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Cuba, Los Pelos Del Paraíso
Cuba, Los Pelos Del Paraíso
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Libro electrónico969 páginas14 horas

Cuba, Los Pelos Del Paraíso

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Durante las dcadas de los sesenta y setenta la URSS a travs de Cuba invadieron muchos pases por medio de sus mecanismos de guerra de guerrillas.
Mxico en 1968 se vio involucrado en un movimiento civil que devino en movimiento armado por la ineptitud y la sevicia del presidente que como chacal masacr al pueblo buscando as dominar al pueblo, situacin que dio la pauta a un movimiento armado como toda salida a la sevicia presidencial; dentro del grupo que busc evitar tan inconmensurable masacre y luchando porque nuestro amado pueblo superara este holocausto yo en compaa de algunas decenas de compatriotas me encamin a la embajada de Cuba en Mxico para solicitar apoyo armado y entrenamiento, el embajador cubano nos dio toda clase de garantas y a Cuba nos encaminamos solo para ver la deplorable vida que lleva el pueblo cubano as como para sobrevivir la traicin del peludo dspota el cual nos mostr sus mecanismos de sojuzgamiento con los que tiene bajo el ms abyecto sistema de esclavitud al pueblo.
Con esto fuimos entendiendo la importancia tan superior que tiene la democracia en la vida de los pueblos ms aun ahora que los conocimientos cientficos pueden acallar en la hornacina atmica a la humanidad en tan solo unas pocas horas.
Sirva nuestra experiencia para que la humanidad supere la forma de vida de la manada y se convierta a los sistemas democrticos donde solo el pueblo decida el derrotero de su vida y la de todos nuestros semejantes.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento15 may 2012
ISBN9781463323097
Cuba, Los Pelos Del Paraíso
Autor

El tábano

Yo era estudiante de preparatoria en el año de 1968 cuando se inició aquella serie de masacres gubernamentales, por un estado elemental de conciencia decidí levantarme en armas junto con decenas de compañeros tanto de la escuela como del barrio donde vivía, todo esto nos llevó a Cuba donde fuimos traicionados por el peludo déspota el cual ordenó nos dieran un tratamiento especial y así conocimos sus cárceles, centros de tortura y algunos hasta el manicomio donde fueron llevados a dantescas represiones de la cual uno de los mexicanos quedó loco terminando así con su vida y la de su hermano a nuestro regreso después de más de nueve años de supuesto exilio. Regresamos solo para entender que la democracia es el único camino para la trascendencia de la especie humana.

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    Cuba, Los Pelos Del Paraíso - El tábano

    C U B A ,

    LOS PELOS

    DEL

    PARAÍSO

    Autor: El tábano

    Copyright © 2012 por El tábano.

    Número de Control de la Biblioteca del Congreso de EE. UU.:   2012906810

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Los personajes mencionados en esta obra son figuras históricas y los hechos que aquí se relatan son reales. Todos los personajes, nombres y eventos, así como todos los lugares, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son producto de una realidad que va más allá del realismo por su inconmensurable atrocidad y mecanismos de sojuzgamiento hacia la humanidad. Sin embargo los nombres de la mayoría de los protagonistas fueron cambiados para evitar que en el futuro se tomaran represalias contra ellos.

    Para pedidos de copias adicionales de este libro, por favor contacte con:

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    Fax: +1.812.355.1576

    ventas@palibrio.com

    399770

    Contents

    Dedicatoria

    02 de Octubre de 1968

    01 de Septiembre de 1978

    02 de Septiembre de 1978

    Octubre de 1978

    Noviembre de 1978

    Noviembre de 1978

    Noviembre de 1978

    17 de Diciembre de 1978

    Epílogo

    Desde el inicio de nuestra era y todavía antes en los tiempos del imperio romano vemos por respuesta de los pueblos amenazados con conquistas y otro tipo de vejaciones así como para invadir lentamente a un país, el uso de grupos de guerreros en una modalidad de guerra, la llamada guerra de guerrillas.

    Dicha modalidad actualmente tiene por toda forma de acción el ataque sorpresa en lugares vulnerables de la economía o la guerra misma y la desaparición rápida de estos guerrilleros los cuales solo pueden sobrevivir si tienen el apoyo de la población.

    Vemos por todo lo largo de las luchas de los monopolios de la guerra que usan esta modalidad dada su economía y capacidad elevada de daño si son controlados sus efectos se vuelven devastadores.

    Por otro lado vemos que el siglo que acaba de terminar se vio como el más sangriento de todos los que ha vivido la especie humana y en las décadas de los 60s y de los 70s los principales grupos que contendían por el monopolio mundial eran URSS, China y EUA, Los cuales invariablemente se disputaban palmo a palmo cada país sin importarles cuales eran los daños a los ciudadanos que vivían en estos.

    EUA fue el país que invadió cualquier país que estuviera amenazado por la mancha roja que ya tenía en jaque a la mancha verde y por supuesto a la amarilla que colonizaban el mundo y vemos como Vietnam, Camboya, Laos por poner a algunos que estaban totalmente lejos de su supuesta órbita y fueron sin embargo atacados.

    La URSS se sintió amenazada en Checoslovaquia y la invadió con todo el poder bélico a su alcance descontando claro está las armas de destrucción masiva las cuales tienen desarrolladas al igual que los otros monopolios de poder para cualquier eventualidad, también vemos que Rumanía, Hungría, Polonia y otros países tuvieron agresiones y amenazas de invasión por parte de la URSS al igual que también invadieron países del tercer mundo en cantidades que superaron la infamia.

    Así vemos también que Europa, Asia, África y América Latina, están en la plataforma de los lugares usados por estos contendientes que se disputan el mundo sin siquiera considerar que hay códigos morales, legales y de disímiles formas cubriendo a estas muchas sociedades.

    Las Naciones Unidas poco o nada tienen que hacer ante las potencias mundiales que afanadas en su lucha por la supremacía actúan sin importarles los daños hechos a los miles de millones de ciudadanos del mundo.

    Particularmente vemos a partir de la década de 1960 que la URSS utiliza a Cuba para estos fines militares con la guerra denominada de guerrillas con que es invadida casi toda América Latina.

    África y Asia también son fuentes notables de dichas contiendas y de las que finalmente ya se han hecho miles de libros tocando el tema.

    Cuba tras las negociaciones que se realizaron en Octubre de 1962 y tras el desmantelamiento de los cohetes nucleares rusos en Cuba a cambio de cierta invulnerabilidad de esta isla en el campo militar, fue utilizada por la URSS para los fines de desestabilización de gobiernos, exportación de la guerra y otras actividades nada respetables a través de algunas organizaciones como fueron: la Organización de Solidaridad para Asia África y América Latina OSPAAAL, La Organización Latinoamericana de Solidaridad OLAS y el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos ICAP.

    Así la vorágine de la guerra ha ido llevándose la paz de todos los países que viven en este hemisferio donde Cuba, China y EUA mantienen un inusitado interés por su predominio y EUA lucha desesperadamente por defender sus supuestos derechos.

    Muchos miles de representantes de todos los países de nuestra América irredenta vimos como alternativa adecuada los discursos alevosos de Fidel Castro que aprovechando la coyuntura de la crisis de Octubre y la firma de invulnerabilidad alcanzada, entre URSS y EUA lo dejaban fuera de toda agresión y libres sus manos para su infame transporte de guerras a países que sin quererlo o teniendo posibilidades de superar sus diferencias en varios campos por medio de un ejercicio legal o por medio de elecciones o cambio de la ruta de la economía, perdían la perspectiva y terminaban siendo caldo de cultivo de las agresiones de la URSS a través de Cuba o China en su afán de imponer las doctrinas marxistas en una forma totalmente extraeconómica y por lo tanto nada más alejado de la realidad de cada economía regional o local y por lo tanto totalmente ajena al análisis Marxista de la evolución de la economía mundial.

