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Lazos de Agua
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Libro electrónico220 páginas3 horas

Lazos de Agua

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Información de este libro electrónico

Matías, un joven fanático del surf deja su trabajo y su familia en Buenos Aires para viajar por el mundo en solitario siguiendo su gran pasión. En uno de sus viajes encuentra un lugar paradisiaco en la selva Ecuatoriana donde se vive de la pesca y de la siembra. A los pocos meses de vivir allí administrando un hotel, un gran terremoto arrasa con la zona. La catástrofe une los corazones de toda la comunidad para poderse sobreponer a la fatalidad. Sin agua, sin electricidad, en las condiciones mas precarias posibles aprende lo que es la humildad y la generosidad de la gente de este lugar.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento29 sept 2018
ISBN9780359122523
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    Lazos de Agua - matias de luca

    MATIAS DE LUCA

    LAZOS DE AGUA

    EDITORIAL BARNES AND NOBLE

    LICENCIA REGISTRO 1809268530774 SAFECREATIVE PUBLICADO 28 SEPTIEMBRE DEL 2018

    COPYRIGHT © by EDITORIAL BARNES AND NOBLE 

    Dedicado a todos los daminificados del terremoto ocurrido en Ecuador en Marzo del 2016, al Humber y Ali por transmitirme el amor a los libros, y a mi familia de Fuerteventura, Geni, Ancor, y Aisha por apoyarme en la escritura de este libro

    INDICE

    Prólogo 

    Vagamundo

    PRIMERA PARTE ARGENTINA

    En la oficina, Buenos Aires, año 2012

    En casa del Humber, San Miguel

    SEGUNDA PARTE EUROPA

    Madrid , año 2013

    Fuerteventura, Islas Canarias 2016

    Scooby, Shaggy, y la tropa surfera

    El día que se conocieron con Raúl y la historia de su familia

    TERCERA PARTE ECUADOR 

    El Cañaveral, Manabi 

    La familia Soria 

    Las recorridas de el Chifla 

    El Cristopher 

    El Rucho 

    Matías al vaivén de la hamaca 

    De como Felipe se prendió fuego 

    El negocio del coco en La Mapara

    ¡A los cocos!

    Mompiche, tierra de olas

    Javi y su familia en Cañaveral 

    Almuerzo en Mompiche

    Los días en Cañaveral 

    Llega el Coquero

    Volviendo con Ada de Mompiche 

    Una extraña visita en Cañaveral

    El hotel de Cristo 

    Rescate en Cañaveral 

    Los amores de Rucho 

    Vecinos de Cañaveral 

    Ada en medio de una amistad 

    CUARTA PARTE: CUANDO LA TIERRA SE MUEVE 

    Hernán en la selva 

    El terremoto

    Una cena en la montaña 

    Atrapados 

    El hotel en la loma 

    El temor de los saqueos 

    Quito en llamas 

    Llega el agua a Cañaveral 

    Una cena indecente y la comunidad de la montaña

    Haciendo fila para comer 

    Hernán en el gobierno 

    El funeral 

    QUINTA PARTE NUEVOS RUMBOS 

    Ada

    Vuelta a Chamanga

    Rucho, el amateur 

    EPILOGO

    Vagamundo 

    Esta novela es una obra de ficción, nombres, personajes, lugares, e incidentes son producto de la imaginación del autor o se emplean como ficción. Cualquier parecido con la sucesos, situaciones o personajes reales es pura coincidencia.

    Prólogo

    El autor nació en Buenos Aires en el 81, estudió cine en la universidad de San Telmo y música en el conservatorio; lo sigue haciendo hasta la actualidad de forma autodidacta . Se crió en una familia de clase media en la localidad de Nuñez, amante de la estética y la cultura.

    Ha viajado por todo el mundo trabajando de cosas tan dispares como camarero, analista de sistemas, profesor de yoga. administrador de hoteles, instructor de surf, músico, y diseñador gráfico. 

    Artista y surfista empedernido, actualmente reside en Fuerteventura con su familia,  donde se dedica a lo que es la docencia como profesor de surf, una de sus grandes pasiones.

