Las aventuras de Buffalo Bill: Edición Juvenil Ilustrada
Por William F. Cody
()
Información de este libro electrónico
Relacionado con Las aventuras de Buffalo Bill
Libros electrónicos relacionados
El corazón de todo lo existente Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Vaqueros, Oficiales de la ley y Forajidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria en Bytes. 37 personajes, lugares y eventos que conformaron la historia estadounidense Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuentos de la Guerra Civil Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa llamada de lo salvaje Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCarta del jefe Seattle al presidente de los Estados Unidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCarta del Jefe Seattle al Presidente de los Estados Unidos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesDaniel Boone: Un pionero estadounidense a la conquista del oeste Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesQuince días en el desierto americano Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNovelistas Imprescindibles - Jack London Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesCuba 1956: Caminos de Sangre Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBrakenstroom Calificación: 1 de 5 estrellas1/5El pistolero de Stalin: Sicario I Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria de Cuba: Una guía fascinante de la historia de Cuba, desde la llegada de Cristóbal Colón a Fidel Castro Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Cuentos de Jack London. Prologo de Mauricio Carrera Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Breve Historia del Salvaje oeste. Pistoleros y forajidos: Billy el niño, Jesse james, los Dalton, Wyatt Earp, Doc Holliday, Buffallo Bill, todos los personajes, las historias, los tiroteos, los duelos y escaramuzas de aquellos hombres que con el revólver en la mano forjaron su leyenda. Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBreve Historia de los Indios Norteamericanos Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesEnterrad mi corazón en Wounded Knee Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Biografia del libertador Simon Bolívar, ó La independencia de la América del sud Reseña histórico-biográfica Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesBilly Budd, marinero Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResumen Completo - La Otra Historia De Los Estados Unidos (A People's History Of The United States) - Basado En El Libro De Howard Zinn: (Edicion Extendida) Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesResumen Completo De La Otra Historia De Los Estados Unidos: Basado En El Libro De Howard Zinn Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesUn paseo por el lado salvaje Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las aventuras de David Balfour Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesHistoria Americana: ¡Circunstancias históricas, personas importantes, sitios importantes y más! Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesLa Búsqueda del Paraíso: Una biografía de Jorge Isaacs Calificación: 0 de 5 estrellas0 calificacionesNuestro Hombre en Argentina: Una Historia de la Guerra de Malvinas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5
Ficción de acción y aventura para usted
Más allá del bien y del mal Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Única Verdad: Trilogía de la única verdad, #1 Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El extranjero de Albert Camus (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Así habló Zaratustra Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Humano demasiado humano Un libro para espíritus libres Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El retrato de Dorian Gray Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Nocturna Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El jardín secreto - Ilustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Conde de Montecristo Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Las mil y una noches Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Gen Lilith Crónicas del Agharti Calificación: 3 de 5 estrellas3/5La máquina del tiempo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Don Quijote de la Mancha Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El mago de Oz - Iustrado Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El sueño de una noche de verano Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El señor de las moscas de William Golding (Guía de lectura): Resumen y análisis completo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Arsène Lupin. Caballero y ladrón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Frankenstein -Espanol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Romeo y Julieta Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El corazon de las tinieblas Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Soplado Lejos Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El libro egipcio de los muertos Calificación: 3 de 5 estrellas3/5Relatos de un peregrino ruso Calificación: 5 de 5 estrellas5/5El Sello de Salomón Calificación: 5 de 5 estrellas5/5La Logia de San Juan Calificación: 4 de 5 estrellas4/5El Secreto Oculto De Los Sumerios Calificación: 4 de 5 estrellas4/5Memorias del subsuelo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Canto a mí mismo Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Los Miserables - Edicion completa e ilustrada - Espanol Calificación: 5 de 5 estrellas5/5Moby Dick - Espanol Calificación: 4 de 5 estrellas4/5
Categorías relacionadas
Comentarios para Las aventuras de Buffalo Bill
0 clasificaciones0 comentarios
Vista previa del libro
Las aventuras de Buffalo Bill - William F. Cody
Notas
Créditos
LAS AVENTURAS
DE BUFFALO BILL
*
William F. Cody
EDICIÓN JUVENIL ILUSTRADA
Traducción y adaptación: Javier Laborda López
Ilustraciones: Jean Claude Beaumont
Las Aventruras de Buffalo Bill
© William F. Cody
© De la presente traducción y adaptación Javier Laborda López 2016
© Ilustraciones: Jean Claude Beaumont 1984
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Pg. 5
Capítulo I
EL RENEGADO
Pg. 9
Capítulo II
SOCIEDAD DE TRAMPOSOS
Pg. 49
Capítulo III
LOS APACHES
Pg. 113
INTRODUCCION
William Frederick Cody nació en el condado de Scott (Iowa) en 1845. Como la mayoría de los hombres que contribuyeron a cimentar la nación que habría de ser los Estados Unidos de América, vivió una vida extraordinariamente agitada, aventurera y romántica, llena de hechos legendarios y extraordinarias hazañas. A los quince años trabajaba de postillón en una diligencia y cuando estalló la guerra de Secesión americana sirvió de confidente y guía a los confederados.
