólogos de profesión, los criterios desde dónde discernir una fe-revelación verdadera y genuinamente liberadora.

    En plena sintonía con el pensamiento de Segundo, y de las posturas del propio autor, el libro está pensado y sopesado a la luz de la fe y de la auténtica tradición cristiana, de la tradición conciliar del Vaticano II, de la perspectiva teológica latinoamericana y del mundo de la vida. Pero aquello que lo define esencialmente —y los lectores darán cuenta de ello en cada uno de los capítulos— es ante todo el ser un libro valiente y contestatario; no teme enfrentarse a las convenciones teológicas dadas ni elude discutir verdades dogmáticas desde el binomio fe-razón. Se trata de un manual coherente, tanto en los contenidos como en el método que sigue, con una hermenéutica liberadora, aplicada aquí a cuestiones dogmáticas,aun no del todo resueltas en el ámbito teológico: la humanización de Dios y la humanización de la teología, la memoria anamnética, el infierno, las perspectivas mariológicas, entre otras. Es, en palabras del propio teólogo, un texto que insta a liberar algunos argumentos teológicos que permanecen […] secuestrados por viejas creencias, añejos planteamientos, disminuidas visiones […] [liberarlos] de aquellas ideologías o medios de eficacia que se han usado para mantener un sistema de ideas viejas y conservadoras, de mecanismos de opresión entre los creyentes.

    La perspectiva que el libro ofrece es la crítica al secuestro teológico, la hermenéutica de la sospecha frente a enunciados dogmáticos no suficientemente identificados en la ideologización que esconden, y la necesaria liberación de la antropología teológica, la exégesis bíblica, la eclesiología, la escatología, la mariología, entre otras. El texto pone las bases de la hermenéutica que se quiere seguir, a partir de Segundo, y la desarrolla de manera procesual en los dogmas o cuestiones teológicas que son tratadas en cada capítulo. Así, esta pretendida liberación de la teología tiene referentes y asideros concretos donde se pone en juego el mismo proceso liberador del dogma. Liberar —del secuestro— a los dogmas es el atrevido hilo conductor que articula este libro.

    Quizá no sea del todo inédito un texto sobre el pensamiento de J. L. Segundo; lo inédito aquí es la lectura particular de dogmas concretos que hace el padre Álvaro, iluminado por el pensamiento de Segundo; el atreverse a develar el contenido de sus libros y su teología, en el contexto de un cristianismo colombiano, históricamente no tan cercano a la teología crítica y desideologizante; el reinterpretar la teología con pretensión de liberarla de sus prejuicios. Esto resulta tremendamente iluminador. Porque una teología verdaderamente liberada, y a su vez liberadora, implica una relectura de los contenidos de la verdad revelada a lo largo de la historia de la Salvación, que no son otros que los contenidos de esa fe cristológica, trinitaria, antropológica, escatológica. En ese sentido es que Álvaro Mejía busca actualizar algunos postulados centrales de la antropología cristiana, la interpretación bíblica, la eclesiología, la teología de la cruz (staurología), entre otros tratados, asumiéndolos desde una tradición que habla de forma teológica —la mediación y los contenidos son teológicos—, pero que no hace teología encerrada en sí misma, tautológica ni autorreferente, sino que teológicamente habla de lo humano, de la vida y de lo trascedente, con criterio crítico y liberador.

    A escala metodológica, el padre Álvaro pretende seguir la propia circularidad hermenéutica identificando, desde los contextos particulares, el dónde o locus de una lectura comprometida con la realidad, la sospecha ideológica, metodológica, teológica y exegética. Hay exposición de las claves hermenéuticas generales, y posteriormente aplicación de tales claves a los temas dogmáticos concretos. Es difícil no dejarse llevar por la esquizofrenia metodológica (medieval y escolástica, fundamentalmente) que denuncia el mismo autor, a través de Segundo, al discutir temas de razón, fe, palabra, significado y experiencia; pero el texto es consciente de ello, al exponer el a priori teológico de la autonomía frente a las ciencias (de la Revelación o verdad revelada frente a la razón positiva) y, a la vez, la dependencia de las ciencias sociales y del Espíritu.

    Espero que el libro sea suficientemente leído, compartido y socializado. De lograrse así, sin duda, implicará cambios en muchísimas de las concepciones y los discursos atávicos y retrógrados de un cristianismo que no termina de abrirse a lo moderno, pero que sin ser consciente ya ha entrado en la era poscristiana, en una era que supera el hegemonismo del pensamiento cristiano monolítico. Por eso, el libro de Álvaro tendría que ser asumido como lectura pertinente, que responde a la necesidad de abrirnos al mundo y de poder seguir haciendo presente a Dios en la razón contemporánea (cf. Juan XXIII).