    Este, su primer libro, reúne las historias que surgieron en esos viajes, sobre todo en Ecuador, tierra mística y generosa que siempre se quedaría en su corazón. Son las historias basadas en la gente que fue formando parte de medio década viajando por el mundo, los que compartieron momentos, alegrías y tristezas.

    Vagamundo

    El aeropuerto estaba lleno de gente que iba y venían, por lo general las mujeres nunca viajaban solas, siempre van con su pareja, y arregladas como si se fueran de fiesta, llevan mucho mas de lo que necesitan, y si son parejas de hace años el hombre carga con lo suyo mas lo de su mujer dentro de la valija, o en el peor de los casos en otra valija grande que lleva con mala cara. Los hombres solitarios con traje o corbata van serios y con solo una valija de mano, caminan derecho y nunca sonríen, viaje de negocios. Las familias numerosas con niños pequeños son las mas caóticas, mucho equipaje, chaquetas de mas que llevan en los hombros, la mujer chillando a los niños para que no se separen del resto, el hombre con cara de agobio y duda. Los empleados de aeropuerto son los mas resueltos, los únicos que no denotan stress, caminan por el aeropuerto con tranquilidad y ligereza, porque están acostumbrados a estar allí, el resto de los mortales están lidiando con la ansiedad de no olvidarse nada, el miedo a volar, el desafío de llenar correctamente los formularios de migraciones, la incomodidad de sacarse el cinturón y los zapatos para pasar por un control con una fila de gente esperando atrás, entre otras cosas.

    En una de las puertas, que curiosamente no tiene ningún vuelo programado pronto, espera sentado un joven con cara de niño, esta en sus treinta pero parece diez años menos. Lleva una gorra y unos auriculares mientras descansa en un fila de asientos, sus pies están levantados y se apoyan cómodamente sobre el equipaje. Lee un libro mientras tararea una canción, se lo ve relajado y ajeno a todo lo que pasa a su alrededor. Su mano libre esta apoyada en su skate para sentir que lo tiene cerca, la misma función tienen sus pies sobre su maleta de mano, de esta manera si alguien lo roba se daría cuenta en el momento. Lleva puesta una chaqueta liviana con muchos bolsillos, en uno esta el pasaporte, en otro el teléfono, en otro el dinero, en otro las llaves, es la manera mas fácil de tener todo a mano, por mas que a veces se acalore un poco con tanto abrigo. Una pareja se acerca y se sienta cerca de él, Matías levanta la vista para observar la pantalla con las salidas de los aviones, la puerta donde está tiene programada abordar en una hora, es hora de buscar otra. Guarda su libro electrónico en uno de los bolsillos, justo cuando estaba en lo mas interesante del cuento de Hemingway, odia dejar los cuentos por la mitad pero bueno, igual ya llevaba horas sentado, viene bien estirar las piernas. Se pone de pie y comienza a buscar una puerta que esté sin vuelo próximo para dirigirse hacia allí. Matías lleva pantalones de jean negros Slim, zapatillas de skate, una gorra que tapa medianamente los rulos, su expresión es tranquila como también su caminar. Es ancho de hombros y fino de caderas, grandes manos, y largas piernas, un metro ochenta de altura, le gustaría ser un poco mas alto, pero es lo que le tocó. El 90% de las personas que lo conoce, reconoce que surfea, nunca llegó a entenderlo del todo, sino a aceptarlo, será que uno transmite lo que ama, y nadie ama mas el surf que Matías. Su vuelo sale dentro de cinco horas, así que le toca esperar aun un buen rato, irá vagabundeando de puerta en puerta hasta que inevitablemente tendrá que encontrarse con una llena de gente, la suya. Tiene un poco de agua aun en la botella, y le atemoriza saber que le vendrá el hambre mas adelante. Nada peor que tener hambre en un aeropuerto, no hay lugar mas caro donde comprar alimento. El bocadillo que tenía se lo devoró en las primeras dos horas allí, tiempo record, generalmente le dura solo una.

    En la pantalla ve anunciado su vuelo, aun no tenia puerta asignada, pero ahí aparecía, eso le daba un poco de tranquilidad, era una de las etapas que le daba confianza, cuando por primera vez veía anunciado el vuelo, tenía mil manías para volar, esa era una, la lista podía seguir interminablemente, prácticamente acababa cuando salía del aeropuerto de destino con todo su equipaje completo con él.