    En la guerra infame que mantuvieron las tres potencias mundiales perdieron la vida muchos millones de seres humanos y finalmente fue la economía la que dio respuesta y la seguirá dando a estos púgiles de la infamia.

    Ya Eudocio Ravines en su libro La gran Estafa expuso como José Stalin pretendió la ocupación de estas economías Latinoamericanas a través de medios legales como son las elecciones las cuales vulneran con mecanismos aceptados o no dependiendo del momento y la situación; y vemos ahora como Cuba está apoyando tales mecanismos dejando la lucha armada que poco le valió contra los exorbitantes presupuestos otorgados por la URSS para dichos fines.

    En esos momentos de la década de los 60s en que fue mancillada la autonomía de la Universidad Autónoma de México y la posterior utilización del ejército mexicano en la nada noble actividad de asesinar mexicanos en la oscura guerra sucia, varios mexicanos vimos en Fidel Castro una alternativa adecuada para librar la batalla que como mexicanos debíamos realizar para hacer frente a tal afrenta.

    Yo en particular me presenté ante el embajador de Cuba en México para solicitar apoyo económico militar y de asesoría con los cuales poder enfrentarnos a este problema.

    El embajador nos dio todo el apoyo y a Cuba nos trasladamos el 18 de Noviembre de 1969 secuestrando un avión cuatro mexicanos los cuales toda vez que llegamos a la isla fuimos traicionados por el peludo déspota que en persona dio la orden de ponernos en las celdas de represión en la G-2 y después en la prisión militar La Cabaña y mas años de represión y vigilancia para que no alcanzáramos nuestra meta de regresar a México a luchar contra los múltiples asesinatos de compatriotas por el solo hecho de buscar la Libertad y la independencia para nuestros semejantes, como muchos miles de patriotas de diferentes países que fueron así traicionados y que en el cuerpo del libro los iré mencionando.

    Ahora comprendo que si el presidente Díaz Ordaz hubiera sido consecuente con el momento y la situación, se hubieran salvado tantos miles de mexicanos inútilmente asesinados, pero también estoy consciente que no podemos aceptar a nadie ni a nada que pueda traer la desgracia de la guerra a nuestra patria bajo ningún pretexto.

    La guerra entre las potencias mundiales se lleva a cabo por todos los medios a su alcance y aunque se ha hecho eminentemente económica sin embargo la base militar y la compra de elecciones es un boleto para sus asquerosos fines de expansión y la exposición de este libro es una denuncia de los peligros a que seguimos expuestos pues nuestra economía y nuestra patria son pasto de los intereses de agentes que bajo pieles de ovejas y revolucionarios pensamientos solo están exponiendo a la patria al vendaval de la guerra y el aherrojamiento por intereses nada mexicanos.

    El movimiento estudiantil del 68 se inicia a partir de una agresión extremada y violando el estatus de autonomía de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    En cuanto a la agresión extrema se trata de un grupo de granaderos que atacan a varios estudiantes que indebidamente juegan en la calle y tras una escaramuza llaman la atención de este servicio policial el cual interviene y se sobrepasa al ingresar en los recintos universitarios persiguiendo a los contendientes iniciales de la trifulca hasta las mismas aulas donde se estaban dando clases. La respuesta siguiente fue una manifestación en el centro de la ciudad de México para exigir el retiro de los funcionarios que permitieron tal abuso.

    Si bien al gobierno le faltaron visión y cautela para tratar este asunto sin embargo si tuvo la suficiente cobardía el Chacal de Tlatelolco Gustavo Díaz Ordaz al mantener una escalada de represión la cual terminó con el bazucazo a otra institución universitaria la Preparatoria # 1 de San Idelfonso, con lo cual respondieron los estudiantes llevando el movimiento a una Huelga nacional y tras las acciones represivas que estaba fomentando el presidente mexicano se procedió a llevar el asunto a la calle en sus diferentes modalidades.

    Todo culminó con la masacre de Tlatelolco y dio una respuesta natural a la criminal intransigencia de este holocausto de triste memoria.

    Una respuesta viril que dieron tanto los estudiantes como campesinos y obreros fue la formación de grupos guerrilleros para defender la patria de tan bestial crimen.

    Es imprescindible tener en cuenta las diabólicas actuaciones de los seudo líderes y desnudar sus pretensiones de toda insolvencia moral.

    Antes de salir de Cuba en una entrevista con el Capitán Salinas le advertí dadas sus pretensiones, que si ellos en algún momento efectuaban cualquier invasión a mi patria bajo el esquema que quisieran, no se los íbamos a permitir los mexicanos pues los denunciaríamos al pueblo.

    Ahora que se están preparando las condiciones para el sexenio que inicia en el 2013 estamos a tiempo para alertar a nuestro pueblo de tal felonía y sean nuestros coterráneos los que tengan la última palabra del tipo de gobierno que deseen y pretendan.

    Esta historia es real, es el resultado de creer ciegamente en las dictaduras cualquiera que sea su membrete o su origen, desde las sanguinarias teocracias ancestrales hasta las dictaduras de auto calificación proletaria.

    Los que vivimos la desgarradora realidad que describo a continuación, fuimos golpeados hasta los cimientos mismos de nuestra existencia, removiendo las bases de apreciación de la concepción de la dictadura comunista; todos aquellos que defienden ciegamente los principios de esa filiación, es bueno que consideren que la verdadera solidaridad es con los pueblos para que sea real y no con los gobiernos, sobre todo aquellos que no cuentan con el soporte real de sus pueblos y cuyo sustento en el poder es por medio de torturas, espionaje infamante, cárcel, juicios prevaricados, manicomio y muchos medios más salidos de su aberrante mentalidad retrógrada.

    Así como en los seres vivos las funciones se pueden inferir de sus estructuras, en un gobierno las instituciones que lo forman y sus actividades nos dicen la calidad del sistema dado cualquiera que este sea.

    Probablemente el mayor avance alcanzado en el neolítico cuando se inició la práctica de la agricultura, fue el que se produjo al transformarse las sociedades humanas o pro-humanas, de manada en rebaño, dando el reconocimiento moral a las personas que por su calidad eran capaces de señalar el derrotero a seguir para sobrevivir y la imposición de la fuerza fue cediendo a otras razones que impusieron su validez en la práctica diaria, desde los sacerdotes, los guerreros que defendían el clan, los brujos que curaban y predecían el futuro, etc.

    Ahora cincuenta mil años después de ese luminoso inicio en que vio la luz la aparición del rebaño, precursor de la democracia y en que el poder militar alcanzado por la ingeniería humana ha obtenido la capacidad para disolver en la nada la especie que representamos, sólo con una vigorosa democracia mundial y respeto irrestricto a todos los humanos de la tierra podremos sobrevivir como especie por lo cual es imperioso desarrollar en todo el mundo como única forma de lucha política la que emane de la democracia en todos los pueblos que formamos la especie humana.

    La lucha debe ser llevada al campo de las redentoras ideas sin que se impongan los patrones de la manada a través nefandos caminos recorridos cuyas pendientes forman ríos de sangre inocente a lo largo de la historia humana.

