Milagro En La Escuela Monty

Por Mary Monroe

Marvin comienza su primer da del octavo grado sintindose un perdedor;
gordo y deprimido. A fin de cuentas, l no es el ms inteligente de los chicos,
y hasta su escuela la escuela intermedia Monty trata de ocultarlo junto a
otros once Don nadies en el saln de clase nmero 122, ubicado al final de la
escuela en una clase de Prevencin contra la Desercin Escolar.
Entonces comienzan a sucederse los milagros a partir del da en que el
Seor Martin, un carismtico escritor afro-americano devenido en maestro,
hace su aparicin en el aula. El Seor Martin es un educador como no hay
otro, que ayuda a Martin junto a sus amigos Markus, Quinesha, Roberto, Luis,
Danielle y dems integrantes de la culturalmente diversa clase a creer en s
mismos y a juntos hacer posibles los milagros.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 16 sept 2010
• ISBN: 9781617641008

Mary Monroe

Mary Monroe is the award-winning and New York Times bestselling author of twenty-five novels and six novellas. She is a three-time AALBC bestseller and winner of the AAMBC Maya Angelou Lifetime Achievement Award, the PEN/Oakland Josephine Miles Award, and the J. California Cooper Memorial Award. The daughter of Alabama sharecroppers, she taught herself how to write before going on to become the first and only member of her family to finish high school. She lives in Oakland, California, and loves to hear from her readers via e-mail at [e-mail]. Visit Mary’s website at MaryMonroe.org.

Vista previa del libro

Milagro en la

Escuela Monty

por

Mary Monroe

Traducción al Español por Miguel Angel Morales-Cruz.

Copyright © 2010 por Mary Monroe.

Número de Control de la Biblioteca del Congreso: 2010935094

Tapa Blanda 978-1-6176-4099-5

Libro Electrónico 9781617641008

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación,

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Dedicado a mi hija Michelle y a sus muchos amigos hispanos

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Tabla de Contenidos

Capítulo 1 Diario Personal 3 de junio; Último día de Escuela

Capítulo 2 7 de septiembre; Primer día de Escuela

Capítulo 3 ¿Crees en los Milagros?

Capítulo 4 El poder de la Escritura

Capítulo 5 ¿Puede el Leopardo cambiar sus Rayas?

Capítulo 6 La Clase de Prevención en Televisión

Capítulo 7 Marvin adquiere Músculos

Capítulo 8 El Pasado secreto del Señor Martin

Capítulo 9 Árbol de la Vida

Capítulo 10 La vida es una Montaña Rusa

Capítulo 11 Sobreviviendo las Fiestas

Capítulo 12 La Habitación de Tiffany

Capítulo 13 ¿Dónde está la cadena dorada de Tiffany?

Capítulo 14 Acusado Falsamente

Capítulo 15 Melancolía de Enero

Capítulo 16 Palabras que Curan

Capítulo 17 El gran Examen

Capítulo 18 La Noche del Baile

Capítulo 19 El Primer Beso

Capítulo 20 Un Visitante Inesperado

Capítulo 21 El sabor de la Victoria

Capítulo 22 Engañados

Capítulo 23 La Pérdida del Señor Martin

Capítulo 24 Marvin en el Escenario

Capítulo 25 Última semana de Escuela

Capítulo 1

Diario Personal

3 de junio; Último día de

Escuela

por Marvin McDonald

Y bien, Señor Martin, dudo mucho que alcance a leer esta anotación, porque tengo la certeza que las calificaciones ya han sido entregadas, pero si desea deleitarse con algo entretenido este verano, por favor continúe leyendo.

No puedo creer que éste sea el último día de mi octavo grado en la Escuela Intermedia Monty. Cuatro años miserables que debieron haber sido sólo tres – sexto, séptimo y octavo – exceptuando el hecho de que desaprobé el séptimo grado y tuve que repetirlo en una clase de PCD – Prevención contra Desertores – ¡Qué perdedor tuvimos por maestro ese año!, el Señor Tourney. Lo único que hicimos fue jugar a las cartas y al monopolio, navegar en la Internet, llenarnos la panza de golosinas y sodas, y escuchar música en nuestros tocadores de CD. Pero nunca nos quejamos. De hecho en la escuela estaban celosos de nosotros porque éramos los únicos que no hacíamos nada. Todos fuimos promovidos al octavo grado – hasta Ron el Pasmado-, quien sólo se limitaba a sentarse en una esquina como un ermitaño.

Pero cuando comencé el octavo grado con la esperanza de que las cosas serían igual de fáciles, me llevé el chasco de la vida, y ése fue usted, Señor Martin. Nunca antes había tenido un maestro negro, y afirmar que sus seis pies y dos pulgadas de músculo sólido intimidaron ligeramente a mis cinco pies, dos pulgadas y ciento cincuenta y cinco libras de cuerpo grasiento sería el más exacto de los planteamientos. (Tenga en cuenta que he utilizado la palabra intimidar y no otra más simple – una de las muchas cosas que usted me enseñó –, no quiero que por ello vaya a creerse gran cosa, usted sabe. ¿Y se ha dado cuenta de cómo he usado la palara descriptiva grasiento?) Es difícil decir si fue el destino quien me puso en su clase este año; a lo mejor fue sólo casualidad. Pero ello ha cambiado mi vida, dándole un giro de ciento ochenta grados.