    ¨Las huellas de los que caminan

    juntos nunca se borran¨

    proverbio africano.

    PRIMERA PARTE:

    ARGENTINA

    Donde comienza el viaje

    En la oficina , Buenos Aires, año 2012

    Sentado en su escritorio miró a su alrededor, los monitores de los ordenadores reflejaban una luz amarillenta, como así los tubos de luz del techo. No le gustaba esa luz, tampoco le gustaba pensar que no hubiera ninguna ventana en esa oficina. En unos minutos mas ya se tomaría un descanso para ir a caminar un poco por el barrio y estirar las piernas. Era fin de semana y solo estaba la mitad del personal. En el sector se encargaban de monitorear la red de telecomunicaciones nacional, en esencia mirar un montón de monitores y analizar información, un trabajo estable, seguro, con beneficios y obra social, como siempre le habían dicho sus padres que buscara uno. Le aburría pero se le daba bastante bien, comenzaba a las cuatro de la tarde y terminaba sobre la medianoche, a veces podía escuchar música cuando no estaban los jefes mirando. Hoy era uno de esos días, los jefes no llegaban hasta el mediodía, tomó su cafecito y buscó en su bolso con cuidado, sacó la ultima edición de una revista de surf que leía desde que era pequeño. Puso los pies sobre el escritorio y comenzó a ver las fotos, en ella se veía a surfistas haciendo saltos por sobre las olas, metidos en tubos, en lugares paradisiacos del este asiático, o en islas perdidas en algún lugar cerca de Australia, su cabeza comenzó a soñar.

    En casa de el Humber, San Miguel

    -Pero escúchame, Mati, agarra lo que te den, déjate de joder, no te van a pagar mas.- Humber hablaba con su hijo Matías mientras se afeitaba, le gritaba desde el baño.

    -Es poco pa, el abogado dice que debería ser al menos treinta lucas, no voy a agarrar ocho, no es nada, es solo cuestión de tener paciencia.

    -Mira, mejor ocho que nada, ahora no tenés nada, y mientras tanto. ¿Qué vas a hacer? ¿De que vas a vivir? No podés estar toda la vida viviendo así, no comés mucho, estás en casa. Esta bien ser austero, pero ya me parece demasiado. Te lo repito, a mi no me molesta que estés en casa, yo te quiero, y sos mi hijo, pero la vida sigue, no podes estar así.

    -Tranquilo pa, yo tengo algo de guita aun, voy a esperar un poco y sino ya me voy antes y que sigan el juicio sin mi, vuelvo para cobrarlo.- Matías acariciaba las cuerdas de su guitarra suavemente mientras hablaba, pensativo.

    -¿Pero a donde te vas a ir ?¿Me vas a decir?

    -Aun no, porque no quiero que me tiren mala onda.

    -Ay dios ¿Pero que mala onda te voy a echar, si soy tu viejo y quien más que yo quiere que te vaya bien, hijo?¿ Pero al menos es en América, o a donde es? -salió del baño con la toalla puesta en el cuello secándose el mentón suave recién afeitado y sintiendo con las manos la piel ya sin barba con expresión de triunfo.

    -Si, es en América, pa.

    -Bueno, al menos eso, entonces me quedo tranquilo.

    Matías dejó la guitarra en su estuche, lo cerró con cuidado y se cambió las zapatillas por otras con suela para andar en skate, luego chequeó que tuviera los auriculares en la mochila mientras pensaba si ponerse la gorra o no.

    -¿Vas a salir, hijo? ¿Por qué no pasás por el centro comercial hoy? Están buscando gente para laburar, de paso vas tirando con eso, se te esta acabando la guita, para hacer algo, digo.