    Ahora que cualquier persona con incipientes conocimientos universitarios y con escasa capacidad económica puede desarrollar armas con la magnitud de eliminar poblaciones tan grandes como las que se asientan en ciudades de millones de seres humanos, y el terrorismo, el dogmatismo así como cualquier dictadura son las vivas fuentes de las que se sustentan estas organizaciones derivadas del patrón de la manada y que para sojuzgar a la especie humana imponen sus creencias y sus métodos de lucha sin importar las consecuencias de extinción a que someten a la especie que representamos, sólo la democracia, producto más acabado del rebaño, les dará a las manadas y sus concepciones sojuzgantes el lugar que les corresponde, en el basurero de la historia.

    Sea pues la denuncia de este ejemplo que vivimos, una modesta contribución a la democracia mundial.

    Dedicatoria

    Mi objetivo al hacer esta denuncia se hizo imperioso al presenciar todo el tremendo drama del heroico pueblo de Chechenia al cual ha diezmado la soldadesca de la dictadura Rusa en la forma en que tradicionalmente asesinan a tantos pueblos; los estrategas de la infamia y lo hacen sin otro sostén que el derivado de su fuerza, dando a este pueblo masacrado, el crédito moral como lo fue en su momento el heroico pueblo de Vietnam; a este pueblo alejado de la misericordia rusa y de la sensibilidad mundial porque su único delito fue el de pretender ser libres y preferir la muerte antes que la inaceptable vida genuflexa impuesta por el imperio Ruso en 1859 en que inició el sojuzgamiento y después con más de ochenta años que llevaron los soviéticos expoliándolos en ese criminal tráfico intérlope como a tantos pueblos de los que necesitan su sangre y su economía para sostener tan infame sistema, en una administración que como carcoma van degradando cada vez y en mayor número a los que componemos la especie humana.

    Sistema que afortunadamente no ha podido prosperar en nuestra querida América Latina a pesar de los millonarios gastos y otros incontables esfuerzos del déspota Fidel Castro el cual en franco maridaje o peor aún como vil satélite Ruso ha entregado a su hermoso pueblo, a la economía del oprobio y la esclavitud en violenta lucha por el poder contra China en su inserción de grupos guerrilleros en todo el continente.

    A todos los pueblos que luchan incansables por la democracia y la libertad, va dedicada esta denuncia con la finalidad de que sea capaz de poner a pensar a los seres que han amado la libertad y la independencia por encima de su vida misma.

    Ahora que los principios de caudillismo y sojuzgamiento han hincado sus garras en el pueblo de Afganistán con un atroz modelo de teocracia y sus demenciales principios han sangrado al pueblo de los Estados Unidos y a la humanidad entera aquel doloroso once de Septiembre del 2001 por el déspota de una nueva dictadura mascarada de teocracia y de lucha de odiosas pretensiones religiosas, vemos de nueva cuenta el peligro que representan estos grupos que bajo el sistema de las armas son capaces al imponer a la humanidad sus deleznables proyectos dictatoriales salidos de la manada.

    Todos tienen el mismo denominador: la tiranía y el sojuzgamiento de sus pueblos y después, la expansión hacia las sociedades que amantes de la democracia y la libertad, al defenderse de sus agresiones ponen en peligro la paz.

    Afganistán no es el único pueblo mordido por la dictadura y sólo la democracia desarrollada como sistema será capaz de preservarnos y de devolver sus derechos a miles de millones de semejantes diseminados por todo el orbe terrestre contra estos parásitos sistemas que como pústulas proliferan peligrosamente.

    En nombre de todos los seres humanos de la tierra, limpios de corazón, los invito a la reflexión.

    La soberanía es un derecho inalienable de los pueblos. Los gobiernos reciben, tanto la soberanía como todos los derechos de que son acreedores, de los pueblos que los sustentan.

    Por lo tanto los gobiernos que son engendrados por sus respectivos pueblos a través de las elecciones, tienen todos los derechos derivados de la elección y de los derechos de éste pueblo; sin embargo los gobiernos que son excretados por sus pueblos por haber sido implantados por la fuerza sin que un proceso electoral limpio y sin manipulaciones los soporte, son gobiernos que no tienen el sustento de sus pueblos y en consecuencia no tienen derecho a la soberanía ni a ninguno otro y más tarde o más temprano serán removidos y condenados por sus pueblos y la historia.

    02 de Octubre de 1968

    Aquella noche lóbrega de celaje límpido y frío que helaba hasta los huesos, mientras se desplazaba perezoso el camión cargado de materiales para construcción, yo iba meditando sobre lo que debíamos hacer para que el movimiento estudiantil alcanzara sus objetivos, el cumplimiento de los cinco puntos petitorios debía ser cubierto por las autoridades y sólo con esta aceptación podríamos considerar que estábamos frente a un gobierno del pueblo y para el pueblo y no frente a un gobierno de asesinos.

    La noche cerrada se había poblado del maravilloso iluminar de estrellas, de este mes hechizado de misterios.

    Mi vieja chamarra negra de cuero hacía su papel de cubrirme del agresivo frío que se sentía sobre los muchos costales de cemento que llevaba la carga, mientras alcanzábamos las interminables cumbres a cada vuelta que daba el camión en su infatigable rumiar.

    Acababa de abordar al chofer dos horas antes, en una gasolinera a la salida de la ciudad de México para recorrer el camino hasta Oaxaca donde pensaba hacer labor de proselitismo hacia el movimiento estudiantil.

    Ahora que el celaje impasible aparecía sin los increíbles colores que incendiaron del ocaso, el frío aumentaba considerablemente haciendo que mis piernas temblaran incontrolablemente.

    Mi cantimplora mediada de agua la estaba tomando para con esto mejorar mi circulación y ahuyentar en algo el frío.

    En la cabina iban tres personas contando al chofer.

    Yo por mi parte prefería ir en la caja para disfrutar las maravillas de una naturaleza tan negada a los que vivimos en la cárcel citadina, olvidados de estos formidables fenómenos divinos.

    Mis botas de gruesa suela, dejaban pasar el frío dándome una sensación de entumecimiento en lo alto de las toneladas del cemento en las que me encontraba pues no acertaba a controlar esta baja de temperatura que se acentuaba a cada momento.

    El paraje se difuminaba cada vez más negándome su hermoso verdor al volverse indeterminado.

    Mi barruntar sobre las tantas cosas que nos afligían a los estudiantes por la interminable huelga, me abstraían del momento tan grandioso de esta naturaleza al final del estío.

    Yo me había negado a asistir a la manifestación del 02 de octubre en la plaza de las tres culturas en Tlatelolco, no estaba interesado en que me persiguieran los soldados como lo estaban acostumbrando y si no tenía una pistola de buena marca con suficientes balas, era mejor no servir de carne de cañón.

    La abundante población indígena de Oaxaca a la que tanto quería, me había decidido acudir para buscar prosélitos al movimiento.

    Había preferido presentarme solo para economizar lo que las colectas callejeras nos dieran para sufragar los muchos gastos de un movimiento que se hacía cada vez más pesado.

    Mi revólver calibre .22 lo había preferido dejar en la casa de Cuitlahuac para no tener el riesgo de perderlo en alguna de las muchas revisiones que se hacían por los policías y soldados a lo largo del camino.

    Mediaban las once de la noche cuando el chofer se detuvo en la orilla de la carretera para orinar y aproveché para hacer lo mismo.

    Bajé por las escaleras anaranjadas del frente y mientras caminábamos de regreso hacia el camión el chofer me dijo sobre la masacre informada a través de la radio, ocurrida momentos antes en la plaza de Tlatelolco.

    Según unos noticiarios, los soldados estaban barriendo a metralla a una población indefensa, según otros se había desatado una batalla campal donde los comunistas estaban despedazando a los soldados en medio de la indignación general y estos al defenderse mataban muchos delincuentes.

