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La Última Ecuación: Uden
La Última Ecuación: Uden
La Última Ecuación: Uden
Libro electrónico696 páginas10 horas

La Última Ecuación: Uden

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Esta novela conecta la ciencia ficcin y la fantasa con la realidad cotidiana. La trama principal es un dilogo entre una antroploga y un maestro que ha vivido 300 millones de aos, tiempo terrestre, tiene una edad cronolgica de 100 aos, biolgica de 35 y gentica difcil de contabilizar, pero acta completamente consciente de esta combinada situacin. Pertenece a una civilizacin cuya condicin biolgica y fisiolgica, se ha modificado para poder manejar su energa ptimamente y viajar en el universo y en el tiempo.
La poca evidencia de la existencia del hombre sobre la Tierra ha forzado hiptesis gracias a encuentros fortuitos de escasos restos humanos y residuos de materiales que no ayudan conocer a fondo la historia del mundo.
De los 4,500 millones de aos de existencia del planeta, slo conocemos 5,000 de historia humana.
La cultura de Uden, sobrevive en una ciudad invisible que ha erradicado la enfermedad y la guerra. Vive pacficamente, en completa madurez emocional... l es el siguiente paso del HOMO SAPIENS al HOMO LONGEVO SAPIENTSIMO CONSCIENTE Nuestro futuro.
Ellos han sido testigos de destrucciones masivas y de la desaparicin de adelantadas civilizaciones de hace millones de aos. Sus conceptos difieren de ciertos principios cientficos establecidos actualmente. Su cultura est basada en verdad, perdn y amor. A Mariam, antroploga, le preocupa la situacin mundial. Uden le transmite secretos de supervivencia. Le muestra criterios de formas de vida que ellos han logrado en una larga evolucin para que el hombre se transforme, no desaparezca.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento10 dic 2012
ISBN9781463329952
La Última Ecuación: Uden

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    La Última Ecuación - A.W. Norris

    Copyright © 2012 por A.W. Norris.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

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    398225

    ÍNDICE

    1 La Carretera De Teoixtepetlán A Taxco

    2 El Recinto De La Creatividad

    3 La Barranca De La Luna

    4 Las Esferas

    5 El Milagro

    6 Mundos Interdimensionales

    7 Una Visita Al Mundo Intervalo

    8 Una Cultura De Hace 300 Millones De Años

    9 ¿Cómo Vivían Hace 300 Millones De Años?

    10 A Ur Alagods ¿O Ángeles?

    11 Trabajando Con Partículas

    12 Una Historia De Hace 300 Millones De Años

    13 ¿Cómo Llegamos Al Planeta Tierra?

    14 ¿Cómo Se Realizó La Evolución?

    15 El Actual Cambio De Clima

    16 Razas Jóvenes Y Razas Viejas

    17 ¿Pobres Y Ricos O Culturas Diferentes?

    18 San Francisco Tonatli. ¿Se Puede Vivir Con Un Dólar Al Mes?

    19 Edad Biológica, Edad Cronológica, Edad Genética

    20 La Flor De Ililín

    21 El Tlatoani

    22 El Holoceno, Nuestro Tiempo, Nuestra Era

    23 Adán Y Eva

    24 Matrimonios En Sitios De Gran Avance Mental Y Espiritual

    25 La Región Invisible

    26 Ka Uden Thio

    27 La Gran Mortandad

    28 El Gran Impacto

    29 Vincent Van Gogh

    30 ¿Qué Es El Tiempo?

    31 La Medición Del Tiempo

    32 Tiempo Condición Y Estructura

    33 ¿Es El Tiempo La Cuarta Dimensión?

    34 Viajar A Otros Planetas

    35 Viajar En El Tiempo

    36 La Eterna Fusión Cósmica

    37 El O Universo

    38 La Máquina Del Tiempo

    39 Un Caso Urgente

    1

    LA CARRETERA DE TEOIXTEPETLÁN A TAXCO

    El inicio de la transformación

    Se han abierto para mí muchas puertas… en el tiempo, en el espacio externo y también en el interno… en mi mente comunicada con el universo y en mi alma unida a Dios.

    Estoy aprendiendo a vivir en el universo, en la vida, aunque apenas vislumbro la idea de la eternidad. A menudo me he preguntado por el sentido de mi vida y he tratado de encontrar respuestas al motivo de mi existencia y de mi lugar en este mundo –son mis dudas fundamentales– aunque ahora voy conociendo como caminar hacia la eternidad consciente y continua.

    He sufrido una transformación contundente hacia una verdadera manera de vivir la vida en todo lo que la palabra vida significa.

    Es verdad que yo necesitaba un cambio, no sabía de qué índole, pero ya estaba harta de la vida que llevaba. No me sentía a gusto con la persona que yo amaba o que creía amar. Me sentía un poco cansada de la rutina diaria.

    He hecho una extraordinaria carrera en antropología, un doctorado y varios estudios de post grado. También soy una importante ejecutiva de una gran compañía internacional.

    Mi esfuerzo no tenía fin, porque cuando me retiraba a descansar, después de muchas horas de trabajo, éste continuaba en mi mente. A veces no podía dormir porque seguía dando vueltas a diversos temas, buscando soluciones a problemas que en realidad no eran importantes en relación con mi vida personal, pero que tenía que resolver para no perder mi trabajo.

    Apreciaba mucho los lugares campestres, porque vivía en un espacio inmerso en la contaminación no solamente química, sino visual y ambiental. En esas circunstancias, no podía disfrutar de la naturaleza porque todo estaba lleno de anuncios, edificios, postes, alambres y bardas mal pintadas. No es que el paisaje urbano me disgustara, era mi hábitat y me satisfacía de alguna manera, pero no podía gozar de la naturaleza y normalmente debía cuidarme de la higiene en general, sobre todo en los alimentos, y aún hasta del aire –derecho imprescindible de todo ser humano– porque también estaba contaminado.

    En la gran ciudad en la que vivía, me movía con una enorme inseguridad y con un gran miedo de ser asaltada o secuestrada. Por la noche, al intentar descansar, no podía ir a la cama sin enterarme de las noticias del día, siempre amarillistas, que aumentan esa inseguridad y que son además, escuela para el crimen. En ellas, con lujo de detalles se muestran técnicas para que los criminales puedan trabajar con impunidad. Se dan ideas y lecciones de crímenes que tal vez ni por la mente les hubieran pasado a los más terribles delincuentes. En esos espacios ésta, la impunidad, se garantiza. Da la impresión de que se trata casi de una campaña publicitaria a favor del crimen organizado. Un aliento a los criminales para que sigan delinquiendo sin preocupación, y sin miedo a ser castigados por lastimar tan profundamente a la vulnerable sociedad.