    -Si, tal vez pase, gracias pa.- era lo último que quería en ese momento, buscar un trabajo en Buenos Aires se le presentaba deprimente. Cobrar el juicio y largarse a empezar de cero afuera, nada mas. Mientras tanto esperar y no desesperar, aunque cada conversación con sus amigos y familiares lo traía loco con preguntas, juicios, miedos, indagaciones para saber como y donde, y luego escuchar todo lo que podría salir mal, como si él no lo supiera ya. Se metió en el Volkswagen Gol rojo, dejó la skate en el asiento de acompañante, prendió el estéreo y puso un tema de Temper Trap, ¨Sweet Disposition¨. Se perdió en la música mientras conducía el coche por las calles de tierra de San Miguel, ese coche era la única posesión que le quedaba, en el último de los casos era su plan Z, venderlo y volar con ese dinero, después vería que hacer en Perú. Tenía todo en su cabeza, en Lima tenía una chica que había conocido en un viaje que le podía dar una mano para empezar, al menos algún contacto, luego podría trabajar de cualquier cosa, una vez que cobrara en dólares ( y no en pesos argentinos, que afuera eran monedas ), y ya con el pasaporte italiano recién adquirido, el mundo se le abriría en muchas mas opciones de destinos donde ir. Lo difícil era salir de Argentina, siempre los primeros pasos son los que mas cuestan. Ahora estaba llegando a las últimas instancias de su plan, cuatro meses ya sin trabajo, primero viviendo con su madre, ahora estaba con su padre, el dinero se estaba agotando, el juicio se seguía demorando para cobrar la indemnización por haberse considerado despedido en su empresa.

    Giró hacia la derecha en la panamericana, y aceleró, cambió de marcha mientras se metía en el tráfico con una media sonrisa mientras recordaba su plan de salida de la empresa.

    Todo comenzó en un skatepark cerca de la casa de su madre. Una tarde de entre semana. Le gustaba ir en esos horarios laborales porque había menos gente, pero en esta oportunidad la razón por la que estaba allí no era patinar. Quedó en encontrarse allí para comprar un traje de neopreno para su próximo viaje a Mar del Plata, encontró uno en una página de segunda mano y quedaron con el vendedor en el parque Converse de Belgrano.

    Estaba patinando y tratando de sacar el 50-50 en el plano inclinado, pero los tracks de atrás no le terminaban de quedar encima del grind. Una y otra vez lo intentaba, mecánicamente, con la música del teléfono en sus oídos, iba y volvía por la rampa probando el truco, daba la vuelta imaginándose que surfeaba y hacia un snap de frontside, tomaba la otra rampa y vuelta a empezar.

    -Ey hola. ¿Vos sos Matías?- escuchó a sus espaldas, se sacó los auriculares de los oídos, detuvo la skate y le tendió la mano en un saludo, era un chico de su edad, aspecto de surfista, con pelo rizado rubio, ojos claros, cara de buena onda, y con una mochila a sus espaldas. – Me llamo Ale, te traje el neopreno.

    -Ah, que tal Ale, dale, lo vemos. -notó que Ale tenía una skate pero un poco modificada en el track delantero, Ale sintió la mirada y le comentó  :- Mira, estas son las nuevas surfskates, imitan el movimiento del surf, las estamos importando con un amigo de USA.- y se la tendió para que la probara.

    El surf, y los viajes hizo que rápidamente se hicieran amigos, pero lo mas interesante no fue eso. Lo mas interesante fue que por esas casualidades de la vida, Ale era abogado, y esa misma tarde le contó que ganó un juicio por un ¨despido¨. Siempre curioso, él preguntó como había sido eso. Resulta que era el típico caso de una persona con mucha antigüedad en una empresa que se quiere largar, pero la empresa no le ofrece nada si se va por sus medios, entonces ahí entraba Ale. Ideaba un plan de acción buscando irregularidades en el cobro de cargas sociales y demás mirando el recibo de sueldo, luego esperaba su oportunidad, y el empleado se daba por despedido. Primero faltaba al trabajo y mandaba un correo con una carta documento a la empresa pidiendo que regularizara su situación social en el sueldo, la empresa por lo general se demoraba, ya que son empresas grandes y restan importancia a cosas así; por el otro lado, tardaban siempre dos días en notar la falta del empleado y tomar medidas. Al tercer día con tres cartas documentos enviadas, el empleado estaba en condición de considerarse despedido. Interesante, terminó comprando el traje, pautando un viaje de surf juntos, y anotando en el contacto del teléfono ¨Abogado Ale¨. Días después lo llamaría y quedarían otra vez para patinar, pero esta vez llevaba sus recibos de sueldos y ya tenía un plan para largarse, primero de la empresa, después del país.

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