    Yo sabía que el movimiento a pesar de estar lleno de gente de ideas izquierdistas sin embargo no contaba con armas y ni siquiera existía el plan de tomarlas y menos para usarlas en alguna manifestación donde los indefensos protestantes serían carne de cañón.

    El gobierno estaba desinformando a la población, pero la masacre si era una realidad –concluí.

    El golpe tremendo que me sacudió por la noticia se manifestaba en mi desesperación, sacándome las lágrimas copiosamente al retorno a mi soledad en el frío e impávido celaje.

    En medio de ésta, de nuevo encima de los sacos fríos de cemento, iba recorriendo el camino de vetustos árboles, los cuales me parecían más tristes que nunca, como si también hubieran sido alcanzados por las infames hienas que asesinaran al indefenso pueblo, ahora se veían añosos y secos como viejas ruinas eran como dedos gigantes levantados hacia el impasible cielo que desoyera los lamentos de los hijos de Dios.

    ¿Cómo era posible que Dios permitiera tan terrible crimen?

    Apenas cuatro centurias y media que había quedado casi aniquilada esta divina raza a manos de los asesinos a los que entregara el odioso clero para que los catequizaran y la macabra evangelización se trocó en exterminio.

    Ahora peor aún, se trataba de los gobernantes los que por medio de las más crueles artes, estaban despedazando él más caro tesoro de México, su querido pueblo, el cual se estaba convirtiendo por la metralla infame, de injustificable sevicia, en dolorosos escombros.

    Las amargas experiencias por las que estaba pasando esta raza olvidada de Dios, me hacía tomar la más importante decisión de mi vida, el camino de las armas libertadoras contra los chacales de Tlatelolco.

    El ahogo del llanto no me permitía respirar adecuadamente, mientras el sordo rumiar del viejo camión que sufría la carga por las empinadas elevaciones, iba acompañando mi sollozo.

    La soledad bendita fue mi compañera en ese momento en que el indispensable desahogo hacía imperioso derramar lágrimas por los muchos hermanos caídos a manos de los chacales que en sangriento festín manchaban indeleblemente el corazón de un México irredento.

    Mi ignorancia en las artes de la guerra y los armamentos me imposibilitaba tomar la venganza adecuada para barrer esta infecta deyección de traidores de la patria, esta manada de réprobos y asesinos.

    El camión se desvió por la carretera que continúa sin entrar en la bella ciudad de puebla y esto me permitió continuar con mi barruntar sobre el futuro de mi persona y mis correligionarios, en cuanto a la alternativa de las armas ya no se trataba sobre la decisión de si las tomaría o no sino cómo debía hacerlo para alcanzar el triunfo con el menor gasto de pérdidas humanas.

    Continuamos despacio por una carretera angosta hacia Tehuacán donde terminó finalmente su ruta y dándome ahora el destino un trecho de treinta kilómetros de terracería hasta Teotitlán del camino, donde había desviado mi andar, dejando el propósito inicial de ir a la universidad de Oaxaca, para entrevistarme con algunos estudiantes del comité nacional de huelga.

    El camino a cuya vera me había acostado para dormir algunas horas, me sorprendió con la aurora que en apoteósica llamarada inflamó el celaje.

    El frío aumentaba por momentos en ese amanecer que mueve la atmósfera húmeda y helada.

    Mis hinchados ojos por la pena y el desvelo recibieron la bendición de un lavado generoso de fresca agua de manantial.

    Bebí hasta saciarme en un riachuelo y continué mi deambular sin término ni destino previsto.

    A medida que recorría la terracería hacia Teotitlán del camino, los espinosos arbustos que imperan a ambos lados de la ruta, iban despertando con sus incalculables poblaciones de chicharras las cuales en ensordecedor clamor parecían exigir la impostergable justicia por los incontables muertos a manos de los criminales que en infame fiesta, ensangrentaron aquel precioso bastión mexicano.

    Caminé despacio al principio y fui mejorando el paso a medida que avanzaba la mañana y se calentaban mis doloridos huesos.

    Serían las doce del día cuando llegué al pueblo que como nacimiento hecho de barro, lleno de los multicolores atavíos de los gentiles, ornamentaba el ambiente.

    Esta población de incontables lustros de existencia, como detenida en el tiempo, en su esplendoroso ayer que proyectaba su grandeza, me recibió con la curiosidad con que se recibe al extraño en un pueblo pequeño.

    Lo más raro que veían era que había llegado caminando, despeinado, sudoroso y ajado, como salido de viejas penalidades.

    De pronto me vi en medio del caserío, y buscando que comer, termine sentándome en un vetusto banco del mercado, frente a una bellísima indígena de rasgados ojos y piel deliciosamente cobriza.

    Su mal español me hacía gracia y su admirable cabellera negra que le daba cierto toque de sagrada deidad me infundía un secreto respeto e identificación con su querida raza.

    Las morenas manos, pronto hicieron en el comal de barro una buena dotación de deliciosas tortillas las que devoré apenas regresé de lavarme las manos en el patio donde a jicarazos su hermana menor me ayudó cobijando mi soledad con su mirada negra de espíritu tranquilo.

    La salsa del molcajete, picante e insuperablemente sazonada fue aderezando los frijoles deliciosos, cocidos con la leña traída del cerro al amanecer.

    Preferí tomar un jarro de café fuerte de insuperable calidad, cosechado en esta hermosa sierra y lo fui degustando agradablemente mientras terminaba con mi cazuela y mis tortillas.

    Al término de la comida nos despedimos en un abrazo visual que me llenó de cobijo, dejando en mi alma el cuño de su grandeza de esa impresionante sonrisa llena de sinceridad, fuertemente impresa, al grado que a más de cuarenta años del suceso todavía la recuerdo enfundada en su primoroso atuendo.

    Sin un sueño, la honestidad, la piedad, la indignación y el coraje deben permanecen impotentes –me decía mientras deambulaba por el hermoso caserío y soñaba con llevar a mi pueblo a la liberación de estos criminales que nos gobernaban.

    El cansancio era tan grande y mi sensación de impotencia tan superior a mis fuerzas que decidí regresar a casa, no era el momento de ir a Oaxaca o a la sierra para contactar más carne de cañón, ahora era el momento de tomar las armas y no cejar hasta alcanzar la liberación de la patria o morir en la noble causa.

    –Yo no puedo aconsejarte pero guárdate de las maldiciones de los muertos –me recordaba a cada momento la sentencia mientras veía las caras de mis compañeros que ahora probablemente estarían muertos por criminales manos manejadas como los hilos de los títeres.

    Por fin me acerqué al camión que saldría de Teotitlán del camino rumbo a Tehuacán, puebla, para abordarlo y regresar a casa, era hora de exponer mis planteamientos, contaba en ese momento algunos compañeros que con igual ideología a la mía se estaban dedicando a conseguir armamento y desarrollando técnicas militares que les permitieran superar a las del asesino de Tlatelolco.

    Por otra parte Cuitlahuac contaba con buenas relaciones en la embajada de Cuba en México y éstas nos podrían servir para alcanzar las escuelas de guerrilleros que según las declaraciones de Che Guevara y la hecha por Fidel C. nos darían toda la ayuda para superar la instrucción necesaria.

    Por otro lado Fidel Castro estaba consciente de la necesidad de liberar a América latina y la OSPAAAL (Organización de Solidaridad para Asia, África y América Latina), la cual estaba comandada por Osmani Cienfuegos el hermano del legendario comandante asesinado por Fidel Castro poniéndole una bomba en su avión para que le dejara el campo libre cuando volaba por el mar, y la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) y el ICAP Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos organizaciones cubanas para promover esta causa, eran una buena muestra.