    La verdad es que los noticieros nos hacen sentir que vivimos en un verdadero caos de pleitos e inseguridad. Muchas veces infunden pánico. Pero no podía entonces, dejar de escuchar las noticias, a menos que deseara quedar fuera de los temas que preocupaban a todos y que eran conversación obligada. Estaba atrapada.

    Soy una mujer muy joven aún y detrás de mi aspecto de mujer moderna que emite una imagen positiva de seguridad y fuerza, en el fondo me sentía abusada y atropellada en mis relaciones afectivas con el género masculino, siendo todos los que me rodeaban ejemplos perfectos del machismo. Productores del miedo, de los abusos, de los engaños, de los malos tratos.

    Esto es lo que más me ha lastimado en la vida. Ellos, los que me rodean, me hacen sentir que no existo, que solo vivo, que allí estoy, y que todo lo que hago no vale nada. Mis ideas no son de tomarse en cuenta, no se toman ni cinco minutos para escucharlas. Me han callado públicamente, a veces a gritos. Practican algo que ahora tiene un nombre más moderno: "El Bullying". Esta palabra está enfocada a los alumnos que practican el "acoso escolar", pero el acoso moral no se manifiesta solamente en los escolares, y en el efecto que produce en sus víctimas; éste cubre a toda la sociedad en todos sus aspectos y en todos los sitios en donde se practique la agresión física, verbal, psicológica y social por medio de ofensas, abusos, malos tratos o exclusión, desprecio y olvido de una o varias personas que tienen poder, sobre otras personas que son vulnerables y lo usan para dañarlas constantemente… deliberadamente.

    En los llamados machos, los abusos son iguales a cualquier acoso, llámese como se llame. Cuando ellos cometen gravísimos errores, se disculpan consigo mismos, tratando de soslayar o minimizar los daños que hacen y no piden disculpas a los demás. También a veces, se valen de gritos e insultos para evitar que los ofendidos tomen represalias o simplemente se defiendan. Alzan el volumen de la voz, usan tonos amenazantes y se aprovechan de la vulnerabilidad de sus víctimas. A veces se jactan de su poder y tristemente, hasta se han hecho películas en donde el machismo y el abuso de poder se muestran casi como una virtud. Muy viril, prestigiosa y soberbia, por cierto.

    La sociedad en la que vivo les ha concedido alta invulnerabilidad y apoyo, en el sentido de que la gente está acostumbrada a verlos actuar sin extrañarse y no consideran esas malas actitudes como equivocadas, sino más bien graciosas y estupendas.

    Como mujer me sentía incomprendida, devaluada, traicionada, pero había aprendido a vivir con esto, como quien vive en la selva y se tiene que cuidar de sus peligros. He sido exitosa, muy exitosa, pero me faltaba algo.

    No he conocido a un hombre completo. Los machos son como minusválidos, dependientes, con una muy baja autoestima. La medida de sus abusos y sus malos tratos es la medida de su auto valoración: a mayores abusos, mayor auto apreciación.

    Aunque tengo muchas amigas y compañeras de trabajo, algunas son agresivas, otras envidiosas, también sufridoras del machismo. Tratan de sacar la cabeza de entre las matas, pero no se atreven bien por miedo a que se las aplasten o se las corten con un machete. Temen que las maltraten o que les digan palabras o frases que las minimicen. Mis amigas cercanas, la mayoría son buenas personas y tengo unas cuantas a las que considero mis mejores, fieles y leales amigas, casi hermanas.

    He contado con una familia común y corriente, con algunos problemas leves, otros serios y alegrías también. Como todas las familias. En términos generales nada anormal, nada extraordinario.

    Mi familia es la clásica familia mexicana con una madre sumisa y un padre machista, un demandante y autoritario Pashá servido y atendido; controlador e impositivo; medularmente vulnerable, y contrastantemente tierno y bondadoso, exitoso en su trabajo y que proyecta su personalidad en dos sentidos: como hombre honesto y recto pero que en el fondo teme a las mujeres y en consecuencia las controla, o se burla de ellas proyectándose como un cordero sacrificado ante unas mujeres, madre, esposa e hijas, dominantes y exigentes. ¡Una víctima! Cuando él es el único que exige, grita y usa la violencia para resolver los problemas.

    En el fondo me produce gran ternura y hasta lástima por esa gran incapacidad para poderse relacionar con sus seres más cercanos, conseguir ser feliz y hacer felices a los que lo rodean. Aunque aparentemente sea lo contrario con sus amigos, la realidad es que carece de verdadera empatía. Odia la palabra diálogo, eso no se ha hecho para él. Se sentiría muy vulnerable. El pobre procura cerrar todas las puertas –hasta las de su mente– a cualquier cambio en su estatus de gran jefe. Lo adoramos y lo entendemos, porque al fin y al cabo, el ha trabajado para nosotros sin descanso toda su vida y le debemos tanto… Casi todo lo que somos y nos ha dado todo, todo lo que ha podido. Jamás ha dejado de cumplir con su gran responsabilidad. Ha sido nuestra fuerza, nuestro prestigio y nuestro refugio y protección. Un hombre intachable en muchos sentidos. Mil veces me he preguntado ¿Por qué? ¿Por qué ese contraste y rompimiento entre dos actitudes y posturas ante la vida que nunca he llegado a entender? ¿Por qué tiene tanto miedo de darse, de entregarse? ¿Por qué teme perder su fuerza y su poder? ¿Cómo se puede convivir con alguien tan agresivo y tan bondadoso al mismo tiempo?

    He asistido a varios tipos de terapia, la mayoría de las que se usan ahora, porque a veces me sentía deprimida o atrapada, pero a pesar de todo, seguía viendo al mundo a través de los ojos de mis padres, los sacerdotes, mi grupo social, en cierta forma los doctores y en grado importante, los medios masivos de comunicación, que casi controlan los pensamientos y la conducta de la gente.

    Desde el punto de vista emocional, había logrado tener una relación afectuosa, amorosa, con un tipo, mi novio, idéntico a los hombres machos que me han rodeado. Creo que estaba repitiendo el mismo patrón familiar en el que había vivido, totalmente asfixiante, pero con matices de seguridad. Ese patrón me había sido útil. Era yo quien era, gracias a esa estructura milenaria.

    Había llevado ciertamente una vida difícil, pero tranquila en algunos sentidos y a veces estimulante en lo que concierne a mi trabajo; aunque deseaba que todo cambiara para tener más paz y alegría.