    Hoy más que nunca urge responder a la pregunta por el tipo de fe que tenemos —que no puede ser otra sino una fe antropológica—, por los contenidos de esa fe creyente y por la manera cómo llegamos a afirmar esta fe (cuestión del método). Urge, en otras palabras, discernir esa tradición de fe y teología crítica, liberadora y esperanzadora, que nos permita seguir hablando del Dios vivo de una manera inteligible e inteligente, desde los signos de los tiempos presentes, y bajo las condiciones y gramáticas tardomodernas actuales. En mi muy humilde opinión, este Manual de contrateología, pretendido corrector de una teología secuestrada, es un camino de búsquedas que responde a tal urgencia.

    Loida Sardiñas Iglesias

    Universidad Santo Tomás de Aquino

    Bogotá, 9 de octubre de 2015

    INTRODUCCIÓN

    HACE UNOS CINCO O SEIS AÑOS ME INTERESÉ POR EL PROBLEMA DEL LENGUAJE Y SU RELACIÓN CON EL DOGMA; CON MIS ESTUDIANTES DEL MOMENTO, EN MEDELLÍN, FORMAMOS UN SEMILLERO DE INVESTIGACIÓN PARA OCUPARNOS DE ESE TEMA.

    En la búsqueda bibliográfica nos topamos con un maravilloso libro del jesuita, teólogo de la liberación, uruguayo, Juan Luis Segundo, quien en su título retrataba plenamente lo que por años yo había pensado y buscado para mi vida de creyente y neófito teólogo. El dogma que libera llegó a mis manos y fue ‘amor a primera vista’. Cuando decidí hacer el doctorado no dudé en que J. L. Segundo sería objeto de mi investigación.

    Rápidamente comencé la búsqueda de las demás obras de Juan Luis, y me puse en contacto con sus seguidores y conocedores. La tarea fue fácil, dado que algunos meses antes había conocido a monseñor Luis del Castillo, obispo de la diócesis de Melo en Uruguay, y más adelante, a su sucesor, monseñor Heriberto Bodeant, obispo actual de Mello y secretario de la Conferencia Episcopal Uruguaya. A ellos agradezco su amistad, fraternidad y ayuda para ponerme en contacto con la obra del padre Segundo y con las comunidades laicales que él fundo, y que aún hoy siguen reuniéndose a estudiar sus textos. Un agradecimiento especial a Elbio Medina, quien fue el secretario personal de Juan Luis Segundo hasta el día de su muerte, y que, por ser uno de los más conocedores de su obra, quiso acompañarme como director de mi tesis doctoral en la primera etapa.

    El panorama de la obra teológica de Juan Luis se fue abriendo y completando en la medida en que accedía a sus libros, que por demás, debo decir, son escasos en nuestras bibliotecas especializadas en el país, seguramente porque su obra fue consciente e intencionalmente arrinconada y olvidada por los enemigos de la teología de la liberación en estas latitudes. Y Juan Luis lo sabía y estuvo dispuesto a pagar el precio. Ya en su propio país, en su propia iglesia, a Juan Luis le hicieron un veto implícito al no invitarlo a ser profesor en la Facultad de Teología de Montevideo. Juan Luis era mejor escuchado y aceptado en universidades laicas uruguayas, europeas y norteamericanas.

    Precisamente, es en la Universidad de Harvard donde da a luz uno de sus textos más paradigmáticos sobre la teología de la liberación, el cual, paradójicamente, lleva el título de Liberación de la teología. Este breve escrito, fruto de las notas que el teólogo uruguayo preparaba para sus clases en Harvard, terminó siendo uno de los libros más revolucionarios al interior de la misma teología latinoamericana. Sus argumentos eran una piedra en el zapato para la misma Teología de la liberación. En él, Segundo hacía notar las fuertes deficiencias metódicas de la naciente teología latinoamericana, y denunciaba la necesidad de un esfuerzo más serio por crear una teología realmente nuestra. Este esfuerzo que reclamaba Juan Luis no quedó en la retórica; no al menos de su parte. Por eso, sin lugar a dudas —y en esto muchos otros colegas míos están de acuerdo—, Juan Luis Segundo fue el más y mejor sistemático de todos los teólogos de la liberación en nuestro continente.

    En una conferencia en la Universidad de Paysandú, Uruguay, Juan Luis Segundo contaba cómo fueron los orígenes de la teología de la liberación, y hacía caer en la cuenta de que esta teología no podría lograr su cometido de ayudar a la liberación de los cristianos, si ella misma no era sometida a un serio proceso de liberación. Las palabras exactas de Juan Luis en esa ocasión fueron: no es posible hablar de liberación si no corregimos nuestra manera tradicional de hacer teología. Por lo tanto, era necesario en Latinoamérica hacer una especie de ‘contra teología’, capaz de repensar los paradigmas tradicionales y las viejas formas de hablar de Dios y de la salvación obrada por Jesucristo. Una teología que, más allá de recordar unas cuantas horas que duró su pasión y muerte, explore toda una vida de predicación del reino de Dios, y de los signos que acompañaban a Jesús en favor de los excluidos.