    Definitivamente el camino de las armas era el correcto pero había que hacer las cosas con cuidado porque desde este momento en que la decisión era un hecho, cualquier equívoco nos podría llevar junto con mucha gente a la prisión a la tortura o a la muerte.

    Recordaba al asesino de enormes fauces, mientras corría el camión de regreso por la terracería hacia Tehuacán, ese sutil y satánico semblante con los ojos que parecían feroces e inhumanamente fríos del chacal de Tlatelolco cuando nos amenazara en su último discurso del 01 de septiembre.

    Ahora que la perrada verde había sucumbido moralmente ante la orden de devastación y mi pueblo asesinado exigía la reparación del crimen, no encontraba ninguna justificación para no levantarme en armas en compañía de todos los que pensando como yo, se encontraban tan indignados que ni la vida misma sería un obstáculo a considerar para alcanzar la desestabilización necesaria para sacar la bestia del aberrante poder presidencial.

    Ningún poder extremado y arbitrario, sea secular o religioso puede existir en el mundo sin perjudicar la libertar y la vida de todos los hombres y el gobierno de la república había sucumbido ante los siseos de la serpiente adulando su supremacía, era el momento de aclararle la realidad a la que se estaba enfrentando.

    Hubo tiempos –me recordaba –en que fue de sentido común quemar brujas y creer que los sacerdotes estaban en contacto personal con Dios, ahora la bestia mayor pretendía justificar su masacre inmunda haciendo creer que su deslealtad con el pueblo estaba plenamente justificada.

    Llegamos a Tehuacán cuando cerraba la noche y la fresca brisa me llenaba de bendiciones, salí a caminar un poco para desentumirme y regresé para abordar el camión hacia la ciudad de México.

    El sentido común de hoy probablemente será mañana una superstición descarada –me decía mientras escuchaba a dos acalorados interlocutores en la esquina del estacionamiento sobre la justificación de esta inútil masacre.

    El pensamiento de Leonard Woolf. pienso que es no sólo mi derecho, sino mi deber cuestionar la verdad de todo y la autoridad de todos, pensar que ninguna cosa es sagrada y que ninguna cosa ha de ser considerada con religioso respeto, me golpeaba constantemente, justificando mi decisión de condenar tan infamé orgía y no aceptar como finales las declaraciones de la hiena.

    Ahora el camión corría veloz por el pavimento caliente de la tibia noche que empezaba a volverse fresca a medida que nos acercábamos al meridiano horario.

    –La gente ignora la evidencia que contradice sus ideas, y entre más vigorosamente sostiene su pensamiento más renuente se muestra a reconocer las ajenas evidencias –recordaba mientras rememoraba a los muchos compañeros que no aceptaban o negaban la necesidad de tomar las armas para oponer al régimen una saludable intervención que los obligara a reconsiderar sus despropósitos represivos, ahora todo había terminado como la Comuna de París pero yo sería de los que mueren con las armas en la mano defendiendo mi sagrada estirpe, mi raza irredenta.

    Yo consideraba ahora que ya no había necesidad de demostrar la felonía del corrupto chacal y me repetía la sentencia de Juán en defensa de las alternativas pacíficas en oposición a mi desacuerdo –a menos que mostremos por qué rechazamos el razonamiento opuesto, nuestro propio razonamiento no será convincente y estará expuesto a la acusación de ser un prejuicio.

    Dolorosamente se había equivocado este líder y ahora era accidental cómplice del chacal, empujando al pueblo a la masacre que hubiera podido evitar si desde un principio nos hubiéramos abocado a la toma del poder por la vía de las armas que yo tanto defendía.

    Muy bien recordaba aquella discusión tan llena de calificativos en que fui acusado de soñador por mis compañeros, ahora ¿qué les dirían a los familiares de los muertos? –es muy fácil inventar hermosas teorías con base a deleznables evidencias –les diría a mi llegada a la preparatoria, bien estaba decidido que no era ese florido camino el adecuado en este momento, la disyuntiva nos separaría definitivamente pero la realidad con su tenaz terquedad había superado los complacientes discursos de Juán y o se nos unía o dejaría de conocer nuestros propósitos tácticos y estratégicos futuros.

    Esa bella teoría de la concordia con los chacales es un templo que devoró el artero asesinato, que la sevicia ha profanado, y cuya razón no recibirá el honor de los hombres, que la historia condenará eternamente.

    Sentarse a escribir durante años, quemar cuartillas, y aprender a fracasar, no era mi objetivo ante la vida, lo importante era hacer Revolución, salvar la patria de esos dementes que con la lucidez de su delirante mentalidad réproba, nos estaban masacrando, como si la razón saliera de los tubos de los fusiles y no de la magnanimidad de las mentes que en comunión acuerdan los mejores designios para el pueblo.

    A mí llegada a la ciudad de México, en la madrugada, me dirigí a la casa de Juán donde se encontraban discutiendo una alternativa razonable a tan infame acción gubernamental, discutimos acaloradamente por varias horas y finalmente me levanté diciéndoles

    –Es un estercolero filosófico el que están esgrimiendo, en el que nada falta, ni el tapete de la piel del compañero caído en la desgracia de las infectas fauces de la bestia, ni las estúpidas críticas ni las botas hechas con la piel de su familia.

    Por fin terminó la discusión y cuando alcancé la gracia del cansancio redentor, me dirigí a la cama vacía de algún compañero y me desplomé durmiendo hasta entrada la mañana.

    Me había retirado horas antes de la mesa donde discutían decidido a alcanzar la alternativa que pensaba, ir a buscar a Cuitlahuac para iniciar las necesarias relaciones con el gobierno de Cuba con el fin de recibir el entrenamiento militar ofrecido por Fidel en sus declaraciones.

    Decidido a no continuar formando parte de esos inocentes grupos que estaban acercándose a la muerte sin oponer ninguna defensa, sólo acerté a mantener en silencio mis nuevos planes de acción mientras miraba a los compañeros discutir entre cerros de papeles usados de borradores viejos y desperdicios de algún alimento que no tuvieron tiempo de recoger.

    La mamá de Juán se encontraba preocupada por el curso que estaba tomando el movimiento y si siempre había apoyado a este, en su gran amor por los estudiantes, ahora, los brutales asesinatos ocurridos este dos de Octubre en que se había condensado todo el odio de una criminal mentalidad fascista, los acontecimientos la tenían insomne y desencajada en toda su hermosa figura de venerable matrona.

    Mi planteamiento sobre el curso que debía seguir el movimiento, el de armarse para dar la batalla arrostrando armas contra armas y desarrollando grupos celulares de guerrilleros para, en tácticas de ataque sin presentar un frente de batalla, era bien visto por casi todos pero nadie tenía experiencia y si bien podíamos superar la capacidad numérica y terminar desestabilizando el poder de las hienas, también es cierto podíamos morir en el intento y llevar a la muerte en tácticas equivocadas a muchos miles de compañeros.

    Desde ese momento decidí que no debía hablar más del asunto en grupos como este y a partir de cero debía formar una estructura piramidal en donde no se conocieran los miembros de cada célula y sólo uno debía ser el contacto, en fin una serie de medidas de seguridad serían integradas a mi nueva forma de vivir y actuar consecuentemente a esta nueva situación.

    Ahora recordaba que llevaba más de dos días sin comer y el estómago estaba reclamando su participación en la cadena alimenticia por lo cual me senté a la mesa de la cocina donde la preocupada señora, viendo mí ajado semblante pidió que comiera algo antes de continuar con mis actividades.

    Terminada una frugal comida me retiré, más que nada por la preocupación de ir a mi casa a hacer acto de presencia para tranquilizar a mi querida madre, e iniciar los contactos necesarios para la entrevista con el embajador de Cuba en México.