    En cuanto al conocimiento de la vida, de la razón de por qué existe todo lo que existe, tenía grandes inquietudes. No estaba conforme con lo que había aprendido. Mi espíritu inquieto siempre me ha exigido aprender, investigar. Sabía que existe algo más y lo quería encontrar. No me satisfacían las repuestas, en realidad me sentía como si caminara agachada debajo de una gran losa sin saber que había arriba, pero al mismo tiempo sintiendo que algo existía más allá. Creo que estaba lista para un cambio, un gran cambio, pero no sabía cómo se podría dar.

    En realidad, yo siempre he encontrado mis propios caminos a veces nadando contra la corriente, que es como uno se hace fuerte.

    La semana pasada escuchaba casualmente en la radio la pieza favorita de mi abuelo, un gran médico, El dulce misterio de la vida, de Victor Herbert. Me sentí con deseos de conocer ese misterio, el misterio de la vida. En esos momentos pensé: Sé que hay mucho, mucho más que tengo que saber. ¿Habrá alguien en este mundo que me pueda llevar a ese conocimiento? ¿En dónde podría yo encontrar tal sabiduría? De verdad ese sería mi gran deseo…

    El arribo

    Dentro de las actividades propias de mi cargo, me dirigía una tarde con un grupo de compañeros y compañeras de trabajo hacia un lugar tranquilo en el Estado de México, a un hotel SPA en donde se iba a realizar una junta intensiva de trabajo para organizar cambios dentro de la compañía en donde yo desempeñaba mi trabajo.

    Casi al llegar, todavía en la carretera, dirigí mi mirada hacia la izquierda, al extenso panorama enmarcado por las lejanas montañas. Admiraba el entorno, cuando de pronto sucedió algo extraño: el ambiente fue alterado por una especie de resplandor, casi una explosión de luz, que cambió el estado de la atmósfera. No lo podría describir cabalmente, pero fue algo así como si me hubiera sumergido en una botella de champaña, llena de cosquilleantes burbujas brillantes que invadieron todo mi cuerpo hasta la médula de mis huesos. Como una bocanada de luz, como si esta se pudiera respirar…

    –¿Qué pasó? ¡Qué sucedió! –le pregunté a mis compañeros.

    –¿Qué sucedió dónde?

    –¿Cómo dónde? ¿No vieron, no sintieron la explosión que salió detrás de esos cerros y que llegó hasta este lugar?

    –¿Cuál explosión…? ¿Te refieres a la puesta de Sol?

    –Sí, tal vez. Tal vez estoy hipersensible, nerviosa por mi ponencia en el encuentro de trabajo que vamos a tener.

    –Sí seguramente debe ser eso –comentó uno de mis amigos

    Llegamos a la caseta de pago y unos 200 metros después me invadió una sensación de gran paz, tranquilidad y confort. Me sentí inexplicablemente ilusionada y feliz.

    El cansancio y la preocupación que traía se desvanecieron repentinamente. Ya estaba lista para emprender el gran reto.

    Entramos a la pequeña ciudad, y de pronto enfrente de todos nosotros, apareció un maravilloso y enorme Sol, rojo como pocas veces lo he visto. Se iniciaba el ocaso.

    Entonces… ¡el poniente se encuentra al frente, no a la izquierda! El desconcertante resplandor aconteció en el sur, no en el poniente.

    Se los comenté a mis compañeros de trabajo y la respuesta fue dada con gran indiferencia hacia los cambios que yo había notado en la naturaleza.

    –Tal vez fueron los reflejos de la puesta de Sol que ya se aproximaba –me dijo una de mis compañeras–. ¿Qué, nunca sales al campo? Ya no permanezcas tan encerrada en edificios y coches ¡Qué bueno que salimos un poco de la ciudad!

    Fue obvio que esto me sucedió solamente a mí pero ¿por qué? ¿Sería algo producido por mi cerebro? ¿Alguna enfermedad? No, no lo creo, me encuentro perfectamente bien de salud, cansada nada más, pero bien.

    Me quedé con una gran inquietud.

    El lugar

    Me encontraba, en una extraordinariamente hermosa región. Su clima, fauna y flora que son increíblemente variados, abarcan desde la exuberante belleza que produce la zona tropical y la cercanía del mar, hasta la que genera el ambiente alpino de la montaña, muchos metros arriba.

    En una extensión de 300 km cuadrados aproximadamente, en la confluencia de estos dos climas, existe ésta región en la que se produce un microclima especial, con características propias, distintas a las de las zonas que la rodean.

    Un lugar en el que la topografía, humedad, temperatura y vegetación difieren de todo el entorno. Un sitio lleno de manantiales, bellas flores, pájaros con ricos plumajes de distintos colores y diversos y bellos animales.

    La luz se comporta y se refleja de distinta manera que en el resto de la región, proporcionando un color incomparable a la vegetación que pareciera haber sido pintada por un gran artista que exaltara los colores de la naturaleza, haciéndolos más vivos y brillantes.

    Los verdes varían en cientos de matices que componen una paleta natural imposible de reproducir o recrear aún con una cuidadosa planeación. Cada planta crece con su propia personalidad, en forma independiente de las demás, sin mimetizarse con ninguna otra y en lugar de participar en un entorno uniformemente verde, se distingue de las otras como si fuera la única planta, verde también, pero diferente.

    El cielo, de un azul distinto a todos los azules, hace juego con la hermosa flora y los imponentes atardeceres ofrecen una extraordinaria gama de colores que van del amarillo dorado al magenta, e incluso al rojo vivo. Forman con las nubes, cuando las hay, una belleza paradisíaca.

    El efecto que este lugar ejerce sobre todas las personas es completamente enigmático, generador de energía, vibrante y al mismo tiempo generador de un gran descanso, paz y armonía.

    Su nombre real es muy antiguo, tan antiguo que el hombre actual no conoce su origen. Significa el lugar de Dios, centro de energía y salud. Los pueblos de su entorno forman una zona micro climática, de gran hermosura y de confort físico, mental y espiritual.

    Su verdadero nombre no importa. Ha tenido muchos. Le pondré alguno, cualquier otro para poder hablar de él. Tampoco importa el sitio exacto, habrá quien lo busque. Lo encontrará seguramente.

    Al salir de esta zona, todo cambia radicalmente. El color se uniforma, los distintos verdes se confunden y aglomeran en un verde grisáceo oscuro, con pocos matices y el clima cambia. Cerca de Teoixtepetlán –así lo voy a llamar–, hay una magia especial, algo muy difícil de explicar que se extiende a espacios indefinibles.

    El encuentro

    Al terminar mi trabajo del día, decidí salir hacia el sur para investigar un poco, para acercarme al sitio de donde vi salir el resplandor.