En su época, la segunda mitad del siglo XIX, allá en los vastísimos territorios de la América del Norte, descubiertos y colonizados por los españoles hacía cuatrocientos años, algo muy importante estaba ocurriendo: una gran nación se ponía en marcha. El ferrocarril avanzaba por las praderas, sembrando el pánico entre los indios y las manadas de búfalos. La fiebre del oro había atraído una abigarrada población constituida por los hombres más duros y audaces de todo el mundo; a la sombra de los fusiles, en una lucha gigantesca contra el clima, las fieras y los nativos americanos, una epopeya majestuosa se estaba dibujando; la conquista del mítico, del fabuloso y Dorado Oeste
, el Far West .
Esta fue, acaso, una de las últimas ocasiones de nuestra historia en que el hombre emprende una hazaña semejante. El encanto inagotable de estas narraciones, procede de que en ellas podemos contemplar a estos héroes -los pioneros, los hombres de las fronteras, los exploradores-, en una terrible lucha a cuerpo limpio contra todo lo que les rodeaba.
En 1863, William Cody se alistó en el ejército. Al terminar la guerra se comprometió a abastecer de carne a las brigadas que trabajaban en la construcción de la línea Kansas Pacific
, suministrando en año y medio 4.286 búfalos de los inmensos rebaños que aún entonces hacían trepidar las praderas con su paso. Su rifle certero le valió el sobrenombre de Buffalo Bill
, o sea, William, el de los búfalos
. En la batalla de Indian Creek venció en emocionante duelo al famoso jefe Mano Amarilla
.
Nuevamente, de 1868 a 1872, sirvió en el ejército William F. Cody, como experto en cuestiones relacionadas con los indios y conocedor del terreno. Se había hecho tan extraordinariamente popular que fue elegido como representante, por el distrito de Nebraska, para el Parlamento y allí hizo llegar su voz en defensa de la justicia y la ley.
En 1883 organizó una especie de exposición de la vida salvaje en las praderas del Oeste: el Wild West, un circo en el que llevaba indios, vaqueros, rancheros, mejicanos, etc. Este espectáculo tuvo tanto éxito en América que decidió al coronel Cody a hacerlo conocer al Viejo Continente. Algunos de nosotros todavía hemos alcanzado a contemplar los restos de aquel espectáculo, presentado por un sobrino del coronel, en los circos y en las plazas de toros y recordaremos mientras vivamos el látigo, la pelliza de cuero, la melena, el bigote y la perilla del fabuloso personaje, perpetuados por su dinastía. En Europa, el auténtico coronel Cody, Búffallo Bill, estuvo en 1887 y en 1900.
Capítulo I
EL RENEGADO
Al terminar la guerra de Secesión americana, los confederados del Sur, que habían sido derrotados por los yanquis
del Norte, difícilmente se adaptaron a la nueva situación. Las guerras dejan siempre una estela de violencias y los hombres, acostumbrados a matar, a incendiar y a destruir, tardan más o menos en hacerse a la paz. Cuando se trata de una guerra civil, estos inconvenientes son todavía mayores y si en todo el territorio no hay una autoridad férrea que imponga el orden, las perturbaciones son muchas.
Así ocurrió en los Estados Unidos. Muchos hombres de uno y otro bando arrastraban sus andrajosos uniformes entre el hampa, convirtiéndose en desertores, en bandidos o latente peligro para los colonos y demás gente pacífica que sólo quería trabajar en paz y vivir.
Como el territorio de la Unión era enorme, las autoridades, por lo demás casi siempre en manos de hombres del Norte, significaban bastante poco. Entonces se inició el gran éxodo hacia el Oeste, a donde marchaban los colonos ávidos de tierras ricas que explotar.
En estas condiciones, el papel de los hombres más o menos conocedores del terreno y de sus peligros era extraordinariamente importante. La mayoría de ellos eran cazadores, mineros muchas veces fracasados, o aventureros que habían recorrido la región y a quienes la práctica les había dado una experiencia valiosísima.