    El frío de la noche estrellada y cruel se hacía sentir en el jardín a donde nos dirigimos Cuitlahuac y yo para discutir todo el problema de esta delicada situación donde el gobierno cubano estaba formando una importante pieza en la formación de nuestro futuro movimiento guerrillero.

    No contábamos con dinero para todos los eventos que debíamos realizar pero eso bien podía ser superado asaltando un banco y las armas, sería muy fácil quitárselas a los policías que deambulaban distraídos por las calles.

    El problema ahora se centraba en utilizar las relaciones del diputado Campos por el PPS, cuñado de Cuitlahuac para a través de él presentarnos a la embajada y obtener el beneplácito y posterior apoyo armado.

    Angélica, la esposa del diputado Campos fue abordada de inmediato por Cuitlahuac con la misiva en cuestión y ésta se dirigió a la prisión de Lecumberri donde se encontraba el diputado, purgando una pena por actividades de insurrección.

    Si bien no nos podía dar ninguna carta de presentación por el peligro del incautamiento en la calle o en las requisas que practican los celadores en dicho centro penitenciario al salir o entrar de sus adorables instalaciones, sin embargo, Angélica nos acompañaría para hacer las presentaciones necesarias en la embajada.

    Tras dos semanas de presentarnos en repetidas ocasiones finalmente fuimos recibidos por el flamante embajador y tras una reunión que duraría poco más de una hora y a la que sólo asistimos Cuitlahuac y yo, dado lo delicado del caso a exponer, fuimos bien aceptados, el apoyo nos lo darían en Cuba, tanto militar como político pero debíamos salir de México por nuestra cuenta y riesgo, no podía involucrarse el personal diplomático en esta acción, el embajador por su parte informaría a la Habana para que nos recibieran.

    Alcanzado este primer paso, y con el apoyo del gobierno de Cuba, debíamos iniciar la formación de varias células guerrilleras para que recibieran la instrucción armada, esta la daríamos nosotros a nuestro regreso pero era indispensable que se fueran organizando en diferentes lugares de la república.

    El camino se facilitaba pues los prosélitos abundaban por la tremenda indignación que había despertado el asesino gobierno mexicano pero la selección siempre era importante hacerla con todo cuidado.

    Isaac álvarez y Rubén se encontraban formando otro grupo y aunque nos manteníamos en contacto, sin embargo yo no podía contarles mis propósitos, por lo que sólo intercambiábamos información de menor importancia.

    Era definitivamente crucial la clasificación de la información aún tratándose de gente de total confianza; en las mesas de tortura cualquiera podía hablar antes que lo mataran a golpes y eso debía evitarse y sólo la discreción era la garantía, nadie dirá lo que no sabe.

    Este axioma fue el primer escalón que practicamos en dicha formación.

    Por mi parte, con compañeros de la escuela estaba formando otros grupos que irían uno a Durango y el otro a Chihuahua para formar células guerrilleras y se presentarían ante la comunidad como maestros rurales pues dada la aceptación de estos personajes en aquellas comunidades, nos serviría para acrisolar voluntades.

    En el barrio, había poco donde escoger y en el jardín donde conciliamos los planes de acción iniciales, ahora estábamos reunidos de nueva cuenta Cuitlahuac y yo para hacer un análisis del avance alcanzado.

    Yo acababa de dejar a Isabel, la única persona que sabía mis planes además de mi madre sobre la salida a Cuba y me apachurraba el corazón tener que dejarlas sufriendo la separación y el acaso.

    Hicimos un corte de caja y registramos algo más de mil quinientos pesos, lo cual era insuficiente para todo el desarrollo del plan.

    Esta situación pecuniaria y la importancia de dejar con un aceptable grado de organización las células así como las interconexiones necesarias nos obligaban a darnos un tiempo mínimo para ejecutar nuestra salida.

    Acudimos a la secretaría de gobernación para obtener nuestro pasaporte el cual nos fue negado por la falta de la cartilla y esta a su vez se nos negó en la defensa nacional por estar yo marchando.

    Unos meses después de esta serie de obstáculos, obtuve mi cartilla pero dado que Cuitlahuac no tenía la suya, decidimos buscar un punto cercano al caimán y secuestrando alguna lancha llegar a nuestro destino.

    Si bien iba en un curso medianamente aceptable la organización, sin embargo el aspecto sentimental nos iba haciendo estragos a cada quién, yo por mi parte me encontraba cada vez que podía, con Isabel y esa tarde en que me presenté con una hermosa rosa roja, gané su sonrojo y una felicidad indescriptibles; mientras acariciaba su cabellera Bruna, luenga y sedosa, disfrutaba parte de lo que ocultaba su tímida mirada, está, debía de concordar adecuadamente con lo que con timidez me dejaba ver en su diáfana mirada mientras hacía torpes acercamientos para acariciarme, luchando con un pudor que la hermoseaba más a cada instante.

    Disfrutaba sus alabastrinas manos en medio de su candorosa mirada; aquella tarde de mi éxtasis, que me acariciaban, regalándome su calor tierno y sublime.

    Su cabellera se encontraba cayendo en una maravillosa cascada, era como el arco iris contra el sol poniente, mientras alzando con los brazos blancos y perfectos para anudarla en su nuca, buscó por un instante con ojos tímidos los míos, el contacto visual le hizo sonrojar, diciéndome todo lo que me quería y temía que yo supiera en esa abigarrada mezcla de pasiones y temores, llenándome de una pasión amorosa sin riveras.

    Nos encontrábamos Isabel y yo aquella tarde ya iniciando el misterioso crepúsculo, en tan sublime éxtasis cuando Cuitlahuac nos alcanzó en el jardín atrás de la escuela primaria donde acostumbrábamos ir a dialogar nuestros avances y en aquel momento de gran importancia por lo adelantado de los planes y la última cita que tuvimos con el embajador de Cuba en México comentamos la partida y sus próximos movimientos.

    Ella que apenas sabía del plan sin embargo nos veía con ojos tales como si estuviera oyendo discutir un oscuro plan macabro, la dolorosa separación se estaba fraguando frente a ella y no había duda que en cualquier momento nos desgarraría a los dos el alma.

    Cuando Cuitlahuac se retiró para verse con su novia y nos quedamos solos, le comenté sólo los detalles necesarios para que se fuera haciendo fuerte pero sin que esto le diera idea del tamaño de la acción que estábamos tomando; me escuchaba en silencio, llorando de manera que estaba por demás continuar consolándola si ni siquiera a mí me alcanzaba la capacidad del consuelo, era como si a un niño recién quedado huérfano le dijeran que no tenía importancia que pronto encontraría otra mamá.

    Mi querida Isabel mi único asidero en ese terrible momento de las decisiones trascendentales, tan amada y tan entrañablemente arraigada en mi despedazado corazón, se encontraba indecisa por los terribles acontecimientos que presenciaba callada y sufrida, nos atenazaba a ambos el dolor amagando nuestro idilio, haciéndolo más intenso y doloroso, sin embargo y haciendo acopio de valor, para darme ánimo, por un momento abrazando nuestra causa, en su sonrisa divina, había tal dulzura y tan amorosa entrega en su mirada, que ya había ella desaparecido en la oscuridad de la noche y aún la veía mi contrita alma.

    Isabel se presentó a la cita a las ocho de la noche, aquella de las últimas reuniones en el jardín donde estaba la seca fuente que nos sirviera de ambiente triste con su paisaje de romance olvidado a cada soplo de viento que barría la hojarasca mientras yo lloraba en silencio.

    Ella llevaba un vestido sencillo holgado que la hacía parecer a esas sacerdotisas helénicas en el festejo de sus ceremonias.