    Este lugar se encuentra la carretera que va de Teoixtepetlán a Taxco de Alarcón, otro nombre milenario, náhuatl y español. Estaba tratando de entender lo que ahí sucede, observando los alrededores, investigando con la mirada los fascinantes espacios que me rodeaban.

    Necesitaba estar en este lugar. Me sentía cansada, deprimida, sobrecargada de la contaminación de una gran ciudad.

    Era un hermoso día de primavera; de pronto, me detuve en un sitio desde donde podía ver a distancia, a una gran distancia.

    Bajé de mi automóvil para observar la naturaleza tan especial del lugar y me quedé extasiada con el paisaje, tratando de comprender y pensando encontrar a alguien que me explicara algo sobre este lugar, que me contara un poco de su historia, o de lo que pasaba allí. Algo pasaba, no sé qué es, ¡lo quiero entender!

    Noté que alguien se aproximaba. Parecía ser un habitante del lugar, pero cuando estuvo cerca me di cuenta de que se trataba de alguien muy distinto a los lugareños, muy distinto a cualquier lugareño de cualquier lugar del mundo. Inesperadamente sentí su presencia detrás de mí. Volteé para saludarlo, y me contestó haciéndome algunos comentarios sobre el buen tiempo. Me saludó cordialmente.

    –Hola, me llamo Uden.

    –Hola, Uden ¿cómo le va?

    –Bien, gracias… y tú eres…

    –¡Mariam!

    Iniciamos una conversación que de manera extraña y poco a poco se fue haciendo más profunda. Me sentí tan en confianza con él, que poco a poco le manifesté mis inquietudes y mis cuestionamientos. El respondía a algunas de mis dudas y frase tras frase, iba logrando que me quedara sin palabras, casi en estado hipnótico por la cadencia de su voz, por su enigmática presencia y por la naturaleza de sus narraciones.

    Al final solamente lo escuchaba.

    Me habló de tiempos lejanos, me relató historias que parecían ser producto de la fantasía. Tenía tal capacidad de narración, que prácticamente me envolvió en un ambiente especial. Me transportó al sitio espléndido de su mente, incitó mi imaginación de tal manera que parecía ser que me estaba proyectando películas que yo podía ver; y las veía, claro, pero con otros ojos, no con los físicos, desde luego.

    Me produjo una sensación reconfortante y agradable, como si fuera una persona que hubiera conocido mucho tiempo atrás pero contradictoriamente, lo sentí diferente a todas las personas por mí conocidas.

    Me sorprendió que Uden fuera diferente a todos los habitantes del lugar. Su piel se mostraba de color ocre–rojizo brillante, como tostada por el sol o algo así. Sus ojos cambiaban de color según la luz. A veces se veían verdes, otras amarillos, y al iniciar el atardecer me pareció que se volvían de color violeta.

    De complexión fuerte, con una dentadura perfecta, y pelo que parecía rubio–entrecano, pero que al verlo de cerca resultaba ser de un color dorado–plateado oscuro, con reflejos muy claros, en el que no había una sola cana. Su voz fuerte y agradable y el ritmo de su lenguaje correspondían al de un hombre muy sabio y muy seguro, lleno de bondad y de amor. Me causaba la sensación de una gran seguridad y aplomo, como si conociera todas las verdades y supiera de todos los remedios. Su edad, imposible de calcular. Por su presencia parecía ser muy joven; por sus actitudes un hombre maduro; y por sus conocimientos, comprensión y sabiduría, un anciano.

    Prometió resolver mis dudas, llevarme a visitar lugares que existen en la zona y presentarme algunos personajes, cuya existencia y labor eran difíciles de entender y de creer.

    Hicimos una cita para el día siguiente. Me costó trabajo esperar por la emoción y la gran expectativa, fascinada de conocer algo de lo prometido, aunque dudando de mi propia cordura al establecer una relación tan cercana y profunda con un desconocido en tan poco tiempo.

    La caverna de las piedras multicolores

    Al día siguiente, me sentí tan emocionada y arrebatada por la experiencia, que decidí suspender mi participación en la reunión de trabajo y asistir al sitio de la cita. Al fin y al cabo, reuniones de trabajo he tenido y tendré de sobra. Al salir del hotel, tomé mi coche rumbo a la carretera hacia Taxco nuevamente.

    Al llegar, un poco adelante del pueblo de San Toribio Mog –cuyos nombres reúnen la tradición española y otra muy antigua, más antigua que la náhuatl–, volví a encontrarme con Uden quien me condujo a un sitio donde saludamos a un personaje alto, con un gran bigote y sombrero de ala ancha, muy simpático, con una gran personalidad.

    –Hola don Carmelo, ¿Nos podría conducir a la gruta de las piedras multicolores?–le preguntó mi nuevo amigo.

    –Sí, con mucho gusto, pero la condición es no revelar el lugar del sitio, porque según las creencias de por aquí, si se descubriera el secreto, las piedras perderían sus colores, o la gruta desaparecería.

    Eso me pareció una vieja leyenda o una superstición propia de ciertos pueblos indígenas. Me advirtió que me dejaría entrar, pero solamente porque me acompañaba mi nuevo amigo Uden.

    Nos metimos por caminos muy intrincados y llenos de grandes piedras, ningún camino fabricado. Yo iba conduciendo y tenía miedo de que alguna de las llantas se fuera a ponchar o que se rompiera alguno de los ejes de mi coche y me quedara allí, con todo y auto.

    Por un momento sentí un gran miedo ¿Qué hacía yo allí, con dos desconocidos en medio de nada, de nada conocido y sin la posibilidad de pedir auxilio?

    Sin embargo la naturaleza era rara y hermosa; parecía un paisaje del Jurásico, y la curiosidad superó todo. Solo faltaba llegar, había que esperar; al fin y al cabo, ya estaba allí. ¡Qué arriesgada y aventurera soy! Pensé.

    Por fin después de recorrer un largo trecho, más largo por la incertidumbre, llegamos a la gruta.

    Era una gruta de una extraña belleza, que tenía vetas de piedras de colores en tonos de rosa, ocre, azul y magenta, con incrustaciones y vetas de cuarzo intercaladas. Una fiesta para la vista, rodeada además de una vegetación intacta, en distintos tonos de verde que enmarcaban el lugar haciendo que se viera todavía más hermoso.

    Hice el ademán de tomar del suelo unos pedazos de piedras multicolores cuando el hombre del bigote, don Carmelo, me dijo:

    –¡Cuidado! Tenga cuidado porque entre las piedras se encuentran las plantas que cuidan. Aunque usted no lo crea, son plantas que Diosito puso aquí pa cuidar y con el solo roce de una de sus hojas queda uno paralizado. Solamente por el dolor y el ardor que se produciría en la piel, padecería mucho y le produciría una fiebre alta.