Usted mejor que nadie entiende todo eso porque fue usted quien nos hizo darnos cuenta de que milagro no es sencillamente una palabra, sino una realidad. Nunca olvidaré que la palabra escrita es más fuerte que una espada. Si tuviera que darle un título a mi último año en la escuela Monty, creo que sería Milagros.

Y bien, que disfrute mucho su tiempo libre este verano. En lo que a mí respecta, no haré otra cosa que mirar la televisión. ¡Ah!, pero dejaré a un lado las golosinas y seguiré haciendo ejercicios. No quiero perder mis ciento cincuenta y cinco libras de músculo. A lo mejor hasta me detengo a reflexionar acerca de cómo comenzó todo, ese primer día de escuela, en mi octavo grado, el siete de septiembre.

Capítulo 2

7 de septiembre; Primer día de Escuela

Oye, McDonald, ya veo que te has pasado todo el verano comiendo hamburguesas en McDonald. ¡Además de ser más feo que un trasero, ahora también eres gordo!, me gritó Jesús Hernández el primer día de octavo grado en la clase de Prevención contra Desertores, (PCD).

Marvin no es feo como un trasero. ¿No estarás hablando de tu vieja? dijo Markus en un alarido.

La tuya, respondió Jesús en tono amenazador, saltando hacia Markus con los puños apretados.

¡Tu madre!, volvió a gritar Markus.

¡ESTÁ BUENO YA! vociferó la Señorita Turner, ¡O AMBOS VAN A TERMINAR SUSPENDIDOS EN EL MISMO PRIMER DÍA! La Señorita Turner era la Coordinadora de Título Uno en la Escuela Intermedia Monty. Ella era además la encargada de cuidar a nuestra infame clase de Prevención contra Desertores en octavo grado porque el maestro anterior había renunciado justamente al comenzar el año escolar, y la Directora andaba muy ocupada tratando de encontrarnos uno nuevo, cosa no muy fácil de lograr. El caso es que en nuestra Clase de Prevención contra Desertores estaba la flor y nata de los inadaptados. Doce chicos a los que NINGÚN maestro hubiera querido enfrentarse durante todo el día. A diferencia de los otros estudiantes que van de salón en salón, – totalizando seis períodos de clase – nosotros, o sea los alumnos de la Clase de Prevención contra la Deserción Escolar, nos manteníamos en el mismo salón desde las nueve de la mañana hasta las tres de la tarde, y entonces tomábamos una clase electiva al final del día - afortunadamente la mía era Educación Física - y puedo asegurarles que la Señorita Turner no parecía muy contenta que digamos. Ella básicamente se limitaba a sentarse en su escritorio, mientras revisaba algunos cuadernos.

La Señorita Turner es buena gente. Casi todos la conocen porque trabaja con las familias que tienen problemas – ya saben; madres que pasan la noche en la calle consumiendo drogas, padres que golpean a sus esposas e hijos… cosas feas de ese tipo. En cuanto a mí, Marvin McDonald; bueno, mi historia no es tan trágica. Tengo una madre que no quiere saber de mí y un padre que ama más a su novia que a su propio hijo. Por eso la mayor parte de mi tiempo la paso en casa de mi mejor amigo — Markus.

Markus es genial. Es un chico negro, muy inteligente, y no estaría en la clase de Prevención si no fuera por su temperamento que siempre lo mete en problemas. Después de haberlo suspendido por quinta vez debido a las peleas, lo enviaron al salón de Prevención durante todo el año. Enseguida nos hicimos amigos, porque aunque somos muy diferentes en algunas cosas, en otras somos idénticos. Creánme, es preferible ser amigo de Markus que ser su enemigo.

Como la Señorita Turner apenas nos hacía caso, podíamos darnos el lujo de hacer lo que nos viniera en ganas, y exactamente así había transcurrido el año anterior. Ron el Pasmado seguía sentado en uno de los asientos del fondo, dibujando retratos a lápiz en su cuaderno durante horas y horas. Quinesha y Beljania escuchaban música en sus tocadores de disco compacto. Girthma (quien aún insistía en que su nuevo nombre era Brittney) y Danielle garabateaban los pizarrones de un extremo al otro, escribiendo frases como Brittney estuvo aquí, y Danielle es lo máximo. Recuerdo que había otra chica (cinco muchachas entre los doce estudiantes). Ella era nueva y lucía realmente espeluznante. Creo que le iba el estilo gótico, porque la piel de su rostro era blanca como la sal y sus labios pintados de negro le daban un aire funesto. Sujetaba una cabeza de muñeca (imagínense, sin cuerpo) acribillada de alfileres en los oídos y el cráneo. Ya lo he dicho – espeluznante. Se sentaba en la última fila, a tres asientos de Ron el Pasmado. Más tarde nos enteraríamos que su nombre era Nicole.

Los varones éramos siete: Yo, Markus, Ron el Pasmado, Jesús, Roberto, Luis y Mike. Roberto, Luis y Mike andaban sumidos en una guerra a lápices - cada chico sujetaba un lápiz para que otro lo golpeara lo más fuerte posible hasta que uno se quebrara -. Quien lograra romper el lápiz del adversario, era el ganador.

Había un ruido enorme, pero a la Señorita Turner parecía no importarle. La clase de Prevención contra Desertores estaba al final de la escuela, junto a una salida de emergencia, por si acaso. Nuestra escuela recibe visitas de mucha gente importante, y por supuesto, a nadie le haría gracia que una de esas gentes importantes se decidiera a visitarnos. Tal y como dije antes, éramos los