    Estoy tratando de explicar en esta breve introducción el origen del título de este modesto librito. Ya seguramente entendieron el porqué de contra teología o teología corregida. A esto querría agregarle otra circunstancia que explica los títulos que el amable lector encontrará en cada capítulo: la expresión bajo secuestro. Ciertamente, se la debo a Karl Rahner, quien la utiliza cuando habla del olvido que la literatura teológica había tenido, después del Concilio Vaticano ii, de la doctrina de la Trinidad. Luego me encontré con el libro póstumo El infierno: un diálogo con K. Rahner, de Juan Luis Segundo, publicado algunos años después de su muerte por Elbio Medina, uno de sus más fervientes seguidores, y tal vez el más conocedor de su obra. Para mí fue una grata coincidencia, porque ambos, excelentes teólogos jesuitas, me hablaban, uno de secuestro de la teología y el otro de liberar la teología.

    Lo que aquí encontrará, entonces, apreciado lector, es mi propio intento por liberar algunos argumentos teológicos que permanecen, a mi modo de ver, secuestrados por viejas creencias, añejos planteamientos, disminuidas visiones. Este es solo un ensayo que quiere motivar a otros a repensar algunos aspectos de nuestra tradicional forma de ver las cosas, porque ya desde el gran John Henry Newman, en el siglo XIX, había quedado en evidencia que el dogma también tenía que ser liberado.

    Finalmente, es preciso aclararles a los lectores que algunos capítulos son trabajos inéditos y otros ya habían sido publicados en distintas revistas nacionales e internacionales. En cada caso, una nota al pie de página presenta los créditos de la revista donde el trabajo apareció por primera vez. Al final se ha incluido una extensa bibliografía que, sin pretensiones de abarcar todas las fuentes posibles, se brinda como ayuda para que los lectores puedan seguir indagando y ampliando los temas que aquí se proponen.

    Álvaro Mejía Góez

    Pascua del Señor de 2015

    CAPÍTULO I

    UNA HERMENÉUTICA LIBERADORA PARA LIBERAR LA TEOLOGÍA

    *

    LA TEOLOGÍA NO PUEDE SER AJENA AL USO DE LAS IDEOLOGÍAS PARA VEHICULAR SU PENSAMIENTO, SI QUIERE SER PERTINENTE Y DECIR ALGO INTELIGENTE EN LOS CONTEXTOS CULTURALES ACTUALES.

    Después de varios años de confrontación, ataques y matices entre los representantes de la llamada teología europea y algunos representantes de la teología de la liberación en Latinoamérica, ha quedado la percepción de que para la teología clásica, representada de alguna manera por las dos instrucciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre algunos aspectos de la teología de la liberación¹, es necesaria una especie de purismo, neutralidad o asepsia ideológica, ya que cualquier ideología aplicada a la teología sería un intento de ‘acomodación’, y esto haría que la teología perdiera su objetivo principal de estar al servicio de la Iglesia.

    En este breve trabajo pretendo mostrar que la teología no puede ser ajena al uso de las ideologías para vehicular su pensamiento, si quiere ser pertinente y decir algo inteligente en los contextos culturales actuales; pero a la vez quiero enfatizar en la necesidad de liberar la teología de aquellas ideologías o medios de eficacia que ha usado para mantener un sistema de ideas viejas y conservador de mecanismos de opresión entre los creyentes.

    Quiero proponer, como perspectiva para una teología de la liberación todavía pertinente en nuestro continente, que el mejor servicio que los teólogos podemos darle a la teología en su conjunto es crear una hermenéutica liberadora, que dé cuenta de los procesos de ideologización y desideologización necesarios en la comprensión y actualización de los relatos fundantes del cristianismo. Para tal objetivo, parto de algunas opciones metodológicas propuestas por el jesuita uruguayo Juan Luis Segundo, cofundador de la teología de la liberación.

    ¿Por qué Juan Luis Segundo?

    En Colombia, cuando alguien se vuelve incómodo para otros por sus posturas críticas, su inconformidad con lo establecido, su disidencia frente a la manera como se están haciendo las cosas, afirmamos, de manera coloquial, que esa persona se volvió una piedra en el zapato.

    Hoy, creo que ninguno lo discute, Juan Luis Segundo, junto con Hugo Assmann y Gustavo Gutiérrez, es considerado cofundador de la teología de la liberación en América Latina. Sin embargo, el jesuita uruguayo se caracterizó por su crítica constante a la forma como se estaba abordando el método de hacer esta teología; además, alertaba a todos a percibir que existían fisuras epistemológicas en la teologia de la liberación, y quiso llevarla hacia fronteras mucho más serias, hasta formular los principios y criterios de una verdadera teología fundamental latinoamericana, como lo expresaba Andrés Torres Queiruga en un homenaje póstumo a Juan Luis Segundo: "qué creemos y por qué creemos fueron

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