    ¿Plantas inteligentes? ¿Cuidadoras? Si, pensé, tal vez son plantas que producen reacciones por contacto y ellos les dan una personalidad especial.

    –Sí –dijo Uden–, son los últimos restos de épocas lejanas, de mundos perdidos, latentes y escondidos. A usted hoy le ha sido dada la oportunidad de conocer algo, un pequeñísimo vestigio de lo que sucedió hace mucho, mucho tiempo.

    –¿Por qué a mí?

    –Usted ha percibido lo que nadie, usted abrió una puerta; me llamó y me invitó a venir.

    –Me extraña lo que usted dice, pero sí, en realidad creo que tengo que saber algo más que siento y que no puedo explicar pero, a usted no lo conocía ¿cómo lo podría haber llamado?

    –Ja, ja, ja. Mi respuesta produjo en Uden una inesperada e incomprensible risa, y esa fue toda su respuesta.

    –¿Y esta gruta qué significa?

    –Éste era uno de los oráculos adonde hace unos 14,000 años venían importantes personajes a meditar y a buscar respuestas para la toma de las grandes decisiones.

    Muchos de estos sitios se encuentran en esta zona en donde están grandes yacimientos de piedras multicolores que se extraían para las hermosas construcciones de los habitantes de la región de Xi, una inmensa región de la que ésta es sólo una pequeña parte. Este lugar en especial, sirve para adquirir sabiduría y limpiar ciertas zonas especiales relacionadas con la bioelectricidad del cuerpo que vibran con estos colores y este ambiente.

    –Por favor, Uden, ¡explíqueme algo! ¿Qué clase de zonas? ¿Qué clase de vibraciones? Todo me parece muy extraño. Verdaderamente extraño.

    –Sería muy largo, ya le contaré todo detenidamente. No podría en este momento proporcionarle narraciones y conocimientos que necesitarían varias horas, mucho tiempo, para explicarse.

    –Sólo dígame algo, por favor.

    –Bueno, algo. Mire usted Mariam: las piedras que conforman esta gruta, son piedras paramagnéticas y producen en el cuerpo humano efectos y sensaciones de anti gravedad que aunadas a estados anímicos especiales, promueven situaciones terapéuticas, sobre todo mentales y emocionales.

    –No entiendo nada. ¿Como las piedras van a producir cambios terapéuticos?

    –Como le decía yo, es algo muy complicado de explicar. El hecho es que todo objeto emite una resonancia, y lo que aquí acontece es una combinación de innumerables elementos y eventos que se empatan y coordinan con la mente y la psicología humanas. Algo muy intrincado que abarca los terrenos de la física, la psicología y varias cosas estudiadas o no por la ciencia actual. Desde luego, tiene mucho que ver el ambiente, la estructura de la gruta, los materiales que la conforman y el estado fisiológico y psicológico de cada persona. Los colores influyen mucho también porque además afectan aspectos de limpieza y purificación del campo biomagnético del cuerpo. Todo este conjunto de cosas, enaltecido por la meditación, tienen efectos positivos en cualquier ser humano que se somete a su influencia.

    Le doy una somera explicación para vislumbrar un poco lo que aquí sucede. En lo que se refiere al color, por ejemplo, sin profundizar demasiado en temas científicos, la vibración que produce la veta rosa le sirve y ayuda a usted a eliminar las ataduras con el materialismo y acercarse al amor más tierno que pueda sentir un ser humano, sería como volverse niño otra vez, ¿conoce usted una limpieza más grande?

    –No, desde luego.

    –Bueno, pues mezclado con los otros impulsos vibratorios que envían el resto de las vetas, usted sentiría después de un rato, haberse curado y limpiado de toda negatividad que haya acumulado durante muchos años y sentiría un abrazo energético que le habría proporcionado una ínfima pero poderosa parte de nuestra madre Tierra.

    –Yo sé que los colores auténticamente emiten ondas que se pueden medir en unidades ángstrom, pero al mismo tiempo, creo que esto es algo mágico y que usted tiene la facultad de producir en mí un estado mental y emocional muy especial.

    –¿Así es como usted se siente?

    –No sé con certeza cómo me siento, continúe por favor.

    –Esta gruta sería la antesala de muchas otras que usted podría visitar en el futuro, siempre y cuando quisiera avanzar a un alto grado de evolución mental y espiritual.

    Por lo pronto, aproveche esta oportunidad de la entrada a las maravillas heredadas de un mundo perdido, y cuando usted haya aquilatado y descubierto su valor, le gustará que le sea obsequiada una piedra como recuerdo, pero que en el futuro probablemente, usted sabrá cómo utilizar.

    –Gracias.

    En seguida pregunté cuál sería el mejor sitio para descansar un poco, a lo que Uden me contestó:

    –Siéntase usted en libertad de buscar un lugar en donde se encuentre a gusto y tome el descanso necesario.

    Caminé un poco por el lugar y por intuición o tal vez por alguna guía no detectable por ninguno de mis cinco sentidos, encontré un sitio especial, especial para mí en ese momento.

    –Colóquese usted en una posición confortable, me indicó Uden.

    Cierre los ojos, relájese. Eso quiere decir que afloje usted todos sus músculos pensando en cada uno de ellos, los de la cara, los ojos, la boca, el cuero cabelludo, la nuca, el cuello, los hombros…

    Me costó mucho aflojar esos músculos, porque en cuanto lo hacía, se volvían a tensar. Nunca pensé que mis músculos estuvieran tensos pero en ese momento, empecé a sentirme sin ninguna preocupación y con una gran tranquilidad.

    Se lo comenté a Uden, y con un gran gesto de amabilidad, me contestó:

    –Cuesta trabajo tomar conciencia de nuestro cuerpo y de cómo reacciona a las emociones, inclusive a pensamientos fugaces, pero hay que adquirir ese estado de conciencia.

    En la forma de vida actual de la humanidad no existe ese ideal estado de la mente, pero es así como debiera funcionar.

    Le recuerdo que usted se preocupó demasiado por ir en su coche con dos desconocidos en un camino intrincado y también desconocido. Eso le produjo una enorme tensión que cuesta tiempo eliminar de la entidad biológica y el solo hecho de estar aquí, debe producirle una tensión considerable.

    –Por favor, volvamos a donde estábamos.

    Volví a recorrer el camino de la relajación, revisando casi cada uno de mis músculos, desde el cráneo a los dedos de los pies hasta que logré, haciendo lo contrario a un gran esfuerzo, relajar mi cuerpo completamente.