    El listón rosa que anudaba su cabellera dorada y cobriza armonizaba de tal forma que parecía que había nacido con él.

    El eterno beso con que nos dimos la bienvenida, me dio la impresión que venía llena de aprensiones, tras mudas caricias en las que me reflejaba su inconmensurable dolor, se le fue llenando de lágrimas tiernas y apasionadas el radiante rostro, finalmente levantó la cara para ver que yo también lloraba, en ese mudo contagio de nuestra común zozobra.

    Bueno, finalmente acertó aquella noche a decirme, haciendo llorar más mi angustiado corazón, con tal que no olvides que sólo será por un largo año nuestra separación.

    Siempre recordaré que aquella promesa me despedazaría durante toda mi existencia en Cuba, nunca alcancé a comprender el tamaño del sufrimiento que nos ocasionaría con nuestra dolorosa separación.

    Aquella hermosa noche invernal se sentó en la banca dejando hincarme frente a ella; en una actitud de misticismo y encanto, de magia y color, su ternura la igualaba a una mística virgen legendaria, como las de Bonarotti, eternizando el encantamiento de su impecable figura, y en medio del dolor que se destilaba inexorable en nuestro idilio me hacía esforzar inútilmente por sonreír y así su rostro asumió una expresión de gravedad encantadora.

    Ante mis caricias en esa posición, como si le estuviera rezando a la sagrada virgen, las mejillas de Isabel se tiñeron de carmesí al oír cuánto la quería, y mis más caros anhelos de alcanzar algún día el matrimonio donde corporeizaríamos nuestros besos en muchos y queridos hijos.

    Del más suave encarnado salió su arrebol y así salpicada de lágrimas de amor su semblante era idéntico a aquellas rosas frescas humedecidas por el rocío que Juan Diego recibiera de la Virgencita Guadalupana.

    Adán, acababa de llegar dos meses antes, de Estados Unidos donde trabajaba para ayudar a su familia y al contarle la situación y nuestros planes, se incorporó a la causa aportando algo a nuestra pobre economía.

    Desde ese momento se dedicó a acompañarnos por la noche a pegar propaganda en los postes de muchas avenidas, recordando que el movimiento estudiantil no había muerto; yo llevaba mi revólver para poder contestar el saludo de cualquier patrulla que nos sorprendiera haciendo esta labor por la que ya habían asesinado a tantos compañeros, mientras repartían propaganda.

    Continuando con nuestros planes para llegar al Caimán Peludo, en la azotea de uno de los edificios del multifamiliar que nos viera crecer cada día, Cuitlahuac, Adán y yo aquella tarde veíamos formarse el crepúsculo; a éstas alturas del año en que ya el frío empezaba a sentirse, a medida que se metía el sol.

    Estábamos iniciando el segundo año de ultimación de todos los planes para nuestra salida a Cuba.

    Llevábamos varias horas discutiendo en la azotea del edificio ¿cuándo y cómo? saldríamos a Cuba, el plan había sido concebido hacía ya un año atrás entre Cuitlahuac y yo e inicialmente consistía en conseguir documentos legales, nuestro pasaporte y la visa, para poder regresar sin problemas y poder formar después nuestro grupo guerrillero, sin contratiempos propios de las personas que son perseguidas por la policía o el ejército, sin embargo ya no nos quedaba ninguna alternativa para hacerlo legalmente.

    Nuestros ahorros obtenidos de las constantes colectas a través del año de 1969 en que nos daban algunas monedas a cambio de las hojas de propaganda que les entregábamos a las salidas de las fábricas y oficinas de gobierno, ya sumaban $15,000.00 siendo en ese entonces el ingreso del salario mínimo de más de un año y los integrantes del viaje sumábamos cuatro con la invitación que Adán hiciera a René., por lo cual según nuestras cuentas íbamos a necesitar algo más de dinero para no quedarnos cortos a la hora del viaje.

    Las luces mercuriales, se estaban encendiendo abajo y a lo lejos, delimitando con sus diferentes tonos, bellos cuadros multicolores y el crepúsculo se manifestaba magnífico haciendo de la tarde esplendorosa un fondo de cuento de hadas.

    Para resumir y dar fin a nuestra polémica, que por demás se iba haciendo estéril, Cuitlahuac sentenció, tenemos dos puntos a discutir; ¿cuándo? y ¿cómo saldremos?, con esto descontaba mi idea de irnos los diecisiete que yo tenía en plan, con la idea del asalto a los policías en las noches subsiguientes, nos proveería de algunas armas, pero el peligro de echar por la borda todo el plan en cualquier accidente, nos ponía a reconsiderar la situación; el ambiente se caldeaba por momentos en ese impase de intransigencia, cada uno mantenía sus criterios sin atender siquiera los ajenos, como yo era dueño del revólver y la espada corta, propuse terminante: pues yo mañana me voy y el que tenga los pantalones bien puestos y el suficiente amor por la causa, que llegue a las 5 de la tarde para tomar el ferrocarril a Mérida y de ahí salir a Cuba y el que no llegue tiene plena razón para escoger el futuro de su vida.

    –A las cinco –respondió Adán.

    El tema derivó ahora en los preparativos; el plan que yo sugería, era bastante sencillo y consistía en tomar el tren hacia Mérida de ahí a Progreso, para seguir por mar a bordo de alguna lancha, alquilada o robada, en el viaje a la Habana, que según el mapa de mi agenda de bolsillo, lo ilustraba, como el punto más cercano al Paraíso Peludo.

    Las alternativas tácticas se considerarían sobre la marcha, ya que era infantil pasarnos la noche considerándolas; el frío en este noviembre nos recordó la proximidad del invierno y el largo ayuno inconscientemente practicado por más de dieciocho horas nos decía que ahora era necesario conseguir algunos alimentos, por lo que dimos por terminada la discusión, y nos encaminamos al paso siguiente, preparar la cena.

    Bernabé y Adán bajaron por pan y refrescos y yo a conseguir a la tienda dos kilos de jamón y un kilo de huevos que nos frieran en una agradable cenaduría donde se quedarían con el sobrante de los alimentos que lleváramos a cambio del favor.

    Hacía unos meses que Isaac Álvarez y León compañeros de la lucha habían caído detenidos en el cerro del Ajusco en prácticas militares y esto les dio el boleto a la formal prisión, acusados de este y muchos delitos pródigamente sumados de acuerdo a la inventiva de los creativos agentes que los detuvieron y los masturbados jueces llenos de una lujuria en nombre del sacrosanto régimen sanguinario completaron el sumario.

    Juan y Evaristo, otros compañeros de la preparatoria también aspirantes a guerrilleros con los cuales compartí muchos momentos del movimiento estudiantil del 68, pronto se irían de maestros rurales para ganarse la confianza del pueblo a donde llegaran y después de crear una base social, formar un foco guerrillero en la sierra donde nos reuniríamos después que llegáramos de Cuba.

    Ellos tenían la tarea de organizar los focos guerrilleros en donde iban a trabajar y con esto el plan de regresar a levantar a la gente para iniciar la destrucción del gobierno asesino se iba formando.

    Azucena y los demás compañeros del movimiento, desarrollaban una activa labor de proselitismo en los pueblos de Coyoacac, Netzahualcoyotl y otros del estado de México pero sin expectativas armadas por lo que me alejé de sus tareas dado que mi finalidad era ahora la lucha por la toma del poder y ésta sólo se podía alcanzar con los fusiles.