Como los lectores no ignoran, uno de estos famosos exploradores (o scouts
) era Buffalo Bill. En la ocasión en que lo presentamos acaba de dejar en terreno seguro a una expedición de colonos a la que ha encontrado dos noches antes estancada en una de esas sendas de que hemos hablado, la Long Joe Trail , algo así como el largo camino de Joe
.
Abraham Moss, el jefe de la expedición salvada, se despide de Buffalo Bill.
— Adiós, Cody. Nunca podremos olvidar el servicio que nos ha prestado. Sin su ayuda, seguramente nuestros huesos blanquearían en esa honda hoya de donde hemos salido.
— Que la lección les sirva de experiencia. Ahora diríjanse hacia el Sudoeste y a dos jornadas de aquí encontrarán la South Trail (la Senda del Sur), en la que podrán considerarse a salvo.
— ¿Vendrá usted con nosotros?
— No, de ninguna manera. Yo regreso a la Long Joe Trail.
— Pero, ¡eso es un suicidio!
— No se preocupe; sabré arreglármelas. Seguramente otros colonos tan inexpertos como ustedes necesitarán que les echen una mano.
La caravana se fue alejando lentamente. Sus hombres habían pasado momentos de intensa emoción y estaban pálidos y agitados, pero gracias a Buffalo Bill, por esta vez, habían salido adelante.
Cuando el scout se quedó sólo, palmeó amistosamente el cuello de Buckskin Joe, su fino y ágil potro, al que en muchas ocasiones había confiado su vida y hablando con él en alta voz, como solía tener por costumbre, le dijo:
— ¡Buckskin, vas a tener trabajo, hijo! Espero que te portes bien.
Imperceptiblemente la atmósfera había comenzado a vibrar de una forma peculiar. Diríase que se trataba de un remoto temblor del aire caldeado, que adoptaba un ritmo monótono y difuso. Muy lentamente esta trepidación se iba haciendo algo más precisa. Tambores. Eran lejanos, lejanísimos tambores que percutían en la distancia. El ritmo se iba acelerando algo, aunque conservaba en todo momento algo de siniestro.
Buffalo Bill sabía muy bien lo que significaba aquello.
Los tambores anunciaban que una banda de indios, procedentes de diversas tribus y acaudillados por Gran Lobo y por Voz-Que-Canta-En-La-Brisa, había entrado en acción.
De un tiempo a esta parte, la cuadrilla guiada en principio por el jefe Vozquecanta, se había visto reforzada con la ayuda de Gran Lobo que la había hecho mucho más mortífera y eficaz de lo que hasta entonces había venido siendo.
Gran Lobo era renegado, un rostro pálido que se había refugiado entre los indios para, sirviéndose de ellos, desahogar sus instintos criminales y su sed de venganza contra sus hermanos de raza.
Se trataba de Michael Brown, un tejano que había luchado con los sudistas y que no supo encajar la derrota.
Naturalmente, muy pronto tropezó con los encargados de mantener el orden y mató a un "sheriff'' en Santa Fe. Buen jinete, buen tirador y camorrista, éste era el comienzo de una serie de líos que le iban a llevar a otro crimen en Wichita, y después en Ellsworth y luego en Abilene. Su senda estaba marcada con sangre y ya no podía retroceder. Sin embargo no dejó de tener algunos reveses y así, fue herido en Tombstone y allí mismo detenido y encarcelado. Pero en un descuido de sus guardianes logró huir, llevándose por delante en la lista de sus víctimas a los dos hombres que lo custodiaban.
Su cabeza fue pregonada en todos los Estados, ofreciéndose a cualquiera que lo atrapase, vivo o muerto, la tentadora suma de mil quinientos dólares; y Michael Brown, convertido en proscrito, acorralado por todas partes, huyó. Del territorio de los blancos se internó en las profundidades de los bosques y desapareció. Pronto reaparecería como Lobo Grande al frente de la partida de Voz- quecanta.
Precisamente, la novedad de acompañar las incursiones de la banda con el monótono zumbar de los tambores era una idea suya.
Resulta difícil hacerse cargo de la importancia que estos tambores tomaban en determinadas ocasiones. Su sonido lejano, lento, casi imperceptible al principio, iba acentuándose gradualmente a medida que el tiempo transcurría. Ello significaba una amenaza de muerte. Los colonos que comenzaban a oír el fatídico son sabían que estaban sentenciados y que más tarde o más temprano, los indios caerían sobre ellos y, por tanto, una inquietud gradual iba apoderándose del grupo. Desde aquel momento, todo era peligroso y había que estar constantemente alerta, pues al menor descuido podía