    En ese estado, comencé a percibir desde el contacto del aire y el ruido del ambiente, hasta los movimientos de los más diminutos insectos.

    De pronto mi cuerpo adquirió de forma automática una posición llamada por los orientales flor de loto sedente, con las piernas cruzadas en frente de mí y mi columna vertebral perfectamente recta.

    A lo lejos oía la voz de Uden, suave, apenas perceptible:

    –La posición que ha tomado su cuerpo es la perfecta. Ahora, ponga usted su mente en blanco y respire profundamente, inhalando el aire durante cuatro segundos, reteniéndolo otros cuatro y soltándolo por otros cuatro.

    Los tiempos se fueron alargando hasta hacer dichos movimientos en ocho segundos.

    –Vuelva a respirar, otra vez, de nuevo, otra vez…

    La sensación que yo sentía era de una profunda paz. Intempestivamente comenzaron a surgir ideas e imágenes que trataba de sacar de mi mente para tenerla en blanco. Cuando oí la voz de Uden quien, leyendo mi mente, me decía:

    –No luche con las ideas tristes o felices, déjelas pasar, hasta que alguna se quede fija en su mente.

    Así sucedió, hasta que comenzaron a brotar pasajes de mi vida pasada, imágenes de personas. Me sentí fuertemente atrapada, con unas enormes cadenas que me ligaban a ellos. Era una sensación horrible, luchaba por quitármelas, cuando oí la voz de Uden diciéndome:

    –Rómpalas, son los sentimientos de resentimiento hacia esas personas por sucesos del pasado, por situaciones que la tienen en ese estado de encadenamiento, eso le ha venido haciendo un enorme daño por mucho tiempo.

    –¿Puede usted ver desde cuándo y hacia quiénes?

    Increíblemente noté que las vivencias más antiguas me ligaban a mis padres, a quienes a pesar de amar con intensidad, les tenía también un gran resentimiento, tal vez por algún descuido o por lo que yo consideraba entonces falta de amor. Tal vez por errores en sus conductas, por no apreciar lo que yo hacía o por preferir a alguno de mis hermanos, con los que también me ligaban fuertes cadenas de rivalidad.

    Me di cuenta de sus caras llenas de amor, implorándome el perdón que ellos necesitaban de mí, de manera no consciente, pero real. De pronto nos envolvió una nube de energía color de rosa y violeta, en el que el ambiente multicolor de la cueva parecía participar.

    –Esta es la energía del amor más tierno y sublime –acotó Uden.

    Me di cuenta de que las cadenas se rompían inmediatamente quedando sólo unas cuerdas, que todavía me ligaban a ellos, era el perdón que yo también les tenía que pedir. Sentí la presencia de Dios en mi alma y recibí la gran ayuda, la enorme fuerza del amor sublime e incondicional. Percibí, y sentí desde lo más profundo de mi ser que ya no había nada entre ellos y yo que pudiera separarnos, sentí la experiencia del más vivo y grande amor. Un amor jamás sentido en toda mi vida.

    Repentinamente, una energía, una luz que parecía estar cargada de diamantes me rodeaba y entonces sentí, con los sentimientos del alma, que Dios también me perdonaba por haber guardado tanta negatividad dentro de mi ser durante tanto tiempo. Comprendí que al amparo del amor divino, yo también me perdonaba, completa, total y profundamente.

    Dentro de ese baño de luz, pude percibir que levitaba, que ascendía, tanto espiritual como físicamente. Volví a oír la voz de Uden:

    –La levitación es real, las piedras son paramagnéticas y en ciertas condiciones contribuyen a la eliminación de la gravedad, pero sin el estado de conciencia que usted ha producido, esto nunca se podría haber realizado. Usted también se encuentra en un extraordinario estado de liviandad y de completa paz.

    Surgió en mí la duda ¿Volvería a regresar a la pesadumbre anterior?

    Uden contestó:

    –De usted depende totalmente, Mariam. Ahora se encuentra en un estado de limpieza total, en posición para emprender un hermoso camino de virtud, conocimiento y verdad. Yo le llamo Hexis.

    –¡Como Aristóteles!

    –Si usted ha leído a Aristóteles, recuerde que según él Hexis es un estado mental y emocional que se logra a través de la práctica de la virtud. Según mi cultura, es un estado natural con el cual se nace.

    Lentamente volví al piso y a mi realidad, pensando en que tendría que retornar a la vida común y corriente. Intentando hablar lo más claramente posible después de esa experiencia, señalé:

    –Estimado Uden, le agradezco esto desde lo más profundo de mi ser, no puedo entender lo que sucedió, no lo puedo aquilatar.

    –Acaba usted de iniciar algo, ahora se encuentra en un estado de Hexis, en una limpieza total y en disposición de conocer nuevas cosas y de enfrentar su mundo desde otro ángulo.

    –Sin embargo siento un malestar físico que no puedo describir.

    –Me extrañaría que no lo sintiera, se ha liberado usted de un enorme peso.

    Al salir de allí, el Sol empezaba a ocultarse, habían pasado diez horas aún cuando mi percepción, había sido de solo una.

    Se lo comuniqué a Uden, él me contestó:

    –Usted acaba de vivir una frecuencia distinta de tiempo y espacio. Cuando uno trasciende hacia a otra dimensión, un minuto puede parecerle una eternidad y una eternidad, un minuto.

    De regreso al pueblo, el hombre don Carmelo nos preguntó que si habíamos recorrido todo el entorno de la gruta que era muy hermoso. Se disculpó por haberse quedado dormido cuando todos decidimos descansar un rato y lamentó no haber podido guiarnos, pero no estaba preocupado porque Uden conocía bien el lugar. Al ver que nos retirábamos, me dijo en presencia de algunos de los lugareños:

    –Le vendo unas piedras, ¡cómpreme un metro cuadrado siquiera!

    –¿Cuánto es? le dije, le voy a comprar dos.

    –Son 200 pesos.

    –Aquí están –le contesté con extrañeza–. ¡Después de lo que acababa de pasar!

    –Gracias, contestó entre sonoras carcajadas, con esto trago toda la semana. Me produjo más confusión cuando los lugareños le dijeron respetuosamente a Uden:

    –Hola, Don Gaudencio ¡qué extraño verlo por aquí!

    Me subí al coche en una especie de mareo preguntándome ¿En qué lugar estuve?… Más bien, ¿estuve en algún lado? En ese momento, Uden tocó la ventanilla y me dijo:

    –Nos veremos mañana en el mismo sitio en que nos encontramos hoy. Adiós.