    Los que formábamos el ala dura del movimiento estudiantil a raíz del 2 de Octubre, cambiamos nuestras tácticas, ya no se trataba de consignas pacíficas, ahora prepararíamos a los obreros y los campesinos a la necesidad de un cambio radical y violento del proceso económico —iba barruntando en mi soliloquio mientras me atendían en la tienda.

    –Un kilo de huevo y dos de jamón –solicité a la hermosa muchacha de mirar risueño y candoroso.

    Sentía la necesidad de contarle a todo el mundo que pronto seríamos parte activa de esta ala de los procesos políticos de México.

    Contábamos con Cuba el primer país libre de América Latina y de acuerdo a las promesas del embajador, allá podríamos obtener todo el apoyo militar en instrucción así como las enseñanzas necesarias para sustituir el sanguinario gobierno de los chacales de Tlatelolco por verdaderos representantes del pueblo.

    Llegué a cocinar los huevos con nuestro amigo y seguí meditando, ahora le tocaba el turno a mi familia, se me desgarraba el alma pensar siquiera el dolor que les causaría con nuestra separación.

    Un año atrás le había dicho a mi madre el propósito de mi idea, de irme a la isla y después le oculté todos los preparativos; apenas hacía un mes, le conté algunas variantes de mi plan, que ahora era concebido en forma ilegal, como consecuencia de que las autoridades migratorias nos negaran la vía legal pues a decir de estos sicarios estábamos en guerra con Cuba.

    Yo gustaba comentar con algunas gentes de confianza, distintos elementos del plan ya que prefería así enriquecer mi criterio.

    Aunque todos se oponían y yo mismo no quería irme, la frase de Vicente Guerrero ¡LA PATRIA ES PRIMERO! se repetía a cada instante en mi mente creando un poderoso complejo de obligación ciudadana.

    A mis pensamientos, mientras cocinaban la cena, llegaron los compañeros masacrados por los soldados, la noche de los chacales en Tlatelolco así como las otras masacres en la universidad, la preparatoria 1, la plaza nacional del zócalo y las miles de detenciones por protestar contra la canalla.

    Las lágrimas silenciosas corrían mientras decursaban en mi memoria las gentes flageladas, aquel 2 de Octubre donde cientos de cadáveres fueron transportados como animales.

    Todavía a un año del movimiento existían en los postes de luz y en algunos muros la propaganda que pegábamos en todo el barrio y en muchas calles secundarias de la ciudad de México.

    En esta forma habíamos trabajado: yo la redactaba y la imprimía en la preparatoria, después mis correligionarios del barrio y yo las pegábamos y repartíamos, sin pensar siquiera que podíamos ser asesinados por la policía igual que los compañeros que eran sorprendidos en éstas actividades de pegar o repartir propaganda.

    –Listo –voceé a mis compañeros que se encontraban sentados a una mesa del restaurante platicando con el dependiente.

    Debía sustraerme de mis pensamientos que me ponían al borde de la locura y la desesperación al ver tantos cientos de compatriotas asesinados impunemente por este chacal que desde la presidencia de la nación asumía toda la culpabilidad como si se tratase de un demente carnicero al servicio del hitlerismo.

    Llevé el recipiente con los huevos fritos con jamón y un generoso molcajete con salsa picante obsequiado por la casa y salimos hacia la azotea de nuestra preferencia para unirnos festivos a la cadena alimenticia.

    Jesús era el menos entusiasta para la ida a la isla, desde su llegada de Guatemala, tres años atrás, manifestó reservas para prestar un servicio activo en la lucha clandestina, limitándose a algunas cosas siempre las menos peligrosas, o bien que le remuneraran algunos dividendos.

    A nuestra llegada a la azotea fueron apareciendo varios amigos que vieran el paquete de oloroso alimento y mientras subían la escalera interminable y oscura iban secretando los gástricos jugos estimulados por la promesa del delicioso aroma; ya en la azotea y en torno a los alimentos preparados, hicimos sendas tortas que degustamos con refrescos mientras admirábamos el majestuoso panorama nocturno de la ciudad de México toda iluminada.

    En estos momentos al término de la cena, Jesús rasgaba la guitarra, arrancándole tristes arpegios por su mujer perdida. A él no le interesaba ir a la aventura revolucionaria, él no estaba dispuesto a entregar su vida en aras de una causa que correspondía a aquellos fanatizados en el fervor de su gente masacrada y depauperada, él ni siquiera era mexicano.

    Era un secreto a voces nuestra partida, casi todos querían ser expedicionarios, entrenarse militarmente en Cuba y regresar a formar la columna guerrillera que diera el golpe a la jauría sanguinaria pero como no tenían dinero y el plan así lo exigía, tuvieron que conformarse con la promesa que pronto regresaríamos y los incluiríamos en alguno de los comandos guerrilleros.

    A las doce de la noche me despedí encaminándome a las escaleras, pidiéndole a Bernabé que nos acompañara a la esquina, era un buen pretexto para atraerlo y poder platicar algunas cosas con él, le pedí que en nuestra ausencia estudiara tanto la escuela como los textos marxistas para que fuera un buen comunista, que fuera un ejemplo para todos, para poder así incluirlo en la guerrilla.

    Los sentimientos se nos agolpaban en la garganta, mezclándose en una abundante dosis de felicidad por lograr entrar a aquella ambicionada estirpe de guerrilleros, tristeza por los amigos de toda la vida, dejados a la vera del camino, dolor porque mi madre y hermanos, tal vez a mi regreso, iría a visitarlos a la tumba junto con algún ser querido, y mi querida Isabel dejada ahogada, en el mar de su tristeza y esto apretaba violentamente mi garganta abundándome las lágrimas, también sentía un fuerte amor por mis campesinos y obreros, a los cuales estaba decidido a redimir o morir en el intento, sentía angustia por la incertidumbre de lo desconocido, si, es verdad, también tenía un miedo angustioso, desesperante de perder mi vida, bien sabía que esta decisión cambiaría totalmente el querido universo de mi barrio, para arrojarme a otro necesariamente brutal y sangriento, pero me sobreponía pensando que el valor no consistía en no tener miedo, sino en dominarlo adecuadamente y la causa bien valía la pena, y para darme ánimos, anteponía el coraje de los recuerdos, aquel vivir bajo la amenaza del ejército y la policía, el acecho de la tortura y la purga penitenciaria, sin poder matar siquiera un centenar de esos infames chacales, y así terminaba resuelto a justificar el camino de la lucha por medio de las armas, bien sabía que esta era una de las últimas veces que deambulará por las queridas calles románticas que me vieran crecer durante tantos años, el barrio que creció a mi lado, desde aquel llano recorrido regularmente por ganado vacuno quince años atrás hasta la populosa colonia actual, y se agolpaban los recuerdos fugaces y múltiples en un decursar anacrónico y solemne.

    Así apareció la candorosa novia, que llevada de mi mano locuaz y temblorosa compartía sus deseos de amor y dicha, festejando las picardías e inocencias de la vida. Ahora en mi recorrido mental me encontraba en el jardín de los cerezos recordando las indolentes tardes bajo los frondosos pinos que nos ahuyentaban el viento frío ya entrada la noche, y así llegue a la escuela recién construida, en lo que fuera un llano grande, tan grande como mi imaginación de niño.

    Y me asaltó la idea de aquella infancia creativa y fugaz en que me proponía construir un avión piloteable, y como carecía de conocimientos sobre aerodinámica deseaba volarlo en este viejo llano ahora ocupado con la laboriosa escuela que la argentada luz de los faroles embellecía cada noche, este recuerdo arrojó la sonrisa a mis labios que pronto la terca realidad, esa hábil agua fiestas venía y desbastaba los sueños fervientes que cultiva toda infancia.

    Preferí caminar rumbo a mi casa por

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