    Arranqué, pero retrocedí. Abrí nuevamente mi ventanilla y le pregunté a Uden:

    –¿El señor Carmelo presenció todo lo que pasó en la gruta?

    –No.

    Humm, creo que se durmió muy bien, pensé.

    2

    EL RECINTO DE LA CREATIVIDAD

    El Sol me despertó en mi cuarto de hotel y recordando lo sucedido el día anterior, dudé mucho entre regresar a mi reunión de trabajo o asistir a la cita de Uden.

    No tardé demasiado en decidir porque la experiencia vivida, me había cambiado completamente. No sentía ser la misma de antes. No podría ya volver atrás.

    Me comuniqué con mis familiares para avisarles que había decidido cambiar de actividad ante un importante ofrecimiento. Una gran oportunidad para hacer ciertos estudios antropológicos importantes para mí.

    Ellos estaban acostumbrados a mis largos viajes de inspección y estudio, así que no les llamó la atención. Se preocuparon, pero yo les expliqué que me encontraba con gente muy confiable, entre ellos un profesor de gran prestigio y muy profesional.

    Llamé a mi novio el cual se enojó muchísimo, porque no pude darle una fecha para mi regreso. Se dirigió a mí en un tono celoso, posesivo, agresivo y demandante y yo simplemente, colgué.

    El impacto de la personalidad de Uden increíblemente más fuerte, segura y al mismo tiempo suave y desbordada de ternura, me había impactado de tal manera que no podía soportar por un minuto más a alguien tan agresivo y ahora tan poca cosa para mí.

    Tal vez mis apreciaciones en torno al machismo resultaban en esos momentos exageradas, pero así de exagerada era mi calificación positiva hacia alguien que no pertenece a la cultura machista. No había tenido la oportunidad de comparar a mis ejemplos masculinos, machos, con alguien que no lo fuera. Estaba confrontando una situación nunca antes vislumbrada por mí.

    No conocía a Uden lo suficiente, sólo lo había tratado pocas horas pero inexplicablemente sentía que por primera vez alguien se interesaba de verdad por mí, y no solo por mis atributos femeninos, o porque le iba a suplir necesidades sin importar mis verdaderos sentimientos. No podía entonces explicar lo que me estaba sucediendo. Estaba completamente apabullada.

    Salí pues, otra vez por la carretera hacia Taxco, feliz, confiada. Uden me inspiraba enorme confianza. Lo sentía incapaz de hacerme daño y de momento, me parecía la mejor compañía que había tenido en toda mi vida. Contrariamente a la conversación telefónica con mi novio o a tratos del pasado con otros hombres, por primera vez en mi vida, no me sentí juzgada, controlada, o conquistada. Uden no me trataba de impresionar; no me corregía haciéndome sentir poca cosa, ni me regañaba. Yo era la que estaba auténticamente impresionada por su personalidad, por la sabiduría que había empezado a vislumbrar en él, desde luego, por el tono tranquilo de su voz y por su mirada llena de paz. Él no necesitaba hacer nada para que yo lo admirara o lo respetara. Nadie, ningún hombre de mi vida se había portado así conmigo o tal vez consigo mismo. Creo que en el fondo los prepotentes y presumidores, tienen una muy baja autoestima y tal vez un profundo y grande temor de no ser aceptados o de ser inferiores. Se sienten mal con ellos mismos y lo manifiestan siendo agresivos o forzando una simpatía y un poder, que están muy lejos de tener. Uden no requería de nada de eso; Uden era simplemente maravilloso.

    Me detuve en una pequeña tienda a comprar quesos fabricados por algunas personas que viven por esa ruta, cuando de pronto oí decir a la que me despachaba:

    –Ahí viene don Gaudencio, es un señor muy amable y solo Dios sabe cuántos años tiene; lo conocían mis bisabuelos y mírelo que derechito anda ¡y sabe tantas cosas! ¡Cómo no! Nada más por lo viejo que debe ser…

    Al voltear, yo no vi a nadie más que a Uden, mi nuevo amigo, con la misma apariencia del día anterior. Sin embargo, la vendedora, extrañamente, se refería a él como al viejito. Compré algunas cosas y luego Uden y yo salimos juntos de la tienda.

    No sé porqué sentí que nuestro trato hasta ahora distante, debía ser más de amigos, más cercano y comencé a hablarle de tú; a tratarlo de una manera mucho más cercana.

    –¿Por qué te dicen Don Gaudencio y te tratan como a un reverendo anciano mucho más viejo que sus abuelos, si no es así? –le pregunté con gran curiosidad–. Y ¿por qué te dicen Don Gaudencio y a mí me dices que te llamas Uden?

    –Por una razón muy sencilla: Porque todo lo existente se percibe a través de la conciencia, como dijo Campoamor, Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira. El cristal significa el filtro de nuestra propia conciencia.

    –Explícamelo con más claridad, por favor.

    –Por ejemplo, un hombre puede ser tres personas a la vez, padre, hijo y abuelo y ser visto de tres maneras diferentes. También algunos ven al abuelo como un sencillo habitante del pueblo, mientras que otros lo respetan como un gran señor, tal vez jefe de un clan. ¿Comprendes?

    –Sí, comprendo lo que me estás diciendo, pero eso no explica lo que está sucediendo ahora mismo.

    –Continúo explicándote: las cosas y las personas se perciben siempre de manera diferente según el caso, el tiempo y las condiciones.

    Pero todavía hay algo más allá, mucho más allá de nuestros sentidos, del tiempo y del espacio, es el tiempo del infinito, de la mente, de la verdad y de la revelación, que no todos están listos para recibir y entender.

    Hace solo 2000 años, alguien dijo: "En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis" Mt. 13,14

    –¿Estás refiriéndote a Jesús?

    –Sí, por supuesto, me estoy refiriendo a la Verdad.

    Jesús también dijo "EFETÁ" que significa ¡ÁBRETE! Abre tu mente tu corazón, tu alma…

    A cada persona le es dado lo que necesita, lo que puede ver y conocer en el mismo momento en que lo necesita.

    –¿Te refieres a algo dicho por algún Gurú?

    –Me refiero a la Verdad.

    –Hay gente que puede ver, sentir y comprender cosas que nadie puede.

    –Hay personas que en su tiempo y forma de vida ven a Don Gaudencio, mientras que tú ves a Uden.

    –¿Por qué Uden o Gaudencio?

    –Mi nombre es KA UDEN THIO, y ellos me llaman…Gaudencio…Ga–Uden–Cio. Ése es el que soy para ellos.

    –Pues para mí tú eres Uden, esto es el Planeta Tierra en el siglo XXI de la Era Cristiana, son las 12 del día y nos encontramos en el camino de Teoixtepetlán a Taxco.

    –Y conste que tú sola te estás poniendo esos límites, pero trataré de ampliártelos aún más, hasta donde tú lo permitas. Cada persona se pone sus propios linderos, aunque reconozco que tú has traspasado las fronteras del común denominador de la gente. Me pregunto si habrá alguien más en este entorno o en otros que pudiera ir mucho más allá.

    Es curioso, por estos rumbos hay gente que vive como si fueran los tiempos de la Santa Inquisición o la era Victoriana. Aquí hay algunos que parecería que se encuentran en la época de los señores feudales, en convivencia con gente que por su forma de vida, todavía están casi en la edad prehistórica. Otros pocos, muy pocos están ya en eones de tiempo adelante y hay otros para los que no hay adelante ni atrás en el tiempo.

    –¿En dónde me encuentro yo?

    –Creo que en un sitio donde muy pocos llegan, por lo pronto.

    –¿Y tú, dónde te encuentras?

    –Aquí… y en la vida.

    Conduje el coche sin saber por dónde andábamos ni qué caminos estábamos tomando, porque la conversación con Uden era tan fascinante que perdí la noción de todo.

    Llegamos a un lugar de bosques y de barrancas, la tarde estaba convirtiéndose en noche y en el horizonte vimos salir la Luna de un tamaño para mí excepcional, probablemente porque se veía como si estuviera aquí mismo, rodeada de árboles. Era luna llena… ¡Te quitaba el aliento tanta belleza!

    –Tu conversación ha sido tan interesante para mí, Uden, tanto que ya perdí la noción del tiempo y del lugar en que me encuentro. ¿Me podrías decir algo acerca de este sitio?

    –Te voy a narrar una vieja historia acerca de una familia muy pobre que habitaba por estos sitios hace muchísimos años.

    Ellos creían que eran muy pobres, es más, estaban convencidos de ello, vivían como vive mucha gente, en una especie de cárcel de la mente y el espíritu, creyendo que no podrían hacer nada para su propio beneficio sin recibir ayuda. Eran simplemente pobres. Así se sentían. Se expresaban acerca de sí mismos como su pobre persona, su pobre casa.

    Ni siquiera eran de los que aseguraban que el gobierno o los ricos tenían la culpa de que estuvieran así. Tal vez pensaban que alguien mágicamente los iba a sacar de la pobreza sin que ellos tuvieran que hacer nada. Le rezaban a la Virgencita para que los ayudara, pero ellos no promovían nada por sus propios medios para ayudarse. Seguían unas costumbres arcaicas y a ratos se imaginaban que alguien, un ser celestial, un señor o algún gobernante, iba de pronto a realizar el desarrollo que mediante el trabajo, el esfuerzo o el uso de la inteligencia y de la imaginación cada persona tiene que llevar a cabo en forma individual.

    –Pero si el gobierno tiene obligación de dar casas, escuelas, salud, educación…

    –Para, para, ¡es imposible que otro haga lo que tú tienes que hacer! Ningún ser humano puede aún haciendo todo su esfuerzo, realizar lo que otro debe hacer; ni puede ni tiene la menor idea de lo que alguien necesita o para qué fue creado.

    Eso de dar y dar y dar para que los otros no tengan que hacer nada, es parte de esa cárcel de la que te hablaba hace un rato y de la que te hablaré más, después. Eso es lo opuesto de dar. Eso es en realidad quitar.

    Dar es maravilloso, pero sin impedir el desarrollo de alguien, suplementandoles lo necesario al grado de que ni siquiera el cerebro les funcione a los protegidos. ¡Qué ayuda sería esa!

    Desde luego, estas personas que estaban en el sitio mental de la pobreza, la inanición y la ignorancia de sus potencialidades, no tenían contacto alguno con un área de la mente que es el almacén y la fábrica de todas las posibilidades, el área N. La tenían bloqueada.

    –¿Cómo que un área de la mente?

    –Sí, existe esa área llamada NN8. Más fácil y simplemente la puedes llamar el área NN o sólo N. En la mente –con conexiones localizadas en el cerebro– existe un área como una especie de ámbito independiente, que es al mismo tiempo un instrumento, en donde se conciben todas las posibilidades de trabajo y desarrollo, donde se estructura todo lo que deseamos ser y en donde por supuesto se diseña y se hacen planes muy acuciosos tanto en lo general como en lo particular de todo el desarrollo de nuestras capacidades y de las ilimitadas posibilidades para realizarlas. Una especie de laboratorio para el progreso. Algo que la gente de tu tiempo no conoce todavía.

    –¿De mi tiempo? ¿Pues de qué tiempo eres tú?

    –Del tiempo… algún día hablaremos del tiempo.

    –Eres muy viejo ¿verdad? aunque no lo aparentas.

    –Mucho más de lo que tú te imaginas.

    –¿Cientos de años?

    –Más.

    –¿Miles?

    –Más, mucho, mucho más…

    Esto me causó entre extrañeza y risa, y de pronto pensé que Uden podría ser un loco. De cualquier manera, era un ser muy extraño, porque lo que decía más bien parecía venir de un hombre extraordinariamente sabio. ¡Y esos cambios en su aspecto! Algo muy raro estaba sucediendo.

    La verdad es que de momento me dio un poco de miedo porque nadie me lo había presentado, y como están las cosas, tal vez muy lejos de ser el nuevo tipo de hombre especial en el sentido de la excelencia humana, podría estar siendo víctima de alguien que en un momento dado pudiera dañarme. Pero decidí tomarme el chance. Soy muy osada, sobre todo ante las expectativas de situaciones no calculadas que se vislumbran como fabulosas.

    Conozco, por mi carrera, indicios de las personalidades enfermas, nocivas e inadecuadas y Uden daba muestras de todo lo contrario. Entonces, decidí por lo pronto, a reserva de desistir después, seguirle la corriente. De cualquier manera, me encontraba muy feliz y no deseaba desaprovechar esta situación, no podría ya dar marcha atrás, por lo menos en aras de la ciencia y ¿por qué no? de mi propio bienestar.

    Quise saber algo más acerca de Uden, aunque no sabía que preguntarle. Me sorprendía su aspecto tan sano y le cuestioné:

    –¿Crees en la medicina naturista? ¿Tienes muchos secretos?

    –Sí y no son secretos, solo cosas desconocidas para ti.

    –Espero que me las hagas saber para que yo también dure muchos años y me vea como tú.

    Sígueme contando acerca de esa área N por favor y acerca del contacto interno con ella. Quiero entender para que sirve.

    –Por supuesto, te hablaré

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